Partida Rol por web

Lo que fuera que hubiera allí dentro nos dejó a todos algo confundidos, sobretodo a mí, que no sabía por qué querían sacar aquello de aquel lugar. 

- Pero... a ver... - No tenía problema alguno por intentar tirar la pared abajo. - ¿por qué queremos sacar a algo que está encerrado y que seguro que no quiere sólo saludarnos. 

A mí aquello de tener que sacar todo de todos los sitios y meter la mano en los lugares en los que no había nada que saquear no me gustaba demasiado. 

- Si en algún momento tira esa pared lo vamos a escuchar y entonces ya estará fuera... 

Sabía que mis compañeros querían sacar lo que fuera eso, pero yo no lo veía tan claro y tenía que decirlo. Si la mayoría quería lo sacaría, pero luego siempre les podría decir que ya se lo había avisado antes. 

Un gruñido bajo surgió cuando la mujer serpiente se separó, le gustaba aquello pero ante la inmediatez de una situación, si que estuvo muy de acuerdo con la mujer orco.

—Nada de abrir cosas que pueden fastidiarnos la exploración—dijo en un tono serio—. Dejen eso ahí y avancemos, hay tanto por explorar y eso encerrado no molesta a nadie, es más hay que buscar algo para que quede atrapado del todo. 

Bah. Puess vale - no iba a insistir en liberar a una criatura, constructo o mecanismo probablemente letal.  -Pero sssolo si consseguimoss bloquear bien la puerta.  No sstá bien esso de dejar enemigoss vivoss trass de nossotross en unass catacumbasss... ess.. como un poco extraño.  Al fin y al cabo, ¿No eran así las cosas? Una se metía en una tumba, guarida o mazmorra y acababa con todo: desactivaba todas las trampas, abría todas las puertas, mataba a todo lo que se movía y se llevaba todos los tesoros  -Pero bien. Quizsss ssin enfrentarnoss a todo lleguemoss mass lejoss.  Hassta la última planta, jah, jahk frente a los mismísimos Reyess Sseerpiente.

Los cuales, hace un tiempo indeterminado, habían conquistado no solo este mundo, si no una miríada de ellos.  Usando el reverso fantasmal de la realidad, se deslizaban entre las diferentes dimensiones, esclavizando a sus habitantes, robando sus voluntades y devorando sus almas sin oposición alguna. Los putos amos, vaya. 

Al final tuvieron que intervenir los mismísimos dioses, con sus trompetas doradas, sus legiones de musculosos guerreros andróginos y sus cañones Gauss.  Los Reyes Serpiente se retiraron hasta sus fortalezas en la zona negativa donde, presuntamente, fueron devorados por la misma necromancia que les había hecho tan poderosos.

Casi desilusionado, Fette suspiró por la decisión de sus compañeros.

—Está bien, pero luego no os quejéis si de alguna forma sale y nos ataca. Creo que es mejor acabar con los malosos de uno en uno que todos juntos.

Entonces colocó una piedra en la puerta, sacó de su zurrón su grimorio e invocó su poder sobre la roca, haciendo que ésta creciera hasta taponar la puerta por completo.

—Hala, ya está. Gastado hasta mañana. Por aquí no pasa ni mi sobrino, Kleine Couch.

Jah, jah Butlerss, no sseass holgazán.  La materia invocada dura sssolo unoss minutoss. Ven y ayúdame a cerrar la puerta, le pondremoss unasss cuñasss bien apretadasss por ssi algo quiere sssalir. Por cierto ¿A tu ssobrino lo conozco? La idea de una criatura como Fette pero aún más pequeña, regordeta y suave le hacía muchísima gracia.

Busco unas cuantos trozos de madera para hacer las cuñas, de los sarcófagos por ejemplo, y cierro la puerta.  -La hemoss abierto empujando antesss, no esss que ssea una puerta sspecialmente sssólida - Aun dudo un poco, realmente no me gusta ir mazmorreando sin acabar con todo lo que se mueve.  Suspiro resignada y miro al elfo con una sonrisa que pretende ser dulce y luminosa (aunque no lo parece.  No cuando una tiene más de un centenar de blancos pequeños y afilados dientes cónicos)

-Vesss, ¿Zoexss? Puedo sser muyy buena ssi tú me lo pidesss. Jah, jahk. Muy buena, no lo sabess tú bien.

Vamoss a por lass otrass puertass.  Dejemoss el agua infecta llena de muertosss terrorificosss para el final, jah jah

Tras tapiar el pasillo tras la puerta con su grimorio, aún temporalmente, y fijar unas cuantas cuñas de madera en el marco de la puerta, volviendo a fijar la lámina que cerraba esta con bastante fuerza, los exploradores caminaron hasta la siguiente puerta, en cuya superficie Skarlkja pudo leer, en caracteres cuneiformes primitivos, FRANBINZAR EL TOSCO. 

No detectaron ninguna trampa en su exterior y una vez más volvieron a abrirla, a sabiendas de que tras la misma vendría la apestosa bocanada de vejez y podredumbre que brotaba de estas estancias, y posiblemente el consabido pasillo corto que solía dar paso a la estancia donde se depositaba la tumba o catafalco del lugar... Y estaban en lo cierto, peor la estancia que encontraron parecía ser más bruta y descuidada que las anteriores. No estaba derrumbada, como la anterior, pero no había frescos ni adornos en sus paredes. Aparte de eso, la peste a podre era aún peor, viniendo del ataúd en el centro de la estancia.

