Partida Rol por web

Tras haber expuesto los acontecimientos ocurridos en Kilenia y después de haber escuchado las opiniones de todos los guerreros, se decide buscar y capturar vivo a Arnan, aunque alguno discrepe de la decisión. Ralflinder sigue a lo suyo zampando, como si en ello se le fuera la vida, y con unos modales un tanto extraños para lo que es en los elfos, tan limpios, refinados y pulcros (a lo que modales se refiere, no a lo guarro jejejejee).

Daaria, asiente afirmativamente a la decisión tomada tras el acuerdo de sus compañeros del gremio y se pone en pie - Me agrada saber que no sois asesinos y que no os tomáis la justicia por vuestra cuenta. Voy a pedir una estancia con varios sitios cómodos para descansar un rato, creo que es mejor partir en dirección a las cloacas cuando no haya mucha gente en las calles, no me apetece encontrarnos con demasiada gente y que vayan cuchicheando de que es lo que haremos por este lugar a estas horas, prefiero que no nos vea nadie. Si que dejaré un mensaje para que el consejo de sabios sepa que nos hemos puesto en marcha -

Tras pasar un rato tranquilo en unos agradables aposentos, en los que había repartidos por el suelo varios colchones bien acolchados, se descansó como cada uno prefirió. Cuando Daaria lo vio conveniente, os llamó la atención para partir - señores, mi señora..... - comentó en voz baja para no sobresaltaros - ¡señores, mi señora...! - volvió a repetir tras haber fracasado en su primer intento de llamar vuestra atención - Voy a tener que tomar medidas más drásticas para despertar a estos..... - agarró un pequeño sillón y lo dejó caer a plomo en el suelo - ¡¡BBBOOOOMMMMM!! - retumbó el sillón contra el suelo. - Ahora que ya os he conseguido despertar, dormilones, marchemos hacia la entrada de las cloacas -

El paseo hacia la entrada no fue demasiado largo. Las calles estaban totalmente vacías. La temperatura había bajado un poco y la humedad en el ambiente se empezaba a hacer un poco empalagosa, dando la impresión de que os estabais empapando a cada paso. Tras un ratillo andando, dejasteis atrás las calles pavimentadas y os adentrasteis en un pequeño terreno embarrado, en el cual hundíais los pies hasta los tobillos, y que se apreciaban a simple vista unas huellas que iban en la misma dirección que vosotros - Diría que estas son las huellas de Arnan... - comentó Daaria en tono pensativo. Finalmente llegasteis a una zona de pequeños arbustos, Daaria se adelantó unos metros, agarró uno de esos arbustos y lo retiró mirando a todos sitios - Por aquí hemos de entrar, es la única entrada y salida... tened cuidado con donde ponéis los pies.... ¡¡o acabareis como yoooooo_oooooooooo.......!! - comentó mientras comenzaba a bajar y mirandoos se perdió de vuestra vista instantáneamente. Pasó un segundo y desde el interior de la entrada a las cloacas se escuchó un - ¡¡¡BUUUUMMMMM!!! ¡¡aayyyyyy!! -

Daaria cuidado!! El paladin se lanzo a intentar cogerla, antes que cayera. Pero lo unico que pudo hacer es extender su mano e invocar un escudo protector que minimizara el daño que iba a recibir.
Voy detras tuyo, espera
El paladin se colgo el escudo y empezo a bajar, pero tuvo la misma suerte, si nada que le amortiguara el golpe.

Daaria nos desperto bruscamente, maldiciendola sin pensar me levanto, me visto reviso mi equipo y partimos por las oscuras calles de la ciudad hasta llegar a un agujero, por el cual tenemos que adentrarnos.
Daaria y el paladín van primero y caen pateticamente.
Me adelanto y bajo por la abertura,
¡Alla voy! ,grito al fondo del agujero, desciendo con dificultad y apunto estoy de correr la misma suerte que mis torpes predecesores, pero en un momento de claridad recuerdo un instante de otra vida con una experiencia similar y mis dedos consiguen encontrar un asidero en el último momento, y llego abajo con exito y una gota de susor en mi frente.

En cuanto Daaria tiró el sillón al suelo Dénaerdán se despertó y saltó por encima de las camas, asustando a los ya sobrealertados compañeros... quizá más por la desnudez poco decorosa del deva que por la inesperada situación de despertar.

Una vez llegaron a la entrada de las cloacas Daaria y Heimdall se dejaron caer como pesos muertos en el interior del túnel, sufriendo heridas en su caída. Dénaerdán quizá no era muy diestro pero su inteligencia no tenía parangón, aunque no hubiera tenido ocasión de demostrarlo. De tal modo que sacó una cuerda de cáñamo del interior de su mochila y la entregó a sus compañeros.

