Partida Rol por web

.-¿Así que el mundo va camino a la desgracia más rápido de lo habitual?-. Dice con tono indolente .-Bueno. Vamos a ver si podemos intentar hacer algo. Lo del robo y más sin violencia, no parece ser propio de la astucia orca-. Quería ver si no era el primero en pronunciar la palabra traidor.

En estos momentos aparece, tras una esquina, como si salido de la nada, el encargado de misiones; sin decir palabra, se acerca a Predilecto, le dice unas palabras al oido, y ambos se marchan; el encargado de misiones dice:

- Lo siento, chicos, pero Predilecto, por un tiempo indefinido, debe irse a por otras misiones. Dejo la misión de la trompeta del valor en vuestras manos. Órdenes de un ministro, no recuerdo ahora su nombre. Lo siento, no puedo deciros más. Quizá volváis a verlo. Venga, Predilecto, vamos.

Predilecto les hace a los héroes un gesto de despedida y una sonrisa, sin decir palabra.

Los dos, Predilecto y el encargado de misiones, bajan por la escalera y en menos de un minuto han desaparecido de la vista de los héroes entrando en una puerta.

El rey sigue esperando a que los héroes digan algo.

¿Qué váis a hacer ahora? El tiempo y las mareas no esperan a nadie...

Mientras el tiempo pasa, se oye a alguien en el pasillo que canta una cancioncilla...

¿Quien puede ser? Es una voz humana, sin duda. Y claramente no es la voz ni del encargado de misiones ni de Predilecto; es una voz muy distinta, claramente.

¿Han robado la trompeta del valor, con el rey que apenas contiene sus lágrimas, y hay alguien alegre en este castillo? Parece extraño...

Y pasa el tiempo...

Con un susurro, evitando que los oídos del monarca escucharan sus palabras, el enano se acercó a Stelingad y le dijo:

-Lo que yo decía... me juego todas las cervezas de una noche que el principito es el culpable de todo esto. Lo que yo te diga!

Era posible que la cosa se tratara de traición por parte de alguno de los tres ministros, pero a Orgon nunca le habían caído bien las monarquías y su devoción inhumana por el poder. Conocía historias sobre familias de reyes que se habían asesinado por el simple hecho de poner el culo en el trono real. Y en toda aquella situación, el enano comenzaba a sospechar que el hijo del rey quisiera colocarse la corona de su padre antes de tiempo.

Al escuchar los silbidos del pasillo, contrarios totalmente a la desgracia que se respiraba en aquella sala, Orgon decidió salir hasta allí y descubrir quién era el responsable.

Orgon, sin bromas, ¿qué prefieres (no hablo en broma): ir a cara descubierta para hablar con quien quiera que sea que silbe, o intentar escuchar a escondidas a ver si intenta decir algo en vez de estar demasiado tiempo silbando su canción misteriosamente alegre?

Si se te ocurre otro plan de acción, dímelo.

Un saludo

Con una media sonrisa cansada y una leve inclinación de cabeza contesta al enano el comentario como si lo aprobase. El enano abandona la estancia, y aunque la curiosidad del mercenario le invitase a hacer lo mismo, el estar en presencia del rey, aunque fuera alguien aparentemente poco virtuoso, le obligaba a mantenerse en su presencia. El era un humano y se sentía más obligado a respetar las autoridades humanas al fin y al cabo.

.-Majestad-. Entreviendo que el rey no había sido capaz de entender su sugerencia .-Disculpe majestad. No cuesta ver que el robo, si no han habido un escandalo, porquería y sangre por todas partes, entonces no es, posiblemente, obra de orcos.-. Busca la forma de continuar .-¿Es imposible pensar que se haya sucedido alguna clase de traición?-.

- Pues claro que ha habido una traición - dice el rey, ahora sin llorar. - Y sólo el príncipe, mi único hijo, y los tres ministros, tenían una llave. Puede que se la pasaran a alguien, puede también que abrieran la mazmorra ellos mismos. Los ogros dudo que entraran por su cuenta; primera, porque yo sin duda lo sabría, y segunda, porque hubieran debido forzar la puerta en este caso ya que no hubieran tenido la llave. Pero la misión corre de vuestra cuenta. Lo vuelvo a decir: sólo yo mismo, el príncipe y los tres ministros tenían la llave. Y yo juro que no he traicionado a nadie; mira mi llave. - Te muestra su llave: una llave de plata muy meticulosamente trabajada. - Por lo tanto sólo queda el príncipe y los susodichos ministros. Pero yo no voy a ayudaros. ¿Para qué? No hay esperanza. El reino morirá en unas semanas. Buaaaaaa!! - Y vuelve a su lloriqueo. No miente: no fué su llave la que abrió el candado; pero, en todo caso, parece que no os va a ayudar mucho en vuestra misión, ¿no deberías dejarle tranquilo y buscar al príncipe o a los ministros? Alguien en el palacio se supone que debería saber donde estan...

