La sonrisa torcida de giamarga se tornó en un gesto de furia contenida cuando Strahd les mostró lo que había en el patio.. allí, con una soga al cuello, se encontraba Aurita, una niña de diez años que era lo más parecido a una hermana pequeña que el brujo había tenido nunca; pues aunque había sido abandonado al nacer, Zildjian pronto se escapó del horrible orfanato en el creció y encontró una pequeña familia de buhoneros y caravaneros errantes, que habían aceptado su sangre mestiza y le habían criado como a un hijo.. para que, poco antes de iniciar su propio camino y separarse de ellos, había nacido Áurea, la más pequeña de siete hermanos, la mayoría de ellos muertos o desaparecidos..
Con su espesa melena negra y sus brillantes ojos verdes, el detective de lo sobrenatural, había desarrollado un vínculo muy fuerte con la niña, que lo consideraba su hermano mayor.. de modo, que después de dejar el núcleo familiar, Taar volvía cada cierto tiempo a visitar a "hermana" pequeña, que cuidaba de su padre enfermo.
No sabía cómo, el bastardo de Von Zarovich se había enterado de esto, siendo algo que prácticamente nadie sabía y que había ocultado a propósito, precisamente para evitar situaciones como estas..
Apretando los dientes, el brujo observó por la ventana, lanzando una mirada al patio y ahogando una queja en forma de grito de desesperación mientras hacía un gesto a su hermana, buscando tranquilizarla, movió las manos realizando una serie de gestos rápidos en forma de lenguaje de signos para que Aurita entendiera que volvería a por ella, cuanto antes..
Sin decir nada, el investigador se dio la vuelta para dedicarle una mirada furibunda al lord de Barovia mientras se llevaba la mano al mango del látigo que llevaba enrollado a la cintura.. haciendo gala de un evidente autocontrol, el vistani se ajustó su sombrero de ala ancha y sin decir nada, salió de la sala para encaminarse a la salida del castillo Ravenloft..
El tiempo corre, vamos... murmuró a sus compañeros antes de desaparecer por la puerta.
Rurik miró hiperterrito al ver allí a su padre atado a una soga. - ¡Es mi padre el que está con la soga al cuello! Habló con compunción en voz alta dejando que el dolor que estaba sintiendo en su exterior se exteriorizara. De hecho aquellos viajeros escucharon la voz del enano bien alto. Por un instante quiso que el Barón sufriera por ello... Pero su templanza y cautela que lo caracterizaban hizo que se diera cuenta que la venganza no traería vivo a su padre.
Con cabeza cabizbaja dejó el salón siguiendo a aquellos viajeros que le habían asignado la misma tarea.