Partida Rol por web

La tormenta de arena

III. En el vientre del Mal

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03/02/2016, 13:05
Guardián

El trío cruzó el umbral de aquella puerta. Velos de colores claros, pero de tacto áspero impedían observar con nitidez qué había en su interior. Los tres aferraban sus armas dispuestos a blandirlas si fuera necesario. A medida que daban un paso, el nerviosismo se hacía más palpable y el recuerdo del asalto a un polvorín austriaco -durante la campaña de Italia- se rememoró en la mente del joven teniente.

El pasillo de velos se extendía a lo largo de varios metros, en una distancia que se hacía tan larga como inacabable. De repente, el ruido de hombres hablar en francés hizo que el trío se detuviera. Quizás era verdad que hubiera más supervivientes en aquella extraña ciudad. Corrieron con rapidez, cubriendo la distancia. El pasillo desembocó en una amplia sala ajardinada cuyo techo se abría a la intemperie. Allí un par de docenas de hombres, soldados de Légion Plomb en su mayoría, aunque también había fusileros y dragones, dirimían banalidades mientras degustaban vino, carne y fruta. Todos ellos estaban cómodamente estirados sobre grandes y mullidos cojines de seda de varios colores. Ninguno apreció la entrada de Lacroix y compañía...

 

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03/02/2016, 14:11
Dominique Vivant

Me alarmo al oír las palabras del sacerdote, pero segundos más tarde recobro mi compostura.

Bueno, páter, no se alarme... A fin de cuentas no me ha parecido que esa mujer fuera una estatua de sal... Y en mi vida he conocido varios hombres de nombre Jesús, y ninguno de ellos era el Mesías.

Comento, posando mi mano, amistosa, en su hombro.

No nos dejemos arrastrar por este ambiente enrarecido, ¿oui? Tampoco me gusta mucho la situación, pero intentemos afrontarla como caballeros.

Murmuro, paseando mi mirada del sacerdote al resto de mis compañeros.

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08/02/2016, 22:35
Jean-Pierre Barraud

- Cada vez que el cura abre la boca, me pone de los nervios...
Los compañeros ya habían empezado a entrar cuando el señor Descoteaux decidió demostrar cuánto sabía de religión. Era cierto que se trataba de una coincidencia bastante curiosa y que, teniendo en cuenta todo lo que habían pasado, no debían dejar escapar ningún detalle, por nimio que pudiese parecer.

No obstante, todos tenían ya los nervios a flor de piel, sólo les faltaba que alguien les excitase aún más para que el puro terror se adueñase de la situación.
- Cuidado padre, o mucho me equivoco, o Dios hace mucho que no se pasa por este lugar... - pensó Barraud cuando el sacerdote pasó a su lado. Pese a la desazón que sentía, no pudo evitar sonreír. Todos estaban sin duda fuera de lugar en aquellos parajes, pero el clérigo se llevaba la palma.

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09/02/2016, 14:00
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente estaba nerviosos, no podía quitarse de la cabeza el asalto al polvorín austriaco...y lo mal que acabo eso. No pienses en ello, esta gente te necesita.

Pero sus pensamientos se esfumaron como la arena del desierto movida por el viento cuando escucho voces en francés.

-No me lo puedo creer!- Dice mirando a Duvaquel con un brillo de esperanza en sus ojos. Corrieron por el pasillo como si no hubiera mañana hasta llegar a una gran sala.

Allí se encontraron con más soldados Franceses! Pero la alegría del teniente se difumino al momento. Estaban todos bebiendo, comiendo y riendo, como si no pasase nada. Y encima no les hicieron el menor caso. La rabia empezó a reptar por el cuerpo de Lacroix.

-ATENCIÓN SOLDADOS! Todos de pie ahora mismo! Al habla el Teniente Lacroix, del quinto pelotón del segundo regimiento de caballeros dragones. Y a mi lado el Coronel de infantería Duvaquel! Que coño esta pasando?

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10/02/2016, 10:27
Guardián

La voz marcial de Lacroix sacó del ambiente de festejo que parecían mantener aquel reducto de soldados de la Grande Armée. Todos ellos se giraron y centraron su mirada en aquellos hombre polvorientos, cansados y algo sedientos que esperaban en el umbral de la cámara.

