Partida Rol por web

Bellatrix se esforzaba por no sentirse impresionada. Pero lo cierto era que lo hacía. La niña parecía ser extremadamente inteligente y hábil. Incluso a pesar de su sangre sucia, lo cual hablaba bastante de su capacidad de esfuerzo. ¿Qué no habría podido hacer si hubiera sido una bruja de verdad?

Estaba pensando en ello cuando al escuchar el tono con el que Hermione se refería a la profesora Trelawney, Bellatrix resopló con desprecio. - Ni se te ocurra dejar que esa rata repugnante te haga sentir menospreciada. Su sangre será más limpia que la tuya, pero no es más que escoria. - Y según pronunció esas palabras ella misma parpadeó con extrañeza por haberlas dicho, pues hasta hacía unos momentos habría sido ella misma la que habría disfrutado haciendo que la niña se sintiese mal. 

- Así que la segunda visión... - Continuó hablando enseguida, con la esperanza de que sus anteriores palabras de ánimo cayeran rápidamente en el olvido. - Eso es interesante, sí. ¿Lo has probado ya con alguno de los presentes? - Durante algunos segundos se quedó callada, como indecisa antes de seguir. - ¿Podría sugerirte que pusieras tus ojos sobre Tom Riddle? - Preguntó, envarándose por el hecho de estar pidiéndole algo a una sangre sucia. - Él es... ¡¿sabes quién es?! - Preguntó, empezando a agitarse. - O mejor dicho... ¿Sabes quién fue? ¡Es Voldemort, niña! ¡El mismo, pero antes! - La confusión en la que flotaba la mente de Bellatrix se hizo tan densa que durante algunos segundos ningún pensamiento pudo salir de ella con claridad. - Dudé, pensé que podía ser un animorfomago tomando su forma. ¡Pero habla pársel! - Negó con la cabeza. - Tiene que ser Él. Y su comportamiento en la Sala Común es extraño. Muy extraño. Pero no comprendo... ¿Cómo ha adoptado su propia forma? ¿Y por qué no me ha convocado? - Parecía difícil sacar a la mujer del bucle de pensamientos en el que ella misma se había enredado, exaltada al expresar sus dudas sobre Tom Riddle.

No supo cómo sentirse cuando escuchó cómo la defendía de la profesora Trelawney. Por un lado se sentía sin duda halagada, pero por otro... no creía realmente que la profesora de Adivinación fuese mala persona. Tan solo se le había ido el norte, y se aferraba a la fama de su antepasada para vivir del cuento, pero nunca le haría daño a nadie. ¿Verdad?

- Sí... Me he centrado en la profesora McGonagall. -Miró a Bellatrix con ojos de cordero, se sentía algo culpable por haber tenido tanta prisa al usar su don.- Quería asegurarme que los miembros de mi casa eran de fiar... -se disculpó.- Pero el próximo será él, si lo crees necesario.

No comentó nada más al respecto, pero lo cierto era que sabía de sobra quién era Tom Marvolo Riddle. Aunque no le había visto, claro, pero Harry le había hablado de él. Si tenía que encontrarle el lado positivo a que uno de sus mejores amigos siempre estuviese en peligro de muerte, era sin duda el acceso a toda aquella información.

- Siguiendo con la profesora McGonagall, en principio no supone ningún riesgo. No es... -¿cómo decirlo?- una de las traidoras. Tiene mucha influencia por lo que he podido ver, así que creo que será capaz de convencer a alguien más para que vote en contra de quien ella diga. Quizás un fantasma o... ¿Peeves? A uno de los presentes desde luego que no. Ella no haría eso. Además creo que guarda otro truco la manga para una situación extrema...* -La verdad es que no le gustaba pensar en la profesora teniendo que recurrir a tal acto, pero realmente era lo que tenían que hacer para acabar con todo aquello.

Miró a los ojos a Bellatrix, esperando su reacción, nerviosa. ¿Qué pasaría si realmente era Voldemort el que andaba detrás de todo aquello y la había dejado atrás? ¿Cómo se sentiría? No había resultado ser una de las traidoras, pero, ¿y ella qué opinaba de todo aquello? ¿Sería capaz de ir contra Voldemort?

Al separarse de la pequeña en el Gran Comedor para acudir a las mazmorras que albergaban la Sala Común de Slytherin, Bellatrix se planteó si al amanecer el efecto de lo que fuese que la unía a Hermione se habría disipado. Tal vez al estar separadas la conexión desaparecería. 

Pero al volver a cruzar su mirada con ella al despertar y encontrarla en la Sala de los Menesteres, su corazón latió con más fuerza. La mujer no estaba acostumbrada a la sensación que la niña provocaba en su pecho y la imagen de un corazón envuelto en piedra, liberándose lentamente de su encierro latido a latido, acudió a su mente haciendo que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro.