Y pasa el tiempo...

Un guardia cruza un pasillo de la planta baja. Su expresión es la de alguien preocupado; se supone que le preocupa lo de la trompeta del valor. Va pasando el tiempo...

Sorprendido por la actitud del monarca que no era desde luego la que pudiera necesitar un reino en sus momentos de necesidad, y algo avergonzado y confundido se ve dificultado en hacerse a la idea de lo que había que hacer.

Steligad no era poco inteligente, pero por norma general le daban las misiones un poco más mascadas. En este caso se encontraba con nada menos de un rey que estaba tirando por tierra su estructura social perfectamente establecida donde los aristócratas eran naturalmente superiores al resto del común de los mortales. Aquel rey era un absoluto idiota y no solo no colaboraba sino que encima cargaba sobre los pesos del mercenario una responsabilidad que no había planteado tener que llevar. El mercenario era un tipo duro, que no estaba acostumbrado a tomar decisiones, y ahora iba a tener que ser el quien con una sociedad de humanos que su único compañero no terminaría de entender tuviera que guiar la investigación.

.-Bueno...¿Y tendremos la capacidad para investigar a los sospechosos? Un guardia de la puerta del castillo nos ha puesto muchísimas trabas, y ahora no es un guardia, sino ministros con blasones de oro, medallas y demás honores-.

Orgon: oyes una cancioncilla de alguien de no mucha edad que viene en dirección a ti. Canta una canción sobre castillos encantados y magias poderosas: una canción de moda en las zonas de la Marca del Este; la canción por sí sola no tiene nada de especial.

Esta persona (es un muchacho, sin duda alguien masculino), sea quien sea, se acerca a ti mientras canta. Si te acercas más, parece seguro que te verá la persona a ti. Si te quedas donde estás sin hacer nada también te verá. ¿Y si te intentas ocultar en algun sitio a tiempo? O quizá te convenga plantarle cara al destino y acercarte e interrogar a quien sea que esté tan extrañamente alegre.

¿Y tu qué vas a hacer, Steligad? ¿Esperar a que las pistas vengan a ti por sí solas? Esto último dudo mucho que pase...

Y pasa el tiempo...

Mientras tanto, en un poblado grande orco muy lejano, un rey acaricia su espada sucia y piensa unas oscuras palabras...

El enano se situó frente a la puerta de la habitación. No pretendía en absoluto esconderse de aquel muchacho. Era una buena excusa para salir de los aposentos de un rey depresivo, que solo hacia que quejarse y evitar poner soluciones a un robo que llevaría al país a la ruina. Y pudiera ser que obtuviera alguna pista sobre lo sucedido.

Así pues, Orgon esperó pacientemente hasta tener al muchacho cerca para poder preguntarle alguna cosa, si fuera necesario. Aún tendría suerte y podría tratarse del príncipe. De esa manera podría obtener de primera mano los pasos del "principito" durante la desaparición de la trompeta.

En este momento, sin dejar de silbar una cancioncilla, aparece tras la esquina un adolescente. A juzgar por su traje elegante, sin duda es el príncipe. Deja de silbar y mira a Orgon con cara curiosa:

- Uy, un guerrero desconocido en nuestro castillo!! Pero tranquilo, que por aquí no pasa nada. ¿Vienes por la trompeta del valor? No te preocupes, ya nos la devolveran en alguna ocasión, buenos dias.

Y se dispone a marcharse, siguiendo con su cancioncilla, aparentemente tranquilo...

¿Vas a dejar que se marche? ¿Qué vas a hacer?

-No te veo muy preocupado por el robo de la reliquia, príncipe.

Fueron las primeras palabras que ofreció el rudo enano al hijo del monarca, que parecía mostrarse indiferente frente a preocupante situación del reino. Al menos, así parecía dar a entender la desesperación de su padre, el rey.

-Crees que os devolverán ese instrumento tan poderoso así, sin más? -y en ese momento Orgon pensó que el poco sentido común y decisión que había observado en el monarca, lo podría haber heredado también aquel principito despreocupado.

Con voz desmotivada y grave, el enano continuó su escueto diálogo con el muchacho.

-Vuestro padre quiere recuperar la trompeta del valor... y quiere que le ayudemos. Iremos al grano: donde estabas el día que desapareció?