No se me da muy bien atar cabos, pero si no os parece molesto quisiera que pudierais sostener la cuerda mientras bajo por ella.

[...] Pausa para la interacción

A lo hecho, Dénaerdán se descuelga por la cuerda.

Sadow se lanzo al interior en pos de sus compañeros, realizando unos giros y acrobacias, que sorprendieron a los mismos.

Una vez abajo realiza una inspección de la zona y se dirige rapidamente a ver como se encuentra la dracónida.

Daaria, estas bien? Ese grito me preocupo.

Mirando a la vez a sus compañeros, a ver cual era su estado.

Ralflinder no pudo evitar poner expresión de preocupación al ver a sus camaradas bajar de manera tan desatrosa. Por fortuna, Sadow hacía gala de una excelsa destreza y coordinación. El elfo la siguió raudamente, inspirando y cerrando los ojos un instante, trajo hacia sí los recuerdos del bosque, la sensación de observar aquellas arañas trepar un nudoso árbol sin detenerse. Ahora la araña era él, y una resbalosa escalinata era mucho más sencilla que la corteza que se podía encontrar en la Tierra Salvaje de la Hadas.
El descenso fue prolijo y sin imprevistos, pero para nada tan vistoso como el de la asesina.

En cuanto llegó abajo se puso de pie junto a ella, esperando la respuesta de Daaria y viendo si podía ayudar a sus amigos luego de la estrepitosa caida.

mientras el resto de sus compañeros bajaban por sus propios medios, Tordek recogió la cuerda  ofrecida por el Deva. Aunque al principio la sujetaba con fuerza ,pronto se percató de que ninguno de los presente la iba a usar. Así pues, con cierta calma, el enano la fue enrollando para guardarla en su mochila.

Con cara afable y una leve sonrisa, levantó la vista cara a los dos compañeros que aún quedaban fuera. Con un tono paternalista, habló:

- Mis estimados  camaradas, si les place entrar antes que  mi persona, intentaré ayudar en el descenso...-

Tras la demostracion de Daaria de sus cualidades, bajando por aquella alcantarilla, los demás compañeros siguieron sus pasos, unos literalmente y otros de distinta forma, pero con igual resultado, llegar a las profundidades de la ciudad de Kilenia.

Heimdall, al ver a la dracónida bajar tan grotescamente, se lanzó a por ella para intentar que el golpe fuera lo más liviano posible, y consiguió que el golpe no fuera tan contundente, pero por contra, el paladín se desconcentro de lo que iba a hacer y él también bajo por la entrada a las cloacas de forma un tanto extravagante interponiendo su escudo entre él y el suelo y haciendo que el golpe no fuera tan fuerte.

Los siguientes en asomar y bajar por la pequeña entrada fueron Assur y Sadow, los cuales llegaron al fondo de la entrada sin ningún problema, aunque Assur tuvo que echar mano de una habilidad pasmosa para recolocar uno de sus pies que había quedado suspendido en el aire justo en el momento que debía apoyarlo en el asidero y el problema no pasó a mayores.

Tras ellos, Ralflinder comenzó a dar pasos hacia la entrada y justo cuando llegó al borde de piedra que da acceso al interior, algo pasó, algo que nadie supo exactamente que fue, pero de repente, el elfo inclinó el torso hacia delante y apoyó las palmas de las manos en el borde opuesto en el que se encontraban sus pies y con una agilidad pasmosa, descendió rápida y eficazmente. y repentinamente, sus pies y manos comenzaron a tomar un aspecto extraño. Instantáneamente, brotaron dos extremidades inferiores y otras dos superiores a parte de las que el elfo ya tenía. Al llegar a la entrada de las cloacas, miró hacia el resto de compañeros y varios ojos más de los que debía de haber aparecían en el rostro del elfo que ya tenía un aspecto totalmente distinto y tras eso descendió sin problema al fondo de las cloacas.

Finalmente, el resto de compañeros hicieron lo propio, pero todos con el mismo resultado... Daante y Dénaerdán se debatían entre bajar por los asideros o con cuerdas, Tordek se ofreció a sostener el cordel, pero finalmente se decidieron por usar sus manos y pies al igual que el enano, pero eso no cambió el resultado de bajar como sacos. Los tres cayeron al fondo, unos encima de otros, formando una inmensa bola de pies, brazos y cabezas entrelazados.

- Heimdall, muchas gracias por intentar que no cayera a plomo... - comentó la dracónida haciendo una leve reverencia mientras se frotaba el trasero con las manos y estiraba un poco la espalda para intentar minimizar el dolor del golpe sufrido en la caída.

