Partida Rol por web

Miro esa mujer con la media sonrisa que me caracteriza, y mientras veo la oportunidad de salir tras ella por el callejón.

También es la señal perfecta para escapar de la guardia cuando ese hombre gordo descubra que le falta la bolsa que le han robado los muchachos. Así que me escabullo entre la multitud para seguirla. Puede que esta noche también tanga la cama caliente ademas de un estomago lleno.

Pero en el camino se me interpone el hombre joven.¡ Maldita sea! he perdido de vista a la mujer... Bueno.. Habrá otras pero... Pienso mientras miro al chico de reojo y leo el pergamino que me da.

¿Una cena? ¿A mi? Sonrío con ironía ante la oferta. Normalmente me colaba en ellas. Desde que tenia 16 años no me invitaban a nigún sitio.

- Creo que se ha equivocado de persona muchacho. Pero si me guarda el secreto ... me haré pasar por quien vos quiera. Así no tendrá que seguir buscando mas... ¿Nos vamos?- Digo mientras me guardo el papel entre mis ropas  y no dejo opción al joven de que diga mucho mas.

Seguramente estarían buscando a otra persona , pero.. ¡cielos! viaje y cena en la misma aventura!! Eso no se presentaba todos los días... y desde luego, si ese hombrecillo se había equivocado... mala suerte para él, y buena para mi.

No entendía que era lo que sucedía,definitivamente debía ser un error,por que después de todo,¿como un pez gordo como Claudio Giovanni enviaría dicha invitación a un ladrón gitano como yo?,capaz que se trataba de un impostor fingiendo ser el señor de Svalaquia,suspiro y luego dije a mi mismo:

-Si es una broma de mal gusto iré a pegarle al impostor y robarle todas sus pertenencias.

Dicho esto me guardo el pergamino lo mejor que podía y me iría a acostar temprano dado que tenía que preparar al día siguiente todas las cosas para la larga marcha para la cena banquete que ¨ofrecían y me invitaban¨.

Al llegar a casa, un sirviente me entrega una carta. Resulta ser una invitación. Una invitación del Señor Claudios Guiovanni. Celebra un banquete en su casa y me ha invitado. 

."A mí." pienso sin más. "¿A qué deberé tanto honor?....ni tan siquiera le conozco."

Procurando causar buena impresión me doy un largo baño de sales perfumadas y me visto con mis mejores galas. Esperando ansioso la hora de la llegada del carruaje, me limito a relajarme leyendo algún viejo manuscrito de mi biblioteca acompañado por una copa de vino.

Puntual como la salida del sol, llega mi carruaje. Bello, reluciente y adornado como si de un Rey se tratase.

Roland tomó el pergamino sin hacer preguntas, y luego despidió al extraño con un sencillo asentimiento de cabeza. Lo hizo a la manera que recordaba de sus lejanos días de nobleza. De un modo cordial pero parco, que pretendía ser una demostración de agradecimiento, a la vez que dejaba entrever un cierto desprecio. El joven también hubiera deseado que sus facciones se mostraran inalterables y serenas en todo momento, como si aquel repentino encuentro no fuera por completo inesperado. Una mera interrupción en su importantes obligaciones.

Todo ello, por supuesto, una ridícula sobreactuación para ocultar lo obvio. Pues lo cierto era que aquella visita lo había dejado helado.

Nadie sabía que había llegado a la región. Ni siquiera él mismo. Pues sus errantes derroteros no tenían más guía que los vacilantes anhelos de un corazón atormentado y sombrío. En verdad, no sabía donde estaba, ni por qué diablos había llegado hasta allí. Y, lo que era aún peor, tampoco le importaba.

Sin embargo, parecía que no todos compartían su ignorancia. Había alguien, en algún lado que lo conocía. O al menos sabía algo sobre él. O le importaba lo suficiente como para convocarlo.

Aquello era mucho más de lo que Roland Gauthier de Montbard hubiera esperado jamás...

La puerta se cerró tras el joven monje con un golpe suave y sordo. Giuliano quedó solo, con el enigmático pergamino todavía en la mano. Volvió a leerlo una vez más, antes de dar media vuelta y cruzar la pequeña celda hasta el sencillo escritorio, donde depositó la misiva. La estancia era austera como toda buena celda franciscana: un escritorio con papel y pluma, un camastro de madera con un jergón de paja y un sobrio reclinatorio donde poder hacer sus oraciones. La luz de la mañana entraba por un ventanuco, poblando la habitación con una brillante claridad que no hacía más que resaltar la pobreza del cuarto, con sus vetustos muebles y sus paredes descascarilladas. 

