Partida Rol por web

Avanzando, mirando mis pasos sobre la nieve con la vista fija sobre el blanco suelo y pensando en todo lo acontecido al tiempo que fondo los chicos hablaban de sus cosas en lo que parece ser la primera conversación normal en lo que va de día. Un largo día. Oía sus palabras aunque no prestaba directamente atención hasta que escuché mi nombre, lo que me sacó de mi ensimismamiento. Miré a izquierda y derecha, desorientado, hasta que caí en la cuenta de que era T.J. quien lo había pronunciado. Recorrimos unos metros más antes de animarme a tomar la palabra. - Y aún así... es imposible no echarlo algo de menos ¿verdad? - dije con una mirada comprensiva a T.J. antes de bajar de nuevo la vista al suelo. No me hacía ninguna gracia hablar de mi, nunca me había gustado. Se me da bien tratar con la gente pero la cosa se complica cuando intento ser introspectivo. Aún así... era la primera vez que todo parecía estar tranquilo y no iba a ser yo quién rompiera ese pequeño avance positivo. - Yo... - dije meditabundo - yo crecí en Kyoto, en un barrio residencial. Tuve una buena infancia - sonreía recordando algunos de aquellos momentos - muy buena. Gracias a eso creo que siempre intento sobrellevar con optimismo los contratiempos, aunque a veces se pone muy cuesta arriba... - se me escapó una sarcástica sonrisa mientras paseaba una mano por mi pelo. - Cuando empecé a estudiar arquitectura mi padre murió en un incidente nuclear, en Fukushima. Por suerte encontré trabajo como dibujante de anime en un estudio, con lo que pude costearme la universidad y ahí conocí a Rina - no escondí una enorme sonrisa. Aquella época en el estudio fue una etapa magnífica. - Caprichos del destino... al poco tiempo tanto Rina cómo yo fuimos convocados al castillo de Kyoto. Miré al grupo y detuve mis ojos en los de Benjamin. Por el bien del grupo había detalles escabrosos que quizá eran prescindibles, para evitar que cundiera el pánico. Recordé el gesto triste de Victoria.. - El castillo de Kyoto fue atacado - dije con una mano sujetando el brazo contrario. Miré a Ben de reojo mientras recordaba los cadáveres, los llantos, la sangre. - Una vez en Europa seguimos desarrollando nuestras capacidades. Ya no había vuelta atrás... ya nada sería igual.

Kat y aparecen detrás nuestro, realizando al parecer sus tareas para el campamento. La actitud de la polaca ha cambiado tan radicalmente desde que la conozco que me tiene un poco descolocado. No es lo que dice, porque realmente lleva razón, sino el modo de decirlo. Asiento a sus palabras, con una sonrisa amable, mientras me fijo en la ropa de mis acompañantes. T.J. va en mangas de camisa, y Victoria ni eso, sin mangas siquiera.

Y luego están sus historias. La boliviana ha dejado mucho atrás, demasiado. Y ni siquiera eligió esto, como hicimos nosotros. Elizabeth y yo hemos dejado a nuestras familias atrás, pero ha sido un sacrificio aceptado por ambos, con la esperanza de lograr superar todo esto y regresar.

Volverás con ellos, Victoria. -Le digo acercándome a ella, mientras me quito la chaqueta y se la ofrezco. A mi me estorbará pronto, y ella la necesita más- Le prometí a Elizabeth que volveríamos, que encontraría la forma de volver. Y tú lo harás con nosotros.

Lo de T.J. es distinto, completamente. Parece que la vida que ha dejado atrás no es algo a lo que desear volver. Ahora me siento culpable por haber sacado el tema, pues la rabia que parece sentir al hablar de ello, incluso cuando se corta ante los recién llegados, parece dolorosa. Sin embargo, egoístamente, a mí me ayuda a comprenderle mejor. Paso a su lado, mirando a las ramas bajas del árbol que tenemos al lado, y pongo una mano en su hombro, hablándole en voz baja.

Esto podría ser el comienzo de una nueva vida para ti, una vida mejor si la quieres. -Le digo, ya mirándole a él- Un comienzo "de mierda"... -Bromeo, en referencia a sus propias palabras, antes de seguir- En esos castillos te ofrecen la posibilidad de regresar a tu vida habitual o quedarte a vivir con ellos. Es una posibilidad, no parecen vivir mal. -Me encojo de hombros- Pero antes tendremos que salvarles el culo, eso sí. -Termino guiñándole un ojo.

