Partida Rol por web

El grupo encerró a Grotch en las celdas donde habían estado prisioneros los soldados del Imperio y después, con su piedra como tesoro, se adentraron en el templo y atravesaron el portal.

Regresaron al impresionante vergel, iluminado por un sol amarillo. Si algo había cambiado en la última hora, no podían percibirlo. Mayra se aproximó de nuevo al diminuto altar que había al sur y lo examinó, no había cambiado nada desde la última vez.

-(gnoll) ¿Por qué habéis hecho eso? -preguntó de repente el cachorro gnoll con los ojos brillantes y el corazón herido-. (gnoll) ¿Por qué lo habéis encerrado ahí y le habéis pegado? Te dije que era bueno con Truzx -habló mirando a Mayra-. (gnoll) Nunca he estado aquí, ¿qué es lo que vais a hacer con el Rey?

Comparto el desconcierto de nuestro pequeño guía. No sé nos hemos ensañado con el inofensivo hombre-hiena, ni por qué hemos regresado a este lugar después de haber acordado no hacerlo por el momento.

—Tr-tra-tranquilo, Trunks, todo irá bien —le aseguro, acariciándole paternalmente la cabeza—. Buscaremos a ese rey vuestro y... ha-hablaremos con él. Tiene que entender que no está bien secuestrar a gente y usarla como esclavos. Los tr-tra-trabajadores tienen derecho a un sueldo, comida, una casa... Y a que no se les pegue cuando enferman. Podemos ser grandes amigos todos si acordamos unas mínimas reglas de con...vivencia. ¿A ti qué te parece?

Mayra suspiró aliviada cuando Dámasor le explicó a Truzx lo que acababa de pasar sin caer en el revanchismo. La Maga de la Torre Espiral sí que tenía claro por qué ahora y no antes estaban en disposición de explorar el vergel: tenían en su poder una piedra adicional para activar el portal y poder salir de allí sin quedarse atrapados.

—(Gnoll) Truzx, ¿qué nos puedes decir de este sitio? ¿Sabes por dónde está el palacio del rey? —le preguntó al pequeño gnoll, después de traducir a sus compañeros las preguntas del gnollito—. Tobías, ¿alguna opinión de por dónde deberíamos seguir?

Tobías trató de olvidarse de las consideraciones éticas que proclamaba Dámasor para centrarse en la peligrosa tarea que tenían por delante.

La elfas con piel de árbol, dijo, señalando hacia el sendero que se extendía a su derecha, estaban en las ramas de los árboles. No quise avanzar más, por si contaban con sentidos bien afinados. Por allí, añadió, señalando hacia la izquierda, estaban las mujeres bestia recogiendo frutos y hablando.

Ninguno de los caminos le gustaba. En lo que a él respectaba, deseaba no haber conseguido la llave del portal. En las cavernas moraban vigilantes armados y monstruos. En aquel vergel, se sentía como si fuese un saqueador que llega a una aldea a robar, violar y matar.

- Vayamos a ver a esas mujeres bestia. - Determinó Vika. - No estamos aquí para hacer amigos, aunque tampoco tenemos porqué hacer daño a nadie si colaboran. - Comentó segura de sus palabras. - Lo más importante es encontrar a aquellos a los que hemos venido a buscar. - Miró de reojo a Mayra. Esperaba que se sitiera reconfortada por sus palabras. Al fin y al cabo Vika estaba segura del éxito de su misión y esperaba muy pronto reunir a la familia. - ¿Por la izquierda entonces? Quizás las mujeres hiena sepan algo.

- (gnoll) ¿Que no está bien secuestra gente...? -preguntó el pequeño, confundido. Para él, secuestrar y mantener cautivos a los humanos era lo más normal del mundo-. (gnoll) Bueno, vosotros me habéis esclavizado -comentó-. (gnoll) Y a cambio de dejarme vivir, os ayudo. Y eso está bien, me dais comida y me cuidáis. No tengo casa porque estoy con vosotros, pero en el campamento tenéis esclavos. ¿Qué es un sueldo? ¿Es algún tipo de comida vuestra?

El cachorro observó el vergel, como si quisiera buscar una dirección.

-(gnoll) No sé, ¿el palacio del Rey? He oído de este sitio, pero no he estado nunca, crecí en  túneles oscuros. Sry me hablado que el palacio está en caverna, pero aquí es la superficie, como en campamento. Sry habla del Rey y su séquito, dice que todo es fas... fostu... astu... fatusoso y tiene bin... con... conbininas... Ah, no sé, Sry habla raro a veces -se disculpó el cachorro-. (gnoll) No sé qué es una conbinina, pero supongo que es comida, solo que Sry nunca me ha dado una conbinina de comer. ¿Tenéis de eso? Me gustaría probarlo.