Bellatrix asintió a las palabras de Hermione, sin querer mostrar que se sentía contrariada por no saber qué escondía el pequeño Tom. - Está bien... Así que la profesora McGonagall es la responsable de ese cuervo que se ha posado sobre el rubito. - Una risa empezó a brotar en su pecho y tuvo que contenerla, pero durante algunos segundos las carcajadas resonaron en su mente. - ¡Esa vieja realmente parece un cuervo! - Consiguió articular entre risas. 

La mujer parecía realmente de buen humor aquella mañana y no tardó en compartir la razón con la pequeña presencia que se había acomodado en su mente y que cada vez le resultaba menos molesta. - El asqueroso squib y el niñato ha llegado a mi estación. - Realmente no parecía tener mucho sentido, pero para ella debía sonar como lo más normal del mundo, porque empezó a reír otra vez. - Aún están callados. Impresionados, supongo. Pero espero que pronto empiecen sus lloriqueos.

Su mirada recorrió el salón y se detuvo en Nymphadora. - Voy a votar a mi sobrina hoy. Es una traidora a la sangre. - Dictaminó decidida. 

Había pasado la noche en vela, y aunque Hermione estaba más o menos acostumbrada a ello debido a sus metas estudiantiles, reconoció que esta vez, había sido demasiado. La próxima noche trataría de dormir, tampoco ganaría nada si mientras estaba de guardia bajaba sus defensas por culpa de que el cansancio iba minando sus fuerzas.

Sin embargo, cuando amaneció y volvió a ver a Bellatrix, sintió como si desde el centro de su pecho la energía comenzase a brotar en todas direcciones por su cuerpo, devolviéndole las fuerzas que había perdido durante la noche. Se alegró también de ver que ellas estaban sanas y salvas y que habían sido capaces de protegerse la una a la otra.

Las palabras de la Slytherin, no obstante, seguían sin gustarle demasiado, aunque tenía que reconocerle que sonaba más suave en la intimidad de sus cabezas. Quizás sí que se pueda hacer algo...

- Dobby no se fía de tí, supongo que los magos de clase alta no tienden a tratar muy bien a sus elfos domésticos... -frunció el ceño al recordar a Winky- aunque no entiendo por qué desconfiar antes de tí que de Salazar Slytherin. Ya has visto como le trató. -Sus pensamientos se volvieron ligeramente más chillones, cuando se hubo calmado, prosiguió, comenzando a soltar una retahíla de palabras por la boca.- Supongo que es más fácil acusar a quien hace ruido... Y hablando de eso, la profesora McGonagall en un principio no cree que seas culpable, aunque reconoce que el hecho de que seas tan obvia le hace dudar. Por un lado no cree que uno de los actuales traidores se comportase así tan abiertamente, pero por otro lado cree que eso es justamente lo que ellos podrían querer hacernos creer y... -se calló un momento, dándose cuenta de que lo que estaba diciendo era lioso hasta para sí misma- básicamente cree que quizás lo estés haciendo para despistar justamente por la obviedad del asunto.

Hermione sentía que quería hacerles callar a todos de una vez, demostrarles que aquella mujer ya no era como antes, al menos en el lugar más recóndito de su corazón. Le parecía completamente injusto que la tratasen así simplemente por lo que un día fue. Sin más pruebas que su pasado. Todos merecían una segunda oportunidad si demostraban que realmente la querían.

- No creo que sea una buena razón para acusar a alguien... -comenzó, despacio- Yo creo que le daré mi voto a... Salazar Slytherin. -Su comportamiento de la noche anterior había sido deleznable, y aunque el hecho de que hubiese intentado maltratar a Dobby no demostrase su traición. No tenía nada mejor que aquello. Miró a Bellatrix y abrió la boca, como para decir algo, pero finalmente no lo hizo.

Había mostrado su desacuerdo con las razones de Bellatrix para votar a Tonks y sin embargo, sus razones para votar al fundador de la casa de las serpientes no eran mejores. Quizás... no fuesen tan distintas como parecía.
 

Bellatrix parpadeó sorprendida ante la exaltación de Hermione por el trato a los elfos domésticos. Ella sin duda los consideraba seres inferiores, al igual que al squib o a los sangre sucia. Y sin embargo, ahí estaba. Protegiendo a una hija de muggles cuya inteligencia y determinación empezaban a parecerle admirables. La escuchó con curiosidad, sin comprender por qué la niña sentía afinidad hacia esos bichos que sólo servían para cocinar, pero algo había que reconocerle, pues contuvo su lengua viperina y no dijo nada en voz alta al respecto. 

