Partida Rol por web

Después de dos duras semanas de viaje, el carruaje llega hasta la posada el cordero rojo, el cochero te indica que ya has llegado y que mañana por la mañana pasarán a recogerte.

Desciendes del carruaje y el cochero te acompaña hasta el interior de la posada, al entrar observas una espaciosa sala, las llamas de la chimenea mantienen el frío alejado. El cochero anuncia tu nombre y los cuatro desconocidos que se encontraban en el interior te miran. Son tres hombres y una anciana, uno de ellos es el posadero, el otro parece un hombre de armas y el último viste un hábito de monje.

El cochero se dirige a ti diciéndote:

-Pase una buena noche.

Luego se gira y abandona la posada.

Buenas noches anciana, hermano, señor, posadero -dice haciendo una leve inclinación de cabeza a cada uno a los que va saludando- Posadero, ¿seríais tan amable de servirme algo de cena que caliente mis fríos y maltratados huesos y de darme algo de conversación? -y a la vez le da un pago generoso para una cena simple- Llevo 2 semanas viajando con ese cochero y el muy perro no ha abierto apenas la boca ni una vez. Cualquiera diría que tiene pánico a tragar un bicho o algo de polvo del camino...

- Gracias - dice al cochero con una voz suave, cercana al susurro.- nos vemos mañana... - inclina levemente el cuerpo, en una más que estudiada reverencia, mostrando la parte superior de sus turgentes pechos por el límite del escotado vestido. Lo suficiente para insinuar mucho, pero sin enseñar nada.

A continuación fija su mirada en la posada con aire tranquilo y observa su interior. Dentro sólo estan las cuatro personas a las que el cochero se ha dirigido presentándola: el posadero, un hombre de armas, un hombre que parece un monje y una anciana.

Al ver que la miran, se cubre disimuladamente los hombros, al descubierto, con su chal de viaje para no llamar la atención más de lo necesario.

- Buenas noches - Saluda mientras inclina la cabeza. Cuando la levanta, una suave sonrisa está dibujada en su rostro.

Solitario entre las sombras de una mesa en una esquina de la espaciosa sala, una figura oscura observa la escena apoyado contra la pared.

Una figura encapuchada desciende del carruaje, agarrando entre sus brazos lo que parece ser un libro sagrado. En su cinto cuelga espada de puño y medio bastante usada, y en su petate un escudo mellado.
Entra en la posada con aire ausente y mira a su alrededor centrándose en el sacerdote, al que dedica una ligera reverencia. Seguidamente se sienta de cara a la puerta, pero alejado del resto de la gente.

Alzando la mano ligeramente llama la atención al tabernero... ...una jarra de vino, dice con una voz grave y pausada.

Desciende con dificultad con ayuda del cochero, quien con sus manos ásperas le aprieta más fuerte de la cuenta.

-Muy amable, gracias- Se tambalea un poco, pero respira profundo y recupera la compostura. Antes de entrar a la posada arregla su ropa, que ha quedado un poco estrujada y alisa los mechones rebeldes de su pelo. Cuando siente que está presentable, entra y el cochero anuncia su llegada.

Dirige una cándida sonrisa, con una ligera inclinación a todos los que voltean a verla. Seguido se sienta cerca de la ventana para recibir en su cara la brisa nocturna, talvez eso la haga sentir mejor.

-Podría conseguirme un poco de Ginger o algo bueno para el mareo, por favor.– dice al tabernero que en ese momento pasa junto a ella.

La puerta de la posada se abre, dejando entrar ráfagas de aire helado, entremezcladas con copos de nieve. Entra un hombre con aspecto humilde, precediendo a una figura embozada en una capa de color carmesí, protegiéndose del duro clima del exterior. Una vez que está dentro, el hombre humilde anuncia: El caballero Anton Iorgulescu. Dicho esto se retira, cerrando la puerta al salir...
La figura de la capa roja, la abre con energia, para sacudir los copos de nieve que se han adherido a ella, dejando al descubierto una magnífica armadura de acero, adornada en rojo y negro y con el escudo de los Iorgulescu grabado en el pecho. De su cintura cuelga una bella espada, a todas luces de buena calidad, como todo en la vestimenta de este joven.
Tras sacudirse la capa, el caballero alza la vista, mirando a los presentes con una ligera sonrisa. Su piel es pálida, pero su pelo es negro al igual que sus ojos, enmarcados por un rostro delgado rematado en una fina barbilla.
Tras fijarse en las bellas jóvenes, les dedica una leve inclinación de cabeza y se dirige a una mesa cercana al fuego, descolgándose la capa con un molinete y colocándola estirada en una silla, sentándose en otra, mirando de frente a la puerta. Ya, cómodo, hace un gesto al posadero para que le atienda...

