Partida Rol por web

¿Lo dices en serio, noble y poderoso señor? - la esperanza en la mirada que el campesino le dedica a Ryu es tan intensa como si hubiera visto las mismas puertas del Tengoku - ¿Acaso los Cielos Celestiales nos han bendecido con vuestra presencia después de tantísimas desgracias? - se inclina ante el Togashi bajando la cabeza hasta ponerla entre sus pies - ¡Alabados sean los Cielos Celestiales por su benevolencia, noble y poderoso señor! Mi vida os pertenece desde este momento hasta el día de mi muerte.

Murai no parece darse cuenta, o no importarle, de que sus palabras implican una traición a Mirumoto Kobo. A fin de cuentas ¿qué castigo podría amedrentar a un hombre que ya había renunciado a su vida?...

Saiki vuelve a hablar a su modo directo habitual.

Compañeros, dado que la misión principal que nos encomendó Masayuki-sama fue la de conseguir información y, si fuese posible, solucionar el problema, existe una posibilidad que podría aclararnos algo sobre esta situación.

Entre Tonbo Yuya-san y yo podríamos intentar invocar a uno de los espíritus que habitan en esta zona, que todos podamos verle, y preguntarle qué ha pasado. Así tendríamos una versión mucho más amplia de los hechos, al menos una desde el otro punto de vista. Podría hacerse aquí o en otro lugar, siempre que haya una fuerte presencia o actividad espiritual. También hay que tener en cuenta a qué espíritu vamos a llamar, puesto que será importante con respecto a las respuestas que nos puede dar. Me averguenza decirlo pero no tengo mucho conocimiento de las entidades protectoras que habitan estas tierras, quizás alguno de vosotros, o un habitante de esta zona, como Murai, pueda ayudarnos.

El conjuro conlleva cierto peligro, así que solicito la opinión de todos vosotros, no sólo la de Yuya-san. Los shugenja corremos un pequeño riesgo, pero también el resto, ya que mientras realicemos el ritual estaremos completamente indefensos y dependeremos de vosotros para cualquier complicación que pueda suceder.

Su mirada pasa de uno a otro de sus compañeros, esperando una respuesta.

Tras escuchar a Saiki, Daijiro se levantó del suelo y se acercó al grupo. Se llevó una mano a la cintura de forma que tocaba su Daisho y respondió:

- Saiki-san, puedes contar con mis espadas para protegeros. Respecto a espíritus de la zona…- Daijiro puso cara pensativa durante un momento.

- Estamos muy alejados de donde estudié, pero recuerdo a un espíritu llamado Shiroi Fujin, "La Dama Pálida". No recuerdo gran cosa sobre este kami, pero sí recuerdo que habitaba Higashidani Mori. ¿Tú recuerdas a ese espíritu, Saiki-san?- dijo por fin tras unos segundos de intensa concentración intentando recordar sus clases de Teología.

Inteligencia + teología, Éxito

me quede pensativo antes las palabras de mirumoto-san, pero habia entrenado mucho mas sus puños que sus conocimientos, asi que espero que los hombres santos se pusieran deacuerdo cual fortuna llamar.

Yo también recuerdo ese nombre, Daijiro-San; Shiroi Fujin, la Dama Pálida. Es el único nombre que me viene a la memoria junto con los de Ouyama y Gin Hebi. Sin embargo Murai ha comentado que la ira de Ouyama es causada por la muerte de su esposa... ¿No será ésta la Dama Pálida? Si lo es nos arriesgamos a causar las iras de todo lo que habita en el bosque.

Saiki mira a Murai, esperando su reacción.

Murai niega con la cabeza - Sabemos que la Dama Pálida y la emperatriz Blanca son espíritus diferentes, noble y poderosa señora. La Dama aparece como una hermosa mujer con el pelo negro y la piel blanca como la nieve. Casi siempre es amable, y de vez en cuando nos gasta bromas. Hasta donde yo sé es el único guardián de esta zona que no se ha vuelto contra nosotros. La Emperatriz Blanca es completamente distinta: una loba blanca con dos colas y grande como un caballo del Unicornio. Al igual que Ouyama tiene marcas divinas rojas, aunque menos que su esposo. Suele mantenerse lejos de nosotros y sólo se aparece cuando alguien se adentra en las zonas prohibidas del bosque. Si la ves sólo tienes dos opciones: marcharte o morir...

