Partida Rol por web

Bueno, más que pasearse, aparecen, observan y desaparecen... Y no, no hay un... motivo claro, pero no te preocupes demasiado por ellos.

Cuando Mólor se despide, Sebastien asiente

Sin problema. Que pase un buen viaje.

Cuando Mól llegó a la cubierta, casi como si de una respuesta divina se tratase, se pudo encontrar a la refinada sacerdotisa de túnica dorada, ésta vez sin su abrigo de pieles, hablando con voz suave y aterciopelada con dos marinos.

Sonreí con confianza cuando dijo lo de poder respaldar mis palabras, divertido por su reacción al decirle que ella no era menos traviesa.
Una vez en cubierta, tenía la intención de simplemente esperarla, pero al ver a la túnica dorada y entender lo que había hecho Yaril·la, decidí "darle una mano" y me acerqué hasta donde estaba.
 

Tras la charla con Yaril·la de la noche anterior, pudo reconocer el símbolo que lucía en su túnica. Se trataba de Waukin, la diosa del comercio y los negocios, una diosa MUY venerada en Amn, pero en general venerada y respetada por todos aquellos que se dedicaran a los negocios.

La mujer tenía las yemas de los dedos unidas mientras hablaba, con un porte muy respetable, y hablaba como lo haría una experimentada vendedora. Los dos marinos parecían escucharla con atención.

...y por dos monedas de plata al mes, te da derecho a una curación menor a la semana. Por cuatro, una curación de enfermedades o venenos, y por seis, sanaciones mayores.

 O sea, si pierdo un brazo o una pierna.

 No, los... Parecía que hasta le costaba decir la palabra. Desmembramientos ya son hechizos muy superiores. A partir de una moneda de oro al mes, o novecientas monedas de oro. Aunque si tienes cualquier tipo de seguro, se hace un descuento y serían quinientas.

 ¡La leche! Eso es mucho dinero... ¿Y no hay descuento por... ser un marino?

 Ciertas naciones tienen algunos contratos, sí... ¿De dónde provienes?

 De Aguas Profundas.

 Tendría que confirmarlo, pero creo que para las curaciones únicas y demás conjuros, tienen un veinte por ciento de descuento.

 Vale, o sea... Con dos piezas de plata al mes, al menos me curan para que no muera si quedo herido.

 Levantó un dedo, como haciendo una importante anotación. Sí... Aunque los hechizos al día son limitados, y las normas de la empresa ceden prioridad a heridos que tengan un contrato mayor, y una vez ahí ya se trata a los heridos por orden de gravedad.

 El tipo que aún no había hablado tomó la palabra. Es decir... que cuanto más pagues, antes y más te curan.

 Bueno... Para eso tienen un seguro más caro.

 O sea, que si soy el que menos pago, me puedo morir desangrado o de una infección incluso teniendo seguro?

 Bueno, ¡Pero por supuesto que no! Los heridos críticos van en primer lugar en cualquier caso.

Fruncí el ceño al escuchar las palabras de la sacerdotisa, pues viniendo de un mundo donde habilidades de curación como aquellas eran tan necesarias, ver como las vendían como simple mercancía no era precisamente agradable.

Ahora entiendo porque le caen mal- pensé, apresurando en ocultar mi disgusto y poner una sonrisa en mi rostro. Antes solo pensaba continuar la travesura de Yaril·la por diversión... ahora, también tenía ganas de continuarla por mi mismo.
Es razonable- dije, acercándome con naturalidad -¿Y cómo identifican que seguro tiene cada herido?- le pregunté.

Oh. Dijo con cierta sorpresa al oírle llegar, y le recibió con la mejor de las sonrisas. 

Por el nombre y una contraseña, aunque también entregamos un sello, por si está inconsciente. Sonrió de nuevo alzando la mano. No, no se puede robar así como así. Cada sello va junto con un detalle de su portador, que comprobamos.

¿Y si lo pierde?- le pregunté, devolviendole la sonrisa -No sería raro en medio de una batalla o de una tormenta...- añadí, acercándome un poco pero sin que pudiese ser incómodo o parecer antinatural para nadie.

Sería una pena que apareciese el marinero de antes- pensé, mirando brevemente al resto de la cubierta, pues me vería obligado a agradecerle su comprensión tras interrumpirnos antes.

Los otros dos parecían menos interesados en esta parte de la conversación, tal vez ya lo habían preguntado antes.
En ese caso, el nombre y la contraseña. Explicó. El sello es un anillo, es difícil de perder. Cuesta entre una y dos monedas de oro como garantía, que se devuelven cuando se rescinda el seguro y se devuelva el anillo. Si pese a todo lo pierde... Bueno, habría que hacerle otro y tendría que volver a abonar el coste.

Siempre y cuando no esté inconsciente, claro- pensé, aunque por supuesto, no lo dije.

Veo que está todo muy bien pensado- dije mientras asentía -Y... ¿dónde podría adquirir uno de estos seguros? ¿Sería necesario ir a un templo, o podría hacerlo con vos, sacerdotisa...?- le pregunté, aprovechando la pregunta para preguntarle si nombre sin necesidad de pedirlo.