Truzx avanzó unos metros y miró a los árboles.

-(gnoll) Ah, en los árboles, dijo Sry, viven duendes peligrosos. Se comen a los humanos y fon... for.. fornician con gnolls. Tampoco sé lo que es eso.

Se agachó para mirar una margarita que había a la sombra de un roble y la olisqueó, para después empezar a estornudar sin parar.

El grupo avanzó por el camino embarrado, por donde Tobías habia indicado que había encontrado un grupo de mujeres de diferentes razas tomar un almuerzo a la sombra de los magníficos árboles. El grupo era cuanto menos pintoresco y enseguida llamaron la atención de las criaturas de los árboles cercanos. Unas risas femeninas, juguetonas, se escuchaban por lo alto, pero ninguna se mostró ante los aventureros.

Al sur encontraron un extraño suceso que hasta ese momento había estado oculto por los árboles y por el ángulo desde el cual lo estaban mirando. Una finísima columna de color azul y plata se elevaba hacia el supuesto cielo y desaparecía entre las nubes de la parte superior. Brillaba con los rayos del supuesto sol como si miles de espejos reflectaran la luz.

Truzx olisqueó cada arbusto y recolectó unas cuantas frutas, que probó con gusto. Para él, aquello era una excursión más. Le dio a Mayra unas moras muy grandes y una fresa del tamaño de una naranja, que desprendía un olor exquisito. Tobías divisó la zona en la que las hembras habían estado recogiendo frutos, pero ya no estaban en el pequeño claro. Tampoco vieron animales. Todo parecía demasiado... tranquilo.

Siguieron avanzando por el camino hasta que llegaron al final del mismo. Una enorme muralla de hiedra se elevaba hasta cinco metros de altura, cortando el paso. Escucharon de nuevo las risas en lo alto de uno de los árboles y divisaron a cuatro criaturas mirándoles desde las alturas con más curiosidad que recelo: eran delgadas y espigadas como elfos, pero su piel era como la corteza de los árboles y sus cabellos eran hojas trenzadas. Cada una tenía un color distinto de corteza y las hojas de su cabello tenían formas diferentes, como si fuesen diferentes árboles conviviendo en el mismo jardín.

Intento explicarle a nuestro pequeño guía que él no ha sido secuestrado y que no tiene que hacer por nosotros nada que no desee, que puede irse cuando quiera y que nadie le hará daño. Y que si decide quedarse con nosotros es porque sabe que le cuidaremos, le trataremos bien y compartiremos con él nuestra comida; eso es lo que hacen los amigos. Aunque sospecho que lo que le cuento no tiene para él demasiado sentido.

Lo que no tiene sentido para mí es que hayamos regresado a este lugar y menos después de que Trunks nos confirme que el palacio que buscamos está en las cavernas que hemos dejado atrás. Aunque no cabe duda de que este exuberante jardín es mucho más agradable para los sentidos que las malolientes y oscuras cuevas.

Aquellas criaturas arbóreas eran dríadas, pero eran muy distintas a las que había visto representadas en los libros. Especies diferentes de árboles, diferente aspecto de aquellas criaturas.

—Dríadas —comunicó a través del hechizo—, fatas con grandes poderes de sugestión y dependientes de su árbol.

Mayra avanzó unos pasos en dirección a las dríadas, alzando levemente las manos en un universal gesto de no traer intenciones hostiles.

—Saludos, dríadas. No suponemos ningún peligro para vosotras ni para vuestros árboles —ensayó la maga de la Torre Espiral.

A diferencia de Dámasor, que a su edad le fallaba la memoria, ella sí sabía que estaban viajando en la dirección correcta para encontrar al Rey de los Gnolls.

—Estamos buscando al Rey de los Gnolls —declaró Mayra—. Os agradeceríamos mucho todo lo que podáis contarnos de él y de dónde está.

Vika no sabía mucho de las driadas, pero había oído que eran como brujas que engatusaban a los incautos con agradables palabras y que luego los devoraban con sus afilados colmillos. Hasta que llegó a la isla no hubiera puesto en duda una sola de aquellas afirmaciones, pero después de ver que no todo era exactamente como contaba el Imperio, quizás les podía dar una mínima oportunidad antes de partirlas por la mitad con su mandoble.

- ¿Podemos fiarnos de esas criaturas? - Le preguntó a Mayra al oído, expectante a la respuesta de aquellas mujeres con aspecto arbóreo.

Las continuas intromisiones de Vika a su espacio personal empezaban a incomodar a Mayra. Cada vez que se acercaba a ella y le depositaba las manos en los hombros le resultaba siniestro y acosador, no confortable en absoluto.

