Partida Rol por web

Amessis dejó escapar el aire contenido y se apoyó en la lanza como si fuese un bastón.

-Caramba, ha sido jodido -comentó sintiendo que el hombro le ardía. La sangre resbalaba como melaza sobre su pecho y el costado, bajo la clavícula tenía una puñalada de tamaño considerable-. ¿Por qué a mí cuando le estabais pegando vosotros? -protestó con un gemido.

- Sí, sólo lo creo. - Confirmó Lurzca. - No es la primera vez que mueren. Podrían volver a levantarse. - Opinó. - Por algo son muertos vivientes. - Miró a Jotnar con cierta preocupación. - Aunque puede que ésta si sea la definitiva. O eso espero. 

Mientras Nepthis atendía a Jotnar, Lurzca se mantuvo vigilante. No sólo con las cadáveres de afiladas garras que ahora yacían en el suelo de la tumba y esperaba que para siempre, sino con cualquier otra circunstancia imprevista que pudiera llegar a ponerles en peligro.

Nepthis asintió en dirección a Jotnar y le aplicó un suave toque con la varita. La magia regeneradora comenzó a surtir su efecto, extendiéndose por el cuerpo del enano y sanando las heridas infligidas. La sacerdotisa de Hathor giró sobre los talones y observó la sangre que manaba de la puñalada que lucía Amessis en el costado.

—Quizá deberías tratarte esa herida con el toque ese tuyo —sugirió, al no verle buen aspecto—. Habíamos quedado en que la varita era para emergencias, ¿no?

Varitazo de Vigor menor para Jotnar.

Jotnar se pellizcó el puente de la nariz.

—Lurzca, de verdad, tienes un problema con la ironía... —suspiró antes de carraspear y mira a Nepthis cuando esta usó su varita—. Gracias, querida. Mi barba y yo te lo agradecemos.

Tenía las misma duda que Amessis preguntó en voz alta así que se limitó a encogerse de hombros y a hacerse círculos con un índice en la sien como quien indica que los monstruos de hoy día estuvieran todos mal de la azotea. Luego enlazó las manos a la espalda y se balanceó sobre los talones esperando ociosamente a que Amessis se curase bien antes de continuar con aquellas cosas raras de nigromante que solía hacer para curarse. 

—En fin, continuemos. Si no quieres desperdiciarlos pueden ir tus pollos zombi delante, así vamos haciendo mientras una porra sobre cual será el siguiente horror de ultratumba que nos salga al encuentro.

Supongo que está implícito pero por si acaso: La idea es esperar tanto a que el vigor actúa por completo como a que Amessis se cure antes de movernos.

Estaba claro que la nigromante deseaba que alguien, aparte de ella, le diese cuidados. Algún día, Nepthis la cuidaría, porque estaba en su naturaleza, de modo que cuando lanzó su sugerencia, Amessis suspiró y recurrió a su poder innato. Su cuerpo se agrieto al adquirir un aspecto que podría haber sido el de una momia de dos mil años mientras materializaba el poder, colocándose la mano en el hombro, comenzó a lanzar pequeños destellos mágicos que la recorrían como pulsaciones lumínicas de color gris. Cuando apartó la mano, la herida se cerró y Amessis recuperó su aspecto pulido y perfecto de diosa con cuerpo de escándalo -y muy mortal-.

Mientras se sanaba, sus pequeñas criaturas no muertas avanzaron por los pasillos buscando trampas.

A los bichines les quedarán 3-4 asaltos de convocación, mientras estén activos los envío hacia la puerta 4 para que hagan saltar cualquier trampa.

Utilizo esos 3-4 asaltos en usar mi charnel touch, que me cura 1d8+2 por asalto. Recupero todos los pg.

Las no tan pequeñas criaturas no-muertas convocadas por Amessis, avanzaron hasta el fondo del pasillo sin que el temor atenazara sus resecos corazones. Una vez llegaron junto a la puerta de entrada con el sello roto se detuvieron. Ninguna trampa saltó, señal suficiente para los temerarios mercenarios, para avanzar hasta la misma sin necesidad de extremar aún más las precauciones.

Una vez junto a la entrada, fue Lurzca quien decidió aventurarse a abrir la puerta. Cedió fácilmente y ahora sí, con mucha cautela, la mestiza asomó la cabeza hacia el interior de la estancia contigua. Una vez tuvo la seguridad de que no había peligro inminente, acabó de abrir la puerta el espacio suficiente como para poder pasar al interior.

Ante ellos se extendía una estancia diáfana, bastante más grande de lo que uno podía intuir a tenor del lugar donde se encontraba. En el interior, se encontraba una calzada que conducía hasta lo que parecía ser una píramide del tamaño de un edificio de tres pisos, que debía encontrarse a no menos de quinientos metros de su posición. A los lados se hallaban infinidad de estatuas, jarrones, vasijas y otros elementos similares. Las altas paredes que delimitaban el lugar estaban cubiertos por jeroglíficos y el techo debía encontrarse no muy por encima de la punta de la pirámide. 