No dejaba de hacerle gracia que el elfo se atreviese a mencionar su nombre. A escondidas y sintiéndose a salvo, por supuesto. Como había hecho el squib al señalarla mientras se escondía tras las faldas de Lockhart. Realmente ni siquiera comprendía por qué un insecto como ese debería poder emitir un voto con el mismo valor que el de un mago de sangre pura, pero estando Dumbledore de por medio cualquier cosa se podía esperar, incluso una aberración como esa. Cuando Hermione terminó de hablar, Bellatrix negó con la cabeza suavemente. - Lord Slytherin no es uno de ellos. Lo atacaron esta noche, pero pudo salvarse con una poción. - Respondió a la pequeña. - Sin embargo, el profesor Lockhart pertenece a la Inquisición. La cuerva ha estado atinada con su puntería. - Añadió, soltando una risita. - Los Slytherin votarán probablemente por él, aunque no sé si todos. En todo caso, los mantendré apartados de ti.

Sus labios se estiraron en una sonrisa un tanto cínica entonces. Le resultaba de lo más divertido que McGonagall pudiera creer que su sinceridad era producto de una fachada para parecer inocente. Era una idea demasiado retorcida, más propio de Lucius que de ella. - Puedes decirle a ese elfo, o a la cuerva, que no tengo ningún miedo ni de sus votos, ni de la muerte. El único motivo por el que no les lanzo una maldición ahora mismo es porque no quiero que tú pases por algo así. - Su estómago se encogió al darse cuenta de lo que había dicho, pero no trató de retractarse, ni de cambiar de tema. Sin embargo, esa idea suavizó el hilo de sus pensamientos. - Puedes contarles lo que soy capaz de hacer si eso te ayudará a mantenerlos a raya. - Ofreció entonces, con un asentimiento de cabeza. 

Permaneció en silencio durante algunos segundos antes de volver a hablar. - ¿Habías oído hablar alguna vez de un encantamiento como este? ¿Conoces sus limitaciones o sus características? - Preguntó, pensativa. - Ha debido ser alguien realmente poderoso el causante. Y juraría que no ha sido ningún Slytherin. ¿Crees que sería muy aventurado pensar que tal vez esa persona nos esté vigilando? Porque si es así... Apostaría a que ha sido un Ravenclaw con interés en descubrir los secretos de nuestras casas.

Tras dejar esa idea en el aire para seguir pensando sobre ella añadió algo más. - Viktor, el ruso ese, dice que podía proteger a la gente con un poderoso hechizo* de su tierra natal.

Salazar Slytherin y Umbridge resultaban ser inocentes, mientras que Lockhart por el contrario, era uno de los asesinos. Realmente estaba siendo un día lleno de sorpresas. Además, por si fuera poco, las serpientes parecían tener más confianza entre ellos que los Gryffindor. No sabía si algún miembro de su casa había sido atacado, a parte de Viktor, claro, pero si fue así, nadie había dicho palabra al respecto. No sabía cómo sentirse ante tal hecho.

Cuando Bellatrix expresó abiertamente su afán por protegerla, el corazón de Hermione se encogió, quedándose durante un momento paralizada y siendo completamente consciente del calor característico del rubor que aparecía en sus mejillas.

- Si veo que las cosas se ponen feas, entonces les contaré lo de tu maldición y... la unión. -Bajó levemente la cabeza. Tenía miedo de que les pasase algo y... separarse a causa de ello. Volvió a mirar al frente.- Y si llegasen a ponerme en duda, entonces podría revelar los trucos de la profesora McGonagall.

Cuando le preguntó sobre el hechizo del que eran yanotanvíctimas, negó con la cabeza.

- Ayer lo pensé mucho, pero no di con ninguna solución. Ron se libró de los efectos, pero fue porque además había sido envenenado, y al tomar el antídoto para eso, también se le pasó el efecto de la poción. Pero no tengo demasiado claro que eso funcionase sin el veneno de por medio. -La voz le tembló en alguna que otra palabra. Parecía sentirse algo dolida. Lo cierto era que no le había sentado bien que la Slytherin formulase aquella pregunta.

- Así que la siguiente será Umbridge... Si no hay nadie más que pueda realizar algún hechizo protector entonces está perdida. -Habían perdido una gran ayuda. Esta noche habían caído dos, y no fueron más las víctimas porque pudieron protegerse... A saber qué les depararía la próxima noche.

Los labios de Bellatrix se estiraron en una sonrisa al ver el rubor de la pequeña, que la hacía parecer tan encantadora. Pero al darse cuenta de ello se apresuró a tratar de disimularlo, recuperando su expresión habitual. - Me has malentendido, niña. No quiero que nos libremos de este vínculo. - En cuanto lo dijo se quedó pensando en ello. ¿Realmente no quería? El día anterior habría pagado por ello. Pero ciertamente cada vez le resultaba menos molesto y más... Agradable.

