Partida Rol por web

Isabella

Amanda asiente ante tu propuesta encantada. Ciertamente, aunque su mejoría es evidente, no está en condiciones de conducir.

-Id saliendo mientras le doy a la señorita Becker un analgésico- comenta Gordon. Las chicas no tienen por qué sospechar y, aunque Amanda D te mira con preocupación algo desconfiada, obedecen al comisario y te dejan a solas con él en el laboratorio forense. Gordon se aparta de la puerta dejándote vía libre, sería una buena opción para salir corriendo detrás de tus compañeras y, de hecho, todo tu ser desea hacerlo, pero sólo serviría para levantar más sospechas.

El comisario coge un vaso de plástico y lo llena de agua, a continuación se acerca con una aspirina y te ofrece ambas cosas pero su voz te desconcierta -"Migraña"- repite con tono irónico -He visto esas "migrañas" antes y no se curan con analgésicos, es más, si los tomas en ayunas te darán dolor de estómago- retira la caja de pastillas antes de que la cojas -Quizá te vendría mejor una tila o un valium. Bebe agua y vete a casa, descansa. Mañana por la mañana ven a verme si tienes alguna pregunta o algo que comentar, me encontraré en mi despacho a primera hora.- Su voz es serena y cordial, casi suena como una disculpa.

Sin más, Gordon se despide de ti con cortesía y un gran respeto y se marcha dejándote sola en el laboratorio.

Roux

Mientras hablas a Juliet notas un cambio al pronunciar la frase "...podamos encontrar ayuda en los amigos de tu padre..." su piel se pone de gallina y al terminar de hablar ves que se le vuelven los ojos y pierde el equilibrio, de no ser porque la sujetas a tiempo habría caído al pavimento. Con un hilo de voz susurra -mi padre... vive... está atado a una cama en un sitio oscuro, húmedo, huelo el mar... creo que es un puerto- su mente se despeja y vuelve a ser la misma niña tímida y risueña aunque algo mareada. Os sentáis en un portal al cobijo de la creciente oscuridad. -No sé quiénes son los "manchados" pero sé quienes vinieron a mi casa. Eran dos. ¡El amigo de papá! ¡Sí, el podrá ayudarnos! Estaba en la casa y...- frunce el ceño -...está en el depósito de cadáveres. ¡Vamos, podremos hablar con él, él hizo las marcas!-

En ese momento tu móvil vibra y recibes un mensaje de Gregory Stinson:

-"¿Quien eres y qué puedes decirme de los símbolos? ¿por qué me necesitas? Y ¿cómo me habéis encontrado?"

          Roux traga saliva mientras observa las violentas reacciones de aquel don que tenia la niña, o quizás algo que la poseía, o quizás, con una mente más analítica y científica, seria tan solo una dolencia desconocida totalmente para él, algo, que por otro lado, no seria muy raro. - ¿Podremos hablar con él? - Su voz trata de no sonar incrédula, algo que no logra del todo y él mismo se percata de ello. Se aclara la garganta y repasa las palabras de la joven. - Bien, el deposito… ¿Y como vamos a lograr entrar ahí?. - Sus palabras no van dirigidas a nadie en particular, pero debía escucharlo para valorar como de descabellada es la idea.

         Una rápida búsqueda en su teléfono móvil ayuda a localizar la morgue del distrito donde ocurrió el ataque. Otra búsqueda para marcar los puertos cercanos al mismo distrito. Una búsqueda en el libro, y después, una respuesta al mensaje recibido. - Bien, iremos allí y trataremos de valorar si podemos entrar o si hay algo extraño por allí rondando. Después, debemos buscar un lugar donde descansar. Necesitamos dormir, y yo debo aclarar mis ideas, se me da mejor sobre el papel. ¿De acuerdo? - Su mirada se dirige a Juliet, y en sus labios muestra una sonrisa cansada. Lo cierto es que no tenían nada consigo que les fuera a ser de ayuda, y quizás se estaba metiendo en más líos de los que la policía le echaría encima, pero había algo que le hacia creer en la posibilidad real de que aquellas extrañas ideas que se formaban en su cabeza fueran ciertas. En el peor de los casos, siempre podría alegar enajenación. 