Rápidamente se levantaron y fueron al encuentro de Lacroix, Sadar y Duvaquel, entre vítores y exclamaciones de alegría. A medida que llegaban, tendían y estrechaban sus manos con la de los mando galos. Para ellos, era una gran noticia que hubiera más supervivientes. Sin dilación, tendieron una copa de cobre repleta de agua para que saciaran su sed, a la vez que aproximaban bandejas con fruta, queso, pan y algo de carne ahumada. 

- Coman algo, señores- comentaban de forma eufórica aquellos hombres - Han tenido suerte de estar vivos y llegar aquí- comentaba otro.

Estaba claro que en aquel lugar, la marcialidad del ejército se había diluido sin dejar rastro. Aquellos hombres estaban contentos de estar allí y saborear dichas viandas.

 

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10/02/2016, 10:54
Eugène Descoteaux

El sacerdote permanecía incómodo en aquel lugar. Las palabras que el obispo Van Haal le había confiado, se arremolinaban en su mente creando una sinfonía de turbios pensamientos...

Aquella bestia, aquel desierto, aquella ciudad, aquellas mujeres... Todo parecía una macabra maquinación del maligno, un complot para acabar con el mundo cuerdo y cabal de la cristiandad. 

Notas de juego

Pnjotizado

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16/02/2016, 18:41
Abeillut Sadar

Aquello parecía una completa locura: después de la larga travesía por el desierto, los horrores que habían contemplado, la certeza de la muerte inminente (e incluso de destinos peores que la propia muerte)... se encontraban con aquella escena. Soldados comiendo tranquilamente, disfrutando de un apacible descanso, viandas, agua, comodidades. Parecía absolutamente imposible que aquello fuera real, y sin embargo, Abeillut no pudo evitar sentirse tentado de acercarse y probar un bocado. Tras tantos días de penurias, parecía justo relajarse un poco, dejar de estar constantemente alerta, dejar de resistirse a los placeres que ofrecía aquel lugar perdido en medio del desierto...

Haciendo caso omiso de la marcialidad extrema del teniente, Abeillut se acercó a una de las bandejas, tomando un dátil entre los dedos, sopesándolo.

- Tiniente, buenos dátiles. - el cansancio adornaba su voz, el deseo de rendirse era evidente - Sioldados amigos, niosotros poder comer... dulces dátiles.

Acercó la fruta lentamente a su nariz, olfateándola...

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16/02/2016, 18:54
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente se quedo estupefacto mientras los hombres cogían su mano para estrecharla... Hemos tenido grandes bajas, no sabemos donde estamos y donde está el resto del ejercito y estos hombres beben y ríen como si estuvieran de fiesta...

Lacroix se giró hacia el coronel, para ver como reaccionaba él. Mientras veía como el guía Bereber se acercaba a los platos y cogía un dátil. A punto estuvo el teniente de soltarle un manotazo a la copa que le ofrecían, pero en ultimo momento se freno, y simplemente la apartó. La alegria de esos hombres le había calmado un poco, aunque aun le molestaba tanta informalidad. Eran el ejercito Francés! Merdé!

-A ver soldados, informen. Como han llegado aquí? Y el resto de su regimiento? Quien es el oficial de mayor rango entre ustedes?

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18/02/2016, 10:26
Xavier Buissan

Duvaquel que durante el tránsito por el pasillo de velos había extraído su pistola, permaneció callado ante la visión de aquellos hombres. En otro tiempo y lugar, el desalmado coronel hubiera estallado presa de la furia, pero lo vivido había mermado la convicción de aquel hombre que a cada paso del camino se sentía más pequeño y miedoso. Ante la falta de respuesta, fue Lacroix el que intercedió por los intereses de Napoleón, el Directorio y  Francia.

Ante la pregunta del jinete dragón, todos aquellos hombres se callaron y miraron cabizbajos al suelo. Parecía como si el teniente hubiera mentado un suceso demasiado doloroso que todos deseaban borrar de su mente.

