Partida Rol por web

La Tierra Prometida

I. Todos Somos Invitados en esta Tierra

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18/09/2019, 07:02
Narrador

OTOÑO, 19

LIMITES NORTEÑOS DE ALBERETOR

Ya han pasado muchos años después de la Gran Guerra y aún así seguís aquí. A pesar de los esfuerzos del ejército de Korinthia para derrotar y repeler a los monstruosos ejércitos comandados por el grupo de hechiceros corruptos conocidos como Los Señores Oscuros, una cosa era clara para las gentes del caído reino de Alberetor: Habían perdido la guerra, y junto con ella también la tierra que podían considerar un hogar.

Sin embargo, un éxodo masivo fue la mejor alternativa para el pueblo de Alberetor. Atravesar las montañas del norte en búsqueda de una nueva tierra donde erigir un reino era una idea no solo atractiva si no vital para las miles de familias que habían sobrevivido a las terribles batallas que partieron en dos el continente, marchitaron los campos y envenenaron los ríos. No todos compartieron aquella idea, y muchos decidieron seguir viviendo en los vestigios que quedaban de aquella tierra abandonada por Prios. Sobreviven a base de lo poco que puede ofrecer la tierra, extrayendo limitadas cantidades de agua que se extraen de pozos bajo constante vigilancia y cazando animales que deben ser seleccionados cuidadosamente en la búsqueda de enfermedades o cosas peores que puedan hallarse en su interior. Un estilo de vida duro para personas aguerridas como vosotros.

Pero no todos podrían (o deberían) tolerar este estilo de vida para siempre. Ahora los que quedan, cansados de sobrevivir entre las ruinas y refugios, se aventuran a Los Titanes en búsqueda del reino prometido de Ambria. Algunas noticias habían sido enviadas de parte de emisarios, viajeros y mercaderes; hablaban sobre tierra fértil donde sembrar, ríos donde pescar, ciudades donde prosperar y un gran bosque lleno de tesoros que esperaban por ser recuperados. 

Os encontráis en un cruce de caravanas conocido burdamente como "El Fangal". En los límites norteños que se aproximan al último bosque antes de las montañas. Ahí entre las incontables tiendas de campaña y chabolas se reúne todo tipo de buscavidas. Desde los más experimentados soldados exiliados a los yermos por sus crímenes, hasta la más terrible escoria que jamás tendría cabida en el reino civilizado de Ambria. Todos tenían algo en común, o mantenían las cabezas bajas con rostros en ángulos sombríos o arrastraban sus pies entre la tierra húmeda. Algunos disfrutaban de las pocas provisiones que lograban reunir antes del invierno y otros charlaban sobre los mismos temas que tocaban todos los días hasta emborracharse y dormir. La mayoría de la gente del campamento siente una mezcla de tristeza, alivio y esperanza. Les aflige tener que abandonar el lugar donde sus familias vivieron durante generaciones y donde sus ancestros yacen enterrados; es un paisaje y una civilización a la que se sienten atados. Pero también les consuela haber escapado por fin de los desiertos de ceniza al sur y estar en la región de la montaña, donde aún queda algo de vida. Su esperanza puede verse en la ligera curvatura de sus labios: confían en que el mundo al norte de los Titanes sea tan próspero y acogedor como todos dicen.

Vuestros pasos os han traído inevitablemente hasta El Fangal, por razones que hasta ahora solo vosotros conocen. Donde pueden ver como las personas alrededor de las hogueras están preparándose la cena y discutiendo la última de una larga lista de malas noticias: los dueños de las caravanas han decidido prepararse para pasar el invierno al sur de los Titanes, ya que parece que las nieves se están arremolinando con más fuerza conforme el invierno se acerca.

Al sur del lugar quedan tierras con fuerza suficiente como para nutrir la vegetación, pero las cosechas que se recogen ya no son como las de antaño: los campos de trigo están semidesiertos, los pálidos tallos solo producen granos medio huecos, los huertos que solían estar llenos de manzanas, limones y ciruelas dulces están vacíos, y por todos lados hay rebaños esqueléticos rumiando la tierra desnuda, vagando a la deriva, sin pastores ni dueños que les cuiden. Aquellos que provengan de tierras más al sur o al este han presenciado escenas aún más siniestras. Allí la tierra murió hace tiempo, dando lugar a desiertos de polvo negro, incapaces de absorber el agua de la lluvia o los ríos. Hay ciudades abandonadas, edificios y castillos desiertos, granjas fantasma con establos llenos de cadáveres. Alberetor ha dejado de existir para siempre. Todo lo que queda de él es lo que el pueblo de Korinthia se lleve consigo en su viaje a través de las montañas. La cuestión es si aciertan al pensar que los pasos de montaña van a resultar infranqueables en pocos días o si aún hay una posibilidad de atravesarlos antes de que el invierno entre con toda su fuerza.

