Partida Rol por web

Un día más. Levantarse, asearse, vestirse, tomar su bastón y bajar a desayunar. Encontrarse por el camino a una Emilie que le aguardaba para bajar sonriente, como todas las mañanas y una escenificación de lo más teatral del duque bajando a la chica como si de una princesa se tratara por las escaleras hasta el salón principal.

Tomó asiento en la mesa, y aunque lo normal habría sido que se sentara delante suyo, a varios asientos de distancia, lo cierto era que el Duque ya hacía semanas que había decidido saltarse aquel protocolo en privado, dejando que la chica se sentara junto a él. La niña hablaba, y aunque la mayoría de sus temas eran, en el mejor de los casos pueriles y carentes de toda importancia, el duque no tardó en darse cuenta que, aunque lo fueran para él, no lo eran para la niña.

Así que la escuchaba hablar sobre lo que había visto, vivido y pasado, lo que laneaba y sus intenciones para el siguiente día o los próximos diez años. Era gratificante, a decir verdad, aquel soplo de aire fresco que entraba en su casa con la niña todas las mañanas.

- Así que... No te gusta el color del uniforme del colegio. A mi el verde me parece un color bonito, pero siempre podemos comprar el colegio y decidir el color. ¿De que color te gustaría? - Le preguntó, mintras le dedicaba una mirada tierna y cercana, llevando a sus labios la taza de café y después leyendo el periódico, frunciendo el ceño algo extrañado. Pasó un par de paginas, revisando la noticia y acabando por dejar el periódico sobre la mesa. - Señor Reaver, traigame el teléfono, por favor. - Pidió con elegancia y saber estar.

Tenía que hacer una llamada a Scotland Yard.

No tienes forma de saber si estaré a tu lado, querida.-  Le respondí a Catalina. La baronesa era lo suficientemente paranoica para desconfiar de cualquier cosa que yo pudiera decirle. No podía ser de otro modo, siendo una de las grandes vampiros.-  De  igual modo yo tampoco puedo estar seguro de que tú estarás de mi lado. No tendrás más remedio que fiarte.

Deje que mis palabras dejaran poso, pues al juego de las desconfianzas podíamos jugar ambos.- Vincent espera notar tu toque en el plan para tenderle la trampa. Es casi tan paranóico como tú, querida.

Piensalo, tu decides, puedes fiarte o no,  puedes esperar a que Vincent venga a por tí como ha hecho con los otros o puedes avanzarte a sus pasos. La desición está en tu tejado.- Miré el lugar donde Catalina tenía su residencia.- O mejor dicho, en tu sotano....

Van Helsing fue con todo, estaba más que dispuesto a llegar la fondo del asunto ignorando a su habitual prudencia que tantos beneficios le había traído hasta la fecha. Por eso entró en el edificio, por eso se dirigió hacia el conserge y aguardo a que su nombre fuese comunicado. Para su sorpresa le faciliraon la entrada con amabilidad y lo condujeron hacia uno de los salones más exclusivos de aquel edificio. La habitación en sí estaba decorada con muebles caros y hasta con cierta pomposidad. El profesor no pudo evitar admirar el lujo que allí se exponía.

Pero aquello no sería lo único que le sorprendiera, al fondo de al habitación se encontraba un caballero sentado en un mullido sillón. Mirándolo intensamente con una expresión indescifrable.

Albert tan eficaz como siempre hizo lo que el duque le pidió. Sir Alexander como miembro destacado de la orden, poseía los suficientes contactos como para que la mención de su nombre le abriese todas las puertas que necesitara. De manera que tras unos minutos de espera el duque pudo escuchar la voz del inspector Law. El miembro de la policía más eficiente de Scotland Yard.

- Buenos días Sir Alexander. ¿En que puedo ayudarle?

- Duque Richelau al aparato. - Informé en primer lugar al Inspector Law, que fuera sabedor de que no hablaba precisamente con un plebeyo de la calle, o un noble menor. Hablaba conmigo, con un Duque de su Majestad la Reina, un guardian del Reino Unido.

- Me alegra escuchar su voz, Inspector Law. Me han informado que esta madrugada se ha cometido un crimen en el Districto Central, en el Barrio Kensington, exactamente en la calle Cromwell Número 12. La víctima es la Señorita Pomfrey. Su Majestad la Reina me ha pedido que realice personalmente una investigación independiente, y necesitaré todos los detalles que pueda ofrecerme, sin restar que dentro de tres horas estaré allí. -

Van Helsing entró decidido a la estancia. Esperando encontrarse con aquel ser que tanto dolor y estragos había causado. Sin embargo, aunque aquel lugar era propio de algún noble ostentoso y no era de extrañar que toda la nobleza se reuniese en un lugar como ese, el hombre al que venía a buscar no se encontraba allí. En su lugar un caballero desconocido parecía esperarle con tranquilidad.

