Partida Rol por web

Me sorprendí muchísimo al ver que el apretón de manos que me daba el hombre duraba mucho mas de lo acostumbrado para un mayordomo de un noble,generalmente preferían evitarme o me miraban con desprecio por ser gitano.

¿Que era esta sensación?,luego que se marcho de mi lado para continuar saludando a los demás no podía evitar seguir con esa sensación de incomodidad,¿que era lo que me despertaba sospechas acerca de ese hombre?. Era como si ese hombre hubiese hecho saltar mis alarmas de gitano alertándome ¨ten cuidado con ese hombre,no te fíes de el¨.

Me quede callado durante el tiempo que el estuviese presente en el lugar.

La noche estaba bien. La gente era amable y tras un viaje largo y pesado, el que no quería irse a dormir, comía, bebía o se lo pasaba bien con la compañía.

Sin duda todos eramos distintos. Como ratas en un agujero. Todas eramos tan distintas que con meter la mano en el agujero se sacaría siempre a alguna de dintinto color. Pero todos teníamos un par de cosas en común: Todos buscábamos a Giovanni, era nuestra finalidad. Y después, todos teníamos buen humor.

Llego una mujer. Mas bella de las que había visto en mucho tiempo. Quizá fuera entonces cuando alguna baraja de naipes asomó por donde no debía, pues me quede bastante prendado de su rostro. Desde luego no tenía nada que hacer con ella, a simple vista, pero... montañas mas grandes habían caído, Miguel! No era la primera vez, ni la ultima, que una mujer había caído en mis brazos, ni noble, ni casada ni... viuda. Desvié ligeramente la vista mirando a la viuda de Sforza. Muchachas de rostro jovial habían yacido conmigo en cualquier rincón. Nunca se había resistido ninguna. Aunque probablemente no era el momento indicado para el cortejo. Quizá en la fiesta... si, en la fiesta habrá tiempo. Descansemos hoy, Miguel.

Así la pues la noche trascurría entretenida entre naipes, cerveza y estofado de taberna. Hasta que llego él.

Un hombre con cara de pocos amigos y tan estirado como si le hubieran metido un palo en el culo. ¡Cielo santo! Si hasta el fraile de la esquina escupió al suelo cuando llegó! ¿Encontraría un hueso en el estofado? ¿O pensó lo mismo que yo al ver a ese hombre?

Por su forma de hablar y lo que dijo al llegar y presentarse, quedo bien claro que le lamia las botas a nuestro anfitrión, el señor Giovanni. Un seminoble. Un mayordomo. Esos siempre tenían algo metido en el culo, y no siempre el palo de la escoba...solamente. Ese tipo de gente, que cuanto mas rica es su señor, mas idiotas parecen. Hasta que paso  saludándonos uno por uno y nos ...olía? las manos? Que es este hombre? Un fetichista?

En mis viajes había visto de todo. Su actitud, si lo pensaba bien no me era tan extraña. En el mundo hay gente rara, Vaya si lo había! Pero afortunadamente nunca había sido participe de ese exceso de confianza. ¿Acaso olía mal? Me olí discretamente mi mano mientras le sonreía.

Si lo llego a saber, me paso antes la mano por la entrepierna... lo mismo olería algo que le gustase, pensé con ironía.

" Le agradezco mucho sus gentiles palabras caballero Baróti, que no hacen mas que hablar bien de su merced y darme la suficiente confianza como para agradecerme el atrevimiento de acercarme como lo hice a su mesa, me considero una mujer de negocios de negocios debido a su reciente estado de viudez y la responsabilidad contraída por mi recién difunto marido con los villanos y algunos otros nobles que dependen de la correcta dirección del ahora mi feudo a las afueras de la ciudad de Florencia, de manera que no tengo ningún inconveniente en valorar su contratación si es aprobado por las correspondiente pruebas de mis guardias de confianza y la mía propia "