Por casualidad del destino habéis decidido calentaros en un fuego que compartía un hombre de rostro deprimente y un par de altos cazadores tatuados que claramente tenían aspecto extranjero. Todos miran las llamas de la hoguera con expresiones deprimentes y la única conversación que puede oírse es una mezcla de débiles murmullos entre los dos extranjeros. Al ver unirse más personas a la hoguera los ojos del hombre más alejado del par se iluminan con curiosidad... pero el silencio se propaga rápido como una gripe descontrolada y vuelve a reinar entre los desdichados.

Solo una noche habitual en el fangal, donde la mediocridad solo se opaca con la esperanza de hallar un grupo lo suficientemente atrevido como para viajar a las montañas en búsqueda de oportunidades.

Notas de juego

Empezamos la aventura a partir de ahora, podéis ir presentando a vuestros personajes aquí por separado. Si llega a unirse una persona más a la partida puede empezar aquí cuando esté lista.

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18/09/2019, 23:35
Gael Bedlam

El ejército de la reina le había dejado atrás hacia años. Gael ya no era tan joven como para escalar en base a su energía ni tampoco tan inteligente como para hacerlo mediante astucia. Seguía siendo fuerte si, y los años de entrenamiento continuo lo había convertido en un luchador tenaz, conocedor de diversas técnicas de combate y un puñado de posturas, pero eso no alcanzaba para ascender en el escalafón.

No obstante lo intentó, joder, claro que lo intentó. Una y otra vez, incansable, e irremediablemente testarudo como para rendirse. No fue hasta que una herida de hacha le sacó del campo de batalla tumbado en una camilla. Estuvo demasiado tiempo inactivo y sus movimientos jamás volvieron a ser tan certeros como antes, o al menos eso fue lo que dijeron los de arriba. Lo estaban apartando. Gael lo sabía y aun así no podía hacer nada. Al menos nada de lo que no se arrepintiese. En un arrebato de furia abandonó la orden y el ejército de la reina. No iba a rebajarse a realizar tareas mundanas sin tocar una espada. Al menos le quedaba eso, su orgullo y su acero.

Vagó un tiempo por las tierras yermas del sur, pronto descubriendo como todo iba muriendo, al igual que él. Los huesos de su brazo se soldificaron y volvió a usarlo como antaño, pero el arrepentimiento le seguía siempre, como una sombra que le acechaba noche y día. Finalmente decidió que estaba listo para volver a bandir su espada y se unió a una caravana que planteaba la probabilidad de cruzar los gemelos. 

Habían pasado semanas y apenas si conocía los rostros de sus integrantes, porque lo que una noche especialmente fría se acercó a la hoguera, buscando entablar conversación con alguno de los presentes.

- Deberíamos cruzar estas condenadas montañas cuanto antes - Comentó con voz ronca acercando sus manos a las llamas buscando calentarse las yemas de los dedos. - Antes que el invierno cierre el paso y nos deje aquí encerrados. 

No hablaba a nadie en particular, pero necesitaba descargar la frustración que llevaba consigo. Su mirada se paseó por el resto de los miembros de aquella inusual caravana, posandose por unos instantes en cada uno de ellos, como si tratase de ver más allá de sus apariencias. 

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19/09/2019, 12:11
Eilene

Mascaba tranquilamente mi cecina dura, fría e insípida, cuando aquel hombre alto y fornido decidió romper el silencio y molestarme. Me tomé un segundo para tragar antes de mirarle con desgana, hasta entonces no me había percatado de su presencia. Luego sonreí sarcásticamente. No sé de qué se preocupaba tanto, el frío no sería un problema para él, con su ropaje caro y abrigado; diferente era para mí, que apenas llevaba unos harapos y algo a lo que se le podría llamar "armadura", aunque realmente eran unas tiras de cuero que el tiempo había tratado con crueldad. No era la única en el campamento que no sobreviviría al frío, pues pocos eran lo que tenían la suerte de contar con vestimenta adecuada.

Luego miré al resto de personas que estaban sentadas alrededor de la fogata: en primer lugar, y en apenas un rápido vistazo de arriba a abajo, al hombre con cara de deprimido. Con los cazadores extranjeros me detuve algo más de tiempo, pues pese a que sus rostros también deprimidos apenas aportaban nada nuevo al del resto de personas de lugar, sus tatuajes sí provocaban en mí cierta curiosidad.

—¿De dónde sois? —dije, haciéndoles un gesto con la cabeza a modo de señal.

La pregunta era indiscreta a más no poder, pero no me importaba que hubiera sonado así. Después de todo, incluso las preguntas más indiscretas eran mejor que el silencio... y un poco de conversación sería agradecida para aquéllos que veían como su mundo se desmoronaba poco a poco.

¿En cuanto a mí? Creo que era la única que guardaba cierto ánimo, aunque no lo demostrase. Hasta hacía poco tenía medio pie en el hoyo... la vida me había dado otra oportunidad, y quería que fuera bien lejos de Alberetor. No me importaba, pues allí no había más que muerte y putrefacción. No pensaba tampoco morir de frío en caso de que, como había dicho antes el hombre, nos alcanzara el invierno. Después de todo, ya sabía dónde podía encontrar la ropa que necesitaría si las cosas se ponían feas...

