Partida Rol por web

La mujer monstruo sigue empujando con fuerza al amasijo de alas, brazos y piernas con alguna intención, que hace imposible controlar la armadura. Su fuerza física es comparable a la de los más forzudos soldados de Overwatch, y a pesar de sus esfuerzos, Angela no logra zafarse de ella.

Cuando la 'lengua' está rozando los labios de Angela, una sacudida pone tenso el cuerpo de Kerrigan, mientras un balazo sale por el costado, rozando la armadura de Angela. La monstruo ha sido atravesada por otro temerario balazo, y deja el tentáculo colgando momentáneamente, con la boca abierta.

Varken continúa enfrascado contra su Zergling. Mientras, el par de mujeres de repente cambian de dirección y vuelan hacia el suelo. En la distancia se oye el ruido estrepitoso de ambas al caer contra un tejado.

Muy graciosa Volvió a oírla en su cabeza mientras los ojos llameantes la miraban.

Con la fuerza de un potente motor, y tratando de ignorar la herida lo mejor que podía, los poderes mentales de Kerrigan dispararon a las dos mujeres contra el suelo.

Un estruendo brutal acompañó al golpe salvaje de ambas cayendo a través del techo de pizarra y madera de uno de esos edificios medievales.

El polvo y los trastos rotos lo llenaban todo allá donde trozos de tejado seguían cayendo. Se encontraban en lo que parecía ser una casa, aunque Angela apenas era consciente de ello.

Kerrigan se levantó algo más rápido de encima de la médico, y tambaleándose pateó el bastón lejos de ella. Entonces se dio cuenta de que había un humano, un hombre adulto que intentaba abrirse paso entre los escombros, aterrorizado. Con las manos en las rodillas, Kerrigan cortó al hombre desarmado en dos con un tajo de una de sus alas, pues la otra colgaba rota a un lado, arrastrando por el suelo.

A pesar de presenciar tamaña injusticia y crueldad innecesarias, Angela aún podía solamente toser y gruñir, tratando de incorporarse.

Kerrigan no iba a dejar pasar la ocasión, aunque aún no podía tampoco caminar. Andó hacia Angela y trastabilló. Se dirigió como pudo para caer a horcajadas sobre ella, y sujetándola las manos, apenas sin fuerzas, sacó de nuevo el tentáculo de la boca. Lo introdujo en la boca de Angela. Era viscoso, y su sabor era indescriptible. Pudo notar cómo se abría paso a través del esófago, y puede que incluso más allá del estómago. Durante los segundos que duró, Angela apenas podía respirar, y en su delicado estado de salud eso era peligroso. Sin embargo, tras notar un pequeño revuelo en su vientre, absolutamente inquietante y bastante doloroso, la lengua salió casi del tirón, llevando consigo algo de ácidos gástricos que quemaron un poco la garganta de la médico.

Kerrigan se dejó caer entonces de lado sobre una viga, medio sentada, medio desplomada. Jadeando, intentando recuperarse. Tranquila, como si se supiera vencedora, empezó a quitarse las flechas rotas del cuerpo, y a simple vista, las heridas comenzaron a cerrarse como por arte de magia.

La mirada de Kerrigan aún estaba fija en Angela, como si esperase algo. Le había ido de muy, muy poco, y lo sabía. Podía incluso verse algo de... ¿Miedo? en aquella mirada llameante.

Diagnosis en curso...

Hematomas múltiples.
Sin roturas graves

Posibles daños en la espalda, se recomiendan movimientos suaves mientras sean posibles. Diagnosticando.
Adrenalina alta.

Entonces saltan alarmas en el HUD

¡Parásito detectado en el intestino delgado! Identificando el parásito....

Identificación negativa. Se recomienda el uso del bastón para su extirpación.

Asiento al ver cómo el disparo alcanza a la mujer alada, pero frunzo el ceño al ver que pese a todo, Ángela no consigue separarse y ambas se precipitan hacia el suelo. Sin embargo, el extraño enlace mental que me une a Kerrigan aún está activo, por lo que sé que a pesar de haber recibido varios tiros y de su última caída, sigue con vida.