La duquesa sonríe al mercenario mientras que le dice lo anterior en italiano y/o alemán y le extiende la mano para que se bese como muestra de su lealtad y buen acuerdo. Entonces la mujer observa en la posada la presencia de otra bella y noble mujer como ella y mientras que esperaba la respuesta del clérigo anciano acerca del señor Giovanni la sigue con la mirada hasta que ingrese el señor Lothar a la posada, se presente ante todos y se acerque a cada uno para darles la bienvenida en nombre de su señor y cuando lo hace con ella la dama se extraña de su excéntrica actitud de olfatearla y le mira con cierto desagrado mientras que extiende su brazo para alejarle de ella pero se limita a decir en italiano y/o alemán debido a que desconocía si esa fuese una cuestionable costumbre del lugar al que visitaban:

" Por favor señor Lothar le agradeceré exprese mis saludos al señor Guiovanni y me ayude a resolver discreta y simplemente el tema relacionado con mi recién difunto marido "

Posteriormente y mientras que el mayordomo termina de dar la bienvenida al resto la noble dama italiana camina hacia donde esta la joven y bella Marianna para saludarle en italiano o/y en alemán:

" Buenas noches lady Marianna Stomana! Soy la duquesa María De Borgia, viuda de Sforza, procedente de la bella ciudad de Florencia y me parece que así como a usted me han invitado también a la reunión con el señor Guiovanni, de manera que me alegra saludarla ya que al parecer somos las únicas mujeres invitadas a dicha reunión y creo que sería buena idea cuidarnos durante dicha reunión "

Luego de acercarme a Liam la puerta se abre, desde donde entran lo que al principio creo que son más invitados, por la respuesta del posadero. Sin embargo después de un par de segundos puedo fijarme en otra figura en el umbral, un tipo de aspecto dudoso, a pesar de sus finas ropas, que entra a la posada observándonos a todos.

Se presentó como el mayordomo del señor Giovanni, y uno a uno nos estrechó las manos, haciendo un extraño gesto, lo cual me llevó a intentar sacar la mia antes de que pueda llevarlo acabo, dando un apretón corto y luego abriendo la palma y tirando para que soltase mi extremidad. ¿Será acaso homosexual? No pude evitar dirigir una mirada a mi baúl, donde guardaba la cimitarra que había traido.

Una vez que me dejó me fijé en la puerta del lugar, pensando en si no sería una buena idea intentar marcharme ahora mismo. Podría ser la última oportunidad. Sin embargo no sabía a dónde ir, incluso aunque robase un carromato o un caballo me alcanzarían en cuanto me pierda en los caminos.

Cuando me disponía a subir a mis aposentos para descansar y recuperar fuerzas por el largo viaje, la puerta de la posada se abrió una vez más inundandose por un silencio sepulcral.
El señor Lothar como así se hace llamar uno de los dos individuos parece ser que nos conoce a todos los allí presentes, pues ha sido él el encargado de organizarlo todo siguiendo las órdenes de su señor Giovanni.
Ante uno a uno se va presentando y cuando llega a mí....la extreña sensación que tuve momentos antes vuelve a surgir.
-"Si antes tenía alguna duda, ahora ya no. Debo estar en alerta" pienso algo nervioso por la incomodez de su presencia.

al ver que esta "olisqueando", despues de darnos la mano, frunzo el ceño, arrugo la nariz y aprieto los dientes.

Descanso mi mano derecha sobre la cadera, y acaricio el pomo de la espada con la mano izquierda...es una especie de "juego" que siempre me calma, asique tras recuperar la compostura, suavizo el gesto y empiezo a hablar

-Sir Lothar permitame unas preguntas: exactamente...¿cuando nos llevara el cochero a la casa del señor Giovanni?

¿Cual es el rango de su amo? Me gustaria retirarme a mis aposentos y estar mañana adecuadamente aseado, ademas de saber como debo dirigirme exactamente al señor Giovanni

El mercenario le beso la mano. -No puedo ofrecerme en contratación pues habiendo aceptado venir a ver al señor Giovanni seria una descortesía no escuchar su oferta, aunque no me vincula contrato alguno aún con nuestro común anfitrión. Pero dé por sentado que no es necesaria contraprestación alguna para moverme a defender el honor de una dama.