—Por supuesto que no, ¿no acabas de oír lo que acabo de decir? —respondió la maga no al oído de la sacerdotisa sino a través del conjuro, que es lo que Vika debería haber hecho desde el principio.

- Entiendo... - Dijo entonces la sacerdotisa soltando los hombros de Mayra y haciéndose atrás de forma silenciosa y casi sin mover los pies, como levitando, mientras las sombras se arremolinaban en su rostro hasta prácticamente desaparecer en la oscuridad.

Tobías se envaró, incómodo ante la ausencia de las mujeres bestia en el claro. Cuando las había visto, solo unos minutos antes, estaban disfrutando de la ociosidad. Su marcha era demasiado repentina, y sospechaba que no era una coincidencia que hubiera coincidido con la activación, por tres veces, del portal.

Las mujeres bestia no parecían estar a punto de marcharse cuando las he visto, susurró, aprovechando el conjuro de Mayra.

Las dríadas no parecían una amenaza inmediata, pero la sospecha había hecho que Tobías se pusiera en tensión. Avanzó un paso por detrás de Mayra para protegerla, tratando de mostrarse indolente para no alarmar a las mujeres de los árboles. No era sencillo cuando se portaba un arma tan impresionante como la espada que llevaba enfundada a la espalda, así que mantuvo las manos lejos de la empuñadura, los brazos relajados, y puso su atención en los sonidos y aromas que procedían del vergel.

Cuando Mayra les habló, las driadas se miraron unas a otras y rieron con diversión. No burlándose de la maga, simplemente les parecía curiosa su manera de hablar. Cuchichearon entre ellas, dudaban si bajar o no, así que finalmente, se acercaron hasta quedar en equilibrio en una de las ramas más bajas para estar más cerca del grupo.

-Hola. Tenéis un acento raro, doncella -dijo la dríada de cabello con hojas de Olmo. Su común era terrible, mezclado con algo de thracio. Se notaba que hacía tiempo que no lo empleaba-. No podéis entrar en el palacio. Solo él puede atravesar el muro -señaló a Truzx.

El gnoll estaba procesando aún las explicaciones de Dámasor y contaba con los dedos algún cálculo que solo él podía entender.

-Sois humanos, pero no portáis calaveras -dijo pensativa otra dríada, su era de tonos rojizos, como las hojas de arce en otoño-. Los humanos no hablan con el Rey. No podemos ayudaros si estáis contra él. Ir contra el Rey es ir en contra de nosotras.

Otra dríada esperó a que Tobías mirase en su dirección y lo saludó con la mano.

-Hola, me llamo Briseis. ¿Y tú? Eres muy guapo -le dijo al explorador, seguido por un coro de risas femeninas y miradas intensas. Briseis le sonrió y lo miró de arriba abajo-. ¿Quieres venir a jugar conmigo?

Una de las dríadas, de apariencia mucho más joven que las demás, se quedó callada mirando al grupo y divisó al siervo de Rashiel.

-Oh, oh, eres de las nuestras* -dijo señalando a Dámasor-. ¿De dónde eres? 

- En realidad... - Intervino Vika al ver a aquellas extrañas féminas. - ...estamos buscando humanos. No calaveras, sino humanos como nosotros. - Comentó. - Se perdieron en la isla hace algún tiempo y estamos preocupados por ellos. - Afirmó sin mentir. - ¿No habréis visto humanos como nosotros por aquí, verdad?

Fijándose en los rostros de aquellas criaturas arbóreas, pudo comprobar como los rasgos de dos de ellas eran dulces y casi bellos, mientras que las facciones de las otras dos eran más duras y casi pavorosas. Quizás los rostros más "infantiles", eran en efecto de dríadas más jóvenes o puede que simplemente no fuera así. En realidad Vika sabía muy poco sobre aquellas extrañas criaturas.

No solo el olor y el paisaje es de agradecer en este lugar. También sus gentes amables que nos reciben sin hostilidades, llenas de curiosidad por nuestra presencia.

Con una torpe reverencia y una sonrisa amistosa, saludo a las engañosamente jóvenes damitas. Es posible que todas ellas me aventajen en años a pesar de su aparente mocedad.

—Ya me gustaría ser como vo-vo-vosotras, que sois radiantes y lo...zanas. Yo soy más como el árbol viejo y arrugado que se inclina por el peso de los años. Un árbol que vi-viene de muy lejos y que llama "hogar" a cualquier lugar donde le acojan con a... agrado. ¿Pensáis que vuestro rey estará dispuesto a recibir a un anciano cansado como yo?