No tardo más que un instante en decidir ir a por ella. Mientras me pongo en movimiento, la fuerza de la costumbre me lleva a dar instrucciones a mis compañeros; después de todo, era el encargado de la defensa de Iowa en mi propio mundo.

- Mól, asegurad esta zona. Pronto llegarán refuerzos - le digo al mago mientras echo a correr hacia la casa en la que están, aprovechando que el zerling aún no ha tenido tiempo de volverse a acercar a mí. - Oselle, si ese lobo tuyo está por aquí cerca, tal vez pueda ayudarme a rastrear a Ángela - sugiero a la elfa. Nunca habría imaginado que esa mujer sentiría lo más mínimo la pérdida del semi-gigante, dado el caracter altivo con el que nos había tratado constantemente desde que aparecimos en este mundo. - Varken, en cuanto podáis sacad a Yaril·la de esa cosa del suelo y quemad todo esto.

Una vez más, recurro a la psiónica para aumentar mi velocidad e intentar llegar hasta las dos mujeres lo antes posible, sirviéndome del vínculo con Kerrigan como brújula.

Atenta a lo que acontecía a mi alrededor aún con ese nudo en la garganta al rememorar tiempos donde la sangre derramada era una moneda corriente. Negando con mi cabeza, buscando la forma de olvidar aquello, observo como la mujer alada sufre los ataques pero se retira junto a Ángela vaya a saber con que malignas intenciones. Quise evitarlo en verdad, pero tenía una sorpresa a mi lado. 

Un vástago suyo que intenta atacarme, sin mayores preámbulos dejo el arco a un costado y saco la espada corta. No tenía demasiado tiempo para disparar, por lo cual tocaba el combate más de cerca. Ya consumada por la ira voy hacia él mientras suelto un silbido llamando a mi lobo para brindarnos su ayuda. - Lo he llamado, me deshago de este y ya. -  respondo a Riley, tenía a uno casi encima mío. No podía ponerme a rastrear sin sacármelo del medio, ni siquiera ordenar al lobo que hacer. 

 *Uhg* El aire brotando de los pulmones sin resistencia en la traquea, el cuello flexionado con la nuca en contacto con la tierra y la espalda arqueada en la valkyre protegiendo a duras penas de una lesión fatal por necesidad. La última imagen en sus retinas es el monstruoso rostro, por la cercanía más que por su condición de aquella presencia vil y egoísta, de aquel ser con aquella pretensión de Dios.

 - ¿¡Qué....

 La pregunta lógica, en aquel estado, mientras las lágrimas se agolpan en los lacrimales al ver, borroso, como el bastón se aleja. La pregunta era, sin duda, ¿Qué me has hecho? Mas Angela pecaba nuevamente de entregarse con afán a los demás. Sabía que lo detendría, fuese lo que fuese, en cuanto tomase su bastón. Y aunque llevase más tiempo, lo conseguiría. Si quisiera matarla, ya lo habría hecho. Podía rematarla allí, justo después de estrellarse contra el suelo.

 El dolor era difícil de soportar. Mas aún lo era no entender del todo aquella situación.

 - ¿Qué ha visto...que ha vivido alguien para....tomar la vida de otros...así?

 Debes...debes de estar a tiempo. - *ughhh* Con cada aliento notaba como un martillazo en el pecho y en la espalda. Intentó mover los dedos de los pies, algo ya de por sí dificil dentro de la armadura, pero necesario para asegurarse de que tenía la movilidad suficiente. Su mano arrastró piedras, trocitos de madera y polvo para intentar alcanzar su bastón. Sin éxito.

 - Nunca es tarde para tomar conciencia.  - le dijo, sin conocerla de nada, sabiendose portadora de una verdad autoevidente por sí misma, con una fuerza innegable, que los seres que ella conocía eran libres en el raciocinio y aunque tenían la capacidad de hacer el mal, también tenían la capacidad de renunciar a él. - Les convenceré. - prometía. - de que sólo te defendías. - incluso mentiría para protegerla - pero...es una locura. Tienes que detenerte.

 Siendo....

  ...tan poderosa...

     ...jamás vi alguien que tuviese tan poco.-  espetó, con sinceridad, y un tono de dolor insoportable - Tienes...

 ..que parar.

  ¿Cómo es posible...que seas así..?

