Partida Rol por web

Había decidido salir a la ciudad en busca de alguna tienda para ver qué tipo de objetos podían comprarse allí cuando me encontré con Ángela, aunque más que encontrármela, sería mejor decir que unos cuantos murmullos y palabras sueltas de personas con las que me encontré me llevaron hasta ella. Estaba claro que, por extraño que fuese ese mundo, la gente no estaba acostumbrada a ver a una belleza alada pasearse por las calles, por lo que era inevitable que atrajese la atención.

Hola- le dije cuando me acerqué, pues al fin y al cabo, siempre podía acercarme a las tiendas en otro momento -¿Estás ocupada?- le pregunté, pues aunque habíamos ido antes a la biblioteca junto a los demás, absorto con los libros de magia como había estado, no había tenido oportunidad de hablar con ella… y de todos los que habíamos sido atraídos a aquel mundo, era sin duda con quien mayor interés me despertaba.  Al principio, cuando apareció en la posada, a pesar de su peculiar aspecto, había atraído más mi atención el círculo donde había aparecido que ella misma… claro que eso cambió cuando nos enfrentamos a la mujer monstruo, donde demostró capacidades curativas que no había visto hasta que llegué a aquel  mundo, con Yaril·la y otros sacerdotes curando a los heridos.

Solo que dice que lo que hace no es magia, ni tampoco un poder divino- pensé, y si era cierto, si era algo que no dependía de eso y cualquiera podía llegar a aprender, sería el mayor tesoro que podía llevar de vuelta a mi mundo.

  Allí estaba una persona que le había dado una impresión nefasta, aunque no tanto como Tosk!. Lo cierto es que de todos parecía uno de los más sensatos, además, era el que más claro parecía tener que lo importante era salir de allí, o al menos, conseguir información. De todos aquel hombre era el único que tenía cierto grado de erudición o ánimo de conocimiento. Para Ángela en su mundo eso sólo podía significar dos cosas, o era alguien en busca de poder para dominar y hacer el mundo más seguro según sus reglas o era alguien que buscaba poder para hacer el mundo un lugar mejor. 

 - No. - la voz fue tan amable como natural, informal pero igualmente con un grado de recelo más parecido al respeto. No temía por la imagen que habría dado por no haber salvado al gigantón, ni quería que aquella pesada carga pareciese algo liviano en alguien acostumbrada a esa clase de sucesos.

 - Estaba comprobando el estado de las calles y el comportamiento de la gente. - habló abiertamente sin temor a ser juzgada por ser una observadora - creo que hay cosas que se pueden mejorar aquí. 

 No tienen ni duchas. - bromeó, intuyendo, de alguna forma, tal vez equivocada, que Môl no entendería nada de eso. - No pienso en cosas complicadas. 

 Si estamos aquí por alguna razón, sea o no una parte de ella, creo que podemos ayudar a esta gente. - hablaba desde su perspectiva, algo estaba claro, iba a ayudar a esas personas a prosperar.

 Cuidado. Sólo piensa bien las consecuencias y todo estará bien.

 Se recordó, buscando con la mirada alguna amenaza para la salud de la gente. - Creo que lo primero frenar la expansión de las ratas, no les van a suponer nada bueno.

 Se encogió de hombros, sonrió y rió entre dientes hasta que se llevó la diestra a los labios para ocultar su risa - Supongo que sólo falta una flauta.

 Rió de nuevo, no era realmente gracioso, la situación lo era para ella. Si no era una broma, todo aquello, si no sabían nada, sus palabras eran como galimatías, no se reía de su, ahora, compañero, se reía de sí misma, de forma muy sana.

 A veces te tomaban por rara y ahora lo eres. Tiene su punto.

 - ¿Puedo ayudaros con algo? - explotó su ignorancia, pues quizás ellos tuvieran un plan, o al menos Yaril-la, pero ella, era aún más recién llegada.

