Partida Rol por web

La tormenta de arena

III. En el vientre del Mal

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21/01/2016, 13:02
Charles Duvalier

El hijo de anticuarios, que hasta el momento había permanecido callado, se acercó hasta su preceptor Monsieur Vivant y dijo con voz baja y calmada: - Qui... Quizás deberíamos reconsiderar nuestras palabras...- mostrando su mueca quebrada por todo lo vivido hasta el momento. Charles sabía como todos sus compañeros de expedición, que aquella ciudad era demasiado rara, demasiado irreal, pero hasta el momento, todo había sido demasiado extraño y delirante.

- No... No quiere encontrar a la criatura de la tormenta. No quiero...-  y sus ojos rompieron a llorar de forma desconsolada.  

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21/01/2016, 13:06
Gerrard Farrè

El alférez de caballería miró a Lacroix -su amigo- y buscó aprobación a sus palabras: - Si hay más de los nuestros aquí, quizás podamos hallar la forma de volver junto al gran ejército. Pero debemos descansar. Marchar ahora sería un suicidio.- expuso intentando mantener la calma, aunque su mano estaba descansaba cerca de su Año XIII.

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21/01/2016, 13:30
Dominique Vivant

Miro a la comitiva, totalmente incrédulo a lo que ocurre, uniéndome a las palabras de mi pupilo.

Ese sacerdote nos va a condenar con sus palabras necias.

Caballeros... Les imploro un momento de reflexión. No sabemos donde estamos, aunque el nombre Saedom me resulta familiar, no lo acabo de ubicar, y lo único que sé con certeza es que estas amables mujeres nos ofrecen su hospitalidad... A un grupo de militares franceses armados, por Dios. Comportémonos como los hombres civilizados que somos. Ese templo no es cristiano, no lo dudo, pero eso no es de nuestra incumbencia. Estamos en su casa en calidad de huéspedes y, para serles franco, no estamos siendo muy educados con nuestras anfitrionas.

Desde luego, tanto exabrupto por parte de mis acompañantes me estaba poniendo francamente inquieto.

Mi señora, añado, volviéndome a la mujer que nos ha hablado, os ruego que no os toméis como ofensa nuestras palabras. Hemos pasado por duros momentos en el desierto y muchos de nosotros vemos enemigos en cada sombra. Por supuesto, lo que más deseamos es no causaros molestia alguna y poder reunirnos con nuestra gente cuanto antes... ¿Podéis decirnos donde se encuentra la ciudad más cercana? Y su nombre?

No era el lugar más adecuado para sacar información, pero parecía que la ansiedad de mis colegas podía ponernos en un aprieto.

En cualquier caso, será un honor poder saludar a vuestro líder, mi señora.

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21/01/2016, 15:01
Jean-Baptiste Lacroix

Jean-Pierre se pone al lado del teniente antes de que este formule su pregunta, susurrándole unas palabras.

-Lo se amigo lo se...pero los hombres necesitan descansar...No se preocupe, no me dejare embelesar por nada. Esta bien, cubra la retaguardia y este atento a mis movimientos, preparados para actuar en cualquier momento...-

El teniente formula la pregunta,y la respuesta que recibe, le sorprende. Hay...más supervivientes patrios? Más soldados del glorioso ejercito de Napoleón?!?! También habla de un sacerdote de nombre Guerin, pero Lacroix no hace demasiado caso, su atención esta puesta en el resto de patriotas supervivientes.

Jean-Baptiste pone cara de asco ante las palabras del Capellán. Claro, porqué “tú” dios es el verdadero eh? Os echamos de la madre patria ratas! Si no fuera por necesidades y juegos políticos que no llego a comprender, por mi os podríais pudrir todos. Aunque no digo que no pueda tener razón en lo de las mujeres...

El teniente vuelve a la realidad cuando Abeillut habla, Lacroix cada vez hacia más caso de las palabras del Bereber. Le dedica un leve movimiento de cabeza, luego su mano se desliza hacia el sable...

"- Si desean marchar, esssste es su momento....-" En serio? Nos dejareis marchar sin más? Su puño se cierra alrededor de la empuñadura.

"- No... No quiere encontrar a la criatura de la tormenta. No quiero...-"  De verdad hijo? Un hombre llorando en medio de mujeres? Que vergüenza...Pero la palabra criatura de la tormenta resuena en su cabeza, su puño se destensa ligeramente, pero su mirada sigue fija en la mujer...