 No era un reproche. Era una pregunta sincera, de alguien que no comprendía que llevaba a una persona o a un ser a matar para conseguir sus objetivos sin que la mano o las garras le temblasen en absoluto. No podía tolerarlo. Pero tampoco amenazaría con matarla, destruirla o detenerla en una cárcel, ella sólo pretendía cambiarla. Y haría eso por cualquiera...

 Ese ser, no era especial. Sólo era una criatura terriblemente confundida.

 Angela no podía simplemente quedarse de brazos cruzados, ni siquiera sabiendo que ella misma estaba en grave peligro.

 Hizo el intento de levantarse.

Kerrigan sonrió de medio lado, aún dolorida y ensangrentada. Su sangre tenía un tono púrpura extraño. Puso la mano junto a un agujero de bala, que pronto 'escupió' el proyectil. 

El HUD comenzó a lanzar alertas sobre dos tipos de neurotoxinas. Cuatro tipos. Y subiendo. El dolor del vientre, sin embargo, había cesado, quedando tan solo el eco de donde dolió.

Mientras la zerg sostenía la bala entre su dedo índice y pulgar, habló con su retumbante voz. Afuera había bastante alboroto.

¿Qué te he hecho....? Aún nada, pero si quieres luego negociamos tu infestación Dijo usando la voz, y claramente burlándose. No parecía que tuviera intención de negociar nada. Necesito tu cerebro intacto. Necesito información. Y me la vas a entregar... Por las buenas, o por las malas. Tiró la bala con el dedo índice. No me puedo creer que no me conozcas, aunque siento que dices la verdad. Urghh... Se incorporó, pero aún sentada, y el ala rota comenzó a moverse mientras se regeneraba. Media galaxia me quiere muerta. Es cierto... Solo me defiendo, no hay que inventarse nada, con eso.

Angela comenzó a levantarse. Le dolía todo, pero podía hacerlo. Tan solo el HUD le avisaba cuando estaba forzando demasiado la espalda. El recuento llevaba ya catorce tipos de neurotoxinas diferentes.

Al ver que se dirigía al bastón, Kerrigan no se movió.

Yo de tí no haría eso. Dijo. Si se lo ordeno, o se siente atacado, liberará toxinas que te matarán en menos de un segundo.

Kerrigan comenzó a levantarse también, sin sentirse amenazada. El recuento iba por veintiún tipos de neurotoxinas.

O mejor, sí... coge la vara, cúrame... Y explícate. Esa tecnología no parece del Dominio, y nadie en el Dominio desconoce a la Reina de Espadas. ¿Quién te envía? ¿El D.U.T.? ¿En qué sector estamos? Esto parece... Miró alrededor, la decoración medieval destrozada De una era preespacial.

El recuento había terminado en 22 tipos de neurotoxinas, sumando algo más de cuatro gramos. La cantidad tolerable por el cuerpo humano es mucho menos que una milésima parte de toda esa cantidad. Definitivamente, si se liberase en su organismo (Y el intestino delgado es el encargado de absorber los nutrientes) aún con su bastón el resultado probablemente sería la muerte.

¡Vamos, solo un poco más!- grité al ver cómo tanto mi hechizo como las flechas de Osellé alcanzaron a la mujer-monstruo… pero por desgracia las cosas nunca eran tan fáciles. Lejos de huir, aquel ser se lanzó contra Ángela, enfrascándose con ella en un abrazo mortal, seguramente con la intención evitar que siguiese curándonos. Y por si fuera eso poco, antes siquiera de que pudiese preparar otro conjuro para intentar separarlas, ambas salieron volando hasta estrellarse en uno de los edificios a lo lejos, fuera de mi vista y del alcance de mis conjuros.

¡Maldita sea!- pensé al tiempo que dejaba de convocar mi magia, dudando entre seguirlas o quedarme a terminar con los seres que aún quedaban y que parecían haber redoblado su ataque. Por suerte, Riley decidió por mí saliendo a toda carrera hacia donde Ángela y la mujer-monstruo habían caído.