Luego, un poco más nervioso, añadió -Estoy seguro de que, si vuestro matrimonio fue bendecido con hijos, algún día vuestro primogénito agradecerá las gestiones que hacéis con el patrimonio de su padre y defendiendo su heredad. He de de confesar que, si estuviese en vuestro lugar, estaría perdido, ya que mi dominio de las leyes se ciñe a la guerra y los contratos, no a herencias o gobierno diario de un feudo.- O, en otras palabras: Si una duquesa quisiese casarse con alguien noble, de segunda fila pero dispuesto a ser un tranquilo duque consorte que no meta las narices en el ducado mientras el hijo de su marido anterior crece hasta la mayoría de edad y que la dejase a ella hacer y deshacer a su antojo, Arpad era apto para el puesto. Y si no había hijo primogénito, gustoso ayudaba a fabricar uno. Esperaba que sus palabras no la ofendiesen. Un ducado consorte estaba muy por encima de sus posibilidades, pero si era un ducado pequeño y la señora necesitaba un guerrero para defender las tierras y que no aspirase a mandar podía ser su día de suerte. Esperaba que hubiese quedado todo dentro del decoro, esas cosas se le daban bien a madre, no a él.

Cuando ella se fue a levantar, aparentemente para ir a saludar a la otra doncella, añadió: -No dudéis en acudir a mí si requirieseis de ayuda o de la de la compañía.

Cuando llego aquel mayordomo no supo que pensar, parecía que el señor Giovanni había invitado a media Hungría a su casa, gente de lo más diversa y todos a la vez. Algo sumamente irregular. Y lo de referirse a él como “el amo” no dejaba de ser cuanto menos pintoresco. Una cosa era la servidumbre o el vasallaje y otra comprar esclavos, eso era algo que a la fuerza solía implicar piratas y/o infieles.

Mantendría un ojo abierto, porque todo esto empezaba a olerle muy mal.

Es curioso, recuerdas a este señor, estuvo en donde vives, es más recuerdas perfectamente que entró al negocio de tu maestro ya cuando iba a cerrar, preguntó sobre aceites aromáticos y no se quedó mucho. También recuerdas que el día siguiente fuiste al mercado y al voltear estaba unos metros detrás de tí, casi tropiezan, solo que él se disculpó y siguió su camino.

No fue un encuentro importante, realmente fue algo insignificante, pero él estaba hace unos meses en el sector donde vives.

Este sujeto no te suena de nada.  Realmente no entiendes de repente porqué sabe tu nombre, confirmando que sí, tu eres uno de los invitados.

Este sujeto no te suena de nada.  Realmente no entiendes de repente porqué sabe tu nombre, confirmando que sí, tu eres uno de los invitados.

Es curioso, recuerdas a este sujeto entrar al mismo bar donde tu estabas hace menos de un mes y quedarse solitario en una mesa tomando una copa. No recuerdas que estuviera especialmente mirando hacia tí, pero si recuerdas que estuvo ahí, hace un tiempo. No recuerdas mucho, solo tienes la certeza que el sujeto ya lo habías visto de antes.

Es curioso, recuerdas a este sujeto entrar al mismo bar donde tu estabas hace menos de un mes y quedarse solitario en una mesa tomando una copa. No recuerdas que estuviera especialmente mirando hacia tí, pero si recuerdas que estuvo ahí, hace un tiempo. No recuerdas mucho, solo tienes la certeza que el sujeto ya lo habías visto de antes.

Este sujeto no te suena de nada.  Realmente no entiendes de repente porqué sabe tu nombre, confirmando que sí, tu eres uno de los invitados.

Este sujeto no te suena de nada.  Realmente no entiendes de repente porqué sabe tu nombre, confirmando que sí, tu eres uno de los invitados.