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20/09/2019, 00:20
Eyvind

 

Eyvind se hizo evidente cuando decidió acercarse al fuego. Con una túnica mullida con una caída bien apropiada para su cuerpo, de contextura alta y en cierta medida esbelta, golpeada por la brisa y la nieve. Un bastón a su lado, al cual solo se agarraba una de sus finas manos, de largos y delgados dedos, que tenían la tendencia a dar pequeños golpes con las yemas como si estuviera tocando una especie de instrumento, de una manera un tanto inquietante. 

La verdad era que realmente no necesitaba el pobre calor del fuego, pese a que deseara disimularlo, no llevaba más que un par de horas merodeando por la zona en búsqueda de descanso, cuando se encontró con una visión desagradable aunque familiar de alguna forma, tuvo unos momentos para replantearse su camino a medida que se acercaba a la hoguera pero ciertamente tenía una misión, con la que cargaba por encima de sus intereses en conocer la civilización al otro lado de las montañas. 

Los pensamientos se detuvieron cuando comenzó a percatarse en las personas alrededor de la hoguera, se mantuvo algo apartado antes de poder decir algo, dedicándole miradas inexpresivas a todos los presentes, aunque todos le generaban la misma pregunta. ¿Qué hacían aquí? Definitivamente habría que hallar la respuesta de sus propias lenguas. Alzó un poco la voz para hacerse sonar a todos, con una voz calmada y gentil, aunque corrompida por una tos inoportuna.

—B-Bi, cof, cogf... Bienhallada sea su noche. — Carraspeó con fuerza antes de volver a mirar a todos.

Forzó una sonrisa para hacerse ver más presentable y se encogió de hombros para acomodar la mochila con la que cargaba en la espalda, incómodo seguramente.

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20/09/2019, 17:30
Telk

El solitario hombre que se calentaba junto al fuego se quedó observando a cada uno de los nuevos integrantes con clara curiosidad en su mirada. Medio sonrió, cualquier tipo de nueva compañía era mejor que la de los reservados extranjeros. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar.

—Bien hallado, mis señores, el nombre de su servidor es Telk. Hace unos años era un tesorero de gremios, pero el paso del tiempo y la necesidad me han convertido en un conductor de carromatos —intentó endulzar el termino lo más que pudo—. Aunque... la verdad es que ahora mismo uno debe hacer lo que sea para ganarse un par de chelines... ¿No estoy en lo cierto?

Telk era un hombre más o menos bajo de piel morena y con el cabello almendrado y largo hasta el cuello. Tenía una corta barba que a pesar de ser reciente estaba descuidada, además de tener cicatrices en su rostro como si una alimaña especialmente agresiva hubiese arañado su rostro. Tenía puesta una gruesa chaqueta de cuero negro sobre una camisa que en otros tiempos pudo ser de color blanco y sus pantalones tenían costuras y parches. No tenía armas, o al menos ninguna a la vista, cosa curiosa para alguien que se paseara por El Fangal en esta época tan concurrida.

El conductor de carromatos volvió a hablar:

—Son tiempos bastante difíciles para nosotros los refugiados. De hecho, no había visto el Fangal tan repleto de carpas desde las primeras excursiones a la Tierra Prometida. Parece que cada día que pasa es menos terreno que poseemos aquí en el sur... ¡Vaya dicha! Estamos acorralados entre los despojos, los Titanes y el invierno. Y no me cabe duda de que apenas la comida empiece a escasear en el campamento las dagas discutirán antes que las bocas.

Podéis ver como alguien se acerca a la hoguera, mirando a Telk, pero entre la sombra no podéis discernir bien en su aspecto.

El hombre, por su parte, seguía hablando:

—Cómo sea, puedo deducir que no venís juntos y que el destino simplemente decidió reuniros a todos alrededor de este fuego. Disculpadme por ser entrometido, es que como podéis ver mis otros dos vecinos —señaló al par de hombres tatuados—. no son muy conversadores. ¿Podría preguntar por sus nombres, caballeretes y... dama?

Notas de juego

Realizad una tirada 1d20 con la dificultad siendo vuestro atributo de "Atento".

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21/09/2019, 11:16
Eilene

Me quedé mirando a los extranjeros fijamente durante unos segundos esperando una respuesta, segundos en los que mi ceño iba frunciéndose poco a poco conforme entendía que no me responderían. Estaba claro que me habían ignorado por completo, o eso o no tenían lengua con la que articular palabras, cosa que dudaba.

Solté un bufido cargado de indignación antes de centrar mi atención en el hombre que hablaba.

—Eilene —dije, sin más, cuando nos preguntó el nombre.

Era un nombre falso, pero quien empieza una nueva vida necesita de un nuevo bautizo; más inclusive cuando su pasado le ha hecho granjearse un buen número de enemigos. Me había prometido que a partir de ahora usaría ese nombre, al menos hasta que volviera a meterme en problemas y volvieran a estar a punto de guillotinarme la cabeza. Entonces tal vez se repetiría el proceso en un ciclo interminable.