Van Helsing llevó sus ojos hacia el cuello de aquel hombre pero el tupido pañuelo que llevaba no le dejaba ver si era una nueva presa de aquel monstruo. Van Helsing miró a su alrededor y volvió a terminar fijando los ojos en aquel hombre de mutismo absoluto:

-¿Quién sois vos? Preguntó autoritario.

El caballero como primera respuesta se limitó a erguirse sobre su asiento y enarcar una ceja, mientras continuaba escrutando a Van Helsing con suma atención sin inmutarse. Era imposible saber que estaba pensando, tan sólo había una certeza y era que se trataba de alguien importante, al profesor se le antojó que bien pudiera tratarse de un noble a tenor por su elegante atuendo y su porte.

Al cabo de unos segundos una ligera sonrisa afloró a sus labios, como si algo le hubiese divertido.

- Vincent... me llamo Vincent y creo que no estás siendo lo suficientemente cortés conmigo... profesor Van Helsing- comentó al tiempo que su delgada mano se dirigía a su cuello y se desataba el pañuelo ¿Le había leído la mente?- acércate y examíname mejor, si ese es tu deseo- le mostró su inmaculado cuello de buena manera, los ojos del caballero seguían pendientes de Van Helsing llenos de curiosidad, sin ápice de hostilidad- venga no tengas miedo, no voy a morderte- concluyó ampliando su sonrisa, estaba claro que estaba complacido con aquella visita.

El inspector Law chasqueó la lengua ante las palabras de Richelau, le irritaba sobremanera la prepotencia de aquel tipo. Algunos se creían que por ser nobles tenían derecho a todo y ni siquiera eran capaces de guardar las formas. Lo único que les gustaba era pavonearse y dar órdenes. De buena gana lo hubiera mandado a paseo... ¿La reina interesada en el crimen de una simple ama de llaves? ¿Qué se creía aquel tío que era idiota?

- La reina en persona... vaya si que es un asunto grabe señor. Ignoraba que al señora Pomfrey fuese capaz de suscitar tanto interés. Si lo que trae entre manos es un asunto de la orden, no hacía falta que le diese tantos rodeos. Ya hemos investigado el escenario del crimen y tomado todas las huellas posibles... pero no voy a impedirle que eche un vistazo. Nos vemos a la hora indicada, buenos días.

Ambos hombres volvieron a coincidir en el apartamento del profesor, el cuerpo de la señora Pomfrey había sido retirado, en su lugar se encontraba restos de sangre y una inquiteante nota escrita con la propia de la víctima en la pared. Por lo demás todo se encontraba en orden, perfectamente limpio y ordenado.

- Supongo que querrá que le dé todos los detalles posibles... el profesor se está encargando personalmente de los restos de su malograda casera. Está muy afectado, se considera el principal responsable de su muerte... por lo demás como puede comprobar no se observa ninguna señal de lucha, el asesino entró por la puerta... o más bien fue invitado mire...- señaló un juego de té y unas pastas que habían sido colocadas sobre una mesa- parece ser que la pobre señora Pomfrey hasta le preparó el té a su asesino. Por lo que es fácil presuponer que estuviese un rato esperando... el objetivo debía ser el profesor pero se contentó con la anciana, para provocarlos... con toda seguridad.

Van Helsing miraba con desconfianza a aquel hombre hasta que pronunció su nombre. Vincent. Los ojos del profesor se abrieron sorprendidos. Cada vez comprendía más y menos todo aquel embrollo. Aquel que se hallaba frente a él era el origen. Pero tampoco era a él  quién esperaba encontrar.

-Vincent. Repitió Van Helsing en un susurro.

Rápidamente se recompuso y contestó a aquel hombre:

-Sinceramente, no era a vos a quién esperaba encontrarme en este lugar. Como bien supondrá.

El profesor no ocultó su deseo de observar el cuello de aquel hombre y a una distancia prudencial pudo comprobar que ninguna marca se encontraba en su cuello. Aquello daba por asegurado que el origen de todo se encontraba frente a él.

-Supongo que sabrá por qué estoy aquí. ¿no?

Me bajé del carromato, contemplando el hogar de Van Helsing. El mejor calificativo que me vino a la cabeza -y no fue precisamente, el primero- fue cuadra. Sí, cuadra, como la de los animales. Por que a pesar del intento en vano de parecer ostentoso, quedaba patente en la edad del lugar y el estilo de contrucción que mis caballos tenían mejor techo que el profesor. Cosa que lamentaba por él, no por mis caballos, por supuesto.

Cierto escalofrío recorrió mi espalda al pensar como sería vivir en un lugar así. Sentía pena y asco a partes iguales.

