Partida Rol por web

El ruido había sido lo que había sacado de su ensimismamiento a Bárbara, pero la certeza de que algo la estaba mirando se hizo muy fuerte, tanto que al señorita Shelley fue capaz de dirigir su mirada hacia unas sombras que había a sus espaldas... Entre ellas distinguió un par de ojos mirándola en silencio. Se trataba de un perro o quizás un lobo, no podía distinguirlo bien por la oscuridad que lo envolvía. 

La miraba fijamente, en silencio... acechándola.

- ¿Dónde he visto unos ojos como esos hace poco? - Piensa bárbara para si, pero no necesita mucho esfuerzo para recordarlo. El terrorífico recuerdo de estar atrapada en una tela de araña la hizo estremecerse. Aprieta entonces el bolso contra su costado. 

Si eso era cierto, significa que los dos hombres que dejaba atrás no dejarían que se fuera tan facilmente. Acaso... ¿Acaso aquel viejo estaba demente y había convencido a su amado profesor de aquella locura? ¿Acaso prefirió que me alejara para atacarme ahora, al amparo de la oscuridad?

El sudor que sentía ahora recorrerle el cuello era de una naturaleza muy diferente. No... no dejaría que esa... cosa la atrapara. 

Así pues, abrió su bolso, cogiendo de allí lo que sabía que encontraría con el pretesto de dejar el pequeño diario del que le hicieran entrega.

Aquella seguía una esquiva cara... muy cara, pero ella no se iba a dejar atrapar con facilidad. 

Así pues, en la siguiente esquina, derrama su perfume contra el suelo y tira uno de sus guantes en el suelo, en una dirección errónea, para que el olor confundiera a aquella bestia. 

Van Helshing trató de recordar algo, le sonaba aquella historia... la historia sobre una noble Transilvana, o quizás alemana, no lo recordaba bien, que en su afán de permanecer joven se daba baños con la sangre de las pobres doncellas que acudían a su castillo para ser sus damas de compañía. Eran engañadas bajo al promesa de una vida más digna que la que pudieran tener en el campo, pero lo único que hallaban era la muerte. 

Aquella mujer pronto fue conocida como la condesa sangrienta... Erzsébet Báthory... incluso recordaba haber visto un cuadro de la misma en un museo de Viena.

Bárbara en su afán por desembarazarse de lo que fuera que la estuviese persiguiendo, se metió por uno de los callejones oscuros que en principio había decidido evitar.

Tras arrojar el guante embadurnado con el perfume por otro callejón contrario al que había elegido, aceleró el paso hasta desembocar en una alocada carrera impropia de una dama como ella. Mientras corría miraba hacia atrás para comprobar que no era perseguida por ninguna bestia. 

Con el corazón acelerado, corrió y corrió por el callejón, aquello debía de desembocar en alguna calle...

Barbara consiguió reconocer a tiempo los callejones que estaba recorriendo, dobló varias esquinas y por fin desembocó en una calle principal. El bullicio de la gente apresurándose para volver a casa le llenó de tranquilidad, buscó a su alrededor en busca de algún carruaje que la llevara a casa. En circunstancias normales marcharía andando, pero después de lo que le acababa de pasar lo mejor sería dejar el paseo para mañana.

Mientras Bárbara trataba de hacerse con un coche, un ligero picor en la nuca le hizo tener al desagradable sensación de que alguien la miraba atentamente. Se dio la vuelta para descubrir que se trataba de un hombre vestido de manera elegante. Lo miró unos segundos, no lo conocía de nada, denotaba una gran palidez y su mirada era muy dura y desagradable...

Pero lo peor no era aquel individuo sino el gran perro lobo blanco de ojos rojos que apareció por el callejón por donde había venido la señorita Shelley, el animal parecía especialmente furioso con la chica y comenzó a nadar lentamente hacia ella.

El resguardo y alivio que le aportó la multitud no duró demasiado. Aquella criatura de blanco pelaje le sacó incluso de la incomodidad de que alguien pudiese haberla vista salir de un callejón a oscuras, y probablemente con el pelo desastrado... una muy lamentable imagen...