Conforme veía a los demás bajar, cada uno a su manera, intentaba recordar todo lo posible de las cloacas. Una vez estuvieron todos abajo y de pie, alzó una mano y señaló hacia la parte más oscura del túnel que había ante todos - Amigos, tenemos que ir hacia allá, por ahora solamente hay este camino hasta llegar a la entrada de la red de cloacas bajo la ciudad, por aquí he jugado mucho en mi infancia y no tendremos demasiados problemas, excepto el hedor que se respira aquí abajo -

Os adentráis en el tenue túnel que os dará acceso a la red de cloacas. El ambiente que se respira es nauseabundo, algunos teneis que respirar por la boca para que vuestro olfato no muera por respirar ese hedor. La iluminación del túnel es muy escasa y solo se ve a pocos metros ante vosotros, a vuestros pies se escucha el sonido de una pequeña acequia que avanza en vuestro sentido de la marcha y en las paredes se ven unas antorchas a ambos lados - Esto ha cambiado muchísimo desde que bajaba en mi niñez, casi que no reconozco este sitio.... - comentó la dracónida mirando a todos sitios y avanzando lentamente.

El paladin asintio con la cabeza antes las palabras de la draconiana.
No se preocupe mi señora, estoy aqui para servirla y protegerla.
Saco un cetro solar de su mochila y lo sujeto con fuerza con la mano que portaba el escudo.
Mi señora, normalmente no estaria dispuesto a ello, pero es vos sabedora del camino, aunque al parecer los recuerdos estan confundidos. Yo ire junto a vos para protegerla de cualquier peligro que salga. Los demas, mantened un orden en las filas segun vuestras habilidades, estar atentos y sobretodo ir con cuidado. El tema de ir en silencio se golpea suavemente la armadura, lo veo dificil conmigo, pero intentare no ir como una estampida de animales.

Yo, siendo que soy el menos diestro en el combate, me situaré en la retaguardia para no estorbaros.

...

Además si en cualquier caso nos atacan por la espalda, perderme a mí no será una gran baja y servirá para que los demás os salvéis. A pesar de tan deprimentes palabras el deva tenía una sonrisa complaciente y satisfecha en su rostro.

Tras una accidentada bajada por parte de mis compañeros escucho la palabras de heimdall y me coloco silenciosamente en la linea detras de los mas pesados compañeros Daante y Heimdall.
Ignoro el último comentario de Denaerdan, y me sorprendo a mi mismo con la tolerancia que estoy desarrollando ante las delirantes ideas de mi compañero de raza.

La lengua del enano chasqueó mientras se dolía por la estúpida caída. Consiguió levantarse y frotarse con la mano la zona dolorida. Ante las miradas de los presentes, solo pudo esbozar una leve sonrisa.

- Los enanos no somos conocidos por nuestra agilidad..je,je,je.- comentó mientras desentumecía sus músculos y desenfundaba su fiel martillo. Con su mano libre, descubrió su símbolo de Moradin que portaba en el cuello. Una mirada tranquila y afable se posó en el azulado compañero.

- Mi bien querido muchacho... demostráis  aplomo en vuestras palabras,mas os digo que no hay nada de cobardía en proteger la retaguardia.- el enano se acercó a su compañero para ofrecerle unas suaves palmadas en la espalda.

- Sois sincero,mas vuestros actos hablaran mejor cuando demostréis el poder que os hace único.- se colocó a su lado:- Y, mi bienquerido camarada, Tordek Mazasacra estará a tu lado para presenciarlo y apoyarte.-

El elfo sabía que no era bueno tener sentidos tan finos en ciertos lugares. La sobrecarga olfativa que inundaba ese túnel lo distrajo de las palabras de Daaria, pues se centró en controlar su respiración, en tratar de diferenciar cada trama que flotaba en el aire, con eso podría mantener a raya los instintos de vomitar o salir corriendo de allí.

Por fin habló, mientras empuñaba una enorme hacha de batalla en la diestra y una sencilla hacha de mano es la siniestra -Extrañas costumbres las de los dracónidos, ni en los pantanos más infectos he sentido un aire tan sarturado-
Hizo un visible ruido con sus fosas nasales mientras exhalaba e inhalaba con fuerza y se colocaba detrás de Assur -Me gusta tu hacha, inmortal, no puedo esperar a comprobar lo que puedes hacer con ella- susurró de manera siseante. Parecía estar en una tensión expectante, ya no iba erguido como antes, ahora sus piernas estaba constantemente preparando un salto, y en su expresión facial podía notarse cierta rigidez en su mandíbula inferior mientras el resto de su rostro estaba cubierto por su larga capucha.