Nosotros nos encargamos- le dije mientras sacaba mi ballesta. Tal vez hubiese sido más seguro seguir usando mi magia… pero o me quedaban demasiados conjuros, y en caso de que la mujer-monstruo volviese los iba a necesitar. Dudé por un segundo si disparar contra el que había subido al tejado y estaba luchando con Osellë o contra los de abajo, pero al final me decidí por la segunda opción, no sea que alguno de ellos decidiese salir en persecución de Riley, así que sin perder un momento más, apunté al único que no se enfrentaba a nadie aun y disparé.

 - ¡Para! -

 Exigí. Sin ser consciente de que había dicho eso en voz alta. No iba dirigida a aquel ser, sino al halo que informaba esclavo de los propios deseos anteriores de Ángela. Era preocupante. Pero entendía el concepto. Era un seguro. Desconocía donde estaba el detonador. De momento. Pero no podía seguir torturándose mientras escuchaba como aumentaban las formas en las que morir o la seguridad de que lo haría arrastrada por el ego inconmensurable de un demonio alado tan odiosa como fuerte.

 `Mercy` se levantó, sin temor a mostrar su propia debilidad ante su "captora". Y no desaprovechó la opción de hacerse con su bastón de nuevo si se lo permitía. De hecho, no intentaría nada a la desesperada, era mucho más inteligente. No podía simplemente extirparlo o modificarlo sin un análisis exhaustivo, como tampoco podía lanzarse al precipicio que supondría tratar de reparar el interior de aquella criatura.

 No obstante, podía hacer un trato.

 - No soy experta en viajes espaciales. - la entendió a la perfección, espetó aquello como una queja profunda hacia sus dudas. No obstante, sólo era muestra de su humildad. Era evidente que no la engañaría, parecía contrario a la naturaleza de Angela una artimaña así. - Yo provengo del brazo de Orión. - era lo más parecido que podía ofrecerle al hablar de sectores.

 - Y no pertenezco a ninguna organización. - se sentía un tanto indignada con la propuesta,  y más sabiendo que se acusaba de que aquella tecnología pudiese remotamente pertenecer a otros - soy una ciudadana suiza. - aunque aquello, no le diría nada - aunque... - no podía ocultarlo. - colaboro con... - tenía dudas. Si ella pertenecía a los atacantes del cuartel general...si ella había sido...¿Cómo sería siquiera posible? - Overwatch.

 Alzó el mentón. Era motivo para estar orgullosa. Preparó su bastón y la miró con ciertas reservas. Afortunadamente, lo que fuera aquello que tenía dentro de ella sólo le perturbaba psicológicamente y no físicamente. Debía centrarse en solucionar el problema, y con su bastón no podía hacerlo directamente. Por ahora.

 - Puedo reparar el tejido con unos ajustes. - mostró su intención de ayudarla si era lo que quería. La curaría. Sin despeinarse.

 Podía hacerlo. Sólo necesitaba analizar el comportamiento de su regeneración y potenciar su sistema. Pero...¿debía?

 - Pero sólo lo haré si me das tu palabra. - No le intimidaba, había estado cerca de personas realmente increíbles, personas como reinhart, capaces de cogerla del cuello y acabar con ella, capaces de las mayores heroicidades y los peores crímenes. Era evidente, que aquel ser, sólo era algo...mejorado, y la hipótesis de que estaba dentro de una bioarmadura cobraba fuerza, aunque tal vez, aquello fuese más invasivo y grotesco de lo que quería admitir.

 - Tu palabra de que no matas a nadie más por puro egoísmo, como si nada. ¡Está mal! - le dijo, como si estuviese tan ciega que no pudiese ver ese lado de su moralidad - si... - miró el cadaver, tan triste como afectada por la imagen. Había visto cosas peores llevadas a cabo por los ómnicos. - necesitabas curarte, sólo necesitabas pedirlo.

 Tengo que saber que no acabarás con cualquier vida sin más. Tienes que pensar antes de actuar. - era como una hermana mayor, aunque parecía una menor, por estatura, por condición - aquí, no vi guerra. No es mi mundo. En el mio hay actos de guerra.

 No había, salvo la que traes contigo.

 Combatirse a uno mismo, es la guerra más dificil. -  y perdona...pero tienes un largo trabajo por delante.

 Moví la diestra deseando que se detuviera. ¡Era una locura! ¡Estoy...Estoy poniendome histérica!