Del interior de la pirámide parecía surgir una luz ténue y titilante, lo que indicaba que posiblmente fuera producto de la llama de algunas antorchas. La entrada a dicha pirámide se encontraba abierta y la silueta de una mujer se vilumbraba desde la entrada a la estancia donde se encontraban. No obstante, dicha visión únicamente duró unos momentos, pues dicha mujer, si es que realmente era una mujer, se adentró en la construcción desapareciendo de su visión.

—Um.... ¿Los muhoraldinos no os conformáis con las pirámides normales que también hay que hacerlas subterráneas?—comentó Jotnar formando una línea recta con las cejas—. Y luego el que hace cosas raras soy yo...

Levantó ambos brazos haciendo un teatral gesto apotropaico.

—En fin. ¿Creéis que tras la puerta habrá otra dentro que sea flotante?—comentó. Enseguida manoteó el aire como si se hubiese equivocado de pensamiento y corrigió:—. Quiero decir, ¿alguna sugerencia preventiva antes de meternos en la trampa detrás de la figura misteriosa?

Nepthis se encogió de hombros.

—A mí me parece absurdo construir algo con techo dentro de algo que ya lo tiene —admitió la Ascendida, señalando con elocuencia que el techo de la tumba había innecesario el de la pirámide—. Dejadme que eche un vistazo antes. Hathor, Madre Cuidadosa, releva los peligros que nos aguardan.

Nepthis lanza Clarividencia en el interior de la pirámide.

-A lo mejor hay una pirámide invertida -sugirió Amessis mientras se tocaba el labio inferior con un dedo-. U otra figura geométrica. Una esfera, para terminar de complicarlo, ¿no?

La esfera ocular que ahora seguía a Amessis se movió arriba y abajo en un gesto de asentimiento y emitió un gruñidito.

—Exacto—Jotnar se encogió de hombros ante el análisis sobre techos de Nepthis.

Aunque por supuesto enseguida lo que dijo Amessis le llamó la atención.

—¡Un icosaedro!—abundó alzando un dedo—. Un icosaedro flotante. Con las caras numeradas para que no se sepa cual es la puerta. Yo lo veo.

Porque ya estaba pareciendo alguien demasiado normal.

Gracias al foco mágico que Nepthis creó a través de un pequeño ojo de cristal, pudo vislumbrar tras unos primeros instantes de penumbra, lo que había en el interior de la píramide. No era una pirámide al uso, con estrechos pasadizos y una evidente sensación de claustrofobia, sino todo lo contrario.

Se trataba de un espacio diáfano. Las paredes laterales se elevaban hasta la cumbre de la pirámide y en el interior se hallaban cuatro desmejoradas y andrajosas jaimas, cuyo color de la tela, otrora blanco, ahora se había tornado de un grisáceo y polvoriento. Lo que si correspondía con una tumba, era el hecho de que hubiera cuatro sarcófagos al fondo de la estrancia. 

Varias mujeres de tez pálida y ojos profundos de mirada imquietante, se encontraban la una junto a la otra escondidas y cuchichenado entre ellas tras una de las jaimas y sin dejar de mirar hacia la puerta de entrada. Las dos lucian un velo por el pelo y escasez de ropajes que nadaban en abundancia de collares, anillos y otros abalorios dorados y con incrustaciones de piedras preciosas. 

—Por si no fueran suficientes techos, han instalado jaimas en el interior —dijo Nepthis, poniendo los ojos en blanco—. También hay tres engendros vampíricos, escondidas tras una de las jaimas, señalando a la entrada. No hay más salidas de la pirámide, así que el grupo que buscamos no está ahí. Sugiero que ignoremos a los engendros y demos la vuelta a la pirámide a ver qué hay por ahí detrás.

—¿Y esos engendros vampíricos llevan un parasol?—preguntó Jotnar con genuino interés—. Ya sabes, por el mero placer de añadir otro techo...

Carraspeó.

—Quiero decir, sí, eso. Vamos a ver qué hay detrás—hizo finalmente un gesto de desestimación con el brazo como quien aparta una nube de mosquitos imaginaria—. Si no hay un icosaedro flotante paso de meterme ahí. Los muertos chupasangre no son divertidos.

Amessis miraba distraída la pirámide, pensando en figuras geométricas unas dentro de otras.

-Ay, engendros vampíricos, nunca he visto uno -comentó, entusiasmada con la idea-. Pero bueno, no los buscamos a ellos, sigamos por la parte de atrás e ignoremos esta pirámide sin sentido. Jotnar, ¿crees que habrán instalado toldos al otro lado? Es lo que hacen los pirámides en la parte de arriba, tiene sentido porque es para el sol, pero aquí abajo, no sé, no lo veo...

