Partida Rol por web

A medida que bajan por el sector abren una puerta  reforzada y en su interior ves un hombre desnudo encadenado a la pared, tiene heridas recientes y viejas   tapadas con telas sucias, el hombre cuando les ve llegar muestra una expresión de miedo y comienza a gritar.

- Este que observas aquí es un espía de mis enemigos: muestrame que le harías.

Dice de manera fria y con una sonrisa.

Al rededor hay una mesa con varios equipos de tortura. Un látigo, una varilla, una sierra, cuchillos, mascaras medievales de tortura, postros de madera, sillas con pinchos y más... (*)

-No me mató en su momento asiqie supongo que podría vivir con ello- Digo mientras trato de no arrugar demasiado la nariz...Al menos no huele a muerto, que a mi parecer es un olor mucho peor y que uno a menudo se encuentra en el campo de batalla-Aunque espero francamente encontrar un doctor que me cure...¿conoce alguno? Señorita...errr ¿creo que no me quede con su nombre?

El parco gigantón asiente pensativo ante las palabras del extraño, y guarda silencio algunos momentos antes de continuar. En cierta medida, casi disfrutaba de aquel remanso de paz en medio del alboroto que lo rodeaba. Y más disfrutaba haber encontrado un rincón donde no se esperara que entretuviera a nadie, y la cháchara misma fuera del todo innecesaria.

Casi parecía que aquel sujeto no tendría el menor inconveniente en permanecer callado el resto de la velada...

- Quizás... - murmuró pensativo y con aire distante - Aunque supongo que, en ese caso, el verdadero problema es luchar siempre para el bando correcto.

Al escuchar esa pregunta respondo:

-Es sencillo si eso llegara a pasar antes me suicido y no les doy la sangre a nadie dado que de esta manera mi sangre no serviría,dado que la sangre gitana es diferente a la de los demás ¨humanos¨ como lo planteas,dado que nuestra sangre posee magia real y no trucos baratos,y es lo que nuestra sangre y nuestra gente siempre lucho y sigue luchando,además ¿como te puedes llamar a tí mismo humano?,me estoy desangrando y no me ayudas a detener la herida.

Escupo un buen toco de sangre y digo:

-Bueno parece ser que lo único que deberé de hacer es dejarme desangrarme maldito hijo de perra,me moriré y te perseguiré por los siglos de los siglos,no conocerás la paz por lo que te reste de vida,como fantasma te haré tu vida miserable.

Dicho esto saco mi cuchillo que tenía escondido y me abro mas la herida hecha por gabril y así desangrarme hasta morir.

        " Será un placer tener una conversación inteligente con un hombre ... galante como usted caballero, quien sabe si mas adelante hasta tenga animo de bailar una pieza con usted; con respecto al señor Sforza poco sabía de él, ya que mi difunto marido realmente no me era tan conocido porque nuestro matrimonio fue concertado desde hace años .. sin embargo llevaba menos de un mes de conocerle antes de viajase de negocios con el señor Giovanni, tiempo en el cual traté de ganarme su confianza para aconsejarle acerca de sus negocios y el futuro de nuestros siervos "   

        La mujer tomo otro sorbo de la bebida y degusto un poco de comida antes de decir:

        " He hablado demasiado de mi misma señor, por favor platique me acerca de usted y su relación con el señor Giovanni "   

El ofrecimiento de Lord Mieczyslav, disponer de una vida humana, me sorprende. Muy gratamente.

En París lo había hecho: En mi afán por crear un perfume perfecto había explorado la hasta entonces para mi desconocida alma humana, tratando de condensar esa existencia en unas pocas gotas de fragancia sublime.

Había empezado raptando a alguna ramera de la Bastille. Mis inicios fueron dubitativos pero pronto me convertí en una suerte de depredador cada vez con mayores recursos y mejor técnica para extraer el perfume de esas mujeres... hasta que Baldini descubrió lo que hacía y, ante mi total incomprensión, me tachó de monstruo, censuró mis actividades y me las vetó de por vida, abocándome a un estado de terrible frustración que sólo saciaba repitiendo, esta vez de manera clandestina, los actos que me habían sido prohibidos.