 Actuaba como una bestia. No tardaría mucho en matar cualquier otra cosa, fuesen animales o las personas con las que Angela estaba justo antes. Mercy podía decir que jamás había atacado a sus criaturas, ni a ella. tenía ventaja moral sobre su interlocutora, y quería aprovecharla. Necesitaba que aquella masacre terminase, que se calmase. De pie, a Angela le parecía estar viendo un animal salvaje, que da vueltas al rededor de una habitación en espera de su próxima comida. Era una criatura enjaulada...enjaulada en una cárcel de dimensiones cósmicas. 

 - No creo que la forma de salir de aquí sea viajando.

 La llegada fue...alguna clase de....¿transmolecularización?

 ¿Puede que sólo seamos clones o réplicas de nosotros mismos...? ¿Importaría? Sacudí la cabeza. No era el momento para seguir ese hilo de pensamiento.

 - Hay tecnología que se utiliza con la mística -. le ofreció ese enfoque a su perspicacia preespacial. - como quien blande tecnología dejada por otros seres superiores sin entender su funcionamiento. - era su forma de explicar la "magia" que había visto ejercer a Môl, y que seguía identificado como uso de tecnología avanzada, muy avanzada.

La criatura no se opuso a que Angela cogiera su bastón, aunque le hizo un gesto para que tirase la pistola.

Parecía satisfecha pero impaciente a medida que Angela explicaba su origen. Le extrañaba que no le sonase nada, pero aparentemente no le terminaba de desencajar... todavía. No mostró conocer el nombre de Overwatch más que Orión o Suiza.

Pero cuando le exigió su palabra y comenzó a recriminarle de aquella manera, estiró el cuello hacia adelante y su expresión cambió a perpleja, con la boca ligeramente abierta. Habría resultado de lo más humorístico. Realmente estaba confundida y hasta divertida.

Cuando hubo terminado y cambió para empezar a hablar de algunos términos técnicos, Kerrigan estiró la boca en una sonrisa, sin llegar a cerrarla, en una mueca que pone alguien que ve algo tan absurdo que no es capaz de creer, y que le parece divertido.

Tras unos segundos en los que pareció esperar algo, espetó en su mente:

¡Hablas en serio! Dijo, como si todavía no se lo creyera. Siguió hablando en su mente. No sabes nada de mi, ni del Directorio.

Sacudió un poco la cabeza, confusa. Aún estaba herida, pero se encontraba bastante mejor. Angela no mejoraría si no se curaba a si misma. Caminó un par de pasos a izquierda y derecha, pensativa, y de tanto en cuanto miraba a Angela a los ojos, aunque era más que eso. Miraba, leía, u oía de alguna manera sus pensamientos.

Está bien. Dijo, todavía hablando en su mente. Mientras no sea atacada... No mataré a nadie. No tengo necesidad. Por la forma de terminar la frase, estaba claro que no había terminado.

Pero tengo algunas exigencias para ti, antes de aceptar. Se acercó a la médico. Kerrigan medía casi dos metros, fruto de la transformación, aunque sus proporciones aún eran humanas. Quiero mirar en tu mente. Necesito informarme más sobre lo que sabes de este mundo y del tuyo. Si no te opones, te sacaré el parásito. Eres una necia, pero una necia inofensiva.

Levantó la mano con garras, y pretendió acercarla a su cabeza. Seguía oyendo la voz de Kerrigan en su cabeza.

Y en realidad, no te mereces la muerte. Si con lo que veo me convenzo que no estoy en el Sector Koprulu y por tanto no estoy en guerra, no mataré a nadie.

Oselle falló su espadazo, y la criatura gruñó amenazante. Por su parte, Mól consiguió un buen tiro en la espalda de uno de los zergling. Faltó poco para que alcanzase el cuello o la cabeza.

Los dos zergling que atacaban a Hoglerruk siguen intentando acabar con su correosa presa. El guerrero bárbaro está cubierto de heridas, pero sigue batallando como un campeón de Tempus

El zergling recién asaeteado prefiere no atacar al guerrero, y gruñe hacia Mólor. Siguiendo el ejemplo de su compañero que estaba contra Oselle, salta al tejado cogiendo carrerilla, y aterriza junto al mago.