—Y sí, ya he comprobado que no son muy conversadores —continué, volviendo a mirar a los extranjeros—. ¿Les ha comido la lengua el gato o qué...?

Igual es que simplemente no sabían hablar el idioma, pero ya podían haber emitido al menos algún sonido o gesto cuando me dirigí a ellos. En fin... En cuanto al hombre que se acercó, había notado su presencia, pero apenas le presté atención. Seguramente se trataría de uno más que había venido a calentar su cuerpo en la cercanía de la hoguera.

- Tiradas (1)
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23/09/2019, 19:51
Gael Bedlam

- Gael Bedlam - Dijo con una voz áspera y gruesa. Se notaba en ella cierto orgullo a la hora de pronunciar su apellido, como quien asegura ser descendiente de alguna familia importante. Este sujeto no parecía ocultarlo a pesar de estas allí entre forajidos y refugiados. Sus ropajes si bien ajados por el tiempo, hacían énfasis en este hecho ya que se percibían de calidad aceptable. A pesar de esto pocos eran los que se animaban a acercarse al sujeto. Ver el par de empuñaduras que sobresalían entre los pliegues de su ropa y por sobre todo el monstruoso mandoble cruzado a su espalda, bastaban para disuadir a cualquiera que buscase problemas.

- Vengo de Alberetor, allí serví en el ejército de la reina hasta que... - Se detuvo y estiró la comisura diestra de los labios hasta formar una sonrisa enigmática - Bueno, eso no os incumbe. 

Detuvo su conversación para echar un ojo a la pequeña muchacha a quien en un principio había tomado por una anciana por el color de su cabello. Al oirle hablar y ver su rostro a la luz de las llamas dedujo que no era la edad lo que le había dejado pálida. En cambio el sujeto de las carretas si parecía ser un hombre entrado en años y más conversador de lo que aparentaba en un inicio. Por último fijó la vista en el otro hombre, también de mediana edad pero que portaba largo báculo, propio de los eruditos. 

Ajeno a los movimientos a la espalda de Telk, Gael carraspeó y encogió los hombros. - Los caminos son cada vez más peligrosos, la gente muere de hambre y se pelea por las sobras allí donde las halla.  Pero aquí estamos... 

- Tiradas (1)

Notas de juego

No termino de entender este sistema, pero toma: Critico xD

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23/09/2019, 23:20
Eyvind

El mago sostuvo su mirada en el fuego por un largo momento en el que se sumergía en sus pensamientos, sus ojos de color miel adoptaban un tono más caluroso que cuasi reflejaba el de las brasas que pululaban en la hoguera, y era incapaz de perder esa fina línea en su boca que se curvaba para asemejarse a una débil sonrisa. 

— Eyvind. Mi nombre es Eyvind Se incorporó de repente el hombre, con la mirada inquieta fijándose en su alrededor, para a continuación relajarse, encogiéndose de hombros e intentar recuperar esa expresión calma que debería caracterizarlo. 

Intentó ser meticuloso antes de volver a decir algo más, con sus manerismos algo confusos por esa abrupta incorporación, cierto nerviosismo se hizo evidente cuando puso ambas manos para aferrarse al bastón con el que cargaba, como si necesitara de este para mantenerse en pie, aunque obviamente, esto no era así. Llevó la diestra a la barbilla, acariciando esa barba marrón oscuro, suavemente encanecida con tonos más claros del mismo color, para hacerse el curioso a la vez que observaba a la pareja de cazadores, hizo un movimiento fuerte con la cabeza para asentir con vitalidad antes de continuar.

— Vengo del sur igual que este hombre, y puedo corroborar lo que dice. — Intentó ganarse la confianza de Gael, pues su historia le parecía interesante. — Aunque yo no pertenecí a las guardias de la Reina —

No era un hombre especialmente tonificado ni dedicado a las artes de la Guerra, eso era más que claro. Por un momento la mirada de Eyvind volvió a fijarse a su alrededor, especialmente en la pareja de cazadores y en Eilene, para notar las reacciones de su comentario en sus caras, aguardando una pequeña mota que aliviane el aura de miseria de El Fangal.

 

- Tiradas (1)
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24/09/2019, 01:10
Telk

Telk parecía interesado en escuchar lo que el grupo tenía que decir, a pesar de que las palabras fuesen escasas ciertamente eran un respiro de aire fresco para el abandonado sujeto quien ahora sonreía más abiertamente con cada presentación que iba escuchando.

—Claramente veo que estoy tratando con un grupo bastante pintoresco, y no soy el único que está interesado en saber con quien comparto la hoguera —dijo observando a Eilene con una mirada de ambiguas intenciones—. Maese Bedlam sin dudas usted tiene un aspecto de mercenario que no se quita ni con trapo ensalivado... por un momento supuse que podríais ser el guardaespaldas del señor Eyvind aquí presente.

Telk miraba a Eyvind de pies a cabeza como intentando mirar a través de él. Claramente le causaba más curiosidad ya que no podía discernir en su totalidad acerca de su transfondo, como podía deducir con Eilene y Gael.