Me separo de él tras apretarle el hombro un momento en señal de apoyo, y me acerco al tronco del árbol. Aún tengo que oír lo que Makoto tenga que decir, lo cierto es que a pesar de lo bien que me cae y la confianza que le tengo no lo conozco demasiado, pero mientras tanto no sería mala idea ir haciendo algo productivo. Cierro los ojos un instante, recordando la imagen de los soldados de la cueva, el sentimiento de impotencia, el miedo por Elizabeth, por no poder protegerla. La rabia se filtra por mis dedos y las garras surgen en mis manos con facilidad. Cada vez me resulta más sencillo hacerlo, pero ese foco concreto ayuda. Levanto la vista hacia la rama que ya tenía ojeada, una relativamente recta y lo bastante gruesa para ser contundente, pero no tanto como para resultar demasiado pesada. De un salto, me agarro a la rama, y golpeo su base una, dos, y tres veces hasta partirla y caer al suelo con ella en la mano. Mientras espero, comienzo a pelar las ramificaciones con mis garras, pasando después a cortar la punta y afilarla a zarpazos.

Con las manos abrazándose a si misma, Katarzyna cerró los ojos e inspiró lentamente la serena frescura del invierno, dejando que la tenue luz del atardecer bañara su cara. En esos instantes de regocijo, su mente deambuló en un mar de serenidad antes de obligarla a recapitular sobre aquel día de locos.

Asustada y vulnerable, la inercia de una vida le había llevado a dejarse en manos de aquel grupo, colaborando discretamente, esperando que la pesadilla pasara. Pero con ello solo había conseguido sentirse desconectada y sola; incapaz y frustrada; y finalmente furiosa y despechada. Todo ello había despertado su voluntad en formas que nunca hubiera imaginado.

- Tal vez sea cierto lo que dice Eli de que somos distintos. - pensó para si misma.

Abrió los ojos y volvió a la realidad justo para oír la respuesta de T.J. a los desapasionados comentarios que antes les había soltado, y luego Benjamin, que estaba al lado del bueno de Makoto, le sonrió comprensivamente. Entendió entonces que su despecho y su nueva actitud no iba con ellos.

- Tal vez he sido muy dura con ellos - pensó.
- Está casi anocheciendo, tened cuidado. - dijo al grupo en general intentando ser más cercana.
- Si no encontráis nada pronto, volved, un fuego os estará esperando. - sonrió, agitando una rama con la mano.

Cuando termino de pelar y afilar la rama, y da la sensación de ser una lanza medio decente, levanto la vista al cielo. Kat lleva razón, se está haciendo tarde, si no nos damos prisa se nos echara la noche encima...

Carraspeo un par de veces, con la garganta seca, sintiendo un vacío en el estómago. Hambre y sed, genial...

Victoria. -Llamo su atención, tendiéndole la lanza- Chicos, tenemos que movernos ya, se nos echa la noche encima. O encontramos algo pronto o habrá que volver para no perdernos en la oscuridad.

El perro de Chris anda husmeando a nuestro alrededor. Le miro un momento preguntándome si será capaz de rastrear a ese lobo. La garganta me pica. Me agacho y cojo un poco de nieve virgen, llevándomela a la boca para que se vaya derritiendo sobre mi lengua. Es como chupar un caramelo y un polo al mismo tiempo. Sin sabor, eso sí. Me acerco a otro árbol, de ramas aún más bajas, y golpeo una de ellas hasta arrancarla. Le corto la punta y me dispongo a pelar las ramificaciones y afilarla por el camino.

Hasta luego, Kat. -Me despido- Volveremos pronto.

Me acerco a la zona donde luchamos con los lobos, llamando al perro con silbidos, y busco manchas de sangre.

Vamos, chico, busca, busca...

Le apremio, mientras con las garras trato de afilar la rama para T.J.

Salí al exterior, sin alejarme demasiado de la entrada, y eché un vistazo por los alrededores, tratando de dar con Erik y Katarzyna.

-¿Chicos? - dije sin levantar mucho la voz.

Cuando los chicos se despidieron para iniciar su caza, Katarzyna y Erik continuaron con la tediosa labor de recoger algunas de las abundantes ramas caídas por el peso de la nieve y llevarlas a la entrada de la cueva.  Acalorada y con la boca seca por el esfuerzo, decidió que era hora de usar el abrigo como depósito de agua, por lo que le dio la vuelta, recogió los picos y, con la ayuda del cocinero, lo llenaron de nieve y lo dejaron junto a las ramas.