¿Ratas? ¿Duchas?- pensé al escucharla, sin comprender muy bien a lo que se refería. Al fin y al cabo, aunque sabía que en las ciudades y pueblos humanos de mi mundo que estaban bajo el dominio de la Sombra, estas eran usadas en ocasiones por los sacerdotes oscuros, pero dudaba que ese fuese un problema allí, y desde luego, no entendía que podía tener que ver una flauta con ellas… y respecto a eso de las duchas, ni siquiera sabía que podía ser.

Supongo que las cosas siempre se pueden mejorar… pero en comparación a dónde vengo, este lugar es casi un paraíso- le dije -Y en cuanto a si puedes ayudarme… espero que si- dije con tono serio -Aunque no creo que en medio de la calle sea un buen lugar para hablar de ello- le dije en un tono algo más relajado -Además, como… llegaste… por separado, apenas si hemos tenido la oportunidad de hablar, y y soy de la opinión de que si vas a viajar con alguin, al menos deberías intentar conocerle, ¿no crees?- añadí con una sonrisa.

 Demostraba sensatez, y una amabilidad que no había visto hasta ese momento en aquel hombre. Su primera impresión había sido muy diferente del trato que mostraba ahora, algo que Angela agradecía. 

 - En mi mundo... - miró a su alrededor - esto también podría verse como un paraíso. - y estaba más que claro que la doctora hablaba con un tono muy negativo al respecto. Aquel lugar era un paraíso para todas aquellas personas que odiaban a los ómnicos, aquellos que preferían prescindir, incluso, de todos los avances tecnológicos por no repetir la guerra o perpetuarla como terrorismo. 

 La ignorancia no hace nunca la felicidad...

 Emitió un suspiro quedo, fugaz y siguió sonriendo como muestra de complacencia con las formas educadas de su acompañante.

 - El protocolo suele sugerir la ingestión de un refrigerio o bebidas espirituosas en un ambiente distendido, pero siempre he preferido otro modelo aceptado: un paseo tranquilo cerca de algún lugar natural o provisto de alguna clase de referente o tradición histórica.

 Creo que tu te moverás más fácilmente por aquí.

 Te acompaño. - se ponía en sus manos, una muestra más de confianza. Era evidente que no le temía.

Eso me no lo esperaba- pensé al escuchar de que también en su mundo aquel sitio podía considerarse un paraíso… al fin y al cabo, por su apariencia, había tenido la impresión de que su mundo estaba en bastantes mejores condiciones que aquel… no digamos ya que el mío.

No negaré que el ir a beber algo para hablar con alguien siempre me ha parecido una buena opción- le dije cuando lo mencionó -Pero también es cierto que un paseo no es para nada una mala opción, más bien al contrario- dije -Especialmente si la compañía es buena- añadí con una ligera sonrisa mientras pensaba en algún lugar a donde pudiésemos ir, y dado que en lo tocante a lugares históricos, podría haber estado plantado sobre uno y no lo habría reconocido a causa de lo poco que sabía, me decanté por ir a alguna zona con algo de naturaleza… solo tenía que rezar por que hubiese, y por poder encontrarla.

Y yo creo que tienes más fe en que no me pierda que yo mismo- le dije medio en broma, pues al fin y al cabo, tan solo había estado unas horas más que ella en la ciudad -En fin, por intentarlo que no sea- dije mientras me ponía en marcha.

 - Perdona mi atrevimiento. - adelantó - pero pareces uno de esos tipos que beben de muchas fuentes de conocimiento a la vez, sin importar el tipo. - todo tenía una razón de ser.

 Angela miró hacia el cielo, como si hubiese perdido algo allí. Y así era.

 - La Astronomía no es mi fuerte.

 No reconocí ninguna de las constelaciones, y no presté demasiada atención a la hora de hacer mapas para orientarse en situaciones de peligro. 

