Partida Rol por web

Lo maravilloso e increíble de toda aquella situación es que las discusiones se hacían solas y no requerían siquiera de su intervención para acabarse con tal de dar paso a una nuevo. Por ese motivo se había dedicado a observar su reflejo en la copa y practicar encantadoras sonrisas, sin darse cuenta de la presencia de Filch.

Sin embargo una palabra captó su atención, el tema de las brigadas de vigilancia. Que gran idea para que todos le vieran como el héroe que era. Dibujó la sonrisa que tanto había estado ensayando antes de participar.

- Estoy seguro de que puedo ayudar con esas brigadas y que no habrá ni un sólo mortífago que se atreva a, digamos, pulular por los pasillos cuando corra el rumor de mi presencia. Aunque también puedo quedarme a proteger a los débiles.

Aquella había sido su vena cobarde hablando a última hora, la que le decía que si realmente había mortífagos, no sería lo más prudente pasearse por los pasillos de noche.

Luna se tocó los pendientes cuando Hemione los nombró antes de contestarle casi como si se hubiera olvidado de que los llevaba puestos:

- Gracias. Son muy útiles. ¿Leíste el artículo dos de quisquilloso del mes pasado? Ahí se explican los beneficios y protecciones que traen. Si quieres te hago unos para ti.

Las personas seguían discutiendo y hablando alto. Sus voces se superponían unas con otras y resultaba bastante molesto. Aunque para Luna eran sonidos bastante interesantes con actitudes que le gustaba analizar. Observaba todo con la tranquilidad habitual, con Cho al lado con las gafas puestas.

Hablaban de hacer una brigada y de no permitir que los jóvenes se unieran a ella a no ser que fuera estrictamente necesario. ¿Qué podrían hacer los jóvenes entonces?

- Qué raro que Neville y su abuela no estén aquí, ¿verdad?

Se quedó mirando a Black, reflexionando sobre su propuesta, después de todo quizá tuviera "algo" de razón. Pero una razón pequeñita. 

- Pese a no pertenecer ya a la plantilla de este... - carraspea - lugar y pese a que sigo dudando altamente de esas teorias conspirativas sobre mortífagos y regreso de señores tenebrosos - sin bajar del burro - podría haber magos demasiado nerviosos y ser un peligro real, así que, podéis contar con mi varita para mantener la seguridad de este... - vuelve a carraspear - lugar. Debemos asumir muy a nuestro "pesar" que su director no es capaz de mantenerlo seguro.

No es que se molestar en ocultar sus diferencias con Dumbledore desde que este recuperó la dirección del colegio.

- Hola, Cho. -Saludó a la Ravenclaw con una sonrisa cálida, tratando de hacerla sentir más tranquila. Conocía su timidez, y es que aunque no habían tenido demasiado contacto, Harry nunca se cansaba de hablar de ella.

Que la profesora Trelawney tuviese contacto directo con ella, le tomó por completa sopresa. Abrió la boca, disgustada y preparada para replicar, pero la volvió a cerrar y apartó la mano de la profesora de Adivinación de golpe. Frunció los labios y cuando se creyó algo más calmada, comenzó a hablar: - Es una pérdida de tiempo tener talento para algo que no sirve absolutamente para nada. -Obviamente, aquella declaración de la profesora Trelawney le había molestado notablemente. La Adivinación no le importaba lo más mínimo, pero que alguien dijese que carecía de talento para algo... no lo llevaba bien.

- Sabes que puedes contar conmigo, Sirius. -Las palabras de Trelawney aún resonaban en su cabeza, así que de todas formas, seguramente ni fuese capaz de dormir bien. Además la idea de una brigada nocturna le parecía realmente buena. No podían irse a dormir sin más cuando sabían que en cualquier momento podía haber un ataque.

Aunque la conversación fuese demasiado ilógica para su gusto, agradeció que en aquel momento interviniese Luna. Aquello haría que volviese en sí misma.
- ¿Si? No, la verdad es que no lo leí... -Hermione estaba suscrita al Profeta porque saber sobre la actualidad del Mundo Mágico era algo realmente importante, y más teniendo en cuenta sus compañías, pero El Quisquilloso... alguna vez se había hecho con algún número, pero más que nada era por ayudar a Luna y su padre. Los contenidos de la revista no podían estar más alejados de los intereses de la Gryffindor. Por no mencionar que la gran mayoría, eran pura invención.- No te molestes, la verdad es que no suelo ponerme pendientes... -Le enseñó las orejas, que aunque sí tenían la perforación típica, esta no tenía nada en su interior. Y tampoco se veía llevando aquello.- Pero gracias.

Las palabras de Salazar resonaron con estruendo en el comedor. El anciano fabricante de varitas se detuvo. Tranquilamente se giró sin ningún atisbo de emoción en su cara.

