Partida Rol por web

Le doy una patada en la entrepierna al mas cercano. 3 tomas.
Le rompo una maceta mustia en la cabeza a otro. 3 tomas mas.
Cojo un barril de cerveza vacio y lo hago rodar para que pierdan el equilibrio los malos. 3 tomas mas.
Y finalmente corro para esconderme detras de la barra. 1 toma.

He usado 10, me quedan dos o una, pero esta bien asi, espero.

Me fijé en los cinco trabajadores que había en el Saloon y comencé a dispararles a la puntera de las botas con la intención de que notasen el calor de las balas e hiciesen un bonito espectáculo sin muertos.

La primera bala salió certera acariciando la uña y consiguiendo que el trabajador se agarrase le pie mientras saltaba a la pata coja hasta que cayó de espaldas por la puerta del Saloon hacia la calle.

La segunda salió aun mas certera dando un golpe seco en la bota que levantaba para dar un paso y cayó al suelo quedándose inmóvil tirado.

Pero la tercera fue la mejor, la que me causo una sonrisa al conseguir que la bota se abriese totalmente por delante y le calor d el abala le hiciese salir corriendo a meter el pie en el abrevadero de caballos.

Continué golpeando el revólver con la cuarta bala que dio en la bota, pero tenía una puntera metálica y la bala salió silbando hacia otro lado, lo cual me borró la sonrisa,  el quinto tiro lo fallé por le despiste que e causó la bala anterior.

Chasque la lengua y me dije:

Tanto sol no es nada bueno.

Te tomo la palabra, cariño.

A partir de ahora, mira detrás de ti, en las sombras... allí estaré yo.

(Que cosas más raras se me ocurren de madrugada, tú. Eso es porque hoy no he bebido ni na)

Vale :) ¿no me he cargado a 3? en cuanto pueda hago un post majo larguito, ya qu eno puedo poner en público lso posts anteriores.

¿El 5 pelado de la primera tirada en el post anterior no vale, o ha de ser mas de 5?

Trato de fundirme con las sombras, pero ni siquiera así los malditos rostros pálidos me dejan tranquilo. Le hubiera pegado un tiro en la cabeza a ese imbécil hace rato si no supiera lo que los lugareños les hacen a los indios que les plantan cara a los blancos, así que me limito a mirarle con hosquedad y quedarme callado.

Pero todo empeora rápidamente. Se escucha un disparo y los cristales de la botella vuelan por el salón. Eso parece molestar al hombre oso de la barra y levantar al ojos rasgados de su asiento.

Yo permanezco en mi sitio, aunque palpo mi rifle para asegurarme de que lo tengo cerca.

Y entonces el bocazas se marcha solo para volver enseguida con sus matones. No tengo que ser muy listo para saber que siempre que unos blancos empiezan una pelea como ésta el que acaba colgando de una soga es el indio, así que decido actuar.

En cuanto empiezan los golpes, me levanto mientras empujo mi mesa hacia dos de los asaltantes, golpeo a otro con la culata del rifle en la cabeza y salto encima de una gran mesa de póker. Desde allí mantengo alejados a los posibles enemigos blandiendo mi arma como si fuera una maza.

Cuando consigo un poco de espacio deslizo mi brazo por la correa el fusil para sujetarlo a mi espalda, salto de nuevo hacia la cortina del escenario y trepo por ella hasta la balaustrada del piso de arriba. Da a un pequeño corredor que servía de distribuidor a las habitaciones de las prostitutas, hoy abandonadas.

Allí vuelvo a empuñar mi rifle. La gran lámpara central está frente a mi, no muy lejos. Una sonrisa lobuna acude a mis labios mientras apunto cuidadosamente y espero a que uno o más de los matones se pongan debajo...

He forzado mi suerte demasiado y el disparo falla por muy poco. He tumbado a tres blancos, pero parece que van a volver a levantarse.

Pero ahora estoy arriba. Y tengo mi rifle.