Su mente se evadió durante unos instantes mientras daba vueltas a esa cuestión y finalmente volvió a centrarse en lo que decía. - No te lo preguntaba por si conoces algún antídoto. Sino porque quiero averiguar quién es tan poderoso como para hacernos un encantamiento así y cuáles son sus motivaciones. Si hay alguien aquí tan fuerte como para traspasar mi oclumancia, tal vez su magia también sea tan fuerte como para espiarnos. Y esa idea sí que me incomoda, pues no sé qué motivos podría tener alguien para vincularnos a ti y a mí salvo recibir información de Gryffindor y Slytherin. Por eso pienso que podría tratarse de un Ravenclaw. ¿Qué piensas tú? - Preguntó finalmente, mientras en su mente se planteaba por qué le importaba la opinión de Hermione. 

Aclarado ese punto, sus ojos barrieron la sala de nuevo, parándose durante un instante con desdén en su primo Sirius. Su rostro se crispó mientras respondía a las palabras del hombre y cuando los ecos de su grito se disiparon, volvió a buscar la mirada de la pequeña.

- Si les hablas de nuestra unión puede que no crean nada más de lo que les digas. Tal vez piensen que te he contaminado o algo similar. - Dijo con una pequeña sonrisa. La idea de que creyeran algo así le parecía divertida de alguna manera. - Pero siempre puedes decirles que has usado La Vista en mí y eso no te quitaría credibilidad. - Se encogió de hombros con un pequeño suspiro. - Haz lo que creas mejor, eres lista y capaz. Y tú los conoces mejor. 

Su mirada finalmente se posó en la señora Umbridge y se quedó pensativa, como buscando las palabras. - Creo que todavía hay gente que podría protegerla, o salvarla. - Hizo una pequeña pausa, antes de cambiar de tema y volver a mirar a la niña. - Tal vez sería bueno que desvelaras tus habilidades en tu Sala Común. Si hay algún traidor allí querrán atacarte durante la noche, y yo te protegeré de ellos. Eso haría que sus ataques fallasen, al menos una noche, si es que no lo han intentado ya, y ganaríamos tiempo.

Soltó disimuladamente un pequeño suspiro de alivio tras escuchar que las intenciones de Bellatrix no eran las que ella había creído en un principio. Aunque la lógica le decía que algo así no podía pasar, igualmente temía ser la única que realmente se sintiese bien al tener esa conexión entre ambas.

- Sí, un Ravenclaw o... -su mirada recorrió la sala- ¿alguien que nos odie? Quizás no a ambas, pero si a alguna de las dos. -Se mordió el labio, buscando las palabras correctas para lo que quería decir.- Es decir, nadie en su sano juicio llegaría a pensar nunca que tú y yo... que tú y yo... -¿nos enamoraríamos? Su corazón se aceleró.- En fin. Eso. -La miró durante un breve momento a los ojos, expresando con ellos lo que no se atrevía a decir con palabras.- Y seguramente pensaría que es humillante o hasta... divertido. -Las aletas de su nariz se ensancharon. Los filtros de amor no le parecían en absoluto asunto de gracia. Era magia demasiado poderosa. Pero encima, viéndose involucrada, que alguien se riese de sus sentimientos... le parecía de lo peor.

- Creí que quizás... así confiarían en mi más. Es decir, la profesora McGonagall podría corroborar que digo la verdad, pero sí, es posible que sea demasiado arriesgado por el momento. Tienes razón. -Confiaba a ciegas en McGonagall, pero no podía opinar lo mismo del resto de miembros de su casa. Aunque le gustaría que no fuese así.- La verdad es que están todos bastante callados... -dijo, refiriéndose a sus compañeros de casa- pero en cuanto vea que no queda demasiado forzado confesaré mi... habilidad.

Había sido la última en intervenir, y todo había ocurrido antes de decidir revelárselo. Si lo hacía ahora, de la nada, quizás sospechasen algo.

Bellatrix no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver cómo Hermione trataba de definir lo que había entre ellas. El rubor de la pequeña le resultaba absolutamente tierno y adorable. Y entonces se preguntó si su primo no tendría razón. ¿Se estaba ablandando? ¿Qué diría el Señor Tenebroso si la viera en ese mismo instante? Rápidamente se apresuró a borrar la expresión dulce de sus labios y soltó una risita.

- No creo que te cueste demasiado encontrar gente que me odie. - Reconoció con cierto orgullo, echando un vistazo por el salón donde todos estaban reunidos. No le gustaba la idea de que alguien las hubiera unido para reírse, no sólo por ella misma, sino porque le molestaba enormemente que alguien quisiera reírse de Hermione. Sin embargo, que fuese un intento de "darle una lección" no sonaba nada descabellado. - Creo que puedo garantizar que ningún Slytherin es el responsable. - Añadió, todavía escrutando a los presentes. - Estate atenta en tu Sala Común, por si a alguno se le escapa algo que pueda delatarlo. 