- Pues... Como ustedes, se.... señor.- contestó un tirador de la Legión de Instigateurs. - La criatura... La criatura de la tormenta...- cuando el fusilero mencionó aquel recuerdo, cualquier ápice de alegría se borró del rostro de aquellos soldados. No había sido un sueño. Todos habían contemplado aquella horrenda experiencia. 

- Nuestro mando era el teniente Luc Lovain.- añadió un jinete que a buen seguro debía pertenecer al Cuarto Batallón del Segundo Regimiento de Dragones. - ¡¡Nosotros también topamos con esa aberración!!

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18/02/2016, 19:21
Jean-Baptiste Lacroix

Por fin parecía que se dejaban de tanto jolgorio y alguien le contestaba. Entendía que estuvieran contentos de poder descansar después del horror vivido, pero le abrumaba tanta felicidad.

EL teniente se acerco al soldado y le puso una mano al hombro.

-Gracias por contestar soldado. Eres del cuarto batallón no muchacho? Cómo te llamas?-le pregunto con una sonrisa.

-Habéis sabido algo más del resto del ejercito? Y quiero que me contéis todo lo que habéis hecho desde que llegasteis aquí. Os han tratado bien...no os parece sospechoso tanta amabilidad? Y los hombres? Habéis visto alguno?

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20/02/2016, 11:08
Guardián

- Pues supongo que los que no están aquí, estarán muertos...- Contestó el jinete cabizbajo. - Con respecto a las mujeres... debo decirles que su trato en todo momento ha sido excelente.- al decir estas palabras, el caballero se encargó de darle cierto énfasis que hicieron brotar algún comentario algo soez y subido de tono. 

- Somos los únicos hombres aquí señor... Nos parecía raro, pero Ediz nos dijo que los hombres marcharon a la guerra y nunca regresaron...- Afirmó con sinceridad - Si me da usted permiso para hablar con sensatez, debo decirle que a mí tampoco me parece normal toda esta situación, pero los hombres están cansados de guerra y hambre. Aquí se nos cuida a cuerpo de rey. Estas mujeres son generosas y echan de menos el contacto con un hombre tanto como nosotros amar a una mujer...- Explicó dejando rienda suelta a lo que el teniente quisiera reflexionar. Estaba claro que aquellos soldados se habían acomodado, e incluso se habían permitido la libertad de copular con algunas de aquellas mujeres -cosa que no era de extrañar en una campaña expansionista, después de todo, un hombre era un hombre y poseía necesidades que sólo una mujer podía saciar...

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21/02/2016, 13:15
Abeillut Sadar

El bereber permaneció tranquilo, comiendo dátiles y bebiendo agua, mientras el teniente Lacroix interrogaba a los soldados que se encontraban allí. Se habían rendido a los encantos del lugar, abandonando todo empeño de continuar con aquella enloquecedora campaña en el desierte, y a Sadar le tentaba hacer lo mismo. Al fin y al cabo, ¿de qué servían todas aquellas campañas después de todo? Sólo la muerte, una horrible destrucción en forma de gigantesco monstruo desértico, podía esperarles en la batalla contra los otomanos...

Entonces reparó Abeillut en un detalle: no había otomanos allí, y su ejército también había sido destruido por la criatura. ¿No habría sido natural que se encontrasen hombres de esta etnia también en la ciudad? ¿O quizá las mujeres les mantenían separados de los franceses, conocedoras (contra todo pronóstico) de la enemistad entre unos y otros?

Con estas reflexiones se acercó al teniente, hablando con él entre susurros.

- Tieniente... dibiría haber turcos aquí. Ellos también divorados por monstruo del disierto. Prisioneros dijeron. - señaló, indicando que sólo había franceses - Además... niosotros no dicir que ser atacados por criatura... ellos saber... muy raro.

Notas de juego

¿Cuántos pisos tiene el edificio?

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21/02/2016, 15:26
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente escucha con atención la explicación de Xavier. Inconscientemente se rasca la cicatriz de su cara fruto de un sable austriaco. Una vez termina se queda unos segundos en silencio. Tenia razón con lo de las mujeres, lo entendía. Los hombres tenían sus necesidades, y aquellas mujeres eran atractivas, sobretodo Ediz...rápidamente se saco aquel pensamiento de la cabeza. Todo y tener hambre y estar sediento, se niega a probar bocado hasta estar seguro de que todo esta bien...