—Mercader, asumo... y me estoy jugando el cuello de solo preguntar. No quisiera molestar a tu escolta de armas brillantes —dijo mirando a Gael, pero riéndose para disipar la tensión de sus palabras—. Podéis sentiros bienvenidos de estar aquí y esperar a que pase el invierno con lo poco que habéis reunido o bien saldar los asuntos que tengáis pendientes con alguien de por aquí, a pesar de todos los problemas a nuestro alrededor El Fangal es un refugio seguro contra las adversidades de la Tierra Perdida. Solo aseguraos de no despertar la curiosidad de algún individuo más malicioso e indeseable que yo.

Mientras Telk hablaba el hombre que se encontraba oculto entre las sombras se acercó al par de sujetos tatuados y les habló emulando el silencioso murmullo que ellos proferían. Se acercó a Telk y pudieron verle el rostro que lucía especialmente nervioso. Le interrumpió la charla para susurrarle algo al oído antes de alejarse un par de pasos y cruzarse de brazos.

El conductor de carromatos abrió los ojos como platos ante las palabras del misterioso sujeto. Su sonrisa y rostro iluminados como sol de verano delataban que algo se traía el par entre manos. Le hizo un gesto con la mano para implorarle paciencia y se giró para ver al grupo alrededor de la hoguera otra vez.

—Amigos míos, parece que este es el momento en el que nuestros caminos se separan. Debo agradeceros por hacer más amena la espera durante estos últimos minutos. Que nuestros caminos se crucen en un futuro. 

Con esa despedida, Telk se dirigió a una tienda que parecía ser suya. Y el hombre que había susurrado a su oído se había quedado ahí, de pie, esperando por él. Cruzó la mirada con el grupo y se podía notar que el sujeto se encontraba incómodo donde estaba, el nerviosismo era palpable en él. Tal vez a falta de alguien que pudiese haber escuchado la rápida conversación entre los dos podrían sacarle la información con preguntas al intranquilo desconocido.

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24/09/2019, 02:45
Narrador

Notas de juego

EXITO DE ATENCIÓN

Logras escuchar las palabras del hombre misterioso a tiempo, y puedes ordenar más o menos varias oraciones con lo que has escuchado y captar los detalles más básicos: El propietario de una de las caravanas ha decidido enfrentarse al peligro e intentará llegar a Ambria antes de que las nieves cierren el paso.

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24/09/2019, 02:53
Eyvind

Dedicó una mirada inescrupulosa a Gael, su sonrisa se hizo más ancha cuando el conductor de carromatos comenzó a reír, acompañando la idea del esbelto hombre de conseguir una alianza con el ex-soldado. La curiosidad pasó por su mente una vez más, ¿Por qué no seguía siendo un soldado? Posiblemente tenia relación con que se encontrara en este lugar, lleno de hombres harapientos con el infortunio de no poder ir más allá, como bien dijo Telk. ¿Iba a compartir yo ese destino? Las nieves eran una amenaza para su viaje y para él en esencia, no iba a poder cruzar los Titanes solo, menos si los pasos se cerraban.

Cuando la figura misteriosa comenzó a hablar con la pareja de hombres, decidió mantenerse a cuidado, volviéndose con la vista sobre la hoguera. Eyvind enfrentó de espaldas el secretismo de los murmullos, haciendo que su oído prestara la mayor atención, disimuladamente cerca de ambos, manteniendo la mirada baja con esa expresión tranquila y pensativa, hilando ideas en su cabeza... 

Cuando sus ojos se abren como si hubiera encontrado una aguja en un pajar, incrédulo. Los pasos de Telk lo alertan, girándose con rapidez mas no con brusquedad, aunque su túnica se golpea por el movimiento. Toma su báculo al andar, acercándose con premura hacia el hombre nerviosillo, forzando su sonrisa calmada, mirándole con una intrínseca curiosidad en el asunto. 

— Mi nombre es Eyvind. No es mi intención ser indiscreto, pero no he podido evitar escuchar su conversación. Parece que tenemos una misma necesidad. — Zanjando ese misterio, decide hablar con un tono tranquilo, como cabría esperar, aunque no cuidadosamente íntimo, a propósito para atraer la atención de los otros dos personajes cerca de la hoguera.

Preparándose para una respuesta hostil, o incluso violenta, pues desconocía con qué clase de hombre trataba, movió una mano cerca de la cintura, donde su cinturón y la túnica ocultaban una fina daga, mientras que mantuvo la otra sobre el báculo haciendo que sus dedos se pegaran con más fuerza a la madera con la que fue tallada. 

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25/09/2019, 12:06
Eilene

Algo tramaban. No había que ser muy espabilada para darse cuenta de esas cosas. En cualquier caso, intenté disimularlo, y traté de prestar atención a la conversación que mantenía el extraño hombre con el resto de personas. Por desgracia, no logré oír nada, aunque... a juzgar por cómo se acercó Eyvind a él y por lo que le dijo...

Él sí ha escuchado...