Asintió levemente a las últimas palabras de la muchacha. - Con tu poder de la Vista y si no fuera por nuestro vínculo serías la víctima perfecta para los mortífagos. Pero estando yo para protegerte, eres el cebo perfecto para que sus ataques fracasen.

Sacudió la cabeza contemplando el patetismo del profesor Lockhart. - Ese ya está sentenciado. Se condena a sí mismo con sus torpes argumentos. Si es que se les puede dar ese nombre. - Y su mirada se dirigió a Nymphadora. - No te fíes de mi sobrina. La conozco y tiene más de una cara. No se refería a la gata, ni tampoco ha sido un error de cálculo. 

Se quedó en silencio mientras contemplaba con una sonrisa cómo el hombre era ejecutado por el cáliz y después volvió a mirar a Hermione. - ¿Podrás averiguar qué esconde Tom? Necesito saber si verdaderamente es él... Y si es cierto que me ha abandonado.

- Si te soy sincera, últimamente me siento extraña alrededor de Tonks, ha estado de acuerdo con perdonar a algún mortífago si se encontraba en nuestra casa. Es cierto que la idea la dio la profesora McGonagall... pero ella ha resultado ser inocente. Y Tonks parece... no tener muy claro lo que quiere. Primero se indignó cuando creyó que yo decía de proteger solo a los de la casa, y ahora... ¿parece que es lo que quiere? No sé. Es confuso.

Tomó aire y se quedó pensando en todo lo que Bellatrix había dicho.

- ¿Y por qué crees que todos los de tu casa son inocentes? Quizás no sean mortífagos, pero igual hay alguno como Lockhart...

Sinceramente, no creía demasiado útil el mirar al joven Tom, al menos no por el motivo que quería Bella. Sin embargo, lo haría. ¿Cómo podía negarse?

- Que sea Tom, entonces.

La cara de Bellatrix cambió de color, primero empalideció y luego se puso granate por la ira. - ¡Ese asqueroso tallavaritas del tres al cuarto! ¡Nos está espiando! Dolores lo ha contado en la Sala Común. ¿Te diviertes siendo un mirón, Ravenclaw baboso y repugnante? - Espetó a la nada, sin saber a qué punto de su mente dirigir sus insultos.

Dirigió su atención a Hermione entonces. - Ten cuidado con lo que digas, pues todo llegará a sus oídos y quién sabe si al resto de su casa después. - La mujer trataba de pensar rápidamente. ¿Hablar en clave? Pero, ¿cómo establecer la clave si ese hombre estaba ahí, espiándolo todo? Quería hablar con Hermione a solas, sin compartir lo que sentían con una tercera persona en la que ni siquiera confiaba y cuyos motivos para unirla con Hermione le parecían cuanto menos dudosos. - Tenemos que aprovechar cualquier oportunidad que se presente de acabar con él. - Aseguró finalmente Bellatrix, con el ceño fruncido. - Sólo entonces seremos nosotras las que lo tendremos bajo control. ¡Y vaya si disfrutaré escuchando sus lamentos una vez muerto!

Un vínculo entre las varitas, así que era eso y no un filtro de amor... Curioso.

- Tranquila... -la miró desde el otro lado de la sala, con ojos suplicantes- no creo que el señor Ollivander sea un problema. Él mismo nos ha pedido disculpas porque no creyó que esto fuese a acabar así. Y dudo mucho que vaya a compartir todo lo que escuche aquí con los miembros de su casa. Es un hombre inteligente, aunque... he de reconocer que me da miedo que pueda llegar a cambiar de bando.

Tragó saliva y no apartó ni un instante los ojos de Bellatrix. Se sentía aterrada tanto por lo que iba a decir como por el hecho de que ella fuese la elegida.

- Tom es Él. Es el primero de todos*, y creo que si llegase a morir, podría, usando su último aliento, convocar a alguien nuevo.

Le gustaban las cosas como estaban, le gustaba que ambas tuviesen buenas intenciones, le gustaba poder imaginarse que Bellatrix dejaría todo aquello atrás y que tuviesen una vida feliz sin complicaciones.
Rápidamente, y viendo la dirección que tomaban sus pensamientos, cambió de tema, intentando no pensar más en aquello, aunque sabía que solo sería temporal.

- Tonks ahora ha intentado acusar a Luna, por haber votado a Umbridge cuando estaba claro que esta decía la verdad. -Se mordió el labio, dubitativa.- La verdad es que ha sido un comportamiento extraño. ¿Por qué votarla cuando se sabía que saldría a la luz? Sería demasiado obvio, y estaba claro que luego las acusaciones iban a ir contra ella. No parece propio de Luna.

Aunque claro, ¿era propio de ella estar hablando de manera tan relajadamente con Bellatrix?