Despacio, Bárbara comienza a retroceder con una expresión que dejaba poco margen al miedo que verdaderamente estaba sintiendo. Asió entonces con fuerza un libro de "modales para señoritas" que llevaba en el bolso. No se había dado cuenta de que estaba allí. Probablemente su madre lo había puesto para recordarle los deberes que a sus ojos estaba obligada a cumplir, pero ahora aquel objeto tendría una una nueva utilidad. Si aquel animal saltaba a morderla, lo encajaría entre sus mandíbulas como medio para protegerse, ayudándola a ganar tiempo. 

En plena calle concurrida era impensable que a un animal se le permitiese atacar a una Dama, o al menos, que pudiese tener más de un intento. Solo le quedaba poder rogar ayuda al resto de paseantes, por muy desagradable que pudiese ser su aspecto. Sin duda incluso un hombre rígido entendería que una dama tratase de huir de una bestia como aquella...

Bárbara echó un paso atrás intimidada por el perro lobo que avanzaba hacia ella con sus espantosos ojos rojos, la gente seguía andando a su alrededor sin percatarse de nada... 

Entonces cuando el animal estaba a tan sólo unos metros de ella una sombra negra se interpuso entre ella y el perro lobo blanco. A Bárbara se le cayó el libro que había cogido al suelo del sobresalto, sobretodo cuando vio de lo que se trataba, aquel animal era el mismo que la había sorprendido en la entrada del maestro de su profesor.

En cuanto aquel animal avanzó hacia el perro lobo, este trató de hacerle frente con un gruñido, pero la mirada del lobo negro era más dura e inteligente, por lo que el blanco fue retrocediendo hasta que desapareció por el callejón que había salido. Una vez desaparecido el perro lobo, Cerbero se giró hacia el hombre y le mostró los dientes, para asombro de la señorita Shelley el hombre también decidió marcharse.

Cerbero se acercó a Bárbara recogió el libro que se le había caído con sus fauces y miró a la muchacha con la cabeza alzada, esperando a que lo recogiera en actitud amistosa.

Ven Helsing medita aquel nombre y se esfuerza en recordar. ¿De qué le sonaba el nombre? Estaba seguro que lo había oído alguna vez....

Entonces sucedió, la condesa sangrienta. Comenzó a rememorar la imagen que, en uno de sus frecuentes viajes, encontró en Viena.

Van Helsing miró a Fizban a la cara y preguntó:

-¿Sabéis algo de Ambrosius?...quiero decir...¿sabéis si está bien? Esperaba que tuviese diferente final que el señor Harker.

-Si no recuerdo mal, Erzsébet Báthory. Dijo aludiendo a la persona por la que se refería el profesor Ambrosius. Gustaba de sacrificar a las mujeres que se acercaban para servir en su castillo como doncellas. Prometiéndoles una vida mejor.

-Hacía años que no oía su nombre por lo que no creía de su supervivencia. Dijo llevándose una mano a los labios mientras fruncía el ceño y pensaba.

-¿Sabe por dónde podemos empezar a buscar, profesor? Tenemos alguna forma de saber como entró en Inglaterra o si aún no lo ha hecho.

-He de confesarle que aunque no sea agradable de escuchar, me alegro que no se trate de quién pensaba muerto. Obviamente no significa que el peligro sea menor, pero si me inquietaba pensar que había regresado. No crea que tengo buenos recuerdos de aquello.

Fizban se permitió una ligera sonrisa tras la respuesta de su alumno predilecto, sabía que estaba ante un auténtico sabueso.