 A fin de cuentas, siempre conté con que el gps no me dejaría tirada. - Masculló aquello último sin pretender que Mol la entendiese en absoluto, era más un razonamiento propio, una conclusión lógica a su manera de encarar las cosas en su mundo.

 - ¿Es posible que tu sepas algo de eso? - Intercambiar conocimientos, para Angela, era una de las mejores cosas que podían hacerse en una charla con un compañero o un amigo, en cierto modo, Môl podría sentirse alagado, si realmente viese en la doctora ese afán por compartir y comprender, a fin de cuentas, tomaba a aquel hombre como alguien de quien se podía aprender. En su mundo, bajo su personalidad, aquello era todo un halago.

 - Aquí todo es apacible. - incluso la suciedad, bueno, eso no. Ni los hologramas. No tienen un buen gusto. 

 Seguro que son alguna clase de protección tomando como base la superstición de la gente llevada a cabo por alguna élite con acceso a conocimiento y tecnología más avanzada.

 - Si lo que quieres es intimidad bastará con que nos alejemos de las calles principales. - supuse también con una sonrisa afable.

Yo no diría tanto…- le dije a Ángela, algo confuso porque considerase aquella pregunta un atrevimiento -Simplemente intento aprender todo lo que puedo para sobrevivir junto a los míos y poder protegerles- dije -Y entre que nunca sabes lo que puedes llegar a necesitar y que en mi mundo el conocimiento y el saber es un bien escaso…- le expliqué -En fin, uno aprende rápido a aprovechar cualquier oportunidad- añadí.

¿Astronomia?- pensé, haciendo memoria de mis lecciones.

Me temo que no es lo mío…- le dije -Al fin y al cabo, en mi mundo las estrellas y las constelaciones desaparecieron en La Caída, hace ya más de mil años, y lo poco que sé es de haberlo leído en libros antiguos- dije -Pero si de orientarse se trata, no me verás perderme en un bosque, no importa lo oscuro y frondoso que sea- añadí.

¿Apacible?- le pregunté, mirando a mi alrededor -Yo diría que algo bullicioso, aunque bueno, al menos sí que es más relajado que mi mundo… incluso tras todo lo de anoche, todos siguen como si nada- dije con una mezcla de respeto y asombro, pues al fin y al cabo, en mi mundo, sin importar la situación, la tensión era algo que nunca desaparecía, da igual que fuese en una patrulla o en medio de una fiesta, nunca se sabía cuándo la Sombra atacaría, solo que lo haría, así que era imposible que nadie pudiese nunca relajarse por completo -Personalmente preferiría probar suerte fuera de la ciudad, estoy más acostumbrado a los senderos del bosque que a las calles de una ciudad- le dije -Si no te importa, claro- añadí, indicando con el tono que si prefería quedarse en la ciudad tampoco me molestaría.

Tras escucharla hablar, una idea que ya había tenido varias veces al escucharla volvió a mi mente: aquella mujer era un misterio. O más bien su mundo era un misterio. A veces hablaba de valiosos conocimientos como si fueran algo común, otras ni siquiera entendía de lo que hablaba… y sin embargo, había habido veces en las que parecía ignorar cosas que cualquiera sabía. Sea como fuese, estaba seguro de que podía aprender mucho de ella que ayudase mi mundo.

 Angela se cogió las manos la una con la otra apretándolas contra sus senos a la altura del corazón. Se sobrecogió ante la idea de un mundo sin estrellas, en su expresión había una seria mezcla de emociones donde predominaba la tristeza y la incredulidad. Sin embargo, creía cada palabra que salía de la boca de aquel hombre, había visto cosas extrañas, no era la primera vez, y no le cuestionaba, aunque estuviese en su naturaleza cuestionarlo todo.