Entré en la casa a paso ligero, llevando el bastón bajo el brazo y alzando ligeramente le mentón, mirando con una mezcla de superioridad y nobleza a los allí reunidos. No era plato de buen gusto, pero a veces uno tenía que hacer el trabajo sucio simplemente por que era el mejor. El populacho no estaba a la altura.

Como no podía ser de otra manera, el oficial de policia comenzó a dar datos que a él simplemente le parecían irrelevantes o que podían deducirse con un simple vistazo. Si era eso todo a lo que podía aspirar, era normal que quedara atrapado en un puesto de trabajo como el que tenía.

- ¿Tiene alguna fotografía del cadáver? - Es lo único que le preguntó mientras observaba algunos detalles, observando la nota. Se fijó en la cantidad de sangre del lugar, si habían probado o no las pastas y el té, así como si faltaba algún libro u objeto en el lugar.

Idiota. Presuntuoso. Engreido.

Dracula estaba consiguiendo irritarme. Sin embargo, aquello no evitaba que supiera que, en el fondo, llevaba razon. El podia confiar en mi tanto como yo en el, y, sin un margen, no llegariamos a ninguna parte.

Suspire entonces observandolo, mientras lo miraba de reojo, dispuesto a escucharle- Habla. ¿Cual es tu magnifico... plan? - le dije, esperando a que disparara, obviando la parte en la que, la diferencia entre el y yo radicaba en que, las anteriores ocasiones en las que nos habiamos visto, no habia sido el quien habia acabado con alguien tendiendole una emboscada, por mucho que insistiera en que me habia salvado la vida. Aun asi, si el objetivo comun era Vincent, estaba claro que no estaria de mas escucharle.

Vincent volvió a cubrirse el cuello con el pañuelo con cuidado, poniendo esmero en que quedara perfectamente bien puesto, aún así las rápidas miradas que le dedicaba a Van Helsing indicaba que le estaba prestado su total atención. Cuando el joven profesor le formuló su última pregunta lo miró a los ojos con gravedad.

- No, no esperaba encontrarme con usted... tan pronto... y no, ignoro por completo el motivo de su visita. No debería de haber venido... se acaba de poner en serio peligro, hubiera sido mucho mejor que aún no esté relacionado conmigo...- en este punto dulcificó su gesto, casi paternal-  aunque he de reconocer que tu visita me reconforta mi pequeño cachorro- se permitió una tímida sonrisa

El Inspector llamó a uno de sus hombres que rápidamente salió de la habitación para volver a los pocos minutos con una sobre grande donde se encontraban varias fotografía de la infortunada señora Pomfrey. Estaba claro que la señora había muerto por el ataque de un vampiro, en su cuello lucía las indudables marcas de uno de esos seres junto con evidnetes rastros de sangre... no había sido especialmente refinado a la hora de alimentarse, señal inequívoca de que dicho ataque había tenido como objetivo la provocación.

Por lo demás, toda la habitación estaba en completo orde, el té y las pastas sin tocar, no faltaba nada en la habitación... la única nota discordante consistía en el grabado con sangre de la pared y en un asiento, el cojín estaba aplastado... seguramente alguien había estado esperando durante un tiempo.

Desde el mismo momento en el cual había puesto un pie en aquella casa, sabía quien había sido el autor material de los hechos. Sin duda alguna. Y comprendía el mensaje, pero no iba a caer en tal provocación, aun así, era menester que tomara ciertas precauciones para no correr los mismos infortunios. - Inspector Law ¿Tiene esta casa teléfono? - Pregunté, mirandolo de reojo. Tenía que hacer un par de llamadas, y no tenía tiempo que perder.

El Inspector condujo al duque hacia la parte baja del edificio, el teléfono se encontraba ne la vivienda de la difunta señora Pomfrey. Aquel hogar era humilde pero parecía poseer todas las comodidades que el populacho necesitaba para seguir con su miserable vida. 

A los pocos segundos de que Sir Alexander llamara a casa escuchó la familiar voz de su hombre de confianza.

- Dígame Sir Alexander, ¿en que puedo ayudarle?

Cabe hacer mención, de que al entrar no pude evitar arrugar la nariz en una mueca de asco. Imaginaba un antro así para que vivieran ratas, pero no personas. Estas cosas son las que me recordaban por que no me juntaba con plebeyos y gente de cuna baja. No comprendían que así solo podían vivir los animales.

Evité tocar cualquier cosa, e incluso sentarme -no permitiría que mis reales posaderas se dolieran de sentarse en un lugar así- y el teléfono, directamente tuve que tomar uno de mis elegantes pañuelos para limpiarlo primero. Era una pena, pero era necesario. Ya destruiría el pañuelo después, con fuego o regalandoselo algún niño pobre para que lo tuviera como su bien más preciado.