Fruncí el ceño molesta, no tanto por él sino por el hecho de que ese hombre que apenas parecía más que un anciano a pesar de que no tendría muchos más años que yo hubiera podido escuchar algo que yo no... Estaba molesta conmigo misma.

Por otra parte, las palabras que había pronunciado el carretero... aquello de: «aseguraos de no despertar la curiosidad de algún individuo más malicioso e indeseable que yo», ¿era la única que lo había percibido como una amenaza? No iban dirigidas exclusivamente a mí, así que no le di demasiada importancia, pero... era una sentencia de intenciones. O quizás solo era que yo pocas cosas no las percibía como amenazas.

En fin, fuese como fuese, me acerqué al ex soldado, e intenté mantener una conversación con él.

—¿Hasta que qué...? —le pregunté, sonriendo con cierta picardía, una vez estuve a su lado—. ¿No sabe que dejar una frase a medias es de muy mala educación? Y viéndole, diría que le han enseñado a ser respetuoso, especialmente con las damas. Vamos, cuénteme... no se haga el duro.

No sabía si cedería y me contaría, pero tenía curiosidad... Además, quería disimular que realmente estaba tratando de enterarme de la conversación que mantenían Eyvind y el extraño hombre nervioso.

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25/09/2019, 16:54
Gael Bedlam

El soldado caído en mercenario no parecía muy feliz con las comparaciones de Telk, aun así aguardó con paciencia a que terminara. Su voz era seca, pero ocultaba cierta tono divertido, como si de alguna manera, aunque el contenido no fuese de su agrado, el hecho de oír una voz humana después de tanto tiempo le reconfortara.

- No guardo ni la espalda ni los secretos de nuestro amigo aquí presente. Podéis hurgar en ellos tanto como os lo permita. - Replicó Gael al supuesto conductor de carretas. Lo cierto es que no era un sujeto de tantas palabras como su interlocutor, pero eso, por el contrario, le permitía prestar una atención bastante sincera a lo que decía. En aquella ocasión no pareció del todo conforme con el resultado de la charla y se despidió con un encogimiento de hombros. - Propicias noches. 

La curiosidad se habia encendido en el por una fracción de segundo cuando aquellos sujetos se acercaron entre susurros, pero ni entrecerrando los ojos logró leer los labios u oír palabra alguna de lo que decían. Los vigiló durante un momento, ocultando sus pensamientos en una máscara de seguridad y aburrimiento que parecían acompañarle a todos lados. 

Había tratando miles de veces con sujetos así, tanto al servicio de la reina como fuera de él. Sabía bien que mientras que tuviera su mandoble al alcance de la mano esas ratas de alcantarilla se dispersaban como ratas con tan solo un par de cortes. No obstante sus pensamientos se vieron contrariados por la presencia de Eliene. 

La observó de reojo un tanto receloso, pero cuando le hizo aquel planteo no pudo más que soltar una risa entre dientes. - Tenéis un punto ahí, mozuela. Pero he de haceros notar que terminé la frase con un "no os incumbe". Todo el mundo tiene derecho a guardarse una o dos historias de su pasado de las que no quiere hablar. ¿No creéis?

Observó a la mujer más detenidamente. Si mirada pasó de su cabello blanco, que contrastaba con la edad que aparentaba su rostro, hasta sus ojos y luego sus ropajes. Descubrió con sorpresa que sus ojos estaban tan muertos como su pelo, pero aún así eran llamativos. ¿Acaso era víctima de alguna maldición o la portadora de una mortal enfermedad? En cualquiera de los dos casos, Gael pareció decidir que lo mejor sería guardar distancia. Dio medio paso lateral, de forma que quedaba frente a Eliene, como si no quisiera darle la espalda, pero a la vez estaba más lejos que en un principio. 

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26/09/2019, 14:13
Keler

Mientras que Gael y Eilene disfrutaban de una discreta y poco comunicativa discusión Eyvind aprovechó para acercarse al extraño que había hablado con Telk. En un principio este prefirió ignorar las palabras del viajero, como si le restase importancia, pero al enseñarle la curva daga los ojos del hombre se abrieron en amplitud y empezaron a viajar hacia otras direcciones nerviosamente.

—Ehm... Keler... ¿Por qué no te fijas en tus propios asuntos, hombre?

Miró a la tienda donde se había metido Telk, y para su desgracia el Conductor de Carromatos ya se estaba alejando sin prestarle mucha atención a la conversación que se llevaba a cabo. El hombre intentó ir hacia donde él estaba, pero volvió a ver la daga y a Eyvind con ojos furibundos. Maldijo, y terminó hablando.

—No hay necesidad de ponerse así, socio, solo he venido para avisarle a mi amigo Telk que estaban rematando pescados salados en la entrada sur del campamento.

Esbozó una sonrisa nerviosa, como intentando aplacar la expresión serena de Eyvind, pero la mentira entre tartamudeos no podía dejarse pasar por cualquiera con más de dos dedos de frente. El hombre se dio cuenta de que no estabas satisfecho con esa respuesta (Ni siquiera él lo estaba), y se relamió los labios, dando un sutil paso hacia atrás por seguridad.