Buenas noches... y.. que Dios le Bendiga le hace una seña al cochero haciendo una cruz en el aire en signo de Bendicion, entra a la sala observando que son varios los que han llegado menuda cantidad de gente,,, esperemos que sean de fiar piensa Francesco mientras se acerca al grupo despues de que su nombre a sido pronunciado , se sienta y hace una pequeña oracion en agradecimiento de que su viaje haya acabado bien

Sentia el frio en su piel aun. Rumania no era lo que Hans esperaba despues de largos años viviendo en el mediterraneo. Tras cerrar suavemente la puerta tras de si observo a los presentes sin decir nada; acto seguido se dirigio hacia la barra tras la que probablemente se encontraba el posadero.
-Disculpe posadero podría indicarme donde se encuentra la habitación en la que me hospedo.
El posadero le miro con cara de pocos amigos, mascando en su boca aun las palabras que iba a escupir le respondió con voz amarga y quejumbrosa.
-Puede ir a la habitación que hay al fondo del pasillo, aquí tiene las llaves-Entregó a Hans una pesada llave oxidada.
Se dirigió a las escaleras que llevaban al segundo piso y desapareció.
Inmediatamente despues se volvió a abrir la puerta de la posada y apareció un hombre que cargaba un baúl. Subió a dejarlo y volvió a bajar sonriente
con dos monedas que cambió al posadero por un vaso de vino.

Una figura ataviada por una tunica con capucha y un hombre de pelo cano y ropajes de criado, entran por la puerta de la posada con un baul con cerradura. El cochero se dispone a anunciar el nombre.

-El hijo del...

-Atchis...

- Conde Alejo Anghel...

-CofCOFCOF...

- Dominic Anghel, aristocrata y musico aficcionado.

-Cof... Arfargh.- El encapuchado levanta levemente una mano y replica con voz debil.-¿Por curiosidad no tendras un poco de agua caliente para el dolor de garganta?.- El cochero le señala al posadero.- G-gracias.

El llamado Dominic se dirige a una de las mesas, se sienta y espera a que venga el posadero entre toses y estornudos. El criado hace lo mismo pero cargando con el baul en todo momento y echando miradas de sospechas por todos lados, como temiendo que le robaran el baul.

El hombre que aparece por la puerta, cubriendo el umbral con su larga estatura y su lentitud de movimientos, confirma sus sospechas en cuánto entra en la posada y observa a su alrededor. No sé qué diablos estoy haciendo aquí. -piensa mientras avanza sin hacer mucho ruido hacia el calor del centro de la sala.

Aquí hay nobles, al menos dos, quizás tres -y uno de ellos una mujer-, otro par de eclesiásticos, hombres armados, e incluso un caballero del temple... sólo un hombre, calvo cómo él, que le mira desde las sombras sentado en una mesa no muestra las maneras sutiles de alguien que ha nacido dentro de una clase acomodada. Y quizás, sí, quizás la hermosa mujer que sonríe al fondo de la posada, quizá ella tampoco...

-Buenas noches -dice en voz alta, no tanto al posadero como a todos los presentes.- Mi nombre es Tudor Preda. -y añade, para sí:

...fabrico papel. Y definitivamente no sé qué estoy haciendo aquí.

Aquellos que podáis ver a través de una ventana de la fachada, veis como otro carruaje se detiene. De él, baja una figura humana, que asiente con la cabeza tras escuchar la voz del cochero, mientras deja unas monedas en su mano.

A los pocos segundos, la figura cruza la puerta, dejando ver un caballero vestido con impecables ropajes, a pesar de parecer ser vestimenta cómoda, de paseo. Unas botas resuenan a cada paso que da, hasta detenerse.

-Buenas noches a todos- dice con un su tono de voz, caracterizado por sonar un poco sordo -Alexei, para serviros-. Al escuchar su voz de nuevo, notáis como su acento parece estar marcado por alguna influencia árabe, que curiosamente contrasta demasiado con el nombre que os ha dado.
Tras haber dicho eso, se dirige hasta la barra y mientras camina, podéis observar mejor algunos detalles de su indumentaria, tales como la funda de kukri que porta en su cinturón, o un reluciente y ornamentado alfanje que cuelga de su espalda, de cuya funda solo asoma el pomo. Una vez allí, no tarda en pedir algo al posadero. -Vino, por favor. El mejor que tengas en tu bodega, vengo cansado, ha sido un viaje muy largo-

El feo tipejo amparado en las sombras, habiendo observado todas las llegadas, finalmente se decide a hacer un gesto con la mano hacia el alto calvo que parecía sufrir lo desubicado que se encontraba. Sus fríos ojos oscuros no parecían emitir ninguna señal, sólo escrutinar la sala en busca de más información.