- Bueno, luego lo movemos al lado del fuego, para que mañana tengamos agua.  -  agradeció a Erik el esfuerzo.
- Estoo ... ¿no sabrás de algunas, no sé, bayas o raíces o algo?, me muero de hambre.  -  le preguntó.

Para lidiar momentáneamente con la sed, cogió un poco de impoluta nieve, la amasó un rato para calentarla y, poco a poco, la tragó.

- ¡Burf!, se te hiela el cerebro: no seré capaz de hacer esto muchas veces más.  -  dijo moviendo la cabeza.
- Bueno, a ver si encontramos algo comestible mientras recogemos más ramas  -  concluyó.

Entonces llegarón Lia y Chris, que al parecer se disponían a iniciar su viaje.

Realmente Erik y ella aún se encontraban muy cerca de la entrada, pues las ramas caídas eran muy abundantes.

- Erik y yo aquí  -  respondió Katarzina al grito de Eli. 
- Lia y Chris deben de estar aún cerca de aquí, pero los demás han salido ya.  -  añadió, pues no sabía a quién buscaba Eli.

Aún acalorada. caminó hacia la pelirroja con algunas ramas en los brazos, pues con su paupérrima capacidad física se cansaba con facilidad.  Los dejó en el gran montón cerca de la entrada donde acumulaban los palos y aprovechó para hacer una muy necesitada pausa.

- ¡Arf!, el ejercicio no es lo mío, pero algo hemos juntado  -  apoyó las manos en las rodillas para descansar las piernas.
- Y hemos usado mi impermeable para recoger nieve, y que se descongele con el fuego de la cueva.  -  bufeó de cansancio.
- Ahora mismo le estaba preguntando a Erik si sabe de raices o bayas que me pueda zampar  -  concluyó.

Kyara estaba hambrienta y llevaba toda la puta mañana esperando en el bosque a que se decidieran si salían o no, así que se acercó hacia la entrada de la cueva donde se encontró con su hermana, Lia y Chris- Bueno, ¿nos vamos a mover hoy o qué? -dijo de forma brusca- tengo hambre, sed y frío, y llevo toda la santa mañana en medio del bosque esperándoos, así que démonos prisa, por favor -ese clima y todas las circustancias estaban superándola.

-Beber se puede beber algo en las cataratas que vimos, la nieve fundida no sé si sirve para la sed...- levantó una mano mientras Chris y Lia se acercaban- ha tomado su tiempo ese arañazo- les dijo a modo de saludo. La luz había perdido fuerza y se iba apagando progresivamente con tonos anaranjados según el sol iba ocultándose, Nyara estaba cansada, hambrienta y tenía sed al igual que su hermana pero al menos ella contaba con el alivio de no notar la mordedura del frío.

 El resto de chicos también se presenta, resumiendo sus experiencias de vida en extremos totalmente diferentes, y Ben trata de reconfortarnos sin mucho éxito en lo que a mi refiere, provocando sin embargo que fuerce media sonrisa en respuesta al gesto al ser consciente de que a pesar de que no consigan levantarme el ánimo, su apoyo es de agradecer, más aún si me salva, esta vez sí, de sufrir el frío un poco más cuando me ofrece la chaqueta, la cual acepto sin rechistar. -Gracias, Ben...

 El dragón, aunque anteriormente no disfrutó la broma que lo refería como líder, era por ahora el que más iniciativa y liderazgo estaba demostrando, fabricándonos además un par de lanzas improvisadas.

 La rubia salió para recordarnos que el tiempo apremiaba y curiosear cómo iban las cosas, y en lo que yo aún repasaba mis interiormente mi vida, Ben me ofrece la lanza, que agarro insegura con las dos manos, posicionándola en diagonal respecto a mi cuerpo, como si fuera a defenderme con ella en lugar de atacar. -¿Cómo se supone que voy a usar esto?- Lo difícil sería controlarme para no salir corriendo en cuanto percibiera un peligro.

  -Está bien... Vamos. - Contesto cuando el chico, con razón, declara que el tiempo apremia, e imito su gesto con la nieve, buscando escrupulosamente el trozo de nieve más limpio que soy capaz de encontrar para llevármelo a la boca sabiendo que no queda más remedio en lo que al agua se refiere, con gesto levemente asqueado.

  Elizabeth sale entonces, pero no parece que necesite nada de mi, así que empiezo a buscar el rastro del lobo herido o cualquier cosa que pueda servirnos como alimento o pista para cazar.