         Se levanta de su improvisado asiento, se quita los restos de la ropa y ayuda a Juliet a levantarse y ponerse en marcha. - ¿Sabes? Ya que te gusta Leslie, te llamaré así cuando haya odios indiscretos. Tú deberías buscarme un nombre, ¿No crees? - Roux se esfuerza en sacar de su mente todos sus pensamientos y repasa la mejor manera de llegar hasta el deposito, tratando de distraer a Juliet y mantenerse alejados de las grandes concentraciones de gente.

Mis ojos se van detrás de las otras dos forenses desvelando por un instante mis ganas de salir corriendo detrás de ellas. Necesito echar mano de todo mi coraje para quedarme allí y seguir disimulando. Extiendo una mano temblorosa hacia la caja de aspirinas que el comisario me tiende, pero su voz, el tono de su voz, más que sus palabras me hace levantar la mirada sorprendida. Durante un instante siento un miedo helado extenderse por mis venas. - Sabe que lo sé. Sabe que lo sé y va a decírselo...

Demasiado afectada por lo sucedido y con la idea de que ese hombre sigue en la comisaría latiendo por mis venas, no soy capaz de reaccionar con alguna otra mentira a tiempo y tan sólo consigo mirarlo en silencio y asentir a su consejo sobre tomar un tranquilizante. Lo cierto es que probablemente me vendría mejor que un simple analgésico que no necesito. - Eso haré. - Respondo antes de que se marche, dejándome asustada y desconcertada. - Gracias, Gordon.

El miedo se hace más latente en cuanto me quedo sola en el laboratorio. Pero al mismo tiempo el alivio de poder dejar de fingir por temor a la reacción de mi superior me hace mirar a mi alrededor, con todos los músculos tensos, lista para saltar como un resorte en cualquier momento.

Tras un par de segundos vuelvo a mirar hacia la puerta. - Amanda me está esperando fuera. Debería salir de aquí corriendo... Ese hombre está aquí. En algún lugar de la comisaría... - Me digo mientras mis pasos me guían rápidamente hacia los cubículos donde descansan los cuerpos. Necesito comprobar por mí misma si todos los cadáveres están en su lugar. Empiezo a abrirlos a toda velocidad, con la intención de echar un vistazo rápido antes de salir hacia la salida.

Cuando iba a contestar al sacerdote me sonó el móvil, lo que escuché me puso los pelos de punta. ¿En qué coño había metido Tom a Jake? Intenté marcar el número y mientras esperaba negué con la cabeza al sacerdote, ni yo podía hacer mucho al respecto. Colgué el teléfono y envié un mensaje a mi tio.

Eh tio Bob, ¿te acuerda de Jake, mi compañero de piso? Localiza por favor su número, creo que tiene problemas y no tengo ni idea de dónde está.

Después envié otro a Tom bastante enfadada.

¿En qué coño has metido a Jake? ¿Quién narices es esa mujer y por qué necesitabas que la siguiera? Llama en cuanto puedas porque creo que le han dado una paliza a tu fotógrafo estrella. Espero que sea solo eso, si le pasa algo te las verás conmigo.

Cuando acabé dejé el teléfono sobre la mesa a la espera de que me contestaran y me concentré de nuevo en el sacerdote.

-Disculpe la interrupción, probablemente tendré que marcharme en cuanto me respondan a los mensajes que he mandado. Antes de que surgiera todo esto estaba con mi compañero y piso y fotógrafo haciendo una investigación para mi editor. Creo que se ha metido en problemas, espero que mi tío pueda localizar su móvil. Mientras espero quiero puntualizar algunas cosas de nuestro acuerdo.

Si íbamos a colaborar debía tener claro cuál era mi punto de vista ante un crimen de estas características.

-No se equivoque con mi reacción, de momento no me planteo la veracidad de las motivaciones de los criminales. Debe tener en cuenta que, en mi trabajo, he visto casi de todo. Mi padre fue policía, mi tío y mi hermano todavía lo son y mi hermana es forense. Por mucho que lo intentemos, en nuestras reuniones familiares acabamos siempre hablando de trabajo. Mi padre nunca nos ha ocultado de qué es capaz el ser humano, siempre ha estado convencido de que, si sabíamos qué nos podíamos encontrar, tendríamos más herramientas para afrontarlo.