- En mi mundo... - compartió, dudando si era adecuado, si echaría en falta esas estrellas en el suyo - hace siglos, se utilizaban las estrellas como un mapa para no perderse, en el bosque era más dificil. - había que reconocerle que si era capaz de no perderse era todo un logro - algunos... soldados - prefirió usar esa palabra a otra mejor - aún saben orientarse con ellas, cambian con el tiempo, pero no tanto como para que no sea un conocimiento útil para muchas generaciones. Además, se puede predecir su cambio. - separé los labios en una expresión propia de alguien que piensa "lo he vuelto a hacer", terminó por taparselos con la diestra con cierto rubor - a lo que me refiero es a que con algo de información podría triangular nuestra posición y conseguir que nos orientemos mejor, es dificil sin un satélite. - se detuvo, pensando en que no tenía porqué entender eso.

 - Nuestras propias estrellas diminutas. - gesticulo dibujando una esfera ayudándose de las manos, como si representase la Tierra. - pero tenía la esperanza de poder arreglarme con algo. Igualmente, si tenéis resuelto lo de la orientación, es un problema menos del que preocuparnos.

 Era evidente que Angela se había puesto a trabajar ya en un plan para sobrevivir allí, y para marcharse, tanto como que había asumido que le llevaría mucho tiempo. No se dejaba mellar por eso, parecía dispuesta a todo por hacer lo que fuese que quería hacer.

 - Deduzco...que en tu mundo - casi dice planeta - habrá muchos desastres naturales, tiene que ser un lugar....inhóspito. - le hablaba con tanta preocupación como franqueza, si hería sus sentimientos lo comprobaría mientras le miraba a los ojos, o si tenía la deferencia de decírselo.

 - En mi mundo hay pocos bosques, salvo los protegidos por el pacto entre gobiernos mundial en la última cumbre medioambiental. - explicó - me gusta la naturaleza. Estamos tratando de acercarla de nuevo, más ahora. - negó, el conflicto era demasiado dificil de explicar, como sin duda le ocurriría a él, por eso no le pedía respuestas o explicaciones reduccionistas o simplistas, tampoco se las pidió a Kerrigan.

 - ¿Quieres hablar de algo en concreto? - asaltó directamente - me interesa todo cuanto puedas contarme de tu mundo - se sinceró - pero quiero que estés bien. ¿Cómo te encuentras?

 algo que no sólo iba referido a como se encontraba físicamente.

 Terminó sonriendole, era un tipo peculiar.

Su expresión confirmó lo que pensaba, pues si el simple hecho de descubrir que hacía mil años que las estrellas habían desaparecido de mi mundo, es que su mundo era un auténtico paraíso… lo cual por otra parte, chocaba con lo que había dicho antes.

Si, por lo que leí, en mi mundo también había quienes las usaban para orientarse- le dije -Aunque lo de si cambiaban su posición o no, eso lo desconozco- añadí.

¿Sus propias estrellas?- me pregunté al escuchar eso, pues por su tono, parecía que al decir que eran suyas se refería a que las habían creado ellos… aunque sin duda debía de estar confundido.

¿Desastres naturales?- dije -No, no es ese el problema de mi mundo, si es que te refieres a lo que creo, no es inhóspito, al menos no en ese sentido…- le dije sin concretar nada más de momento. Por lo que decía, al parecer el problema de su mundo tenía más que ver con la desaparición de la naturaleza que con otras cosas… aunque de nuevo, no terminaba de entender como eso podía llegar a suceder.

La verdad es que me gustaría pedir tu ayuda…- empecé a decirle, aunque me detuve antes de continuar, fijando mi vista al frente -Parece que hemos llegado a las murallas*- dije observando el portón de la ciudad -Prefiero hablar de ello una vez estemos fuera y sin tanta gente- le dije, pues en la entrada la concentración de personas era bastante grande, al menos para lo que estaba acostumbrado.

Mólor y Angela salieron de la ciudad, encontrando algunas hileras de casas que se extendían más allá de la muralla, y más allá amplios campos de cultivo. A lo lejos, siguiendo al Este, el camino se introducía en un espeso bosque. Era época comercial, pero a aquella hora las caravanas ya habían salido, y las que venían estaban por llegar, por lo que el camino, salvo algunos campesinos que iban o venían, estaba vacío.