-Pues encomendémonos a Merlín, mi lord, si lo preferís- soltó encogiéndose de hombros. –Era tan solo una expresión, y un deseo… si me lo permite… un deseo de ahuyentar cualquier mal a la escuela y a cualquier ser mágico que la habita- Los tiempos habían cambiado, en efecto, y la mayoría de los allí presentes solían usar tales expresiones.

-También celebro no haber vivido sus tiempos. No obstante…no se preocupe usted… si hubiese un regreso de la inquisición católica, yo sería, como fabricante de varitas, seguramente uno de los primeros a desfilar a la pira- lo que no dejaba de ser cierto, y aguardó unos segundos para saber si aquella charla había concluido ahí.

No quería ser descortés y dejarlo con el habla en la boca.

Pero, si no había nada más que añadir, estaría encantado a unirse al escuadrón de reconocimiento formado por profesores que proponía el señor Sirius. Bueno... encantado quizás no fuese la denominación correcta, pero si estaba dispuesto a hacer un sacrificio. Por un bien mayor, como era ofrecer algo de tranquilidad a los más jóvenes. El futuro y nueva generación de magos.

-Muy bien, Ollivander.- Salazar volvió a ocupar su asiento.- Disculpad mi comportamiento, aún he de adaptarme a estos nuevos tiempos y quizá algunas expresiones me resulten...enervantes.- Slytherin tenía una forma de disculparse que no se parecía en absoluto a una disculpa.  

-En cuanto a la brigada nocturna, si todos los magos más capacitado nos vamos de vigilancia ¿Quién exactamente va a proteger a los estudiantes? 

Asentí a las palabras de Slytherin. Yo me quedaré a proteger a los estudiantes y... a los más débiles. No pudo evitar lanzar una mirada de desdén a Argus y Tralewney. Además, no quería separarse de Draco, no iba a dejarle solo cuando había tantos peligros que podrían acechar por la noche. 

No tengo inconveniente en que alguien más se quede. Lockhart se había presentado voluntario, así que supuso que le tocaría hacer guardia con él. Además, seguro que no la dejarían quedarse sola con la vigilancia de los niños, al fin y al cabo no se fiaban de ella. ¿Lockhart? ¿Te importaría?

El alivio interno le inundó ante la perspectiva de aquella misión, mucho menos arriesgada y, desde luego, con mucho más tiempo para pensar sobre la mejor manera de proceder para él. El caso estaba en que si no fuera por los peligros que aguardaban fuera de los muros del colegio, ya habría puesto pies en polvorosa cuando Dumbledore terminó para hablar. Sólo allí tenía una posibilidad de escapar y estaba barajando en serio la opción de huir a aquella maldita cámara secreta para esconder su digna cabeza. Era un lugar sucio, apestoso y sin ninguna clase pero prefería aquello a la muerte, a pesar de todo lo que sucedió en aquel lugar la última vez que inspiró su fétido olor.

- Por supuesto que sí, señora, entre usted y yo mantendremos a raya a cualquiera que intente tocar un pelo de la cabeza de estos niños.

Rita escuchó en silencio el reparto de tareas.

- Yo trabajaré junto a Narcissa y Gilderoy en la protección de los presentes - evitó recalcar la opinión de la slytherin, aunque estaba de acuerdo con ella. - Espero, queridos, que no os importe que os llame por vuestro nombre de pila. Ahora que vamos a estar juntos en esto, es el momento de dejarnos de formalidades.

Viktor escuchó los planes hacer guardias; le parecía sin duda una buena idea. La mayorría de los estudiantes son ya muy capaces de hacerr magia. Afirmó el joven mago. Y vosotros tendrréis que descansarr. Yo puedo ayudarr si hace falta, podemos hacerr guardias. Añadió con contundencia. Era evidente que algunos de los estudiantes podían hacerlo, Hermione ya se había ofrecido y el estaba seguro de que no lo habría hecho de no creerse capaz. 

Bellatrix miró de reojo a Argus cuando habló de ella y soltó una sonora carcajada antes de hablar al hombre enarcando una ceja. - Por favor. Si hubiera querido matarte no estarías hablando, escoria apestosa. Sólo iba... A jugar contigo. Un poco. - Añadió, con una sonrisa juguetona. 

Continuaba todavía sentada junto a Salazar, con las manos cogidas en el regazo, en un gesto formal que no encajaba nada con ella, pero mientras todos organizaban las patrullas su mirada recorría el salón y su rostro iba cambiando de expresión sin motivo aparente. Alzaba una ceja y murmuraba para sí misma, hacía una mueca y detenía el murmullo durante un instante, para después retomarlo con una sonrisa socarrona. Y finalmente soltó una carcajada aguda y se puso en pie. 