Examino al tipo, su rostro demacrado, su cuerpo lacerado. Suplica e implora patéticamente y sin tener en cuenta el privilegiado estado al que lo voy a trasladar. 
Nunca había procesado a un hombre, sólo había trabajado a las rameras. Por algún motivo era consciente que el alma femenina iba a ofrecer fragancias mucho más suaves y agradables. En realidad el aroma de las rameras tampoco era lo mejor. Mi sueño era disponer de las doncellas de noble cuna: Melocotones maduros y listos para ser saboreados en cada una de las escasas gotas de exquisito perfume que ofrecieran. El mío no era un deseo sexual, o si lo era no aparecía de modo consciente y fisiológicamente evidente. Mi interés por las inalcanzables doncellas era académico, destinado a crear auténticas obras de arte en forma de diminutos frascos de aroma divino capaz de trasladar a los sentidos a un éxtasis orgásmico.
Pero eso quedaba restringido al mundo onírico puesto que una cosa era disponer de las rameras de París o de un prisionero que te ofrecieran en una misteriosa cena. Otra muy distinta era trabajar con las jóvenes damiselas adineradas que reservaban el alma a otras gentes tanto o más ricas que ellas mismas. Un mundo cerrado al que Jean Baptiste jamás tendría acceso.

Enciendo un fuego y dispongo encima un inmenso caldero conectado a un alambique. Lleno el caldero con una mezcla de agua y aceites que llevo a ebullición devolviendo mi atención al individuo que sigue gritando y agitándose incoherentemente.
Cojo un afilado bisturí y paso su fina hoja por las líneas maestras del sujeto al que hay que despellejar: La experiencia me demuestra que la piel es un accesorio inservible que conviene desechar para que no dañe la muestra.
Inicio el trabajo: Primero en la cara, dibujando con el diminuto cuchillo las líneas de la calavera y las cuencas de sus ojos para, a continuación, arrancar esa máscara en una salvaje profusión de espasmos y gritos de dolor.
Ya carente de rostro, prosigo por su cuerpo, cincelando en un rastro sangriento los músculos de su torso y extremidades y arrancando toda la piel y dejando al tipo hecho un sollozante amasijo de carne palpitante que sigue suplicando por su vida condenada ya, temblando por la inevitable perdida de calor que, de no ponerle yo remedio, terminaría en hipotermia. No quiero eso, demasiado rápido, demasiado fácil, un mal resultado.
Arrojo la piel al fuego y agarro unos trapos empapados de alcohol con los que momifico al individuo: El contacto del antiséptico con la carne desnuda ocasiona un dolor espantoso que a mi me permite cortar la pérdida de calor a la vez que facilitará el tránsito de la esencia con el agua borboteante del inmenso caldero.

Mediante un sistema de poleas manipulo a la momia, levantándola por encima de nuestras cabezas para depositarla delicadamente en el líquido hirviendo: El tipo debe estar pasándolo realmente mal ya que el proceso empleado evita que muera de shock permitiendo que su existencia vaya diluyéndose poco a poco y en una experiencia lenta, atroz, horrorosa...

Pasados unos minutos la esencia asciende por la espiral del alambique para verterse, delicadamente y en forma de líquido denso y opalescente, en un pequeño frasco que he dispuesto a tales efectos.

Recojo el frasco y lo entrego reverencialmente a Mieczyslav - Su espía Mi Lord, espero que sea de su agrado - agacho la mirada consciente que la materia prima no era de la mejor calidad pero que aún siendo así sería extraño que Mieczyslav hubiera olido alguna fragancia de mayor calidad que la entregada.

Asiento a las palabras de Al-Nazir sobre el paje. Luego sale con un juego extraño, que me hace levantar una ceja, algo impresionado, para después excusarme mientras le daba un sorbo a una copa.

-Destaco mucho, no sería buen jugador. - Admití. El sigilo no era lo mio, y además temía que el hombre pudiese emocionarse demasiado y dejarse llevar.

Giuliano sonrió a la recién llegada, y sin más dilación, se levantó de la mesa y apartó una de las sillas para que la mujer se sentara.