Dalina, sentada en su mesa cerca de la chimenea, ha ido observando la llegada de los diferentes extraños.

- Qué variopinto grupo...- piensa extrañada - aunque la mayoría de ellos parecen nobles o religiosos.

Mirando las reacciones de la gente, comprueba lo que ya empezaba a sospechar. Los desconocidos no se conocían entre ellos, o al menos no lo parecía, ya que a medida que iban llegando, se sentaban solos o se retiraban a sus habitaciones.

Únicamente un hombre calvo, sentado entre las sombras, había hecho una señal al último visitante en entrar, aunque no parecía una señal de reencuentro sino más bien de amabilidad.

Mientras sonríe a los que la van saludando, su mente va haciendo elucubraciones del porqué de aquella extraña reunión y sobretodo de su invitación...

Ya entrada la noche,se siente aproximarse otro carruaje a las cercanias,dicho transporte se detiene frente a la puerta de la posada y de el desciende un hombre viejo y con aspecto cansado que tan rapido como le permiten sus piernas se dirige a la portezuela del carro y la habra permitiendo que el joven que hay dentro salga,y al salir este observa los alrededores,por un segundo parece centrar la mirada en la oscuridad pero unas palabras le devuelven a la realidad.
-Cochero:Señor,por aqui
-Patrick:Gracias buen hombre.

Al entrar en el establecimiento es anunciado por el cochero.
-Cochero:El señor Patrick le Faunt
-Patrick:Con palabras suaves le dice"gracias mi amigo ve y descansa un poco el viaje a sido largo y te lo mereces"
Al escuchar esas palabras el cochero se retiro cerrando la puerta detras de si,y en la entrada solo quedo Patrick vestido de forma elegante(pantalones de viaje,una chaqueta decorada que a simple vista parece bastante habrigada y una capa pesada sin capucha,bajo la capa parece llevar un objeto que no se logra apreciar que es debido a que siempre es cubierto por la capa).
-Patrick:Buenas noches señoritas,caballeros.Y dirigiendose al hombre que parecia el posadero"buen hombre seria tan amable de servirme un poco de vino es una noche fria y un poco de vino me sentaria muy bien en este momento.
Luego observa a los presentes con mas atencion en particular a las damas que si en algun momento fijan su atencion en el,el levantara su copa con una sonrisa.

El hombre calvo entra torpemente al interior de la posada. Iluminado por la luz, es fácil ver la ausencia de brillo en sus ojos inexpresivos, vacíos. Claramente, se siente incómodo, empequeñecido. Titubea antes de dirigirse a la mesa donde se sienta el único de los asistentes que ha mostrado por él algo de interés. Finalmente, dirige hacia allí sus pasos dubitativos y se sienta junto a él.

Tudor siente un leve escalofrío cuando ve la marca en la cara, semioculta por las sombras, del hombre que tiene enfrente.

Así que esta noche -piensa- no estoy rodeado únicamente de gentes honorables. Lejos de inquietarle, eso le tranquiliza, pues de algún modo justifica también su propia presencia allí. Tiende la mano al desconocido por encima de la mesa.

-Mi nombre es Tudor Preda, ¿y vos sois...?

Un carruaje para y baja a un pasajero mas, entra al interior de la posada ocultando su cara saluda con una mano y con la otra saca un peque;o cuaderno de cuero, busca un lugar donde acurrucarse, no le agradan las sillas y decide sentarse en alguna parte del piso mientras escribe algunas cuantas cosas en su diario intentando que nadie lo observe...

Irina bajo del carruaje como una dama, pero refunfuñando para sus adentros odio llegar tarde... tendríamos que haber venido una media hora antes... coje un pequeño maletín en donde guarda algunos frascos de varios colores, se arregla un poco el largo vestido negro con corpiño, para estar "presentable", casi entra antes de que el cochero la anuncie, la chica se tapa un poco y se dirige a la barra del bar, ya que el resto de la estancia, aunque grande estaba llena de gente muy dispersa por la posada vaya, con este frío cuanta gente se desplaza... al lado del hombre que esta sentado en la barra.

- Buenas noches - dice en voz baja antes de sentarse a su lado.