Por el suelo había objetos que podían parecer valiosos desde la distancia, pero Fete pudo comprobar que no eran más que meras reproducciones policromadas, hechas en arcilla.

—¿Franbinzar el Tosco? Este debe ser alguien importante...—dijo Fette acariciándose la barbilla.

Entonces, como un relámpago, una idea le apareció: si era importante, ¡su tesoro también!

—Joder, debe estar forrado. ¡A por la jubilación!

Sin pensárselo mucho, se lanzó a por el ataúd y, haciendo uso de toda su fuerza, que no era mucha, intentó moverlo.

Fette movió sin demasiados problemas la tapa del ataúd, pero su ilusión inicial se tornó en asco y repulsa al comprobar el interior del sarcófago, del que brotaba un asqueroso olor pútrido. En su interior reposaban huesos y restos parcialmente cubiertos por un líquido maloliente, posiblemente consecuencia de un proceso de embalsamamiento o resurrección mal realizado. En el líquido también se veían los brillos dorados de alguna  pieza valiosa que no flotaba en aquel caldo primigenio, peor lo más inquietante era que aquel líquido parecía moverse por si solo.

Al menos esa puerta no había liberado aquel mal que allí detrás se encontraba y pudieron avanzar tranquilos hacia la otra puerta. Cómo era de esperar, Fette tomó la iniciativa, momento en el que el elfo preparó su arco por si las dudas. Aunque de momento trampas no había y la curiosidad de aquel mediano hizo lo suyo. 

—Que no aprendes. ¿Encontraste algo? 

No dudó en preguntar, pero desde la distancia y con la precaución necesaria así no lo pillaba nada por sorpresa. No se fiaba del lugar. 

Ssiempre sson peoress loss que tienen nombress - murmuro al ver el título grabado en la sala.  Me mantengo alerta, no me apetece trastear con carne putrefacta. -Curiosso que aún ssté dsscomponiendossé trasss tantoss añoss.  No me gssta.

Que lo que haya en el ataúd sea un fluido maloliente que parece moverse por si solo,e gusta aún menos.

-Sso parece un limo, blergh - imito el gesto de vomitar, sacando la lengua. - Sserá mejorr que te apartesss, Butlerss. O sse te meterá por todoss loss orificiosss del cuerpo.  ¿Tenemoss como enfrentarnosss a sste bicho? Una varita de congelación? Fuego? El fuego lo mata cassi todo...

¡Oro!... puag, hay que rebuscar entre esta cosa verdosa que parece tener vida propia y...

—¡Está viva!

Trastabillando hacia la salida, Fette salió de la habitación y sacó su arco de manera instintiva. No creía que fuera a servir, pero era algo automatizado.

—¡Eso, eso! ¡El fuego acabará con esa asquerosidad! ¿Quién tiene? Yo...

Entonces se acordó. Guardó dejó en el suelo el arco y extrajo de su zurrón la linterna con el aceite. Si prendía una flecha y se la arrojaba, podría ser efectiva. Pero, ¿con qué prenderla?

Buscó a su alrededor un retal de tela o algo de paja. Cualquier cosa que se pudiera atar alrededor del proyectil y arder.

¡Fiuuuu!...Slurp.. ffgsssssssh

Hizo la flecha al volar, impactar y gratinar a la masa viscosa.

- ¡Joder qué peste! - Fue todo lo que dije cuando llegó el hedor a mis fosas nasales. Tampoco es que esperara que oliera a campanillas silvestres, pero vamos...

A Fette no parecía incomodarle demasiado el olor para entrar a cotillear si había alguna clase de tesoros y como de costumbre, fue el primero en asomarse. 

Estaba de acuerdo con la mujer escamosa. A mí todo aquello tampoco me gustaba en absoluto. 

Tardé unos segundos en darme cuenta de que aquel maldito caldo maloliente era alguna clase de criatura, pero como ya tenía el hacha en la mano... 

- Espero que funcionen los hachazos. - Respondí a Skarlkja mientras me preparaba para la siguiente pelea. 

Del interior del sarcófago salió inesperadamente una ola parduzca, decrépita y asquerosa, humeante y cuajada de restos de roda índole, incluyendo pequeñas incrustaciones que a buen seguro podían ser valiosas, peor costaba pensar en eso cuando la primera dosis de daño la recibía la cordura, al tratar de imaginar a qué podía deberse la existencia de tal ser y cómo podría ser su día a día, revolviéndose sin cesar en el fondo de un ataúd.

La ola, tomando una altura algo superior a la de un semiorco, se deslizó fuera de su contenedor, encarando a los aventureros.

Menos mal que Fette fue rápido en hacerse con un fragmento de tela desgarrada, atándola a una de sus saetas, prendiendo fuego a esta tras empaparla en el aceite y disparando a aquella atrocidad. La flecha se clavó donde tendría su cabeza, en caso de que dispusiese de tal apéndice, pero a pesar de que claramente le hizo daño, secando una zona de su superficie y tornándola en el color de la madera quemada, aquello no iba a bastar para terminar con ella.

La cosa se revolvió y trató de alcanzar al mediando que le había agredido, peor el shock del daño recibido hizo que fallase, haciendo que su ácido chorro chocase contra la basta piedra del suelo.