Dejé de hablar un momento para permitir que el sacerdote lo asimilara, me iba a enrollar y mucho cuando continuara, pero antes de aceptar trabajar juntos quería explicarle como era y como hacía mi trabajo.

-Decidí no ser policía porque tienen que enfrentarse a intereses creados por otros y mucha política que, en muchas ocasiones, les impide hacer el trabajo como deben. Mi objetivo es encontrar a esos criminales y sobre todo a la niña, para conseguirlo tengo que tener en cuenta cual es la motivación del asesino. Tengo que tener la mente abierta para entenderlo, pero eso no quiere  decir que lo comparta. Da igual lo que yo crea, lo importante es que los culpables lo hacen y eso es bastante. Por ejemplo, Charles Manson no era un dios, pero sus seguidores lo creían y mataron en su nombre.

Cuando publico algo lo hago bajo mi responsabilidad, yo decido lo que cuento y lo que no, mi jefe sabe perfectamente que no puede obligarme a nada. Procuro valorar qué es lo que debe saber la gente y lo que no, nunca escribo nada que considere que no debe saberse. No pretendo que cunda el pánico y no práctico el sensacionalismo, para mí lo que hago es un servicio público. Si lo que encontremos es suficientemente grave como para provocar el terror de una familia, tenga por seguro que no lo publicaré. Sin embargo si solo es un grupo de locos… la ciudad deberá saber a qué se enfrenta.

Una vez dejado claro cuál era mi punto de vista pasé a explicarle lo que pasaría con sus condiciones.

-En cuanto a publicar nombres, le aseguro que nunca revelo mis fuentes. La ley me lo permite y si no quiere que se le relacione con ello, a usted y a su orden, por mi está bien. Ese dato no aporta nada a la información, yo no podría hacer mi trabajo si traicionara a mis fuentes.

Si estamos en peligro seré la primera en correr, no tengo vocación de mártir ni de kamikaze y ninguna noticia ha sido tan importante como para costarme la vida. Eso sí, mi hermano, mi hermana y un buen amigo están en la investigación, si ellos están en peligro también lo tendré en cuenta. No quiero perder a nadie por esto.

Si está usted de acuerdo con ello podemos comenzar en cuanto sepa como esta Jake.

Roux

La pequeña Juliet asintió y quedó pensativa. -Leslie y... mmmmm, mmmmm, ¿Marcos?- Su miraba buscan tus ojos para la confirmación del primer nombre que le vino a la mente.

El camino al anatómico forense no es sencillo y en Nueva York no hay oscuridad segura en la que cobijarse. Las personas deambulan por las aceras sumidas en sus pensamientos. Hubo uno o dos momentos tensos en los que algunos viandantes se quedaban mirando extrañados. Juliet observa el interior de los taxis y parece ir descartándolos hasta que por fin atrae tu atención -¡Aquí!- Ella tira de tu mano y abre el taxi. Ambos os sentáis en el asiento de atrás, temes lo peor, seguramente el conductor os verá por el retrovisor, la reconocerá y...

Pero al entrar te fijas de que no tiene espejo retrovisor interior, por primera vez Juliet te sorprende sin haber usado su "don". El conductor, con pesadumbre, os da la bienvenida -Veeenga, la última carrera del día. ¿A dónde?- pregunta el taxista sin siquiera mirar hacia atrás arranca y pone el intermitente, aun así Juliet se esconde detrás del asiento del piloto.

Unos minutos más tarde, el vehículo se detiene en la calle paralela a la comisaría de policía. Juliet te alarga un billete desde su escondite para que pagues con él. El anatómico se encuentra en el primer sótano y tiene un acceso trasero por donde meten los cadáveres. En la puerta hay una cámara que oscila de izquierda a derecha, fácilmente eludible si se tiene paciencia. -Ro... Marcos, esto es una aventura.- comenta Juliet entusiasmada.

