Partida Rol por web

Sois los Enamorados: Una pareja que se protege ante todas las cosas y comparte pensamientos y sentimientos. Por la noche uno protege al otro, así que no podéis morir. Pero, si en las votaciones diurnas cae uno, el otro morirá de pena.

Claro que puedes. Está la posibilidad de que todos los de tu casa caigan, salvo uno. Y los miembros de las otras casas también. Tu Casa sería la ganadora por haber tenido el miembro más vitalicio :P

XDXDXDXDXDXD

Pero, no, tú, por ti misma, no podrás ganar por Casas, ya que estás ligada a una Gryffindor, y si ella cae, tú vas detrás, y viceversa :(

Bellatrix abrió los ojos desorbitadamente al sentir una presencia en su mente. - Legeremancia... - Pensó de inmediato. Y bloqueó su mente, no por nada era una poderosa oclumante. Pero su estómago se contrajo por la sorpresa al darse cuenta de que no había funcionado. Esa presencia seguía allí. 

Sus ojos recorrieron el Gran Comedor y su respiración se cortó durante algunos instantes al cruzarse con la mirada de una de las alumnas. Sintió cómo su corazón latía con fuerza, la piel de sus brazos se erizaba y un escalofrío recorría su espina dorsal. - Tú. ¡Sabandija! ¡Sangre sucia! - Pensó en su dirección mientras sus dedos se crispaban. - ¿Qué me has hecho? ¿Qué haces en mi cabeza? 

La mujer se sentía confusa y asustada al darse cuenta de que alguien la había unido a la pequeña Gryffindor. Había pocas cosas peores que pudieran pasar por su mente. Y sin embargo, cada vez que la miraba, desde el otro lado del salón, sentía un cosquilleo en el pecho que hacía tanto tiempo que no sentía que apenas recordaba. 

Los pensamientos de Bellatrix empezaron a arremolinarse en su cabeza, confusos y contradictorios. Algo la impulsaba a cuidar y proteger a una de las personas a las que despreciaba hasta desear su muerte. Y si podía ser tras torturarla largamente, mejor. Sabía que tenían que ser sentimientos impuestos, ajenos a sí misma, pues su corazón siempre había estado junto a su Señor, pero al mismo tiempo no podía evitarlos. Se llevó débilmente una mano a la cabeza, intentando poner orden en el lío en que se había convertido su mente sin demasiado éxito.

De repente, y como salido de la nada, notó algo distinto en su mente. Algo que no debería estar ahí. Frunció el ceño y su mirada vagó por la sala, sin embargo una vez escuchó la voz en su mente, no hizo falta más. Las aletas de su nariz se dilataron y adoptó una pose defensiva.
Si era Legeremancia estaba perdida. No había estudiado Oclumancia, y no era por falta de ganas. Aún recordaba cuando Harry aparecía en la Sala Común completamente sudado y exhausto, quejándose de que el profesor Snape no le daba tregua. Ella no le había dicho nada porque era un tema peliagudo, pero realmente le envidiaba, porque sabía que ella ni suplicándole recibiría aquellas clases, seguramente de tratar de convencerlo acabaría por quitarle todos los puntos a Gryffindor.

Al escuchar las palabras de Bellatrix en su cabeza, y darse cuenta de que no era ella la que había hecho aquello, clavó la mirada en la suya y sonrió.

No era Legeremancia, sin embargo... ¿qué era? Se concentró, pasando a través de la voz chillona de Bellatrix, hasta llegar a su biblioteca personal, donde guardaba como un tesoro todo lo que había leído y estudiado estos últimos años. Y sin embargo, no parecía haber nada útil en aquel momento.
Volvió a mirar a Bellatrix y entonces se dió cuenta de algo que antes no le había ocurrido. Su corazón parecía querer salirse de su pecho. Tragó saliva, pero aún así no dejó de mirarla. ¿Qué era aquello? Era parecido a... a... cuando miraba a Ron. Pero más intenso.

¿Un filtro de amor? Recordaba, por lo que le había contado Harry, que Ron se había comportado como un completo descerebrado cuando, por error, había tomado el filtro amoroso de Romilda Vane. Pero nadie le había dicho que se formase una conexión tan fuerte entre ambos, llegando incluso a poder saber qué pensaba el otro. Sabía que los filtros de amor eran magia muy poderosa, pero... aquello era de locos.

- Cuidado con lo que dices. -¡¿Cuidado con lo que dices?! ¿Por qué había dicho aquello? De repente notaba la boca seca. Y su cerebro parecía necesitar más oxigeno del que estaba recibiendo. ¿Era aquello un conflicto interno? ¿Lógica vs sentimientos? Nunca le había ocurrido nada parecido. Por las barbas de Merlín, lógica, siempre lógica. Y ahora sin embargo, era el otro lado el que estaba ganando.