El Libélula estuvo atento a la conversación, pero en algún punto de ésta empezó a darse leves toquecitos con el dedo sobre la sien. Con aire pensativo, la lengua asomando por un lateral de la boca y los ojos perdidos en algún lugar inexistente en las alturas, caviló sobre los kamis y espíritus de la zona. Su asignatura favorita no era teología, ni con mucho, sin embargo conocía de sobra la zona como para no olvidar a sus moradores, fueran estos de índole terrenal o sobrenatural

En cualquier caso, el hecho de que sus pensamientos divagaran hacia ciertas sustancias alquímicas que deseaba probar no ayudó a su concentración, y asumió que los nombrados por Daijiro y Saiki eran más que suficiente. Y lo más importante, ¡habían salvado la vida de aquel pobre campesino inocente! Su corazón, en regocijo con tal hecho, inundó su ánimo de esperanza y buena voluntad
-¡Listo para el ritual, Tamori Saiki-san! -aplaudió el Tonbo, al mismo tiempo que se acercaba a su compañera de profesión con alegres zancadas. Se giró, observó a los demás con una amplia sonrisa y colocó los brazos en jarras. En aquel instante, cayó en la cuenta, mudó su gesto y susurró a Saiki... -En tu lugar invocaría a la Shiroi Fujin. El Agua no es un elemento que domine y Gin Hebi podría sentirse ofendido ante mi presencia -clarificó, con una risita traviesa

Mucho me temo que me pasa lo mismo, responde Saiki también entre susurros. El agua nunca ha sido mi fuerte. Confiemos en que la Dama Blanca haga honor a su nombre y no sea de agua o tendremos un serio problema.

De nuevo se mantuvo en silencio, pensativo. Por lógica, el elemento de la 'Dama Blanca' no era el Fuego -'lástima', y chasqueó la lengua-, como tampoco creía que lo fuera la Tierra. En cuanto al Agua, supuso que a una criatura invernal le pegaba más el Aire, pero a saber. En cualquier caso parece que no había más opción que arriesgarse...

-Hagamos una ofrenda al espíritu y crucemos los dedos -masculló, como si hablara más para sí mismo que otra cosa, reafirmando su intención. -Iré a buscar los objetos adecuados, Tamori Saiki-san, ¡no tardo! -aulló, al tiempo que salía disparado hacia quién sabe dónde, con la saludable intención de apropiarse del mayor número de flores silvestres posibles. Sin ningún tipo de consideración se agachó a recogerlas con mimo, buscando por toda la zona y yendo de un lado a otro como loco. La situación le divertía, pero también la tomaba con absoluta gravedad... por mucho que aparentara lo contrario
-Por cierto, ¿alguno ha traído incienso? ¡El incienso es vital! ¡Y también nos valdrían unas cuantas plumas de cualquier pájaro! -añadió, a una buena distancia del grupo

Se clavó a la tierra como si se tratara de una efigie, sin mover un sólo músculo...
Sus brazos se cayeron flácidos, y las flores que había recogido -usualmente una ofrenda exquisita para los espíritus del Aire- se desperdigaron a sus pies. Había recordado quién era ese espíritu, ¡¿cómo podía haberlo olvidado?! Toshibu era su hogar, por mucho que no naciera allí, y sabía hasta los últimos entresijos de sus aldeas

Se giró sobre sus talones y avanzó hacia la shugenja del Dragón renegando de sí mismo. La confusión se había adueñado de su memoria, probablemente porque no conseguía apartarla de otros actos más... volátiles
-Olvida el incienso y las plumas. La Dama Pálida es un espíritu de la zona, y hay que invocarla en las aldeas próximas a Higashidani Mura o no aparecerá -poco a poco, su expresión adquirió un gesto triunfal, como si el hilo del que tirara trajera aún más recuerdos. -Para ganarnos su favor hemos de conseguir arroz cocido, tallas de madera con su efigie y pergaminos con cuentos populares sobre héroes que triunfan sobre sus enemigos utilizando la astucia, no la fuerza -añadió, agitando un dedo ante sí
Tras unos instantes de duda, observó a los demás y preguntó: -¿Listos para partir?