- Aún no les he revelado mi habilidad. No sé si me creerían... Umbridge parece tener algo parecido a lo mío, quizás si lo revelo me pongan en duda por ello. -Se sentía insegura, y normalmente nunca se mostraba así frente a nadie, lo tapaba todo con una fachada de saber.- Aunque siempre podría revelar el poder de McGonagall para que me creyesen. También podría acusar a Tom, pero eso no demostraría nada, y si decidiesen no creerme... tampoco ayudaría.

Bellatrix no se sentía nada cómoda con la presencia del señor Ollivander escuchando todo lo que compartían, pero a pesar de que deseara matarlo con sus propias manos, no podía hacerlo. Las palabras de Hermione fueron como un bálsamo para su espíritu y contuvieron sus impulsos de lanzarle directamente una maldición al hombre en la Sala donde todos se encontraban. 

- No me fío de él, ni de sus motivaciones, podría... - Sus palabras se detuvieron al escuchar el veredicto de la pequeña sobre Tom Riddle  y sus ojos expresaron confusión. - Es Él... - musitó en un hilo de voz. -¿Pero por qué me ha abandonado? ¿Por qué no me ha convocado a su lado? Yo era su más leal teniente... ¿Y ahora ya no me quiere a su lado? - La expresión de Bellatrix se volvió confusa y dolida mientras sus manos empezaban a temblar y sus ojos buscaban los de Hermione para encontrar en la mirada de la pequeña las fuerzas que sentía que le faltaban. 

Se sentía insegura y abandonada. Castigada por el que consideraba su Señor sin comprender los motivos. No llegó a plantearse como Hermione que tal vez pensara llamarla más tarde. Ella debería haber estado ahí a su lado desde el principio. Como había sido siempre. No entendía qué había cambiado en El Señor Tenebroso para no haber llamado a su más fiel seguidora.

Le costó prestar atención a las siguientes palabras de la joven cuando sus pensamientos se habían vuelto una masa densa y pegajosa de frases dolidas chocando unas con otras sin demasiado orden ni concierto. Tuvo que esforzarse con todas sus fuerzas por comprender lo que Hermione decía y entonces sus ojos se centraron un poco. - No me extrañaría que mi sobrina estuviera usando sus habilidades como metamorfomaga para copiar las de los presentes. Eso explicaría sus cambios de opinión. No confíes en ella, pues es voluble y no mostrará su verdadera cara. Sin embargo... La pequeña Luna. Su voto es curioso, sí. Me pregunto qué le ofreció el profesor Lockhart para que no votase por él. Ahora está intentando seducirme en la última estación, no comprendo con qué intención. ¡Esa sabandija repugnante y teñida! ¿Tal vez ellos dos son esos de los que habló el señor Ollivander? Los que tenían ese escudo protector y podían hablar entre ellos... Eso explicaría ese apoyo hacia alguien que había confesado su traición. 

Su mirada se suavizó al escuchar las dudas de la pequeña y ladeó la cabeza preguntándose si ella sabría lo tierna que se ponía cuando se mostraba vulnerable. Nunca reconocería que le agradaba que sólo lo hiciera con ella mientras fuera mantenía su fachada de fortaleza. - Creo que te creerían. Tienes a McGonagall como prueba de que realmente tienes esa capacidad. Y que Dolores también tenga La Visión no impide que tú la tengas. Pero es tu decisión, pequeña. Si no lo ves claro, no lo hagas. Sólo tú sabes cómo es el ambiente en la Sala Gryffindor. Puedes guardarlo para más adelante, por si en algún momento desconfían de ti. 

Asintió con la cabeza, sintiéndose extrañamente sensata por sus últimas palabras, e inevitablemente su mente volvió a la fuente de sus mayores preocupaciones. - ¿Por qué me ha abandonado? - Preguntó, buscando la mirada de Hermione con expresión dolida. 

Cuando una retahíla de pensamientos llegó a su mente, Hermione buscó con la mirada a Bellatrix. Miró sus manos, temblorosas, y luego buscó su mirada. ¿Cómo podía calmarla? Realmente quería hacerlo, pero no sabía muy bien cómo.

- ...Bella... -tragó saliva- él... no creo que realmente apreciase lo que le ofrecías, por eso no te llamó al volver. -¿estaba justificando que Voldemort no la convocase? Fruncío el ceño, sin saber cómo continuar.- No merece la pena que te pongas así por él. Está perdido, no conseguirá nada... -sus ojos se perdieron en los de Bellatrix- Hay muchas cosas que ni él ni sus seguidores pueden ni podrán sentir, jamás, porque su odio lo eclipsa todo. Esto que estás sintiendo ahora, estando junto a él, nunca podrías llegar a experimentarlo.

