Partida Rol por web

-Voy a enseñalte un poco de modales chinos -le espeto al chino furioso-, tú debiste saltalte todas las clases en la escuela.

Empiezo a correr mientras concentro la energía chi, doy un salto y sigo corriendo por la pared del vagón para entonces saltar y de una patada kung fu tirarle una de las vainas encima del primer vampiro, para acto seguido dar una voltereta en el aire, colgarme de la lámpara, propulsarme con ella y endiñarle una patada giratoria al segundo.

La mujer mira con repugnancia los asquerosos seres de las vainas, y a punto está de comenzar a disparar contra ellos, provocando una lluvia de cristales, líquidos y trozos de carne por todo el tren. Sin embargo, la presencia del oriental le impide llevar a cabo su propósito.

- ¡Tendrás que sacarnos algo más si quieres detenernos! - le dice al hombre - ¡Mira lo que hacemos a tus benjis! - Susan entra en un estado de locura total, y saca el subfusil para comenzar a disparar como si no hubiera un mañana.

Cojo aire por la nariz como si estuviese alguien acabando con mi paciencia y desenfundo mi nueva pistola mientras escupo un cigarrillo al suelo y salto hacia el lado para ponerme a cubierto mientras.

¡PAM PAM PAM!

Al principio del salto disparo una vez intentando arrancar la oreja del vampiro uno, mientras hago un  tirabuzón vuelvo a apretar el gatillo disparando a al rodilla de el vampiro dos, y finalmente cuando caigo con un pie y apollo la rodilla en el suelo decido arrancar los colmillos del vampiro tres...

Observo a los monstruos salir del vagón y perseguir a los pobres viajeros. Me doy cuenta de que el choque se ha llevado por delante diversos elementos de la estación, incluido un viejo depósito de agua.

El depósito ha quedado, literalmente, pendiente de un hilo. Un grueso cable lo mantiene enhiesto y tenso mientras el agua empieza a salir por algunas brechas... pero el cable estaba atado a un enganche, y el enganche está...

Mal. El enganche está muy mal. Si logro acertarle con mi fusil de francotirador, tal vez logre soltarlo definitivamente y el agua se llevaría por delante a los monstruos, inutilizándolos y liberando el andén.

¡Lo logro! Y una de esas bestias se ha quedado bajo ese cartel que pende de una cadenilla...

Los disparos se duceden dentro y fuera del vagón. Las balas de Susan y El Rubio junto con los puñetazos y patadas de Joe Lee hacen que los monstruos saltarines muerdan el polvo antes de poder siquiera sacar sus garras. Su lider, el pequeño oriental, parece dorprendido por vuestra rapidez y solo tiene tiempo de levantar su pesada arma y disparar un chorro de plasma llameante que alcanza de lleno al rival más cercano. Lo último que veis de Pancho es su esqueleto ennegrecido desplomandose sobre el suelo.
Afuera, mientras tanto, parece cundir el pánico cuando los cuatro benjis salen en busca de sangre. Los gritos de los consumidores se mezclan con los disparos de los agentes y las multiples alarmas que suenan por todas partes. Afortunadaente, varios escombros parecen derrumbarse sobre algunos de ellos.
El oriental, viendo a sys secuaces fuera de combqte, arroja su portátil al suelo y trata de huir por una abertura en la pared del vagón, que resulta ser demasiado estrecha para su trasero y queda atrapado irremediablemente. Maldiciendo su suerte y el haber comido tantas chocolatinas, comienza a gritar a plrno pulmón la pakabra "jammers" para atraer la atención de los guardiaa.

Mientras una cortina del polvo de los escombros nos arropa con una suave brisa, me acerco hasta donde estaba nuestro compañero Pancho y estiro de la manga de la chaqueta para coger su fémur sin quemarme y poder dar lumbre a un pitillo:

-Una lástima, aunque no creo que nadie vaya a llorar por un chicano.

Tiro el hueso lejos mientras sigo caminando tranquilamente acompañado del tintineo de las espuelas hacia nuestro objetivo, lo que hay en el interior del tren y por el camino agarro un palo para azotar un culo gordo.

Cuando escucha al chino gritar, Susan observa los despojos que quedan de Pancho.

- Si llegan los agentes diremos que hemos eliminado al jammer, para ganar tiempo - dice señalando lo poco que queda de él - Pero será mejor que cojamos las armas y salgamos de aquí cagando leches - ahora Susan pone cara de duda - A ver donde está el cargamento de armas, porque como hayan muchas no sé como las vamos a sacar de aquí con el maglev destrozado - la mujer deja todo culo del chino para Rubio, y se pone a buscar las armas por el vagón. También curiosea ese aparato con luz que se ha caído al suelo.
 