—Le ruego que tome asiento, hija —le respondió, sentándose el a su vez—. Su aspecto nada tiene de desagradable para mí, mi señora. Lady Violetta, ¿verdad? Déjeme decirle que he pasado parte de mi juventud ayudando en el Hospital de Siena, pasando mucho tiempo con aquellos aquejados de enfermedades que les apartaban de esta hipócrita sociedad. No es el aspecto lo que da luz a un alma, hija, sino la rectitud de su voluntad.

El fraile contempló unos instantes el baile que se estaba produciendo en el salón, preguntándose qué le había llevado hasta ahí. La pregunta de lady Violetta le había dejado un mal sabor de boca. ¿Es que acaso los hombres de Dios no eran bienvenidos a las tierras del señor Claudius Guiovanni? ¿Tal vez se encontraba en territorio herético? Giuliano frunció el ceño, pensativo. Los caminos del Señor son inescrutables, reflexionó, y quizás mi presencia aquí, lejos de ser inadecuada, acabe siendo necesaria...

— Solo soy un humilde misionero franciscano, mi señora —continuó, tomando un trozo de pan y desmigajándolo distraído—. La palabra de Nuestro Señor debe llegar a todos los rincones del orbe, incluso a estas lejanas tierras. ¿Puedo preguntarle, si no es indiscreción, qué la ha traído a vos a los dominios del nuestro anfitrión?

Miro al Lord con media risa mientras miro la copa de vino.

- No soy hombre de dinero, aunque he tenido en mis manos mas monedas de las que podría sostener.  Pero secretos conozco muchos. Sin embargo el interes en ellos depende del que pregunte.-Respondi sinceramente

-Miré a aquella mujer de allí. - Digo señalando a la Duqesa.- La viuda. Se esfuerza por querer mantener su luto. ¿Pero sabe que? Será en vano pasado un tiempo. Su interés por la muerte de su marido la llevan a aparentar lo que no es realmente. Cree que le preocupa realmente cómo ha muerto su marido? He yacido con mujeres, ricas y pobres... demasiadas de ellas para no saber que ella realmente lo que desea es una solución a su triste vida. Su marido ha muerto y tiene una herencia que no sabrá manejar. No busca llorar a su marido . Eso ya lo hizo cuando supo de su muerte. Ella quiere aliados, ayuda en caso de que no sepa manejar su fortuna.  Eso me lo dicen sus ojos, sus labios y su forma de actuar. Como ve ,señor, se secretos tan solo con mirar a los demas.

Río sonoramente al escuchar mis palabras, totalmente ciertas segun mi experiencia,mientras continúo repondiendo a mi compañía.

- No conozco nada del otro mundo ni del ese... sendero de la mano izquierda, mi señor. Pero mentiria si le digo que ahora no me atrae la idea de que me lo explique. De verdad, tan solo con sus preguntas usted me acaba de demostrar, que posee secretos que pueden interesarme. Y eso, mi Lord, eleva mi curiosidad en usted.

Mientras le torturas el hombre grita, cada vez que le haces daño suplica y suplica pieda. Realmente poco a ti te  importa sus gritos pero cuando comienzas con su cabeza el comienza a rogar.

NOOO ME HAGA DAÑO.... SOY UN SIMPLE CAMPESINO... !!NO SOY CULPABLE!!

Sin embargo con cada tortura que le aplicas el hombre grita con miedo temor, mientras las poleas hacen su trabajo lenta, muy lentamente.

PIEDAD!!!!!... PIEDAD!!!!, No tengo nada que ver en eso, soy un pobre campesino....

A punto de desfallecer y antes de quedar inconciente grita.

NO SON HUMANOS.... SON MALDITOS SERES DE LA OSCURIDAD... MALDITAS BESTIAS... OS ARREPENTIRAS DE ESTO...

El hombre queda inconciente  luego de decir eso, claro esta que de seguir insistiendo es seguro que morirá, y mientras tu hacias paso a paso tu tortura, el parecia muy complacido, es más hasta emocionado.

Es usted increible.