El misionero se acercó a la ventana, contemplando en silencio los jardines de la abadía. Aquí y allá, los monjes se afanaban en sus tareas diarias: unos partían ya con los rebaños de ovejas hacia las praderas que rodeaban el monasterio; otros se encargaban del cuidado de los jardines y los árboles frutales. Desde el pequeño taller, apoyado en la muralla norte, llegaba el repiqueteo de un martillo y el áspero runrún de una sierra. La vida continuaba imperturbable en la abadía.

Giuliano regresó al escritorio y leyó por tercera vez el pergamino. ¿Quién era Claudius Giovanni? ¿Por qué solicitaba su presencia...? El joven sienés arrugó la nota y la lanzó a un lado de la mesa, dispuesto a hacer caso omiso del requerimiento de ese misterioso "señor de Stavlaquia". La Orden Franciscana era su hogar y el Señor, su guía; no necesitaba asistir a banquete alguno. Con paso quedo se dirigió hasta el reclinatorio y comenzó a rezar en voz baja.

Su oración no llegó más allá del cuarto Padre Nuestro. En su mente, la curiosidad y la duda jugaban a dibujar escenas de grandes mesas cubiertas de manjares, con señores y damas de alta alcurnia sonriendo cubiertos de sedas y pedrería. ¿Era esa la tentación del Enemigo? Giuliano negó vehementemente con la cabeza, en un vano intento de arrancar tan perturbadoras visiones.

Pero la semilla ya había sido plantada y empezaba a germinar.

No fue hasta pasada la hora tercia que Giuliano se convenció de hacer una visita al abad, para anunciarle que debía partir. 

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y comodidades suficiente para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Sin embargo sobresas desagrables no existieron en dias posteriores, y decides aceptar  la invitación de este señor.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Mi Señora espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y comodidades suficiente para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de un  día de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarla en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenida señora.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

La respuesta de tus hombres fue algunos de lástima y otros de poca importancia. Ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada del castillo. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Sin embargo tu señor negó que la invitación fuera para él, mandaron a llamar nuevamente al recadero quien confirmó el hecho de que era para tí, justo para tí.

Tu amo confundido no sabía si permitirte que fueras, es más al inicio se disgustó frente a tal invitación, pero curiosamente a los pocos dias del asunto, curiosamente cambio de opinión. Te sorprendió un poco pues tu amo no era de esos que torciera su brazo, pero  ahora insistia que fueras.

Sea la razón por la cual lo deseaba era un misterio porque si le preguntabas él  no respondia gran cosa, ciertamente  antes de partir te dio una  bolsa con 20 monedas de oro (bastante) y te dejó  partir.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

Era raro que un hombre como tu lo trataran con tanta "educación"

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

El muchacho te dice que en las primeras horas de la mañana y ciertamente así fue.

Pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

Era muy raro que un hombre te tratara con tal aprecio como si te trataras de un noble.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y comodidades suficientes para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Pero no era mentira, era a ti a quien esperaban.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y bienestar suficiente para vuestro bienestar.

Era raro que te trataran con tal cortesia como si fueras un noble.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y comodidades suficientes para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Señor espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y comodidades suficientes para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

El abbat mostró un silencio extraño cuando le anunciaste que partirias pero simplemente contesto haciendo una reverencia

"si es voluntad de Dios, entonces que EL acompañe tu camino hermano"

Y ciertamente pasó el tiempo estimado y un carruaje  te esperaba a la entrada de tu residencia. Llevas tu equipaje, y tus asuntos personales. El cochero un hombre de baja estatura  vestido de manera adecuada pero no muy ostentosa te saluda.

Parecer sentir mucho respeto por tu papel de Monje.

Hermano espero que mi coche sea de su agrado, es un largo viaje, pero he preparado comida y  comodidades suficientes para vuestro bienestar.

El coche esta tapizado y es cómodo (la comodidad que podía ofrecer la época de un coche de madera halado por caballos)

Y siendo así comienzan el largo camino hacia el lugar.  Los caminos familiares poco a poco se vuelven desconocidos pasando por valles, bosques y ciertos poblados. Si había que parar para dormir, o comer, el cochero todo os lo pagaba. Fue luego de varios días de recorrido que el cochero dice:

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Poco a poco ves como el sol se culta y a la lejanía ves una casa grande  que reconoces como la posada. Hay una cálida luz que sale de sus ventanas. El carro se apea cerca y el cochero te abre la puerta.