-Muy bien, chico!- Le dice a otro de los soldados dragón que esta cerca- A fuera nos esperan el resto de soldados junto a unos cuantos civiles que venían con nosotros, ves a buscarles y diles que el teniente les dice que esto es seguro, que entren. Traelos aquí- Aun no tenia claro que esto fuera seguro, pero prefería que estuvieran todos juntos si pasaba algo, antes que separados. Y quería que el doctor le confirmase que todo estaba bien.

Luego Abeillut se acerca y le susurra algunas cosas.

-Tienes toda la razón amigo mio...-La verdad es que el teniente había empezado a sentir afecto por aquel hombre, le daba confianza. Y hasta ahora sus presentimientos no iban desencaminados..- No se si deberías comer de eso aún, prefiero que el doctor le eche un ojo. Aunque aún no sepamos si esto es seguro, mejor que entren y estar todos juntos...-Luego se vuelve a dirigir a Xavier.

-Hijo, como sabéis que nosotros también hemos caído presa de la tormenta? Y habéis descubierto algo de ese templo al que no podemos entrar? Y por ultimo...donde están vuestras armas?*

 

Notas de juego

*Esto ultimo no se si es cierto, si portan sus armas ignoralo o edita y borra.

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23/02/2016, 12:57
Padre Guerin

- Porque nosotros pasamos por dicho trance y sabemos que es la única forma de llegar hasta aquí- respondió una voz grave desde el umbral de una puerta. Se trataba del padre Guerin, el sacerdote que acompañó a Luc Lovain a la búsqueda de la Tumba del Faraón Niño, antes que ellos. - ¡¿O nos equivocamos?!...- preguntó de forma sombría e intimidatoria. A la vez que dejaba escapar sus palabras, los hombres callaban y miraban al suelo en señal de desaliento. - Lo que hallaron en la tormenta es la única forma de llegar hasta aquí- respondió el sacerdote con voz firme y premonitoria.

En cuanto a su templo... Ningún forastero puede entrar en él. Su Reina no lo permitiría...

Notas de juego

NOTA DM: Un par de plantas.

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23/02/2016, 13:23
Xavier Buissan

La sorpresa surgió de aquel edificio, cuando un soldado perteneciente a los Instigateurs -pelotón que rivalizaba con la Légion Plomb de Barraud- asomó del interior de aquel palacete. 

- Monsieurs!! Pasen dentro que hay más hijos de Francia.- El fusilero hacía ademanes con la mano, para que pasaran

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23/02/2016, 14:12
Jean-Pierre Barraud

Barraud no pudo disimular un sobresalto cuando aquel compatriota asomó la cabeza por la puerta.
¿Sería posible? ¿Habría estado todo este tiempo equivocado al mostrarse receloso?
Tardó unos segundos en responder. Cuando hubo tomado una decisión, se dirigió a los compañeros que aguardaban fuera con él y les dijo: - Señores, creo que debemos entrar. Sé muy bien que he sido yo mismo el que más ha insistido para que alguien se quede fuera, pero me temo que los acontecimientos han sufrido un cambio importante. Hagan lo que crean conveniente, pero parece que era cierto al fin y al cabo, ahí dentro hay varios supervivientes; yo voy a entrar.

Dicho esto, Jean-Pierre se dejó conducir por el soldado que había salido a darles la noticia.

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24/02/2016, 10:50
Dominique Vivant

Al salir el soldado a anunciarnos la buena nueva doy un respingo, pero tras escuchar lo que dice se me dibuja una sonrisa.

Barraud parece que me ha leído el pensamiento, por lo que asiento a sus palabras.

Le acompaño, monsieur. Desde luego, no quiero perderme la oportunidad de saludar a unos compatriotas. Cuanto misterio, cuanto misterio...

Parece que hace años del encargo de Napoleón, y poco importa ese encargo ahora.

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24/02/2016, 12:17
Abeillut Sadar

Haciendo caso de lo que le decía el teniente, Abeillut soltó las frutas, aunque ya había comido un poco, y también bebido agua. No podía soportar más penurias el bereber, quién, pese a sus sospechas, sentía un profundo agotamiento físico y mental ante aquella extraña aventura.