De repente sintió ganas de llorar, así que apartó la mirada. Le estaba resultando difícil mantener la compostura cuando Bellatrix parecía estar sufriendo tanto. Y todo por culpa de Él. Aquel que no apreciaba ni la lealtad que le profesaban los que estaban junto a él. Aquel que hacía que sus seguidores sacrificasen sus vidas como si fuesen basura. Aquel que había matado a los padres de Harry.
Quería cruzar la Sala de los Menesteres y abrazarla, decirle que todo iba a estar bien y que ella nunca la dejaría de lado. Pero no podía. Aquello era exponerse, y quizás sería la muerte de ambas.

Tomó una buena bocanada de aire y lo exhaló lentamente.

- Es Sirius quien tiene el otro vínculo. No sé con quién, pero esa otra persona dice conocer muy bien a Cho... Le he preguntado cómo es que esta otra persona sabe tan a ciencia cierta la personalidad de Cho. Porque dependiendo de la respuesta, quizás alguien mienta, o más bien trate de jugárnosla. -Miró de reojo a Umbridge y luego volvió a posar su mirada en Dobby, como si nada.- Creo que Sirius sabe mi don. Ha dicho que había que mantener a Luna vigilada, bueno, más que decirlo, me lo ha dicho. A mi. Si esta otra persona ha buscado en mi interior y también lo ha hecho con Cho... Umbridge no puede ser la vinculada con Sirius, porque ella se supone que lo hizo con Lockhart y con Ollivander.

Bellatrix nunca habría creído que las palabras de alguien como Hermione pudieran aplacar la sensación de abandono que invadía su pecho en esos momentos. Y sin embargo, sentía una extraña calidez al cruzar su mirada con la de la pequeña al otro lado de la sala. Por algún extraño motivo que no alcanzaba a comprender, le daba fuerzas y ánimos para seguir adelante, siempre y cuando fuese a su lado. 

Asintió casi imperceptiblemente y se mordió el labio, escuchando las palabras y deducciones de la joven. Su ceño se frunció al escuchar a la profesora de adivinación y su mirada buscó una vez más la de Hermione. - Demasiada gente con la Visión. No creo que todos estén del mismo bando. Esa profesora estúpida y chocha se ha expuesto sin motivo alguno, casi como si esperase ser atacada, ¿no crees? Y si ha investigado en Dolores y en mí, tampoco puede ser la persona unida al traidor de mi primo. - Bellatrix miraba a su alrededor en el salón todavía con el ceño fruncido. - Se acumula el trabajo con tantos sospechosos. He intentado interrogar al inútil del teñido, pero no suelta prenda.

- La profesora McGonagall cree lo mismo que tú, que Trelawney espera ser atacada... -Se llevó una mano a la cabeza y se frotó la sien. Ella tampoco se esperaba que saliesen tantos "videntes" de repente.- ¿Te parece bien si revelo nuestro vínculo? Alguien de mi casa quiere protegerte esta noche porque todos están de acuerdo, y si lo hace, esa habilidad será desaprovechada.

Bellatrix asintió con la cabeza. - Sí, me parece bien. Cuéntalo, después de que esa lunática hablase a todos de mi maldición no creo que desconfíen de ti por estar unida a mí. Nosotras estamos a salvo y es mejor que no desaprovechen algo así. - Arrugó la nariz pensando en algo. - Es curioso que haya otra persona con conocimientos para proteger en tu casa. El ruso decía tenerlos también. 

La mujer estaba a punto de preguntar de quién se trataba, pero sabiendo que Ollivander escuchaba no llegó a hacerlo. No le gustaba ni pizca darle información a ese vejestorio que se creía con derecho a unir a la gente y luego espiarles. 

Sin embargo, había un tema que habían dejado aparcado por ser peliagudo pero que necesitaba ser tratado. La voz de Bellatrix sonaba afectada al empezar a hablar. - Escucha. He delatado a Tom en la Sala Común Slytherin. - Explicó con voz alicaída. De alguna forma se sentía traicionando sus principios. - Al principio ha tratado de negarlo, pero después acusó a la vieja chocha chalada* y al enano medio duende** como sus ayudantes mortífagos. No estoy segura de que diga la verdad y no esté intentando culpar a otros para proteger a sus compañeros. Pero sea como sea, creo que podríamos aprovechar esta unión, y que el viejo verde se afila la varita escuchándonos para acusarlo mañana.

Suspiró quedamente. Era realmente difícil para ella planear algo así, contra el que siempre había considerado su Señor. Y sin embargo, nunca se había sentido a su lado como lo hacía con Hermione. Y él no la había convocado. - Si cuentas en tu casa lo que has descubierto sobre él y el tallavaritas lo cuenta en la suya, tal vez podría señalarlo él mismo sin delatar lo que tú eres capaz de hacer, diciendo que lo ha escuchado espiando. Así tú no te pondrías en peligro y todos sabrían lo que esconde Tom... #- Su voz se perdió dejando la frase en el aire y buscó los ojos de Hermione al otro lado de la sala tratando de encontrar ánimos para lo que proponía.