- Supongo que no querréis que yo cuide de las larvas de sabandija. - Dijo, dedicándole una mirada desquiciada a los alumnos. - ¿Preferís que patrulle en busca de los seguidores de Voldemort? - Añadió, haciendo una pequeña mueca con los labios. Una nueva risa brotó de su garganta y se sacudió la falda, alisándola. - Sabéis que no podréis proteger a nadie. Si Él está aquí y quiere a vuestros niños, los tendrá. ¡No tenéis poder suficiente para enfrentaros a él! - De nuevo su mirada recorrió el Gran Comedor. - Haríais mejor en dormir y descansar. No sabéis si será vuestra última noche... - Y dejando la frase en el aire empezó a dirigirse hacia la salida, murmurando para sí misma y riendo de vez en cuando.

La profesora Mcgonnagall había estado escuchando todo y se había mantenido cruzada de brazos. 

- De poco sirve vigilar si los mortífagos se han infiltrado entre nosotros ¿Acaso vamos a dejar la vigilancia de nuestras vidas a quien no sabemos si hará su trabajo.. o se amparará en la oscuridad de la noche para perpetrar sus malévolos planes? - dijo casi sin detenerse y miró a todos los presentes. - En mi opinión creo que deberíamos habilitar el Salón Comedor para dormir todos aquí y dejar trampas activadas fuera por lo que pudiera pasar - añadió y se descruzó los brazos para ponerlos en jarra. Luego se llevó la mano a la frente ante las intervenciones de los demás. Bueno, parece que nadie tiene un plan claro.. - No me gustaría perder a mis alumnos en la primera noche. Si creéis que lo mejor es vigilar, adelante, yo también me ofrezco para hacerlo - mira a la señora Lestrange - No voy a perder detalle.

Tras responder a la devolución del saludo de Hermione con una tímida sonrisa, y combrar que Luna y ella se ponen a hablar sobre publicaciones periódicas, vuelvo noventa grados mi mirada para seguir la conversación que transcurre entre los adultos en las mesas.

Se habla de la asignación de tareas para protegernos y buscar a los mortífagos al mismo tiempo.

Las distintas posturas y opiniones van poco a poco recordándome a un antiguo cuento que me contaba mi madre en raras ocasiones durante mis lecciones de historia sobre nuestros antepasados.

El cuento hablaba de las hazañas y desdichas de un lobo hambriento que un buen día nada más llegar el invierno, apareció junto a un pueblo en las montañas. Los pastores, conocedores de la presencia del feroz animal y de su peligro, decidieron encerrar a las ovejas en un único establo mientras ellos formaban patrullas nocturnas con la idea de cazar al lobo. Al comienzo, noche tras noche el lobo trató de alcanzar el guarecido rebaño esquivando al tiempo las patrullas que trataban de dar con él. Noche tras noche, el lobo falló en su intento, bien espantado por las furiosas hordas de pastores que le daban caza, bien frustrados sus intentos por entrar en el guarecido redil. El lobo, hambriento y frustrado, no sabiendo qué mas podía hacer, decidió emplear una última y desesperada treta...

Parpadeo rápidamente, al verse interrumpido el hilo de mis pensamientos por una duda en mi cabeza.

Doy un par de pasitos hacia Hermione y Luna mientras charlan sobre las revistas y les pregunto:

- ¿A qué creéis que se refirió el Profesor Dumbledore cuando dijo que con la noche llegan nuestras pesadillas? El tono que empleó parecía hacer referencia a algo más que a lo que nos contó en un primer momento -

Draco no había hecho más que soltar alguna que otra risota perdida, sin motivo ni destinatario. Simplemente dejaba escapar la angustia de esa situación.

Nadie le había pedido su opinión, ayuda o colaboración y aquello empezaba a sacarle de quicio: él merecía tanta, o incluso más, sobreatención que quien se encontraba ausente. Descruzo los brazos decidiendo que iba a tomar cartas en el asunto, sorprendido de quien le había despertado de su letargo enfurruñado. Minerva McGonagall había demostrado que se merecía cada una de sus arrugas, y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

- ¿Puedo ayudarla en algo? - se ofreció directamente a ella con su sonrisa de buen chico; la misma con que tantas veces se había paseado por los pasillos de Hogwarts en busca de un profesor a quien poder delatar con nobles intenciones las malas acciones de algún compañero.

Escucho callada la mayor parte de las charlas. Pero voy anotando mentalmente ciertos detalles, ciertas palabras Ciertas acusaciones... pienso. Más tarde las hablaría con Sirius, el único en el cual confiaba ahora mismo. Puede que sea porque es mi primo, pero me parece el único sensato e inocente. medito mientras doy una vuelta y decido sentarme en un banco.