Jackie

Bastienne no sólo escucha tu discurso sino que su rostro muestra la admiración ante tus palabras. -Ha sido una suerte encontrar a alguien tan íntegra en un mundo lleno de...- sus palabras se cortan. Thomas te está llamando y al descolgar:

-¡Qué está pasando! Había quedado con la doctora a medio día y no aparece, Jake y yo estuvimos esperándola en el hotel donde habíamos quedado con ella y aun no se ha registrado. Hace una hora que nos separamos...- Hay una pausa en la que los dos analizáis lo último que Thomson acaba de decir. Si se despidió hace una hora del hotel quiere decir que la estaban esperando allí, que no ha aparecido y que han seguido a Jake probablemente hasta tu casa. Thomson te informa rápidamente.

-Esa mujer es la dra Cathalina Stensrud, psicóloga y escritora de gran renombre. Al parecer en su última investigación encontró algo que no debía. Me pidió ayuda, creían que la seguían y... ahora veo que estaba en lo cierto. Jake iba a pasar las fotos al ordenador. Salgo hacia tu piso ahora mismo-. Thomas cuelga el teléfono.

Bastienne te mira y añade -No te entretendré. Me podrás encontrar en la catedral de St Patrcik. Ayuda a tu amigo.- El cura se recuesta en su asiento y te sigue con la mirada al marcharte.

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No eres consciente del camino que separa tu casa del bar donde te hablaste con Bastienne. Al acercarte ves la ambulancia y un coche patrulla junto a tu portal y la alarma hace que te dé un vuelco el corazón. Subes y compruebas que los agentes están efectivamente en tu puerta, no sabes si por la actitud que traes contigo o si porque te conocen de comisaría, te dejan entrar sin interponer quejas o reproches y el tiempo se detiene.

El salón está desordenado, algunos muebles han sido apartados y donde antes estaba la mesa y las sillas ahora yace una camilla blanca vacía. Los sanitarios están en la cocina con Jake. Entras y te sorprende ver los restregones de sangre sobre el suelo blanco más que el desorden generalizado. Todo está destrozado, el móvil de Jake aplastado, la cámara destrozada, las tarjetas usb quemadas en un cenicero...

y tu amigo, tu compañero, sentado con la mascarilla puesta mientras los médicos atienden sus heridas e inmovilizan el... el mango del cuchillo sobresale en el lado izquierdo de su costado, reconoces el cuchillo y recuerdas los diez centímetros de hoja que han perforado a Jake. Otro cuchillo yace en su mano, también ensangrentada y la hinchazón comienza a cerrarle el ojo izquierdo. 

-¡Eh! Jackie- comenta con un hilo de voz -Menuda fiesta te has perdido- La tos interrumpe su broma y un médico le aconseja que no hable antes de ir hasta ti a informarte -Al parecer ha entrado un agresor y se han peleado. Su compañero ha sido apuñalado de gravedad, ha perdido mucha sangre. Ahora que se ha estabilizado nos lo llevamos al Center Hospital donde será operado de urgencias. Puede ir en la ambulancia con él.-

En el trayecto te cuenta, batallando con el ats (que mantiene el cuchillo lo más quiero posible) que insiste en que no hable, que fue el chófer del aeropuerto. -Me reuní con Thomas en el hotel Grand Kengsinton, allí esperamos a la doctora pero no apareció así que nos despedimos y vine a casa con la intención de revelar las fotos que tomamos. Él me siguió y me asaltó en la puerta pero le planté cara- Vuelve a toser -Quédese con la mascarilla ¡No se lo digo más!- repite el ats por enésima vez. Jake, se rinde por ahora y se relaja sobre la camilla.

Una vez en el hospital lo meten en quirófano al tiempo que Thomas llega a la sala de espera.

Isabella

Las heridas se cierran. Aun no estoy seguro si he conseguido desviar las atenciones de las médicos lo suficiente como para mantener el asunto en secreto. Las voces llegan amortiguadas a través del compartimento para cadáveres pero mi mente no hace más que repasar lo vivido en casa de los Engen. Quizá si hubiera hecho caso a ese cura... 