Al tomar el telefono y escuchar la voz de Albert lo primero que hice es soltar un suspiro aliviado. - Señor Reaver, es necesario que se haga cargo de Emilie y la lleve con mi prometida. Después, llevará a ambas mujeres al Palacio de Buckingham para pasar allí el día. Además, es menester que nadie este en nuestra casa, ni siquiera los sirvientes. ¿Ha quedado claro? - Sin nadie que le invitara, Drácula no podría entrar en su casa. Dejandolo vacio su casa se convertía en el baluarte perfecto.

Van Helsing quedó sorprendido ante el comentario de Vincent. Si no sabía el motivo de su visita, ¿qué hacía él ahí? Entonces poco a poco las cosas parecían ir aclarándose y entendía que en breve tendría el encuentro deseado.

Van Helsing sacó el papel ensangrentado que había encontrado en la noche de ayer y se lo tendió a aquel hombre.

-No en mayor peligro en el que os encontráis vos. Supongo que sabéis que os buscan y no es para compartir una taza de té.

Sin embargo no llegó a entregarlo cuando escuchó con sus propios oídos aquella palabra: "cachorro".

Van Helsing miró de forma fría a los ojos de Vincent y preguntó sorprendido:

-¿Cómo me ha llamado?

La única persona en el mundo que le llamaba así era su querido profesor, Fizban. ¿Por qué hablaba como su profesor? ¿Quién era esa persona entonces? Las últimas conversaciones le habían hecho entender que era el origen de aquellas monstruosidades. ¿Qué relación tendría con Fizban?

Vincent se retrepó en su asiento al tiempo que juntaba sus manos con las yemas de los dedos, analizando cada reacción de su interlocutor. Daba la sensación de que se encontraba cada vez más cómodo, como si tras sus últimas palabras se hubiera liberado de algo.

- Mi lista de enemigos es muy extensa, soy plenamente consciente de las sombras que se ciernen sobre mí... pero eso es algo que me viene pasando incluso en los tiempos donde caminaba bajo el sol... - sus ojos se mantenían fijos en el profesor. Entonces al comprobar el efecto que la palabra cachorro había causado en Van Helsing sonrió de manera pícara.

- Cachorro... al fin y al cabo es así como algunos padres llaman a sus hijos...- intensificó aún más la sonrisa con la vista clavada en él- y tu... eres mi cachorro más querido, sólo que hasta este momento no se me ha presentado la oportunidad de decírtelo... parece ser que lo único bueno que ha echo el conde ha sido dirigirte hacia mí... quizás con la esperanza de que te elimine, un error de calculo que va a costarle caro. No obstante- en este punto su mirada se entristeció- hubiera preferido ahorrarte este mal trago, creo que hubieses vivido mejor sin saberlo... pero ignoras demasiadas cosas y lo que más deseo es mantenerte a salvo... no pude salvar a tu abuela... no pude salvar a tu tío... pero aunque sea lo último que haga...- lo señaló con uno de sus delgados dedos- tu vivirás.

Sir Alexander pudo escuchar la respiración de Albert, sin duda aquella petición le había sorprendido. El mayordomo del duque fue plenamente consciente de que un gran peligro se cernía la casa Richelau y por ende sobre su señor.

- Entendido señor, haré los preparativos de inmediato- se apresuro a contestar, aquello debía hacerse con rapidez- ¿Hay algo más que deba hacer? ¿Necesita algo en especial?- Reaver sentía una gran lealtad por el duque y era un hombre perfectamente capacitado para ayudar sir Alex en asuntos de la orden.
 

¿Mi plan? Si Vincent huele algo de mí en el plan para acabar con él nuestro juego terminará sin tan siquiera haberlo llegado a empezar querida.- Respondí con una media sonrisa en los labios.

La idea básica es simple Vincent y yo quedaremos en algún lugar de Londres para ultimar nuestros planes para acabar contigo y tu excesiva sed de sangre. Tú querida Catalina sabrás en lugar de la reunión porque yo, en mi papel de agente doble, te lo habré hecho saber.

Cuando llegues, te lanzarás al ataque contra Vincent convencida de que yo estoy de tu lado. Lamentablemente en ese momento yo cambiaré de bando y lucharé junto a Vincent para acabar contigo.- Guardé unos segundos de silencio.- O eso es lo que Vincent espera que suceda. Lo que en realidad no sabe es que no cambiaré de bando y que juntos acabaremos con ese pobre advenedizo.

El problema es que Vincent es igual de suspicaz que cualquiera de nosotros dos y sabe que no aceptarás participar en una cosa así sin estar segura completamente segura de contar con mi apoyo. O como mínimo sin que controles completamente todos los detalles.- La miré a sus fríos ojos mientras añadía.-  Es decir, que si el plan no tiene tu embriagador aroma Vincent no se tragará el anzuelo.