"- Si hay más de los nuestros aquí, quizás podamos hallar la forma de volver junto al gran ejército. Pero debemos descansar. Marchar ahora sería un suicidio.-" La voz de su amigo, consigue que aparte la vista de la mujer por unos instantes devolviendo el pensamiento de que más de los suyos están aquí...eso es cierto amigo...aunque se fija en que su mano reposa también cerca de su año XIII...el teniente relaja la mano.

Entonces Vivant habla. Finalmente Lacroix aparta la mano de la empuñadura.

-Amigos tienen razón, si hay más gente viva del glorioso ejercito francés, hemos de dar con ellos. No podemos marchar y dejarlos aquí, son nuestros hermanos. Lleve nuestro camino hacia ellos por favor, estamos deseosos de reencontrarnos con nuestros compatriotas.-

Luego le pone una mano en el hombro a Abeillut.

-Tranquilo amigo, no pasa nada.- Y le sonríe, pero sus ojos, los ojos del teniente dicen otra cosa... lo se amigo, lo se. Estate atento, al más mínimo indicio de trampa, acabamos con ellas... Luego, disimuladamente, pasea esa misma mirada cómplice por el rostro de Jean-Pierre y de Gerrard. Si pasa algo, son las tres personas en las que podría confiar.

"lo único que sé con certeza es que estas amables mujeres nos ofrecen su hospitalidad.." Se repiten esas palabras en la cabeza del teniente. Esta bien, piense usted así Vivant, que crean que nos hemos tragado el cebo. Nosotros estaremos preparados....

 

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23/01/2016, 17:35
Jean-Pierre Barraud

De repente, se desplegó ante sus ojos el amplio repertorio de facetas que puede tomar el miedo.
Su propia desconfianza, la agresividad del cura, la complaciente cortesía del señor Vivant, el terror puro que veía en el rostro de Duvalier...
Respecto al sacerdote, el Cielo le librase de defender a un santurrón, pero Barraud consideraba que no le faltaba razón, sólo que se había equivocado de momento y no había escogido las palabras adecuadas.

A él tampoco le gustaba nada aquella situación, demasiado extraño, demasiados secretos, pero lo cierto era que aquellas mujeres no habían hecho ningún ademán de amenaza. Simplemente no podían estallar de aquella manera.
Vivant fue rápido al intentar sofocar un incendio que podría haberles abrasado a todos.

De acuerdo entonces, continuaremos.

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23/01/2016, 17:52
Jean-Pierre Barraud
Sólo para el director

Pregunta: En tu respuesta de mi último post, ¿Te refieres a Duvalier o a Duvaquel?

Otra: El colega Leblanc no aparece porque no postea, o porque no está?

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24/01/2016, 14:02
Abeillut Sadar

Poco podía argumentarse contra las palabras de sus compañeros. Resignado, Abeillut aceptó que no tenían alternativa. No creía el bereber que tuviesen en verdad ocasión alguna de salir con vida si eran traicionados, mas tampoco parecía que el desierto ofreciese ninguna oportunidad. Asintió a las palabras de Lacroix, al tiempo que acariciaba el mango de su flissa, preguntándose si el acero hendería la carne de aquellas mujeres, o si tal vez aquello sería poco más que un espejismo causado por el desierto...

Notas de juego

Abeillut no se separa del grupo.

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26/01/2016, 12:46
Guardián

Notas de juego

NOTA DM: Me refería a Duvalier (anticuario). El Dr. Leblanc marcha con vosotros, pero su jugador hace un mes que nos se conecta. Le envié un MP pero no me ha contestado. Si necesitas preguntarle algo, hazlo, yo lo pnjtearé. No queda mucho de partida y tampoco deseo hacerla eterna. Os daré unos sustos, os haré pensar y fin.

XD

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26/01/2016, 12:49
Guardián

Tras el momento de tensión, el teniente de los dragones invocó nuevamente la cordura. La mujer que lideraba al grupo, volvió a relajar su rostro, reflejando una cristalina sonrisa - Han tomado una desisión asertada, caballerossss ¡¡Pero síganme!! ¡¡Ya estamos llegando!!- y prosiguieron su andanza por esas calles arrancadas de otro tiempo y únicamente habitadas por mujeres. 

A medida que se aproximaban a un gran edificio de adobe de techos abovedados y arquitectura oriental, la muchacha respondió las cuestiones de Vivant. - Yo no soy la líder de esta siudad. Es nuestra reina.- afirmó mientras con su estilizado dedo índice de piel bronceada, señalaba en dirección al templo - Nuesssstra reina vive allí. Yo sólo soy... ¡¿Cómo lo disen ustedessss?! Su mano derecha.- sonrió coqueta mientras hacía énfasis en las últimas palabras. resultaba difícil resistirse a la enorme atracción y fuerza que desprendía aquella mujer. - Yo soy la elegida de diossss, par recibir al que llega perdido...- sus palabras sonaban a antigua profecía.