—Muy bien... ¡De veras le dije eso! Pero fue para advertirle que se preparase... porque en el norte del campamento está un jefe de caravanas que piensa a atravesar Los Titanes —miró por encima del hombro y del de Eyvind, como fijándose de que nadie estuviera escuchando su conversación—.  El patrón Argasto. Esta buscando gente capacitada para el viaje y piensa irse de aquí lo antes posible. Es todo lo que sé... ¡No digas ni una palabra, maldito!

Tras esto, Eyvind puede darse cuenta de que el hombre había dado más pasos de espaldas de lo que esperaba, pero ya es demasiado tarde. Se ha dado media vuelta e inició una rápida caminata entre las tiendas. Donde se perdió al atravesar un telón amarillento.

Al parecer esta era una oportunidad especial, Telk seguramente habría ido junto con el par de hombres tatuados. Si realmente poseía verdad alguna la palabra de Keler, el tiempo apremiaba y el viaje se realizaría pronto.

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27/09/2019, 02:53
Eyvind

El extranjero parpadeó numerosas veces cuando el hombre se perdió de su vista en la marejada de tiendas que se movían como un oleaje por el efecto de la brisa invernal. "Argasto. Esta buscando gente capacitada..." Fue lo que pensó mientras se daba la vuelta, sus ojos ascendieron casi resplandecientes a las figuras que quedaban entorno a la hoguera, la muchacha de pelo blanco y el ex-soldado, no creía que fueran especialmente capacitados, al menos no la primera, pero era más fácil pretender que lo eran. 

Pensando en el secretismo de la situación decidió acercarse, pues ahora utilizar los escrúpulos si es una opción. Realmente le era difícil no sucumbir a las dudas mientras abría la boca, preguntándose por qué se ocultaban tanto, aunque la pregunta era más bien, ¿qué tan peligroso son las gentes de El Marjal como para aprovecharse de ello? No era momento de averiguarlo.

De solo pensarlo se quedó medio boquiabierto unos momentos, reaccionó demasiado después e intentó no quedar como un tonto, hablando con su voz baja pero con rapidez en su hablar, careciendo de su habitual serenidad. 

Mi señor, muchacha. No soy un entrometido, pero he oído que hay un carruaje saliendo de esta montaña antes de que las nieves oculten los caminos, me parece creer que esto es una oportunidad para todos... nosotros. — Miró hacia ambos lados investigando su entorno, las sombras más allá de la hoguera, para a continuación poner el dedo índice entre los labios. 

Dedicó miradas tranquilas y sugerentes tanto a Gael como a Eilene, forzando una vez más esa sonrisa tranquila que por un segundo de desconcentración se había desvanecido de su cara. Como un supuesto mercader confianzudo lo haría.

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28/09/2019, 09:42
Eilene

—Bueno, está bien —contesté a Gael ante su negativa—. No le insistiré... por ahora.

Había notado como se había separado ligeramente de mí al acercarme, como si tuviese la peste o algo así. Mentiría si dijera que no me molestó, pero estaba acostumbrada. No eran pocos los que me habían acusado de brujería solo por el color de mi pelo.

En cualquier caso, la conversación con él terminó tan pronto como Eyvind nos comentó lo que había escuchado.

—¿Ah, sí? —sonreí con una sonrisa taimada—. Y tanto que es una oportunidad. Pero... procure callar esa boca. No querrá quedarse sin sitio si se enteran más personas de las que deberían, ¿verdad?

Yo no pensaba perder mi oportunidad de largarme de allí. Si ese carruaje iba a salir pronto, pensaba ir con ellos.

—¿Le ha dicho dónde está ese carruaje? 

Me había parecido escuchar algo de al norte del campamento, pero quería asegurarme.

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28/09/2019, 21:10
Eyvind

Eyvind asintió varias veces casi por inercia, su mirada viajaba lentamente a cada rincón en el paisaje que les rodeaba, no sentía repudio pero era inevitable que en su pecho se inflara una inquietud. ¿Qué clase de personas merecen acabar en este lugar? Era una pregunta confusa, pues el acabó en el mismo lugar que todas esas figuras oscuras que se veían a lo lejos protegiéndose del frío, muriendo de hambre. Desolador, ¿y quién tendría la culpa?

La pregunta de Eilene llamo la atención del hombre de inmediato, dejando entre hilos sus pensamientos paranoicos.

—No, pero... —Poco a poco iba incorporándose entre ambos, recuperando su vitalidad pacifica, al menos ahora estaban de acuerdo en que nadie más debía enterarse. No por egoísmo, por necesidad, eso quería creer. —Me ha dicho un nombre, el patrón Argasto es a quién debemos buscar. 

Eyvind mantuvo la mirada principalmente en Eilene, que tenía la pinta de conocer mejor El Fangal, apoyándose en el bastón e inclinando ligeramente la espalda como si pudiera oír mejor a la muchacha de esta manera. 