Los pensamientos se detienen en la mente del hombre cuando escucha unos pasos apresurados que se acercan. Primero abre el compartimento junto al suyo, escucha la cremallera, se abre, se cierra y la camilla vuelve a su lugar con el fiambre descansando -mierda- piensa al tiempo que espera mantenerse oculto en la bolsa. Pero no. La siguiente puerta en abrirse es la suya y siente la sacudida. Su mente intenta aferrarse a recuerdos de una vida pasada en la que los sentimientos se encontraban en la superficie y no había que indagar para descubrirlos -Debe haber otra manera, me niego a hacerle daño a nadie... ya ha habido suficiente... no abras la cremallera, no abras la...- la cremallera se abre y la decisión está tomada.

Abres la primera bolsa y ves a la señora Engen, fría e inmóvil con el tajo limpio en el cuello. Nerviosa vuelves a dejarla en su lugar y abres el segundo cajón con rapidez y algo de brusquedad. La cremallera se desliza con ayuda de tus dedos y al abrir la bolsa... es él. Quieto... inmóvil... limpio y completamente blanco. Te fijas ahora en su rostro, en sus ojos cerrados que parecen dormir, en su pelo castaño, pómulos firmes, perilla bien recortada aunque un poco descuidada, cuello fuerte, clavículas que enmarcan unos pectorales bien definidos... y junto al miedo vuelve a aparecer ese sentimiento de pérdida.

Recuerdas lo que viste, sabes que lo viste, pero ahí está él. Quieto. Le tomas el pulso y tus dedos se posan en su cuello frío, tan frío... no tiene pulso. Repites el proceso, aprietas con tus dos dedos y nada, sin pulso, quieto... inmóvil... limpio y completamente blanco...

y junto al miedo y el sentimiento de pérdida, aflora otra emoción que se agarra a tu cabeza... la duda.

El comisario se encuentra observando por el monitor la cámara de entrada al laboratorio forense -¿Ha salido ya la doctora Becker?- pregunta con fingido desinterés. -No, aun está ahí.- Contesta la agente al cargo. -Vaya, sí que es trabajadora- comenta Gordon -testaruda e imprudente- piensa para sí -Agente, Lindsley, ¿por qué no va a la máquina y nos trae un par de cafés, tenga, yo invito- La agente hace un esfuerzo por levantarse de la silla con una sonrisa. Las largas jornadas sentada no han hecho bien a su ya ovalada figura. Sólo en la sala de monitores el comisario observa deseando que Isabella salga de un momento a otro. Gordon saca el teléfono y marca...

Habéis pasado la tarde juntos Graham y tú, en un principio seguíais la pista de la pequeña pero poco a poco el joven no tuvo recursos de que disponer para continuar y la conversación se centró más en vosotros... lo más parecido a una cita que has tenido desde hace algún tiempo.

La tarde fue amena, Graham demostró más conversación de lo que esperabas y el tiempo junto a él pasaba deprisa pero ya habías tenido suficiente por hoy.

Estás a punto de despedirte y coger el próximo taxi de regreso a casa cuando, por primera vez, a Graham le suena el teléfono. -Oh, disculpa. ¡Gordon! qué sorpresa, ¿en qué puedo ayudarte?- Efectivamente se trata del comisario Gordon. Graham se aparta un poco levemente de ti para obtener algo de privacidad en la conversación. -Sí, claro.- contesta Graham al tiempo que te echa una mirada y su boca esboza media sonrisa. -Claro, claro, yo me encargo. En media hora estoy allí.- Cuelga el teléfono.