Saliendo del bosque, un hombre con armadura intermedia, sobrevesta blanca y dorada y capa ambarina, de aspecto agotado, camina hacia la ciudad apoyándose en un bastón. Aún está lejos, pero pese a estar exhausto, no parece pretender ralentizar su marcha, yendo a paso ligero hacia Velen.
Para Mólor aún estaba lejos como para identificar más de él, para la cámara con zoom que incorporaba el halo de Angela, el hombre parecía ileso y no había sangre seca en sus ropas, -aunque sí mucho polvo del camino-. A pesar de estar casi sin fuerzas, algo le llevaba a llegar a Velen lo antes posible, como si cada minuto contara. En la sobrevesta lucía un símbolo dorado que había visto en la fachada de la capilla que infestaron las criaturas de Kerrigan la noche anterior, en la plaza.

- Vaya, me alegro de que ese no sea un problema, tendría difícil solución. - Angela podía imaginarse la destrucción que podía generar no estar dentro de un sistema gravitacional en equilibrio, ya sólo las mareas tendrían que volverse locas. Por otra parte, si aplicaba el filo de la navaja, en vez de prescindir de las estrellas podía presuponer que se trataba de algún mundo pre o post industrial en el que la contaminación u otros fenómenos habían ocultado el cielo tal y como se vería, la misma contaminación lumínica podría producir efectos similares. No encajaba bien si tenían tantos bosques, pero no era tan descabellado...

 Antes de conseguir toda la información disfrutaba indagando por si misma con esas teorías, era lo mejor de la conversación.

 De modo que es eso... frunció el ceño y aún así mantenía una expresión amable, no le ofendía, pero sin duda lo de "conocerse mejor" pasaba a un segundo plano importante.

 - Si crees que puedo ayudarte...- abrió camino a que se expresase sin ninguna clase de impedimento, al final, ella juzgaría si esa ayuda iba en contra de sus principios. Le vendría bien ganarse un aliado fiel, o con necesidades concretas que pudiera controlar, si quería conseguir sus propias metas. A pesar de eso, Mol era un fin y no un medio.

 Miró hacia la lejanía y puso al corriente a su acompañante.

 - Si han avisado a alguien del templo destruido, creo que ha llegado. - si no lo veía lo señalaría con el índice. - Lleva el mismo símbolo.

 compartía buscando en los conocimientos de Mol una conclusión, Angela desconocía si aquello podía ser una escena típica, tal vez él estuviese más familiarizado. Sin cámaras de fotos, prensa, y adoradores ómnicos y humanos, aquello para la doctora era un tanto extraño, salvo que sólo se tratase de una casualidad.

Está claro que no conoces lo que sucede en mi mundo…- dije en voz baja, negando con la cabeza ante sus palabras -Cualquier cantidad de desastres naturales sería más fácil de sobrellevar que las consecuencias de La Caída- le dije, sin añadir nada más hasta que no estuviésemos algo más alejados. Al fin y al cabo, prefería no hablar de la oscuridad en la que estaba sumido mi mundo donde pudiesen escucharnos.

Iba a continuar una vez atravesamos las murallas, pero antes de que pudiese hacerlo Ángela divisó algo a lo lejos… o más bien a alguien.

¿Puedes distinguir símbolos en sus ropas desde aquí?- le pregunté, asombrado de su capacidad, comparable a la de los elfos con los que había vivido toda mi vida -Si es el mismo símbolo… debe ser un seguidor de Lazhander- le dije -Dios del Amanecer y de los cazadores de muertos vivientes, entre otras cosas si mal no recuerdo- dije mientras hacía memoria -No llevo demasiado en este mundo, pero he intentado no desperdiciar el tiempo- añadí a modo de explicación sobre mi conocimiento sobre un dios de un mundo al que acababa de llegar.