Finalmente, llegaron hasta el umbral del gran edificio. La mujer les instó a pasar. - Pasen. Dentro están sus compañerossss. Pasen y coman algo. Se lo han ganado...- Y después de desearles que pasaran un buen rato, la muchacha inició el camino de vuelta, apartándose de la expedición. A medio camino se detuvo y se giró hacia el grupo de supervivientes:

- ¡¡Ah!! Se me olvidaba... Sólo hay una regla en esta siudad que no puede ser desatendida. Ningún extrajero puede pisar nuestro templo sin el permiso de la Reina.- dijo con tono serio y severo. Luego volvió a relajarlo... - Mi nombre es Ediz.- añadió finalmente. Volvió a girarse y continuó su camino moviendo sus caderas de forma suntuosa. 

- ¡¡La ciudad más cercana!! ¡¡Por dios!!- Instigó Duvaquel que había permanecido tenso y callado todo el rato.

- Kanaán.- Fue el nombre que salió de Ediz, mientras su silueta se emborronaba por una nube de arena que azotó la calle tras un breve soplido del viento. Cuando la corriente cesó, pues apenas duró segundos, la muchacha ya no estaba... 

 

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28/01/2016, 23:08
Jean-Pierre Barraud

Su anfitriona hizo mención a una reina. Al parecer, era ella la que gobernaba la ciudad.
Luego, tras ser interpelada por Duvaquel, reveló que Kanaán era la población más cercana. A Barraud ese nombre no le decía nada, más allá del parecido fonético con la bíblica tierra de Canaán.
Tras la pequeña discusión, los ánimos parecieron calmarse, y la mujer, tras presentarse, se despidió del grupo dejándoles frente al edificio que se suponía que era su destino.

Cuando ella se hubo marchado, los compañeros se quedaron solos -sin contar la multitud de mujeres que poblaban las calles-. Barraud aprovechó para dirigirse a sus acompañantes en voz baja: - Propongo que no entremos todos, alguno de nosotros debería quedarse fuera para asegurar una posible retirada. ¿Qué opinan?

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31/01/2016, 14:47
Jean-Baptiste Lacroix

Ediz...lo tendré en cuenta.... El teniente se quedó un momento en silencio observando el edificio que tenían delante. Era eso la boca del lobo? O no tenían nada que temer, y dentro habían más compatriotas vivos? Lacroix tenia que entrar, si habían más personas de su amado ejercito quería saber el numero, quienes eran...

-Tiene usted razón Barraud, algunos podrían quedarse fuera por...lo que pueda pasar. Si no vemos problema les vendremos a buscar. Le parece quedarse a usted? Yo he de entrar, quiero ver con mis propios ojos quien hay dentro. Y además, prometí mantener a los civiles a salvo, si les pasase algo dentro...tengo que estar con ellos.-

El teniente se gira hacia su portaestandartes. -Gerrard!- lo llama.

-Amigo, te quedaras fuera con el soldado Barraud, de acuerdo? Si escuchaseis ruido de disparos, disturbios o lo que fuera, entrad a buscarnos.- dice intercalando la mirada entre los dos -No dudéis en acabar con cualquier mujer que se ponga por delante.-

-Abeillut entrará conmigo, le necesito aunque no conozca esto, seguro que algo más de idea que el resto puede tener.- El teniente pone una mano en el hombro a cada uno de los soldados, luego se gira hacia los civiles.

-Caballeros, supongo que la mayoría querrá entrar asearse, descansar... aunque nadie esta obligado, así que si alguno no quiere entrar, se puede quedar fuera con el alférez Farrè y el soldado Barraud. El resto podemos entrar cuando gusten.-

Sin más, se quedo en silencio, esperando a ver que decidían.

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01/02/2016, 14:44
Dominique Vivant

Todo es bastante surrealista, por lo que al final me acabo contagiando del aire de paranoia que parece que se ha instalado en todo el mundo.

¿Ediz ha desaparecido? No... Simplemente no la hemos visto irse con este condenado viento arenoso... Qué descortés por su parte irse sin despedirse...

Está bien, teniente. Veamos quién hay aquí dentro... y no le diré que no a la oferta de un refrigerio de estas damas.

Asiento al oficial, con cierto entusiasmo algo impostado. Empiezo a creer que quizás no ha sido tan buena idea entrar aquí, aunque poca alternativa había.