Bellatrix tuvo que hacer uso de todo su control para no soltar una carcajada en el Gran Comedor al escuchar la voz en su cabeza. Sin embargo, la risa reverberó por todos los rincones de su mente, sonora y aguda. - ¿Cuidado? ¿Cuidado por qué? ¿Qué vas a hacerme... tú? - Pensó en dirección a la pequeña y audaz Hermione. - ¡Podría aplastarte con los ojos cerrados! - Sin embargo, las amenazas sonaban vanas incluso para ella, pues algo la impelía a proteger a esa niña y en lo más profundo de su pecho sabía que no sería capaz de hacerle ningún daño. 

Las manos le temblaban por la lucha que mantenía en su interior y sus ojos se entrecerraron. - ¿Has sido tú quien ha hecho esto? - Preguntó finalmente a la pequeña. Su mirada recorrió el salón, buscando a alguien que las mirase o estuviera atento a sus reacciones. - ¡¿O ha sido otra de las sabandijas?! Quién haya sido lo pagará muy caro... 

La mujer trataba de resistirse a lo que sentía, recuperar el odio y el desprecio que siempre le había provocado la gente como esa niña... Pero cada vez que sus miradas se encontraban debía controlarse para que sus labios no esbozaran una sonrisa, o para no acercarse a ella. Cuando se dio cuenta de que estaba pensando en acariciar sus cabellos y una extraña ternura aparecía en sus entrañas sacudió la cabeza, intentando librarse de esa sensación que repugnaba por completo a una parte de sí misma.

Cuando escuchó la risa de Bellatrix en su mente, sonrió. Y aprovechó que en aquel momento Cho la había saludado para camuflar la sonrisa.

- He sido capaz de entrar en tu mente, ¿no? Quizás sea bastante más poderosa de lo que crees. -De algún modo (y cuando trataba de no prestar atención a aquel extraño cosquilleo) la situación actual le parecía divertida. En muchas ocasiones le habían juzgado por no ser hija de magos, y aunque ya no se lo tomaba tan a mal cuando le llamaban sangre sucia, no le gustaba que la menospreciaran por algo tan tonto, y mucho menos que se metiesen con sus padres. Aquellos que estaban orgullosos de ella sin importar qué y que se habían molestado en educarla debidamente, como deberían haber hecho con muchos de los presentes.

Su mirada seguía buscando al culpable de aquella unión, pero no servía de nada. Y aunque diese con él, ¿qué? No podía salir de allí para conseguir lo necesario para deshacer el efecto de la poción, ni tampoco podía hacer nada contra ella. Lo peor era que sabía que llegaría un momento en el que prácticamente ni podría pensar con claridad, se olvidaría por completo de que aquello era fruto de una pócima. Y sinceramente, no era la mejor situación del mundo, pero de algún modo, aquello le aseguraba que Bellatrix no podría hacerle nada, de haber querido.

- No creo que lo hayas hecho tú. - Respondió Bellatrix frunciendo el ceño. - Dudo mucho que tú tengas tanto poder. Creo que alguna de las otras sabandijas intenta castigarme con tu presencia. - A pesar de sus palabras, la mujer se iba ablandando como nunca habría imaginado. Una parte de sí misma la seguía instando a insultar y maldecir a Hermione. Pero cuanto más la miraba, más se suavizaba su expresión. Las manos le temblaban y las cruzó en su regazo para disimularlo. Temía que si la situación se alargaba terminaría sintiendo... Cosas. Hacia una Gryffindor sangre sucia. Y a pesar de que la idea por un lado la ponía enferma, por otro le provocaba una pequeña sonrisa. 

- No debes temer a la noche. Me encargaré de que no te pase nada. - Añadió con altanería. - Y bueno, ya que estamos juntas en esto... - Matizó la palabra enarcando una ceja como si definir lo que les estaba pasando le resultase repugnante. - ¿Por qué no me hablas de ti? Supongo que tú ya habrás oído mucho sobre mí. - Continuó, con una sonrisa de orgullo. - Pero dudo que sepas todo. 

- Artes Oscuras, Oclumancia, Magia no Verbal... - Enumeró, nombrando sus capacidades sin pestañear. - Fue el mismo Voldemort quien me entrenó y siempre he sido su más leal teniente. - Su boca dibujó una pequeña mueca y su mente se volvió un batiburrillo de pensamientos simultáneos que, a pesar de ser para sí misma, llegaban incontrolables hasta Hermione. - No me ha abandonado. ¡Es una prueba! ¿Sí? ¿Dónde está Lucius entonces? ¡No me ha abandonado!