—Espero que lo conozca. — Atinó a decir no demasiado después.

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29/09/2019, 15:45
Gael Bedlam

La noticia que traía el mago iluminó el rostro del ex-soldado. Ya había dejado claro antes que su intención era cruzar las montañas lo más pronto posible. Siguiendo con su actitud abierta en ese aspecto, no dudó en acercarse a Evynd y palmear su hombro, agradecido por la información.

- Por todos los dioses, un carruaje, al fin. Era lo que estaba esperando. Buen trabajo, hombre. ¿Evynd cierto? - Dijo con una enorme sonrisa que demostraba el alivio que sentía. Pero no le duró demasiado y se desdibujó al oír a Eliene. 

- Ella tiene razón, debemos darnos prisa si queremos que nos guarden un puesto en esa empresa. Tal vez deberíamos decir que somos una compañía, confiarán más en nosotros y nuestras capacidades - Hablo todo con un tono más bajo y aunque en sus planes parecía incluir a la muchacha, aun la observaba con cierto escepticismo. De no ser por lo urgente de la situación tal vez se hubiese desembarazado de ella, pero en aquel momento no tenían tiempo para pleitos y discusiones. De modo que se calló sus dudas sobre el perfil de mercenaria de la chica y se puso en marcha. 

Con la noticia olvidó rápidamente la "amenaza" de Eliene de seguir indagando en su pasado. En aquel momento en que la oportunidad de construir un futuro se les presentaba, hurgar entre recuerdos funestos era lo que menos necesitaba. 

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29/09/2019, 20:18
Eilene

—No me suena de nada.

Era verdad, no me sonaba de absolutamente nada ese nombre... Tampoco llevaba mucho tiempo en el Fangal como para haber conocido a muchos de los que merodeaban por aquí, así que no resultaba raro. Pero una cosa sí que sabía; y mis compañeros, si habían sido avispados, también deberían saber:

—Vayamos al norte —dije a la par que comenzaba a andar en aquella dirección sin ni siquiera esperar una contestación—, la mayoría de caravanas salen desde norte del campamento.

Sobretodo las que iban en dirección a Yndaros, pues ésa era la dirección que debían tomar. Además, había escuchado algo de la conversación del Eyvind con el extraño y... creía haber oído que la caravana estaba en esa dirección.

—Y sí, a partir de ahora somos una compañía.

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30/09/2019, 09:35
Narrador

Puede que sea por la afortunada oportunidad de un viaje seguro a través de las montañas o tal vez por la presencia de más extraños que, atraídos por una hoguera vacía, se acercaban tímidamente entre asomos a través de las tiendas o como fantasmas sombríos que murmuraban y señalaban los juncos vacíos entre frotes de manos. Las palabras de Telk se reunieron en un recuerdo, mencionando la presencia de individuos más indeseables que él. Aquel débil brillo que despedía el cinturón de uno de los desconocidos que se acercaban centímetro a centímetro podría ser solo el de la hebilla de su cinturón... o un objeto afilado que estaría bien posicionado ahí.

En cualquier caso, ponerse a debatir acerca de ello en aquel sitio no solo era desventajoso si no estúpido. Así que de una forma u otra la recién fundada compañía sin nombre terminaría cumpliendo el deseo de aquellos errantes desconocidos de expropiar su hoguera y se dispondría a movilizarse a la parte norte del cruce de caravanas.

Durante el trayecto, vuestros ojos avistaron diferentes situaciones y escenarios: Un hombre canoso acariciaba la cabeza de un joven tembloroso que no parecía tener más de once años, quien parecia ser su madre podía verse en el interior de la tienda recostada en un catre con un paño sobre la frente que alcanzaba a cubrir sus ojos. Más adelante había un gran telón que emulaba lo que vendría a ser una posta al aire libre, los parroquianos bebían cervezas aguadas con las miradas clavadas en las tapas de los vacíos barriles que conformaban sus mesas. Por último, pasaron por una tienda maltrecha y cubierta de barro de donde salía un sombrío grupo de matones cuyas filosas miradas robaban hasta la última de sus pertenencias, obra de Prios, que solo fueron sus ojos los que os amenazaron; no se puede decir lo mismo de la sollozante pareja que se hallaba en el interior.

Decidisteis seguir caminando en todo momento, pero es posible que aquellas visiones se hubiesen quedado en sus mentes durante un rato. Antes de que otra lúgubre escena se presentara ante vosotros, hallaron el sitio en cuestión.

Aquella sección del Fangal se extiende por una gran superficie poblada por árboles esbeltos cuya hojas otoñales han comenzado a caerse de las ramas. Hay cerca de cuarenta carromatos repartidos sin orden alguno, más algunas tiendas de campaña. La mayoría son minúsculas y están desgastadas por el uso, pero hay unas pocas que parecen palacios hechos de tela y que, evidentemente, pertenecen a algunos de los nobles que resistieron en sus tierras tanto como les fue posible. También hay una docena de hogueras ardiendo día y noche, algunas rodeadas por troncos, otras por bancos hechos de forma improvisada con más o menos maña.