 Angela asintió gentil. Era admirable que aquel hombre desease empaparse de lo que le rodeaba, no sólo útil, era un reflejo de que no se trataba de un ignorante o un necio. Había quienes hablaban del conocimiento como una taza que se llenaba, Môl era el ejemplo claro de que no era así, no se trataba de ninguna taza, era una chispa de luz, como un fuego, que se hacía más y más grande.

 Me gustó que fuese así, y no alcanzaba a ver ninguna oscuridad en la necesidad de saber, salvo la curiosidad, aunque la sombra de la desesperación fuese igual de tentadora como explicación.

 - No siempre. - no dí más explicaciones, pero no mentía al reconocer que era una capacidad que no tenía por lo general como ser humano. - pero no tengo dudas. Debe tratarse de eso entonces.

 Creo que sería conveniente recibirle antes que nadie. - adelantó con prudencia - creo que estamos enfocando el ataque desde una perspectiva demasiado limitada y violenta, lo que menos necesita este mundo es poner a ese ser contra las cuerdas.

 El animal acorralado es mucho más peligroso entonces.

 Era una forma de dejar clara su choque de enfoque con el caso de Kerrigan, desde luego Angela no iba a coger su pistola y atacar deliberadamente a aquel ser sólo por venganza o un ideal desvirtuado de "justicia".

 No parecía que Môl pudiese decirle nada para hacerla cambiar de idea, pero su silencio le permitió intentarlo. Ella estaba más que dispuesta a interceptarlo.

Está claro que su mundo no ha sufrido nada parecido a la Sombra… y por lo que vi, la mujer monstruo esa puede ser casi igual de peligrosa si se le deja tiempo para fortalecerse- pensé, lo cual tal vez fuese una bendición para ellos… pero en la situación actual, podía complicar las cosas para Ángela si se encontraba frente a seres de esa naturaleza.

Lo que menos necesita este mundo es permitir que ese ser acumule fuerza suficiente como para que sea imposible pararlo- le corregí -No negaré que alguien acorralado y sin nada que perder puede ser muy peligroso, y si pudiésemos razonar con la mujer-monstruo y lograr devolverla a su mundo pacíficamente, sería mucho mejor…- empecé a decir -Pero no me hago ilusiones al respecto, hay seres con los que la única opción posible es luchar hasta acabar con ellos- le expliqué -Créeme, sé lo que digo, la alternativa es infinitamente peor- añadí con una sombría seguridad nacida de la experiencia.

 No alcanzaba a comprender como podía estar seguro de que la guerra era la única opción. Había escuchado cosas similares antes, sobre los ómnicos. Recordaba el ataque a KingsRow, no hubo opción a razonar, ni siquiera el gobierno escuchó al comandante... pero para mí, era imposible no dejar abierta esa puerta, siempre.

 - Me alegra que consideres todas las posibilidades. - asumió, optimista ante la posibilidad de que no se embarcase en una venganza con la justicia como estandarte y provocase peores daños. Algo le decía que Riley no contemplaba esa opción, o no todavía, había que mantenerse positivos.

 - Hablemos con él, está exhausto. Sólo quiero asegurarme de que no quiere levantar el lugar en armas. - evitar la guerra parecía lo más importante, no por salvar a Kerrigan, sino por salvar aquel mundo del terror que podía desencadenar aquella exótica criatura.

 Angela se mordió el labio. No iba a hacerlo en un primer momento, pero finalmente su prudencia presente cedió por lo que podía ser prudente en el futuro.

 - Llamemosla Kerrigan, o "mujer psiónica". Creo que no es conveniente alimentar los demonios que trae consigo y los que pueden surgirle en este mundo por su actual aspecto.