-Era el comisario. Tengo que irme.- Comenta a modo de despedida -Lo he pasado muy bien esta tarde.-

Sin apartar los ojos del monitor el comisario habla con su interlocutor -Graham. Siento molestarte. ¿Te llegó la carta?- Gordon se refería a la nota que dio a Mónica para que la llevara hasta él, sin embargo, el ataque se produjo antes de lo esperado -No hubo mucho tiempo. Escucha, tu mentor está aquí, en el depósito. Ha llegado esta mañana, se encontraba en el lugar cuando ocurrió. Está escondido por ahora pero necesitará ropa limpia. ¿Te haces cargo?-

        Roux asiente sonriente ante la idea de aquel nombre. Entra algo asustado al taxi, pero enseguida se le pasa al ver la buena idea que ha tenido y lo precavida que ha sido Juliet, a la cual dedica un gesto de sorpresa y aprobación. Tras pagar y bajar del taxi observan el lugar, procurando no convertirse ellos en los observados. - Sí que es una aventura sí… - Comenta más para sí mismo que para confirmar las palabras de la joven. - Preferiría entrar solo, pero algo me dice que te necesitaré una vez dentro. Yo no lo conozco, y tampoco sabría como hablar con él. Vamos. - Roux le tiende la mano a Juliet y comienza a caminar hasta la zona segura más cercana a la puerta del depósito.

        Esperar por si sale o entra alguien. Buscar una pequeña piedra, un papel o algo que puedan poner en la puerta para que esta se mantenga abierta. Contar los segundos que tarda en girar la cámara de un lado a otro. Y asegurarse de que una vez en la puerta no se los vea. Roux hace una lista improvisada de cosas que va tachando poco a poco, dejando pasar el tiempo que crea necesario para tachar todos los objetivos, después, se gira hacia Juliet con un dedo apoyado en sus labios y se acerca aprovechando la mejor oportunidad que sea capaz de crear.

En cuanto la cremallera se abre dejando a la vista el rostro de ese hombre me quedo inmóvil, mirándolo aterrada, esperando que en cualquier momento se levante o se lance sobre mí. Lo miro de arriba a abajo, sin poder evitar esa sensación de pérdida. Tiene una belleza estremecedora y mis ojos se detienen en su pecho, que debería estar hundido. Pero que no lo está.

Tengo que hacer uso de todo mi coraje para extender una mano temblorosa hacia su cuello y tomarle el pulso. A cada instante temo que se incorpore y siento mis músculos tensos, listos para apartarme de un salto ante cualquier pequeño movimiento que pueda hacer. Pero no puede hacer ninguno. Porque está muerto. 

Lo compruebo dos veces, pero nada. No hay pulso. Y paradójicamente mi mano tiembla más al darme cuenta. - Pero yo lo vi... - Pienso, mientras mis ojos vuelven a posarse sobre su pecho. - Lo vi levantarse y andar. - Atemorizada y confusa cierro de nuevo la cremallera y el cubículo. No comprendo lo que sucede. - Y hablar. ¿Estoy volviéndome loca? - Pero recuerdo la mirada de Amanda D. Ella sabía que había pasado algo. - Tengo que hablar con ella. 

Cojo mi bolso y me aseguro de llevarme la tarjeta de la cámara, donde están las fotos que hice por la mañana en la escena del crimen. Y empiezo a caminar a buen paso hacia la salida, mirando cada pocos pasos hacia atrás, vigilando mis espaldas y temiendo que en cualquier momento ese hombre aparezca delante de mí.

Me senté en una silla de la sala de espera, demasiado preocupada por Jake para poder concentrarme. Intentaba analizar todo lo que sabía hasta ahora que, en realidad, no era demasiado. Tenía muchas preguntas, pero ninguna respuesta.

Me quedaba claro que aquel hombre trataba de evitar que le identificáramos por las fotos del aeropuerto y, ya de paso, meternos miedo. Sin embargo, no sabía qué podía haber descubierto que fuera tan grave como para ir a por ella.

Cuando vi entrar a Thomas me levanté y fui directa a por él, apenas le saludé cuando comencé a hacerle preguntas. -Necesito respuestas, Tom. Han entrado en mi casa y han atacado a Jake y todo por esa mujer. ¿Qué investigaba? ¿Qué puede estar haciendo una psicóloga que atraiga la atención de un profesional? Tom, ese tío era un profesional y no me hace ni puta gracia que haya estado en casa.