- No he vuelto ha saber nada más de Ambrosius, me gustaría decirte que es un hombre extraordinario y que habrá sido capaz de sobrevivir, pero a pesar de confiar plenamente en sus capacidades, no estoy seguro de que haya salido bien parado, no obstante me niego a darlo por desaparecido... de momento. Con respecto a Báthory... sí se trata de la misma mujer, como bien has presupuesto, Báthory era su nombre cuando era humana... si se puede llamar humana a una mujer como ella... pero cuando se convirtió en vampira se hizo llamar Carmilla- dió un sorbo al te y prosiguió- según las investigaciones de Ambrosius, Carmilla llevaba tiempo queriendo instalarse en Londres y según parece lo ha conseguido. Drácula, sin duda ha sido un tremendo peligro para la humanidad, pero le aseguro que esta mujer es aún más despiadada y descarada... Creo que ha venido directamente a Londres y que sus miras están puestas en el mismo centro de la ciudad. Se están dando casos de desapariciones y extrañas muertes. Me gustaría comprobar el estado de los cuerpos que han aparecido y verificar el numero de taques que se hyan podido producir, creo que sería un buen punto de inicio. Mañana visitaré el hospital forense si tienes un hueco puedes acompañarme.

Van Helsing meditó las palabras de Fizban. Disponía de un par de horas libres pero las había comprometido. Sin embargo tras pensarlo debidamente comentó:

-Dispongo de un par de horas, profesor. Tenía pensado corregir algunos exámenes y orientar a un par de alumnos sobre uno de los trabajos. Quizá...comentó pensativo...podría atender a los alumnos primero y posteriormente me uniría a usted en el hospital. Creo que podría corregir los exámenes entre esta noche y la noche de mañana.

-Quizá una hora después pueda unirme a usted. ¿Le importaría adelantarse? 

Si todo lo anterior ya era surrealista, lo último podía comenzar a considerarse Subrealista. Si, esa palabra tenía que estar en el diccionario. Y sino, qué demonios... un lobo negro aterrador le estaba entregando con toda educación un manual de "educación para señoritas" ¿qué palabra había en el diccionario para semejante imagen? ¿Psicosis? ¿Alucinación? ¿Alguna clase de retorcida histeria?

Casi no se reconoció a sí misma inclinándose con evidente temor para recoger el libro que el perro le ofrecía (un poco más lleno de babas perrunas de lo que le hubiese gustado de tener la mente lo bastante despejada como para percibir tal detalle)

- No entiendo nada... - ¿Había dicho ella eso? Si, parecía su voz, pero no recordaba haber mandado a sus labios a pronunciarlas.

Bárbara estaba confundida, aquello no parecía estar pasándole a ella... pero ¿que exactamente era lo que estaba pasando? Su mundo, tan perfectamente ordenado y lógico había empezado a agrietarse... No, no lo permitiría...

Entonces el lobo la miró con unos ojos más semejantes a un humano que a una bestia, poseía inteligencia, no cabía duda alguna ¿Pero que era lo que trataba de decirle? 

Entonces el animal miró alternativamente a ella y a un carruaje acompañado de un ligero gruñido, que se había parado a unos pocos de allí como si estuviera tratando de apremiarla.

Fizban volvió a sonreir a Van Helshing.

- Por supuesto mi querido cachorro, puedes venir cuando consigas sacar un poco de tiempo. Es importante que en la Universidad no noten nada extraño en tu comportamiento. Si te parece bien nos vemos en el King´s College sobre las 7. Si es un poco tarde, pero así no tendrá que pedir favores para cubrir sus horas, por la mañana tiene que atender sus clases. Además confío en que no nos llevará mucho tiempo y además estaremos nosotros solos. 

Apuró su taza de te y volvió a mirar a su alumno, por si quería preguntarle algo más.

Casi dejándose ir por la inercia, Bárbara sigue en la dirección del coche para poder llega a casa cuanto antes.

Van Helsing se levantó del sillón en el que estaba sentado. Se acercó al hombre con el que conversaba mientras le tendía la mano:

-Agradezco el té y las pastas, profesor. Que tenga buena noche. Mañana nos vemos. 

Tras lo cual se acercó a la puerta para salir. Recogió su abrigo y se puso sus guantes y el sombrero. Echó una mirada hacia atrás, hacia la ventana, y finalmente salió del lugar.