Oh, soy Victalyn Fletcher. Cuando desee podemos hacer el contrato, en el camarote por ejemplo, no es necesario ir a un templo, aunque el sello con su número no se lo podría entregar hasta llegar a tierra, señor... 

¿Victalyn?- pregunté -Es un nombre curioso, si me permite el comentario- dije con un tono amable y una sonrisa -En cuanto a mí, puede llamarme Mólor- le dije, pues desde luego, no iba a dejar que me llamasen como lo hacían mis amigos, aunque supusiese soportar aquel nombre -Me alegro que sea algo que pueda tratar con vos en privado y no tener que esperar a llegar a un templo, aunque tendré que pensármelo bien, no querría molestarla más de lo necesario…- dije.

A ver que me lo piense… no, gracias- me dije mentalmente.

Y tampoco quiero aburrir a los demás con mis preguntas- añadí, mirando a los dos marineros a los que había interrumpido.

Victalyn pareció un poco sorprendida con el comentario, aunque no ofendida.
Bueno, es un nombre Tezhyriano. No es demasiado común, pero... Mólor continuó hablando. No es ninguna molestia. de veras. Si le parece, cuando termine con estos caballeros vamos al camarote y lo terminamos de explicar todo.

 El marinero asintió. Estoy de acuerdo, pero ahora no tengo la fianza para el sello, que he de cobrar cuando llegue a tierra.

 Bueno, yo... tendré ahora un mes de permiso. Si eso cuando vuelva a hacerme a la mar

La sacerdotisa asintió sonriente.
Sin problema, caballeros... cuando deseen.

Ambos se despidieron, y Mól quedó a solas con la sacerdotisa, si bien la cubierta no estaba precisamente 'vacia'. Yaril·la acababa de salir con espada y escudo de otra de las escaleras que daban a cubierta, a la espalda de Victalyn, unos cuantos metros más allá. Con una camisa marrón.

Me alegro no haberla ofendido- le dije cuando me quedé a solas con ella -Nunca es buena idea molestar a alguien con quien quieres hacer negocios- añadí a modo de broma -Y me encantaría continuar la conversación en su camarote...- le dije, sin que mí tono ni mi expresión indicasen​ que me refería a algo distinto -Pero tengo que hablar con la Sacerdotisa de Tempus, algo sobre la batalla, creo​- le dije, simulando resignación -Y hablando de ella...- añadí al ver a Yaril·la aparecer -Mi señora- dije, despidiéndome con una ligera reverencia.

La sacerdotisa asintió conforme hablaba Mól, y le disculpó al ver que prefería hablar primero con Yaril·la. A diferencia de la animadversión que sentía Yari por ella, Victalyn no parecía sentir esa acritud por la tempuriana, incluso la saludó cortésmente con un movimiento de cabeza.

-Cuando quiera, señor Mólor.

 Cuando Mól llegó donde estaba Yaril·la, ésta le estaba mirando con un puño en la cadera, y golpeteando con el pie en la cubierta. Levantaba una ceja más que otra, y aunque no parecía enfadada, parecía un poco decepcionada.

¿En serio? ¿De todas las féminas del barco...? ¿Te has quedado con ganas de sacerdotisa o es que vas a hacerte un seguro?

Sí, yo diría que me he quedado con ganas...- dije, con un tono engañosamente serio -Aunque no sé si podría cumplir mis expectativas...- comenté, como si me lo estuviese planteando -En cambio, conozco a otra sacerdotisa que seguro que las supera- añadí​, mirándola de manera bastante significativa

Yari bajó la cabeza escapándosele una sonrisa, y de nuevo rosándosele las mejillas. Le dio un codacito discreto.

Serás....

Cuando volvió a mirarlo, tomó aire. No, en serio... ¿Qué te estaba engatusando esa... traficante de curaciones?

Torcí el gesto cuando Yaril·la hizo tan apropiada descripción de la túnica dorada, aunque lo sustituí por una falsa sorpresa.

¿Traficante de curaciones?- pregunté -Entonces, cuando me ha invitado a su camarote… ¿era solo para sacarme dinero?- dije, como si estuviese realmente afectado por tan impactante revelación.

¿Que esa te ha...? Ah... Rió un poco Ya lo entiendo... Bueno, espero que mucha gente se haya enterado, jejejeje. 

De nuevo, aquella sonrisa cabrona. Espero que el rumor corra como una gacela. Hizo un gesto de asco. En fin... tan de señorit que se las da, no entiendo cómo la gente pica como besugos, de veras.

¿Y de que habrían de enterarse?- le pregunté fingiendo inocencia -Me aseguré de ser muy amable al meterme en la conversación que tenía con un par de marineros- le dije, como si no entendiese nada -No es tan raro que invite gente a su camarote…- seguí diciendo -Sería una lástima que otro marinero lo escuchase y malentendiese algo- añadí, con una sonrisa que dejaba bien claro a que marinero me refería.

Yaril·la sonrió de nuevo.

Claro... Claro... Suspiró. En fin... Lo mismo me lo cruzo por ahí y pregunto por tí o por la sacerdotisa... que no los encuentro a ninguno de los dos.

Podría ser divertido... Le dio un golpecito de camaradería en el hombro.