Siempre lo intento, es la única forma de sobrevivir en mi mundo… y cuando todas las opciones son malas, hay que asegurarse de no escoger la peor, cueste lo que cueste- le dije con un tono sombrío nacido de la experiencia -Solo espero que tú también lo hagas- añadí, sin especificar si me refería a considerar todas las opciones o a hacer lo que fuese necesario para no escoger la peor.

Dudo que esa sea su intención, o no habría venido solo- le dije, pues suponía que un culto como el de Lazhander debía de contar con una buena cantidad de soldados dispuestos a luchar por su causa -Lo más probable es que haya venido a investigar lo sucedido… está claro que las noticias de lo que ha pasado se han extendido bastante rápido- dije mientras rebuscaba en mi morral algo de beber, pues seguramente lo necesitaría.

Como quieras…- le dije cuando dijo de llamarla Kerrigan -No importa demasiado el nombre… siempre que no quieras que le mintamos sobre lo ocurrido- añadí -Aunque sea para ahorrar dolor ahora, a la larga, eso siempre hace más mal que bien- le dije.

El hombre continúa caminando, y conforme se acerca a las murallas distingue a los dos compañeros, apretando incluso más el paso, levantando la mano para... ¿Saludar?

Al llegar junto a los dos, apoya las manos en las rodillas, jadeando, incapaz de hablar, y deja el bastón apoyado en un cercado cercano. Debe tener unos treinta y tantos años, viste una cota de malla y grebas con espuelas, lo que indica que probablemente tuviera caballo antes.

Entre jadeo y jadeo levanta un dedo un instante, en un gesto que indicaba que le esperasen un momento. Un poco más repuesto, echa mano a un zurrón y coge una cantimplora, con la que sacia su sed hasta vaciarla y se humedece los labios secos, además de un papel.

*Jadeo* Pensé que... llegaría tarde Mira a ambos, aún jadeante por el esfuerzo, y extiende el pergamino. Se aparta el cabello sudado y procede a leerlo.

Un... ángel con alas de metal, llamada Angela Zieg.. Jadea Ziegler. Un hombre de ojos blancos y mente poderosa llamado Riley de Iowa. Una... Jadeo elfa de noble cuna llamada Osellë... Jadea de nuevo. Un gigante guerrero, esclavo de un... Toma aire de un mundo árido llamado Thosk, una nave... gante de aspecto humano Exhala y vuelve a tomar aire llamada Sharon, un mago sombrío llamado Mólor Lóion, y una mu... Jadea y se quita sudor con el antebrazo mujer con aspecto de demonio llamada Sarah Kerrigan.

Vuelve a poner las manos en las rodillas.
Me dijeron que con... esto me atenderían. Mira a los dos perplejos personajes. Me llamo Alath, Caballero del Alba de Lazhánder... Coge mucho aire. He sido enviado para... hablar con ustedes, si tienen a bien aguardar a que recobre el aliento.

Habiendo pensado en parar al hombre aquel para hablar con él de lo ocurrido con el templo de su dios, el que al vernos nos saludase e incluso apretase el paso para acercase a donde estábamos me extrañó bastante, a pesar de lo cual esperé a que recobrase mínimamente el aliento para que pudiese hablar.

Decir que no me esperaba lo que empezó a decir sería quedarse corto. Muy cortó. Empezó a decir los nombres de todos, incluso el del difunto Thosk y el que debía pertenecer a la mujer-monstruo… y entonces dijo mi nombre. No, no mi nombre, dijo eso. Antes había estado en shock por lo que decía… tras escuchar eso, retrocedí un par de pasos con un gesto de dolor, como si hubiese recibido un golpe.

¿Quién…? ¿Cómo…?- empecé a decirle sin acabar las frases, pues escuchar la forma completa con la cual me “lamaban” en mi mundo de forma completamente inesperada me había afectado más de lo que hubiese creído posible -¡Yo no soy eso!- le grité, encarándome a él antes de que pudiese calmarme lo suficiente como para pensar con claridad.