El grupo, con Lurzca a la cabeza, armada con gran hacha y preparada para revanar la cabeza de cualquier engendro, vampírico o no, que se cruzase por su camino, avanzó sigilosamente hacia el lado opuesto a la pirámide. Trataron de alearse lo máximo de la única entrada visible a aquella extraña consturcción subterránea, a la que nadie veía demasiado sentido, más cuando los poderes arcanos de Nepthis habían revelado, que en el interior de la misma, se hallaban además de algunas criatruas no-muertas, jaimas para otorgar todavía mas privacidad a los moradores de aquel lugar.

- Techos, sobre techos, sobre techos... - Resonaba en la mente de todos ellos. Algo atroz sin duda alguna.

Sin demasiada dificultad, ni sobresaltos, llegaron al otro lado de la pirámide. Allí, no había nada salvo una enorme puerta doble de metal, la cual estaba plagada de indescifrables jeroglíficos a ojos de una persona no versada en ellos. Dicha puerta doble se hallaba abierta, aunque no del todo. Fuera como fuera, dejaba entrever lo que se encontraba al otro lado de la estancia. Una habitación, bastante menos amplia que en la que se encontraban. 

La curiosidad provocó que todos ellos miraran del otro lado del marco de la puerta, siéndoles revelado lo que escondía. Un enorme arco de piedra repleto de jeroglíficos se encontraba en el centro de la estancia. A su vez, en la parte interior del arco, se hallaba una zona oscura, de vacío absuloto y en el centro mismo de aquella oscuridad, una esfera flotante de apariencia metálica que resplandecía en su núcleo con una luz azul intensa.

Además de tirar lo que creáis oportuno, lanzad percepción.

—Parece una especie de portal planario —murmuró Nepthis, pensando en voz alta—, los discos de piedra deben poder girarse para establecer el destino final. Tendré que examinar los grabados más de cerca para recabar más información.

La Ascendida alzó la mano antes de que sus compañeros pudieran contestar.

—También escucho un quejido en la habitación, un lamento —dijo, e hizo un gesto con la mano, indicando que la fuente de ese sonido estaba a la derecha de la entrada.

Nepthis elige 10 en Percepción para un total de 27. Elige también 10 en los saberes pertinentes.

-Guau -exclamó Amessis-. Nunca he viajado a otro plano. ¿Tú sí, Nepthis? -preguntó a su amiga-. Ahora tengo curiosidad.

El ojo que era su mascota sobrevoló a la sacerdotisa y señaló con un tentáculo-ojo el lugar del que procedía el lamento. Amessis puso a la oreja.

-¿Es un quejido de dolor o el lamento de un no-muerto?

Elijo un 10 en Percepción para un total de 6 xD

—Mira, ahí tienes tu esfera—comentó Jotnar encogiéndose de hombros—. Tendremos que conformarnos con eso

Mientras intentaba aguzar el oído para identificar el lamento, Nepthis mencionó lo del portal.

—Grandioso—suspiró—. Pues nada, habrá que examinarlos entonces a ver si averiguamos algo relevante... pero por las tetas indestructibles de Haela, no vayas a decirme que es otro de esos portales al desierto muerto verde aquel de los pollos demoníacos de Seth o me deprimiré de verdad.

Cuando Amessis expresó su curiosidad por otros planos, sin embargo, la señaló repentinamente

—Ah, no, nada de intentar visitar otros planos por su cuenta, señorita. Imagina que vas a parar al plano de los quesos... ¿Y entonces qué?—le indicó que se inclinara un instante única y exclusivamente para poder darle dos golpecitos reprobatorios en la nariz con el dedo, luego dejó que se volviera a enderezar y continuó:—. Fuentes que arrojasen ruedas de queso a intervalos irregulares, cuñas de queso anidando en los agujeros de los árboles de queso, un sol de queso, pirámides de queso... ¡Maravilloso! ¡Celebración! ¡Queso para todo el mundo!

Resopló y se cruzó de brazos adoptando repentinamente como si acabara de decir la cosa con más sentido del universo.

—Y tú eres alérgica.

Pues Jotnar también elige 10 en percepción porque es muy igualitario con las mujeres. Para un total de 15 (imagino que ya da igual porque no es como si fuera a detectar más que Nepthis pero eh, a mi me piden, yo tiro xD)

Según el "tipo" de lamento imagino ya que hacemos una cosa u otra.

- Nunca había oído hablar del plano de los quesos... - Dijo Lurzca intrigada, aunque manteniendo su expresión neutra en el rostro. - Yo no soy alérgica al queso. - Añadió como nota aclaratoria.

Fue entonces cuando agarró su arma con ambas manos dispuesta a adentrarse en la estancia que acababan de descubrir. Nepthis la retuvo, pues había escuchado algo. Se trataba de un lamento de alguien aparentemente vivo, aquejado por alguna dolencia. Seguramente se trataba de alguien que había sido herido recientemente, posiblemente alguien moribundo.

—Un herido —respondió sucintamente Nepthis antes de indicar con la cabeza a la melé:—. Adelante.