Tras el último grito, Bellatrix se quedó callada algunos segundos y finalmente volvió a cruzar su mirada con la de la niña. - Supongo que eso ya lo sabías, claro. Pero no creo que sepas que durante la Primera Guerra Mágica una mujer me maldijo mientras torturaba a su bebé. ¿O estaba torturando a su marido? - Arrugó la nariz un instante. - Creo que era a su bebé. - Hizo una pausa y continuó. - El caso es que la mujer me maldijo. Dijo que a partir de ese momento serían las almas de mis víctimas las que me torturarían a mí. Que no me dejarían descansar jamás*. - Su tono se volvió burlón y siguió hablando con socarronería. - Me hizo un gran regalo. Ahora puedo escuchar sus lamentos antes de matarlos... Y después. - Soltó una sonora carcajada, llena de diversión, que duró varios segundos. Y al terminar, miró a Hermione de nuevo. - ¿Y tú sabes hacer algo útil, niña? - Preguntó, esforzándose por seguir hablando en un tono despectivo, pero consiguiéndolo cada vez menos. 

Sois las enamoradas. Y ello va por encima de cualquier cosa. 

Vuestro objetivo, siendo enamorada, es que protejáis por encima de todo a vuestro compañero enamorado. Esto quiere decir que a los de vuestras Casas debéis disuadirles de que ataquen a vuestro compañero, si lo hacen. Si permitís que muráis, para después resucitar de alguna manera, esto es, traicionar al compañero, el espíritu de los enamorados se pierde. Por lo que, ante todo, vuestra prioridad es vuestro compañero. Y los objetivos de vuestras Casas, si van contra vuestro enamoramiento, no podéis secundarlos ^^

Lo digo para que quede más claro. La introducción del tema de las Casas choca un poco con el espíritu del "Enamorado", pero entiendo que debe ser así, ya que, por encima de todo, está el compañero enamorado. Y se deben proteger ante cualquier circunstancia. 

Se sorprendió a si misma al darse cuenta de que estaba sonriendo, orgullosa, cuando vio que Bellatrix no se había creído su mentirijilla. Parecía que a pesar de todo, no era tonta. Simplemente le cegaba su fanatismo por Voldemort. O quizás fuese que a Hermione no se le daba demasiado bien mentir, cosa que era bastante probable.

Iba a replicarle completamente ofendida que su poder era bastante mejor de lo que muchos creían, cuando, la confesión de que la protegería aquella noche hizo que se formase un nudo en su garganta y tuviese que carraspear para poder hablar. Metió un dedo entre su cuello y el de la camisa, para asegurarse de que no estaba demasiado ajustado. De repente parecía que estaba muy apretado.

Las confesiones de Bellatrix no la hicieron sentir mejor en absoluto. Que disfrutase haciendo aquellas cosas... solo hacía que se torturase aún más, que se preguntase por qué dejaba que todo aquello estuviese pasando cuando aquella mujer era... una asesina. Era la culpable de que los padres de Neville estuvieran en San Mungo... Y aún así, aunque intentaba hacerse entrar en razón a si misma pensando en todos aquellos hechos horribles que Bellatrix había cometido... de algún modo todo aquello empezaba a no importarle...

- Bueno, yo... -se mordió el labio. Normalmente no le costaba nada alardear de sus notas, de hecho, lo disfrutaba, pero en aquel momento tenía miedo de sonar demasiado pedante- obtuve nueve extraordinarios y un supera las expectativas -bajó la voz al mencionar esta última nota- en los T.I.M.O.S. También puedo realizar hechizos sin necesidad de varita y... a pesar de lo que diga la profesora Trelawney, sí que tengo La Vista, o algo por el estilo. -Sonrió de forma irónica.- No puedo ver el futuro, pero sí que soy capaz de ver en lo más profundo de las personas. Sé sus intenciones, cuál es su punto fuerte en la magia...* -Su vista buscó a la profesora Trelawney.- Aunque para eso no necesito ni una bola de cristal ni los posos de una taza de té. -Escupió de forma mordaz. ¿Qué sentido tenía decir que tenías La Vista cuando luego necesitabas cachibaches inútiles con los que respaldar tus supuestas predicciones? Era una completa estupidez.

Volvió a mirar a Bellatrix, y soltó un suspiro de resignación. Aún le costaba creer que se estuviese abriendo así frente a... ella. No era un secreto que a Hermione le fastidaba que Trelawney le cuestionara, aunque fuese una estupidez según Hermione, pero el hecho de que ella misma lo reconociese... ni siquiera lo había hecho delante de Harry y Ron.