Bienvenido señor.

        El día de la cita la noble mujer se prepara para tomar el carruaje con otro carruaje en el que van un par de guardias y una criada de su máxima confianza quienes les siguen por el camino

        " Muchas gracias caballero por favor lleveme a donde su señor le ha indicado, que ese carruaje de atrás nos seguirá a una prudente distancia "     

       Durante el viaje la mujer fue acompañada por su criada de confianza y por medio de ella le solicitó al cochero le indicase como era su señor y que sabía de su difunto marido

-Dime cochero, ¿que sabes sobre el tal Giovle...Giovinn....¿Giovanni?¿se pronuncia asi? -Digo, fallando en pronunciar el nombre bien ninguna de las 3 veces- Suena...¿italiano?, se hablar ingles y *master insertame aqui el idioma de esta zona para que lo incluya en la ficha*, pero no hablo ni una palabra de Italiano-Intento soltarle la lengua un poco a ver si me cuenta algo-¿Tiene esposa el señor de la casa? ¿voy suficientemente decente?-Intento colocarme la ropa mirandome un poco en los cristales de la diligencia a la vez que me bajo

Como se prometía en la invitación, en cierto día, unas semanas antes del 4 de abril, comparece en nuestro taller el cochero, un tipo bajo y algo empalagoso que más bien me parece un pájaro de mal agüero que solo fuera capaz de anticipar los peores acontecimientos.

Mientras el tipo carga mi baúl en el sólido carruaje, Baldini me abraza calurosamente, los ojos rebosantes de lágrimas y dedicándome toda suerte de ademanes y buenos deseos como si nunca más tuviera que verme.

Unos días antes de la llegada del cochero, había convencido a Baldini para que me llevara a una Biblioteca en la que consulté la ubicación en el mundo del lugar llamado Stavlaquia: Un territorio remoto, en los confines de la civilización donde sabe Dios qué podía depararme, Mon Dieu! No tenía mucha idea de cuanto tiempo podía llevarme llegar hasta tan retirado emplazamiento pues no contaba con la referencia de otros viajes y jamás había empleado el carruaje ya que siempre iba andando a los sitios... Baldini me explicó que mi viaje hasta Stavlaquia bien podía durar una o dos semanas.

Como Baldini había vaticinado, esa es la duración aproximada del viaje... y digo aproximada porque me siento encarcelado en el interior de esa casa con ruedas que me traslada, incesante, a través de bosques, prados y montañas que si bien me maravillan al principio, llega el momento en que me parecen todos iguales, caigo víctima del aburrimiento, agotamiento y agobio solo interrumpidos por las anheladas paradas para que haga mis necesidades, coma o pueda dormir... Tanto es así que pierdo la noción del tiempo y ya no sé si hace dos días o una semana entera que salí de un París que, a pesar de los bofetones que me ha propinado durante mi vida, ya echo de menos!

El cochero, como he dicho, tampoco resulta de gran ayuda: Cumple diligente y eficientemente sus funciones y parece estar atento al más mínimo de mis deseos mas que es incapaz de satisfacer la monótona soledad en la que me hallo así que bien pronto me sorprendo sacando la cabeza por las ventanucas, olisqueando las suaves fragancias que me ofrece la incipiente primavera, captando las sutiles diferencias de los aromas que ofrecen los bosques de robles, pinos o hayas, los campos de colza o amapolas, los inconfundibles efluvios del agua estancada en algún lugar o el bálsamo crepitante de un río próximo...

Por fin, y tras lo que se me antoja una eternidad, un atardecer llegamos a un lugar que parece tratarse del final de la parte más considerable del trayecto.

Estamos llegando, y el sol se está ocultando, mis órdenes son dejarlo en la posada cercana al territorio del amo Giovanni, luego de allí otro coche le llevará a su castillo, os dejare en una posada donde podrán asearse, comer y descansar.

Efectivamente alcanzamos un caserón que identifico como compatible con tratarse de la prometida posada. Después de tantas jornadas encerrado en el carruaje su sola visión me resulta liberadora y respiro aliviado cuando, por fin, unos mozos del mesón descargan mi baúl de la diligencia para llevarlo a mi aposento... Solo deseo asearme como es debido, sacarme un poco el polvo y sudores acumulados durante la jornada y reflexionar acerca de lo que sea que me depare el destino...