Dice el hombre luego de ver que aunque no le has matado no has mostrado consideración con el pobre diablo. Veo que usted no es la primera vez que hace esto señor, siento cierta experiencia, y algo me dice que esto lo disfruta, ¿no es cierto?

Oh claro, claro... pero primero, ¿porque no tomamos algo de aire?

El hombre te toma del brazo y te  lleva hacia la puerta donde cruzan los criados donde encuentras un pasillo que  da uno hacia las cocinas y otro hacia una terraza que da al exterior. El viento frio de la noche te impacta en el rostro lo cual es algo agradable del encierro donde estaban, sin embargo puedes notar que el hombre te esta alejando del salón y por alguna extraña razón tu no te has negado a seguirle.

Veo que  su relación con su esposo no fue tan estrecha como dice, pocos meses,  y sin mucho aprecio- dice el hombre con sinceridad-  me disculpará pero es notable que el cariño conyugal no se desarrolló en ustedes.... sin embargo respeto su deseo frente a su fallecido esposo, sobre el señor Giovanni , sé que es el hombre que domina estas tierras y que ha invitado a esta hermosa mujer a cenar.

Sonrie..

Ya que estamos haciendo preguntas, juguemos a eso, ¿le parece?, usted hace una pregunta   y yo le hago otra...

En el baile, la mujer te suelta una frase que te deja frio.

Yo de usted me sentiria orgulloso de mi cojera, y trataria de hacerla más grande, entre más deforme sea, sería mejor.... yo le abriría la herida, lentamente...

Dice la mujer con lepra de manera desagradable mientras puedes oler sus vapores podridos salir de ella.

Y justo cuando estas a punto de responderle algo cambian de pareja y estas nuevamente con la hermosa mujer de pantalones.

La mujer te toma  del brazo y te saca del baile diciendote al oido, "¿quieres ir aullar conmigo?- la notas  muy seductora y con intereses sexuales, mientras miras  por encima del hombro de ella y notas que la mujer de la máscara apestosa ha desaparecido. "¿quieres?"

Sin que haga caso a tu negativa el hombre saca un reloj de arena y dice: Ha comenzado el juego... y se aleja de ti acercadose a los que bailan, al parecer aunque te negaste él ya comenzó a jugar.

El hombre se rie ante tu respuesta y nuevamente ignorando lo que dices lo único que hace es reirse. Un sonido seco entonces te desconcentra. Abres tus ojos sorprendido al ver como una cantidad de animales salvajes y  literalmente hambrientos salen de las paredes, del piso y del techo  dispuestos a comerte.

Leones, serpientes, osos,  lobos , hancones y ratas... todos ellos   van a por ti. Las pisadas, el olor y todo te indican que son reales y que van a matarte.

Me alegra que la piedad de Dios este aquí con usted. Dice  con simpatia aunque no se podia ver bien su expresión detrás de esa máscara. Soy la Matrona Violetta,  cuide a enfermos toda mi vida hasta que contraje esta enfermedad, el señor Giovanni muy amablemente no importandole mi condición me ha invitado a esta cena llenos de bellos rostros.

Los religiosos parecen no temer a los aspectos fuertes como el mio, o por lo menos eso dicen.

Es un hombre inteligente señor- dice el  hombre mirando de reojo a la duquesa que  al parecer desaparece con Valdemart en algún sitio- no parece que la mujer esa sea una pobre viuda dolida, solo intenta mostrar que es una buena viuda... excelente señor, y dado que esta interesado en conocer, le pediré que me siga- dice el hombre- hay asuntos que no puedo mostrarle en público.

Y siendo así se dirige hacia la puerta de donde salen los criados, y suben unas escaleras entrando a la primera habitación que encuentran la cual esta llena de cajas y de insumos para el castillo.

¿deseas saber de esto?, os demostraré con un ejemplo mi punto de vista, ahora que estamos en este piso, te voy a pedir que salgas por esa puerta y  voltea a la izquierda.

El hombre se te acerca y te dice ¿para usted el bando correcto cual és?, ¿cual sería para usted una lucha justa?- dice el hombre repentinamente interesado en tu respuesta