-Espelo hayas aplendido la lecsión -le digo al líder atrapado-, y que nunca más lanses vampilos labiosos contla pelsonas inosentes.

Este tipo debe haber comido demasiados pastelitos de arroz, pienso mientras le arreo un cate de kung-fu básico para extraerlo de la grieta y, una vez en el suelo, le pregunto con tono intimidante:

-Y ahola lesponde lápido o te zulo: ¿dónde están las almas?

El oriental regordete mira a Lee con una mezcla perfecta de miedo y rabia.
]-¿Almas? ¡Armas! Los Jammers sois tan estúpidos como dicen, por lo que veo.Las armas eran los Benjis Saltarines, idiotas. Y vosotros mismos os los habéis cargado. Pero esto no quedará así. En un minuto habrá tantos agentes en la estación que no tendréus balas sugicientes para todos ellos.]
Con un último esfuerzo, agarra un pedazo de metal e intenta golpear con él al ordenador que había dejad caer al suelo, con la intención de destruirlo, pero descubre que Susan ha sido más rápida y ya lo tiene en sus manos. Comienzan a oírse sirenas en el exterior y el oriental ríe.
-Condideraos muertos, Jammers.

Con la vara comienzo a azotar al culo que asomaba:

ZAS

-Conque ellos eran las armas, pues vaya armas mas malas

ZAS

-Y ahora vas a contestar a unas preguntas

ZAS

-Esto mismo se lo hacíamos a los djangos

ZAS

-Quienes nos llaman estúpidos

ZAS

-Y para que sirve ese aparato que manejabas

ZAS

Bajo de mi atalaya con el rostro impasible... Pancho ha muerto en combate ¿hay mayor honor para un guerrero? 

Escucho al chino y miro a mi alrededor ¿Los monstruos eran el arma? Mientras mis compañeros se afanan en golpear al prisionero me dedico a buscar entre los caídos para asegurarme de que todos están muertos. Tal vez haya alguno inconsciente...

- Si los bichos son las armas -exclamo mientras me agacho con cuidado y con remington preparado- Deberíamos llevarnos alguno ¿no? Y no tardar mucho, además.

- Sí, escaparon cuatro - le dice a Cuerno Quemado - ¡salgamos ya! Veamos si podemos escabullirnos de los agentes y de paso cazar a esos bichos del demonio. Coged las vainas para meterlos dentro - la mujer se acerca al oriental al que todavía sigue azotando el Rubio, y le coge ese cable que se conectó en la sien cuando ordenó a los benjis atacar. Ni se molesta en preguntarle como funciona, pues sabe que ese escarabajo no diría una sola palabra. Imitándolo, lo acerca a su sien, y ordena a los benjis que vuelvan a las vainas. Sinceramente, Susan se siente muy ridícula con ese aparato en su cabeza y hablando con el aire, pero ya ha visto cosas tan extrañas que es consciente de que todo puede pasar en el Inframundo.

-Susan, cleo que se los ha calgado el Indio. Llevémonos un vampilo y el tlasto lalo de ese tipo y salgamos de aquí -recomiendo. Y acto seguido me subo un benji a la espalda.

En cuestrión de minutos, la estación de Smilevalley se convierte en un hervidero de sirenas, helicópteros, furgones y aerodeslizadores que no dejan de vomitar agentes del buró, con sus chalecos negros y sus pistolas descomunales.
Por suerte, cuando la estación se colapsa y es precintada, aislada y todos los civiles son arrestados para ser interogados, vosotros ya estáis camino a la entrada al Inframundo, portando el cadáver del Benji y el aparato del oriental que a pesar de los esfuerzos de Susan, no lográis descifrar.
Una vez penetráis en la grieta que os lleva al Mundo Inferior, los túneles de piedra grisácea ligeramente brillante os hacen sentir casi a salvo. Casi. Ya que muchos de los horrores de este lugar, están todavía por descubrir.

Como no contestaba aquel culete, ahora rojo, continué dándole varios azotes hasta que se me cansó el brazo:

-Bien, ¿le llevamos al señor mono esto y luego que alguien vaya con carácter de doble espía y le cuente lo que ha pasado a los dragones?

Aquella parecía una buena opción, ya que realmente no teníamos mucha idea de que era todo aquello.