La criatura que ya estaba en el tejado intenta por todos los medios morder a Oselle, pero la elfa es muy ágil para él. Esquiva una dentellada, y la otra la ataja interponiendo la espada mucho más rápido de lo que el zergling esperaba, haciendo que tuviese que frenar para no cortarse. Amenazante, emite un chirrido molesto y feroz, pero sobretodo frustrado.

El último de los guerreros zerg, que luchaba contra Varken, se luce en un instante, atravesando la armadura en las dos ocasiones, una de ellas provocando un grito dolorido del tempuriano.

Sul aulló a lo lejos, acercándose a ayudar a su ama.

¿A dónde vas!? Gritó en la mente de Riley mientra salía de la 'biomateria'

¡Es el momento de salir como alma que lleva la tormenta! Esa mujer alada está muerta, y si no lo está, la "Reina" la hará picadillo! ¿A dónde se supone que vamos!?

Sûl aulló a lo lejos, aparentemente había oído a su ama y se disponía a ayudar.

Cuando estuvo fuera, dudó por dónde ir. Aquello no tenía nada que ver con un desierto, ni las ciudades enterradas en la arena se parecían a estas ciudades de piedra. Cien metros podían ser unos cuantos más si daba más vueltas de la cuenta. Por ahora se estaba acercando, podía sentirlo.

Varken sigue su duelo contra el zergling, pero o bien la criatura está tremendamente inspirada, o Tempus no está mirando hacia Velen, ya que la criatura está destrozando al tempuriano a zarpazos y mordiscos.

Hoglerruk, sin embargo, tiene mucha mejor suerte. Su furia y su armadura mantienen a raya a las criaturas, que no consiguen herirle de nuevo.

Mólor corretea y brinca de un lado a otro, evitando por poco los mordiscos del ser que quiere cenar mago. Sin armadura que le proteja de las cuchilladas, sería una presa insultantemente fácil para el zerg.

Oselle es más ágil que nunca gracias a la magia de su amigo, y encuentra muy fácil esquivar sus zarpazos, pese a que la criatura realmente se está empelando a fondo.

Tch- mascullé al ver que mu disparo no le daba por poco en la cabeza a aquel ser, pero al menos había conseguido mi objetivo de impedir que saliese en persecución de Riley… claro que por desgracia, mi disparo también había hecho que centrase su atención en mí, y antes de que pudiese reaccionar, se plantó frente a mi subiendo de un salto al tejado.

Me cag…- maldije  mientras esquivaba como podía las dentelladas de aquella cosa que parecía tan dispuesta a hincarme el diente como yo a conservar mi pellejo en su sitio. En ese momento agradecí más que nunca haber  dedicado una buena parte de mis días de entrenamiento a aprender a sobrevivir en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo -Y pensar que esos vejestorios siempre se quejaban y decían que eso era una pérdida de tiempo- me dije. Por suerte, entre eso y mis correrías en por sitios bastante más inestables que aquel tejado me sirvieron para evitar, aunque fuese a duras penas, los mordiscos de aquel ser, y en cuanto paró momentáneamente su ataque, aproveché la oportunidad para convocar mi poder intentando no darle a aquel monstruo ninguna abertura par que volviese a intentar saborear mi carne.

Por desgracia, en el último momento, cuando ya casi había conseguido dar forma al hechizo, el ser hizo un amago de lanzarse de nuevo hacia mí que me desconcentró por un instante, de forma el último gesto del conjuro lo hice de manera instintiva… y no estaba seguro si lo había hecho bien o mal. Solo me quedaba rezar mientras notaba como mi magia se desvanecía, bien para reaparecer tras un instante en forma de energía protectora que me ayudase a sobrevivir lo suficiente a aquel ser… o bien para desvanecerse en la nada. Por mi bien, más me valía que fuese lo primero, ya que en caso contrario las cosas se iban a poner muy feas para mí.

Atenta a la situación logro esquivar el ataque con eficacia pero no me gustaba para nada lo que tenía frente a mi. Rápidamente observo que a Mol uno está decidido a atacarlo, lo cual es un riesgo si no sabe luchar bien con una espada. Tenía que hacer algo y por lo pronto deshacerme de uno, esperando que Sul aparezca pronto luego de aquel aullido. 