La noche proyecta su sinuosa oscuridad sobre la comisaría de policía. En la cara frontal aun hay movimiento de gente entrando y saliendo, pero por la parte de atrás todo está en calma. Juliet y tú os escurrís aprovechando la oscuridad y los huecos vacíos de las cámaras de seguridad. Entráis y atrancáis la puerta. En el interior el ambiente está algo cargado y sumido en silencio. A lo lejos escucháis un sonido metálico, un cajón de esos que almacenan las víctimas de casos aun por resolver o a la espera de ser identificadas.

Al dar dos pasos las lámparas del pasillo se encienden repentinamente bañando todo con una radiante luz blanca y molesta reflejada por los azulejos. Juliet y tú os quedáis inmóviles ante el repentino cambio de escena, pero pese al cambio lumínico todo sigue en silencio. Os miráis y comenzáis a avanzar. No hay cámaras a lo largo del pasillo. Al fondo una puerta con cristal deja ver una escalera ascendente y a lo largo del corredor hay dos puertas a izquierda y una a la derecha. Las puertas a la izquierda son dobles y parecidas a las de un hospital. La de la izquierda, al contrario, tiene más pinta de almacén o cuarto de limpieza.

La puerta a la izquierda más cercana a vosotros mantiene la luz encendida y tiene una de sus hojas abierta mientras que la del fondo está apagada. De esa primera vino el sonido metálico.

Avanzáis por el pasillo unos pasos más hasta que, de pronto, la luz encendida en el primer laboratorio forense se apaga y de ella sale una mujer joven, atractiva y algo nerviosa que da un pequeño respingo al veros.

Con paso firme abandonas el laboratorio. Apagas la luz del laboriatorio y sales al pasillo pensando en lo contradictorio de la situación. Pero dos presencias inesperadas, quietas bajo la luz blanca, hacen que pegues un respingo. La primera es un hombre alto, atractivo, de pelo largo y negro. La otra es una niña pequeña que al verte se oculta tras el hombre.

Tu mente recuerda haberlas visto antes, la familiaridad y la alarma se despiertan en tu corazón. Te fijas en la niña y recuerdas las fotografías de la escena del crimen. Sin duda es Juliet Engen, la desaparecida y el desconocido han entrado por la parte de atrás de la comisaría sin ser vistos (o los detectives y guardias se les habrían echado encima).

La forense se había marchado y el vampiro yació con tranquilidad sobre la fría camilla de metal. Pero no podía permanecer allí siempre. Dentro de poco llegarían para recogerlo. Debía salir con sigilo.

Sacó los dedos y lentamente comenzó a abrir la cremallera. Todo estaba completamente oscuro, pero él estaba familiarizado con la negrura. Pudo sentir la oscuridad en el exterior y supo que la mujer había abandonado el laboratorio por lo que recurrió a esa oscuridad para abrir su compartimento mientras él, con cuidado y sigilo, terminaba de abrir la bolsa.

Una leve brisa de aire entró en el compartimento en el que se hallaba y Oberón husmeó. Detectó el aroma de los que allí se habían encontrado, descartándolo y distinguió dos presencias nuevas aunque a una de ellas la conocía. ¡Juliet! Sin perder la cautela, pues sabía que había gente en el pasillo, aunque con una velocidad considerable, se deshizo de la bolsa y, aun desnudo, se acercó a la puerta del laboratorio sin ser detectado por los que se encontraban fuera.

Juliet se ocultó detrás del hombre ante la sorpresa de la forense que salía presurosamente del laboratorio. Los dos adultos se miraron y el hombre reconoció la confusión de la mujer ante la situación. ¿Qué hacía un desconocido con la chica "secuestrada" entrando por la parte de atrás de la comisaría?

No obstante, antes de hablar, los tres vuelve a escuchar la puerta del compartimento metálico dentro del primer laboratorio cuya luz había apagado la forense antes de salir de él.

Amanda sigue esperando sentada en el asiento de su coche. Poco a poco va recuperando sus sentidos aunque sigue mareada. Tan mareada que le parece ver a una pareja entrar por la parte de atrás de la comisaría. Extrañada sin creer sus ojos sale del coche al tiempo que la puerta de atrás que da al laboratorio se cierra. Debilitada y aun aturdida prefiere aguardar pues Isabel saldrá de un momento a otro.