¿Hacia donde debe estar Kanaán? ¿A qué distancia? Esto parece estar muy lejos de cualquier sitio. Demasiado lejos.

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02/02/2016, 12:15
Jean-Pierre Barraud

- De acuerdo, entonces. Esperaremos aquí fuera. Por favor, vayan con cuidado.
A Barraud no le hacía mucha gracia quedarse en la puerta, pero bien mirado, tampoco le apetecía en absoluto entrar en el edificio...
Ojalá sus sospechas no se cumplieran, y todos pudieran salir de allí sin más contratiempos. A lo mejor era cierto que había más supervivientes y esas mujeres sólo querían ayudarles, pero era todo tan extraño... algo andaba mal, y Jean-Pierre no lograba identificar el qué.

- Examinen el interior, identifiquen las posibles amenazas y si todo va bien, háganoslo saber, por favor Teniente. Y si es posible, no se demoren más de lo necesario. No quisiera pasar mucho más tiempo aquí.
Al terminar de hablar, un escalofrío recorrió la espalda del sargento. Estaba realmente asustado, pero no era momento de flaquear, no ahora que estaban tan cerca de obtener una respuesta.

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02/02/2016, 12:51
Guardián

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Una tirada de teología todo el mundo.

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02/02/2016, 13:56
Dominique Vivant
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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02/02/2016, 19:00
Jean-Baptiste Lacroix

-No se preocupe sargento. Tan pronto pueda saldré a por ustedes- Le dijo con una sonrisa.

- Tiradas (1)
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02/02/2016, 22:27
Jean-Pierre Barraud
- Tiradas (1)
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03/02/2016, 09:35
Abeillut Sadar

Con gran desaprensión, Abeillut aceptó las órdenes del teniente Lacroix. Su mente estaba bloqueada por la sucesión de extraños acontecimientos, paralizada por la duda y el miedo. Demasiadas supersticiones parecían cobrar vida en aquella ciudad de naturaleza inexplicable, que se había abierto ante sus ojos tras los prodigios contemplados en el desierto.

- Si, Tiniente. - asintió.

Sus dedos acariciaron instintivamente el mango de su flissa, cuyo peso al cinto resultaba hasta cierto punto tranquilizador.

- Tiradas (1)
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03/02/2016, 12:36
Guardián

El miedo se hacía patente frente aquel edificio de arquitectura oriental y de amplia fachada. La falta de sentido en los acontecimiento sucedidos, la falta de explicación lógica -por mucho que monsieur Vivant se empeñara en encontrarla- lo surrealista de toda la situación, hacía que la expedición se debatiera entre la razón y la locura.

Una ciudad repleta de mujeres sin miedo... Aquello carecía de cualquier tipo de argumentación templada, sensata y razonable, pero ante esta nuevo obstáculo del camino se hallaban los afortunados supervivientes. Lejos quedaba la idea de hallar la tumba del Faraón Niño. Ahora su única finalidad era volver al punto en el que se perdieron, y poder avisar a sus compatriotas del terrible peligro que se escondía entre las inexplicables tormentas que pululaban por el desierto de Egipto.

En este momento, todas las historias que Abeillut había oído de sus antepasados sobre poblados del desierto que se perdían en la tormenta, de caravanas de mercancías que desaparecían sin dejar ni el más mínimo rastro... Todas esas historias parecían revalorizarse en este impás de tiempo que discurría ante lo desconocido.

Duvaquel se unió a Lacroix y Abeillut. Junto a Galindeau, era uno de los altos mandos que quedaba en la expedición y si en el interior de ese edificio aguardaban soldados de Le France, debía ser él el que entrara para contemplarlo con sus propios ojos...   

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03/02/2016, 12:55
Eugène Descoteaux

Tras las palabras espetadas en la entrada de la ciudad, el capellán permaneció en silencio hasta llegar a las puertas de aquel edificio. Al igual que la gran mayoría de la expedición, Descoteaux desconfiaba de aquellas mujeres y así lo había hecho saber. Pero cuando la bella muchacha dijo su nombre, algo pareció chocar en la mente del sacerdote. Su rostro palideció durante unos segundos y fue incapaz de encadenar palabra hasta que Lacroix, Duvaquel y Abeillut ya habían entrado...

- Ese nombre... Ese nombre...- balbuceó durante un instante Edith fue la mujer de Lot... Se convirtió en estatua de sal cuando se giró para ver la destrucción de Sodoma...- Dijo finalmente con el rostro estupefacto...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pnjotizado