El hambre empezaba a hacerse notar en mi estómago, y el techo que reflejaba el cielo había empezado a osureecer hacía un tiempo, ya lucían algunas hermosas estrellas sobre su cabeza

Irónico, encerrados pero como al aire libre murmuré para nadie en concreto.

No tiene mucho sentido que todos formemos una patrulla, porque sería lo mismo que quedarnos aquí todos. manifiesto mi opinión sobre la idea de Sirius. Miré como algunos se ofrecían a quedarse en el Gran Comedor ¿Para defender a alguien o solo a ellos mismos? medité ¿por valor o por miedo?
Así que yo me quedaré también con... les miro intentando no manifestar disgusto, pues al fin y al cabo debería ser imparcial ellos. Aunque por las noches, todos los gatos son pardos, será difícil distinguir entre lo real y lo aparente.

Miro con complicidad a Sirius, no estoy asustada ni preocupada, más bien al revés; seguro que él era tan consciente de todo como el que más.

Más que la noche, me preocupa ver como unos a otros os empezáis a lanzar acusaciones sin fundamento... el rugir de mis tripas tapa mis siguientes palabras y me pongo colorada. Vaya... Dobby, ¿te ofenderías si te pidiese que convocaras algo de comida desde las cocinas?

Sonrie

- Dobby lo hace porque es libre y quiere hacerlo - chasquea los dedos apareciendo comida sobre la mesa, un poco de todo - y Dobby también tiene hambre! - dicho esto el elfo se lanza a por una tarta de gelatina sin esperar a nadie.

El elfo estaba apunto de comenzar la tarta cuando fue elevado unos pocos metros por encima de la misma. Fue Salazar quien habló.

-Tu libertad no justifica tu falta de modales, elfo.- A nadie pasó desapercibido que era la primera vez que Slytherin tuteaba a alguien.- Liberacorpus.- La gravedad tardó una fracción de segundo en volver a hacerse cargo de Dobby, que cayó directamente sobre la tarta.

Parecía que el viejo Slytherin si que tenía alguna especie de extraño sentido del humor. Y ningún respeto por aquel elfo doméstico.

Todo tiene una pinta deliciosa, muchísimas gracias Dob...

La tensión que todo el día había estado presente en el comedor la había mantenido alerta y en cuanto oyó como Slytherin levantó su varita contra el elfo me puse en pié con un ágil salto, haciendo que el banco se cayese hacia atrás y con un grácil movimiento de varita grité: ¡Protego!

El señor que hacía llamarse Salazar Slytherin podía haber sido un gran mago, pero aún así yo era una joven bruja muy bien preparada y detener un conjuro sencillo como aquel no era difícil.

Escúheme señor, ni se le ocurra volver a levantar la varita contra nadie de esta sala o se las tendrá que ver conmigo, ¡mequetrefe! le grité al mago apuntándole directamente al corazón. ¿Estás bien Dobby? le pregunté al elfo sin quitarle los ojos de encima a Salazar, podía no creer que aquel señor fuese quien decía ser, pero eso no evitaba que fuese peligroso

Dobby se incorpora como puede sobre la tarta y mira mal a Slytherin - Dobby es libre y Dobby no tiene porque comer despues de nadie - frunce el ceño cuando consigue ponerse en pie sin resbalar con los restos de tarta, coge un trozo y se lo mete en la boca y lo mastica mirando fijamente al mago.

Sirius escucha a Tonks y asiente. Ciertamente, su opinión era válida pues no todos debían estar de acuerdo. Al igual que él, ella hacía lo que creía correcto. Asintió con la cabeza para decirle que no era nada que considerara personal, así que ante el acto de Dobby, sólo pudo observar maravillado la cantidad de comida que aparecía.

Sirius ya saboreaba un poco los manjares, pensando hace cuánto no probaba la exquisita comida de Hogwarts. Se disponía a sentarse cuando Salazar Slytherin lanzó aquel encantamiento contra Dobby. Sirius lo observó enojado y le dijo - Niñerías como esa son indignas de un fundador de Hogwarts. Como bien ha dicho, Dobby es un elfo libre - dicho esto, tiende una servilleta al elfo y le ayuda a levantarse, aunque procura no ensuciar su traje con la tarta que Dobby ha destrozado.

Mira a Hermione y le dice que se acerque. No quería que ella se metiera en problemas, ya que ella se consideraba una de las activistas principales por la libertad de los elfos domésticos.

En ese momento, recordó a Kreacher. Ese elfo que siempre estaba en su casa, el cual detestaba a Sirius, al igual que el resto de su familia. Su madre lo había enloquecido y, en ocasiones, parecía tan loco de remate como la misma Bellatrix. Era extraño y malhumorado, aunque su comida no estaba mal.

Después de divagar un poco más, Sirius se sienta a comer. Busca comidas ligeras, ya que no pretendía pasar la noche con una fuerte pesadez.