Avanzo a paso firme con la intención de clavar la espada en el que tenía cerca mientras le hablo a Mol. - Acércate a mi, entre los dos podemos hacerlo. No te arriesgues demasiado. -  aconsejo al ser consciente de que el otro en dos zancadas lo tenía encima o quizás menos. 

De alguna manera estaba decidida a dar batalla y ganar, no me quedaría quieta más aún sabiendo que el lobo estaba pronto de aparecer. 

El lobo se encontraba a una distancia considerable pero al ver como su dueña se enfrentaba a unos enemigos, poco es lo que tardó en acercarse hacia donde se encontraba. Su pelaje erizado como nunca era una clara señal de su hostilidad, estaba dispuesto a todo.

Intento pensar rápidamente para contestar a la voz en mi cabeza.

- ¡Joder, Sophie! ¿Qué quieres que haga? Has visto lo que esa criatura ha hecho en la plaza en poco tiempo; sabes tan bien como yo que si dejamos que se vaya no tardará en destruir este mundo... con todos los que pueden ayudarnos. Además, has visto la tecnología que usa Ángela: ella es de un mundo como el nuestro, ¡del futuro! Pero el suyo no se fue al garete. ¡Tenemos que ayudarla! Piensa en todo lo que podríamos aprender de ella para cuando volvamos a casa...

Llegamos a una interesección entre dos calles. ¿Dónde demonios se ha metido todo el mundo? Se supone que la guardia estaba de camino, me digo maldiciendo porque nadie me puede indicar el camino. Intento deducir la disposición de las casas para llegar hasta las dos mujeres aladas.

- Además, esa Reina tenía miedo a los disparos del rifle - le digo a Sophie apretando con fuerza el arma que aún llevo en las manos, más para darme confianza que para convencer a la chica.

Milagrosamente, el hechizo de Mólor funcionó, aunque muy por los pelos*, y quedó cubierto por una capa de energía oscura. Debería ser suficiente para detener temporalmente al menos la mayoría de los ataques, y con suerte, las garras, si hacían impacto.

Oselle dio un tajo a su zerg. Se presentaba un tira y afloja lento pero con una clara ganadora, pues la criatura difícilmente podría acertar a la elfa, y tampoco atravesaría fácilmente la armadura élfica de excelente manufactura aunque lo lograse.

El hacha de Hoglerruk sigue bailando de un lado a otro, entregando salvajes tajos a los zergling. El guerrero logra abatir a una criatura más, y una segunda está a punto de caer, pero todavía no cae. Cuatro zerg, y cuatro defensores... Más Sûl.

Hoglerruk escucha el grito de su compañero.
¡¡Aguanta Varken!! ¡¡Enseguida voy!!

¡¡Adelante, soldados!! Gritó alguien desde una esquina, mientras la otras criaturas, que no habían entrado en batalla, se retiraban Es seguro pisar esto, adelante!!

Un grupo de militares se acercaba con armaduras metálicas, roncas y espadas. Algo temerosos en realidad, pero con paso firme. No daban crédito a lo que veían, pero hacían de tripas corazón y continuaban avanzando.

Por Vélen y por Helm!! Gritó el oficial al ver a dos zergling salir de un huevo. Primera fila, espadas! ¡Segunda y tercera fila, preparad las lanzas!!

El Zergling que atacaba a Varken consigue un nuevo tajo con sus cuchillas. El tempuriano flaquea, apenas teniéndose en pie.

¡¡Socorro, Hoglerruk!! Grita sin pudor, con el orgullo de guerrero bajo mínimos. El ser le está dando una paliza a pesar de todo.

Hoglerruk lamenta no haber aniquilado a esa criatura a tiempo, pues recibe otros dos tremendos tajos, uno de ellos bastante cerca de una arteria importantísima.

El zergling que saltó contra Mólor lanza una cuchillada directa al cuello del mago. El tajo finalmente acaba en la clavícula, y notablemente detenido por el hechizo que lanzó milagrosamente.

Mientras, el Zergling de la elfa sigue rabiando al no ser capaz de acertar a la guerrera Noldor por más que se esfuerce, ni con las cuchillas ni con los dientes.

Sûl ya está de vuelta en el campo de batalla. Sus miedos han volado en cuanto su ama le ha llamado al combate.