Pancho se levanta pesada, haciendo un ruido entre el griñido y el suspiro cansado. Mira su vaso, y luego su botella de Tequila. El vaso es para maricas, todos lo saben, así que le da un largo trago a la botella para terminarla. Dos pasos le acercan a los rufianes atacando el bar. - Eh, idiota. Eso que acabas de romper con una silla eran las últimas botellas de Tequila decente de este meadero. - Y sin esperar a que el hombre se de la vuelta, le propina un fuerte botellazo en la cabeza. Muchas peleas de tugurio le han enseñado a blandir una botella sin romperla, o al menos hacerla aguantar hasta un segundo botellazo, que esta vez acierta en la cara del pobre hombre lanzándolo contra sus compañeros.

Pero Pancho no quiere pelear, quiere beber más. Así que decide terminar la pelea rápido, cogiendo su mesa y cargando contra los alborotadores, saltando sobre ellos con toda la fuerza de su enorme cuerpo. 

De un salto me subo a la mesa donde está la chica y vuelvo a desenfundar como una centella mientras coloco mi pistola a la altura de mi abdomen apuntando hacia abajo apretando el gatillo y golpeando el martillo repetidas veces con la otra mano saliendo las balas del cañón de forma certera hasta conseguir disparar cinco veces:

¡PUM PUM PUM PUM PUM!

La primera bala salió certera acariciando la uña y consiguiendo que el trabajador se agarrase le pie mientras saltaba a la pata coja hasta que cayó de espaldas por la puerta del Saloon hacia la calle.

La segunda salió aun mas certera dando un golpe seco en la bota que levantaba para dar un paso y cayó al suelo quedándose inmóvil asustado.

Pero la tercera fue la mejor, la que me causo una sonrisa al conseguir que la bota se abriese totalmente por delante y le calor de la bala le hiciese salir corriendo a meter el pie en el abrevadero de caballos.

Continué golpeando el revólver con la cuarta bala que dio en la bota, pero tenía una puntera metálica y la bala salió silbando hacia otro lado, lo cual me borró la sonrisa,  el quinto tiro lo fallé por le despiste que e causó la bala anterior.

Chasque la lengua y me dije:

Tanto sol no es nada bueno.

-Espero que no te moleste el humo muñeca... -digo dando una calada y soplando a mi revólver con el humo a la chica que estaban acosando-

Los recién llegados me recuerdan mucho a los malditos rufianes que intentaron convertirme en un esclavo, hace tan solo unas semanas. Como ellos, el tipejo del bigotito y sus matones son gente cruel que se impone sobre los débiles por la fuerza. Estoy harto. No toleré que me trataran como a un animal, pero claro, yo fui alumno aventajado del maestro Shin Tzu Lao, en mi país natal. En cambio, al propietario de este saloon le vendrá bien un poco de ayuda de la senda de la tormenta…

El sobretodo polvoriento sale despedido por los aires y, tras un rápido voltear de brazos, adopto la posición «Tormenta a punto de estallar», con la mirada fija en los matones. No se imaginan que está a punto de caerles un chaparrón encima… pero no de agua.

Mis pies golpean el suelo con fuerza y me propulsan en dirección a los dos rufianes más cercanos, que están tumbando mesas y sillas. Por el camino, agarro una silla con una mano, me subo a una silla de un paso y con el siguiente me subo a la mesa y me elevo por los aires de un salto.

-¡Si lompes con clueldad, meleces cabeza lota con justicia! –grito.

Sujetando la silla por las patas, caigo como un rayo contra una pareja de rufianes y golpeo a uno con el respaldo, de manera que su cabeza lo atraviesa y la silla le queda colgando de su grueso y grasiento cuello. Al mismo tiempo, el talón de mi pie derecho se clava en el rostro mofletudo del otro. Con el brazo izquierdo sujetando aún una pata de la silla, le propino un puntapié en el barrigón con el pie izquierdo para propulsarme en dirección opuesta sin tocar el suelo y girar sobre el primer rufián usando la silla como si fuera la aspa de un molino para «caminar» horizontalmente sobre los rostros de otros dos rufianes a base de patadas. Antes de dejar la pata de la silla, le doy impulso para que gire usando al rufián como eje humano y golpee al segundo de nuevo. Aprovecho el impulso para deslizarme por entre las piernas de un quinto y sexto matones. Me pongo en pie al tiempo que giro y entonces tiro de la alfombra mugrienta sobre la que se alzan con la fuerza de un vendaval.