- Teniente, creo que irié a echar vistaso. Edifisio grande, yo puedo husmear. Todo isto muy raro...

Dio aquellas señas al teniente dragón, y se dispuso a echar un vistazo por los alrededores. Tal vez el lugar ocultase algún secreto en sus plantas superiores, o en las estancias que les rodeaban.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues nada, voy a ir a indagar un poco: quiero hacerme una idea general del edificio, ver qué hay en cada planta, en las estancias, y también ver si hay algo extraño. Quiero hacerlo de forma discreta, sin hacer ruido, y a poder ser sin que nadie se percate de que estoy husmeando, para lo cuál dejo hecha la tirada correspondiente. De momento sólo me quiero dar una vuelta y hacerme una idea generalizada, si veo algo extraño ya decidiré si me meto a explorarlo con más detalle.
 

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25/02/2016, 13:22
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente escucha al guía bereber.

-Me parece bien Abeillut. Pero ve con cuidado amigo...y cualquier cosa que descubras comunicamela.

Lacroix le da un golpe en el hombro en señal de despedida, mientras ve como el guía se aleja, escucha la voz del padre Guerin. En serio? Han muerto grandes lideres, grandes soldados de la expedición, y tiene que sobrevivir otro de estos “ministros de dios”...panda de farsantes... Lacroix apretá los labios, realmente le desagradaba hablar con esta gentuza a la que habían echado en su momento y ahora habían vuelto, por unos juegos políticos que el teniente no entendía...ni quería entender.

-Si, la tormenta. Así que no sabe nadie que hay en su templo no? Que padre, usted también se ha lanzado a los placeres como el resto?-Luego se gira hacia Xavier.

-Y el teniente Lovain? Muerto?

 

Notas de juego

Master, llevan armas?

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29/02/2016, 10:22
Guardián

Abeillut consiguió escurrirse entre los soldados con sigilo. El bereber estaba acostumbrado a moverse en silencio tras años de travesía a través del desierto. No le costó excesivamente pasar desapercibido. Cuando hubo salido del salón, divagó por las salas de aquel edificio de barro, madera y piedra. Todo aquello era demasiado extraño, pues a pesar de pertenecer a un pueblo al cual habían llegado tras una dura caminata por el desierto, difería de todo lo que conocía. Para empezar, el nombre de la ciudad no se correspondía al nombre de ninguna ciudad que él conociera. En segunda instancia, el idioma que hablaban, era completamente desconocido para el bereber, el cual estaba familiarizado con los diferentes dialectos del árabe y lenguas propias de las tribus del desierto. Finalmente, la estructura arquitectónica del lugar, a pesar de poseer rasgos orientales, distaba ampliamente de los patrones de construcción a los que Abeillut estaba acostumbrado a observar...

Tras abandonar la sala, el guía se introdujo en un amplio patio de profusas fuentes de agua y árboles frutales. Estuvo tentado de arrancar una manzana de uno de ellos, pero las advertencias de Lacroix habían sedimentado en lo profundo del árabe. Siguió inspeccionando el lugar sólo para descubrir una gran cocina, seguida de un comedor ancho y varias despensas repletas de alimentos y bebida. Una vez revisada la segunda sala, el guía se dispuso a subir las escaleras que conducían al segundo nivel. Mientras subía los escalones, podía notar como su corazón cada vez latía con más fuerza, como si estuviera a punto de entrar en combate. 

En la segunda planta encontró una sala distribuidora que llevaba hasta un pasillo de. Los dormitorios no eran más que salas comunales de gran tamaño donde los soldaos supervivientes habían usado sus mantas de invierno y tiendas para acondicionarlas. Apiladas por los rincones de los aposentos, el bereber pudo contemplar los mosquetes y sables. No habían sido desarmados...

Prosiguió su aventura en solitario, hasta que al final del pasillo halló una habitación algo más pequeña pero que a diferencia de las demás, estaba acomodada con una cama única y un escritorio...

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: No te pilla nadie. Por ahora no encuentras a nadie, con lo que piensas que todo el mundo se está abajo. Tu dirás...