La Gryffindor no pudo evitar abrir los ojos de manera exagerada tras escuchar todo lo que había ocurrido en la Sala Común de las serpientes.

- ¡¿En serio?! -sonaba realmente emocionada- Alguien de mi casa también señaló al profesor Flitwick, era una sospecha, aunque con buenas razones sin duda.

Luego se quedó pensando un momento y mientras tanto, el ceño se le iba frunciendo poco a poco.

- ¿Realmente delataría así a sus vasallos? -un nudo se le formó en la garganta y la respiración se le comenzó a acelerar. ¿Y si mentía? ¿Y si se habían puesto de acuerdo? Quizás Bellatrix tenía razón y simplemente era un intento de desviar la atención.- Alguien de mi casa dice tener sueños con ciertas personas de las que estamos reunidas. Tres por noche, para ser exactos. Y uno cree es culpable. Esta segunda noche dijo soñar contigo, con Dobby, y con el profesor Flitwick. A tí te descartó por razones obvias, a Dobby también porque... en un principio confiamos en él, y luego quedó Flitwick. -Comenzaba a sentirse ansiosa, y se notaba porque sus pensamientos habían salido con suma rapidez, casi apelotonándose uno encima de otro.- ¿Y si justo lo ha dicho ahora porque se puso de acuerdo con Tom? ¿Estoy siendo demasiado paranoica?

Cerró los ojos con fuerza y trató de aclararse, aunque no con mucho éxito. Luego miró a Bellatrix, encontrándose para su alivio con los ojos de ella.

- Le dije a la profesora McGonagall que se encargara ella de Tom, porque así no tendría que delatarme yo. Pero le acabo de decir que espere. Porque si el señor Ollivander accede a hacer lo que has dicho, entonces la profesora McGonagall podría aprovechar su magia para otra ocasión.

Bellatrix soltó una risita al escuchar las palabras de Hermione. - Es curioso. Porque precisamente Tom intentó alegar al principio que él tenía esa clase de sueños también. Tal vez sí los haya delatado, ya que intentó convencernos para que lo dejáramos con vida a cambio de venderlos a ellos. Pero después de que mintiese con lo de los sueños, cualquier cosa que diga podría ser mentira. - Hizo una pequeña pausa y arrugó el ceño. - No sabremos si miente o no sobre ellos, al menos hasta que puedas comprobar tú misma lo que esconden. 

Miró al infinito durante un instante. - Sería bueno saber si el tallavaritas está dispuesto a ayudarnos y delatarlo él en público para que podamos dedicarle nuestros votos. Pero si no lo hace, que se encargue la cuerva. Tal vez sea más sincero cuando llegue a la última estación. - Terminó afilando la mirada con rencor. El dolor por sentirse abandonada estaba empezando a tornarse en molestia. No sólo no la había convocado, sino que encima había intentando mentir a toda la casa Slytherin. Y si era cierto lo que decía, había preferido tomar como siervos a una vieja desquiciada y a un medio duende. ¿Dónde quedaba la pureza de la sangre?

Tomó aire para hablar, pero volvió a expulsarlo, haciendo una pausa más larga de lo que parecía iba a ser en un principio.

- Tonks ha dicho que también tiene la visión.  -Hizo un gesto de fastidio con la boca.- ¡¿Cuántos somos?! A ver, está Umbridge, está la persona que mantiene la unión telepática con Sirius, que por cierto, aún no me respondió al respecto, -tomó aire, para proseguir con la lista- está la profesora Trelawney, que seguramente sí tenga la visión porque reveló tu maldición, lo que pasa que debe servir a quien no debe. Estoy yo, y finalmente está Tonks. -Volvió a escucharse la lista de nombres mientras los repasaba mentalemnte.- Obviamente alguien miente. No podemos ser tantos. No es como ser animago, no se puede sacar un examen. Tiene que haber un límite, y viendo los que somos, no puede ser tan alto. Y yo también me inclino por Tonks. Cuando reveló hace nada que tenía ese don, dijo que no tenía claro a quién observar, y le pregunté que si ya lo había usado con alguien porque, al fin y al cabo, aunque no supiese por dónde empezar, no le hacía daño a nadie. Estoy ansiosa por ver la respuesta.

Suspiró y trató de relajarse. Hubiese deseado que al menos compartiesen casa, si fuese así, al menos podrían estar juntas, físicamente hablando. Pero así, según estaban ahora... cada vez se hacía más insportable el tener que hablar con ella mentalemente, sin poder dedicarle abiertamente una sonrisa o incluso tocarla por miedo a lo que pudiese pasar después. Y aunque era lo correcto, y tenía que reconocer que era realmente útil, le fastidiaba tener que usar esa conexión para hablar sobretodo de toda la locura que estaba ocurriendo a su alrededor en vez de centrarse en ellas.