Partida Rol por web

Las Cronicas de Giovanni: La Última Cena

Escena I: En Compañía de Extraños

Cargando editor
07/04/2019, 18:33
† Salomao Ali-Caro †

Salomao tenía ahora la atención puesta en Guillermau, en especial cuando le preguntó por sus espadas, que eran su orgullo.

"Buen acero, buena espada. Tiene nombre?"

- El mejor acero... toledano- le indicó mostrando sus dos espadas, una reluciente y de mango trabajado con una especie de filigranas que le conferían un aspecto más elegante y bello- Alba, es mi bella dama... pero no sólo es bella- le presentó tendiéndosela con cuidado, el filo era tan bonito como mortal y bien equilibrado, para después descubrir otra algo más basta y menos brillosa pero tan mortal y bien trabajada como Alba, con una filigrana en forma de león en el mango- Leonor... le puse ese nombre porque al conocerla probó mi sangre.

Resultado de imagen de espadas toledanas

Mientras esperaba la respuesta del bretón, escuchó el resto de conversaciones con lo que llegó a varias conclusiones... que Boromir era una persona venida a menos, conservaba su porte pero debía de haberle pasado algo para que se viera en aquel sitio esperando ser ¿aceptado? por Giovanni. Por otro lado tanto el clérigo como el tabernero tenían opiniones contrarias con respecto a Giovanni, tan contrarias que la única manera de salir de dudas era comprobar de primera mano quien tenía razón... aunque por otro lado el tal Paul dijo algo que llegó a tranquilizarlo, al parecer estaba llevando a cabo una ampliación de su castillo, lo que explicaría la necesidad de distinto de personal... aún así, el tema de los soldados le seguía inquietando mucho.

Cargando editor
09/04/2019, 12:23
† Ioan †

Tras aceptar con una sonrisa la negativa de la joven a mi invitación para acercase, centré mi atención en uno de los hombres de la taberna, a quien miré con desaprobación cuando le dijo al posadero que volviese a llenar la jarra del monje, puesto que a mi entender, aquello no le haría ningún bien al hermano Clemente. Sin embargo, tampoco era quien para impedirlo, por lo que tras negar levemente con la cabeza, volví a centrarme en el hermano, quien con la jarra llena, volvía a hablar.

En eso os doy la razón, hermano, pues bien es cierto que, gracias a Dios Nuestro Señor, he tenido la suerte de no encontrarme aun en una situación en la que mi valentía fuese puesta a prueba- le dije -Pero si lo que decís es cierto, tampoco vos podéis hablar de él, si en lugar de acompañar al hermano Severino permanecisteis aquí y ni tan siquiera ahora podéis contarme que hace que habléis de Giovanni como si fuese la encarnación del Mal- dije -Hablad hermano, decidme lo que sabéis, pues me dirigiré a encontrarme con Giovanni, y no querría separarme de un hermano pensando que es el vino el que habla por su boca- le dije.

Dios nos enseñaba a buscar siempre la Verdad, y si realmente el hermano Clemente estaba en lo cierto, enfrentarse a Giovanni sin saber nada era una insensatez…. pero lo cierto es que, a pesar de su hábito y de la Fe que compartíamos, temía que la mente del hermano Clemente estuviese confusa por el alcohol y que sus palabras, aunque ciertas para él, no eran sino producto de su distorsionada visión. Fuese como fuese, y hablase o no, tras escucharle me iría a asearme, pues no me había pasado desapercibido el como la joven que estaba en la barra arrugaba levemente la nariz antes de rechazar mi ofrecimiento. Tal vez yo me hubiese empezado a no dar cuenta del olor que desprendía mi túnica, pero era evidente que este no había disminuido.

Cargando editor
09/04/2019, 17:45
Guillaume Valjean

Una mueca irónica apareció en los labios de Guillaume, entre traviesa y divertida, cuando Salomao le tendió las espadas y empezó a estudiarlas como si fueran lo más magnífico que había visto nunca.

"Toledo? Buen acero.... para hacer cucharas, las mejores armas son las bretonas..." dijo con una sonrisa que le quitaba años y penas de encima. Hacía años que no evaluaba un arma desde un punto de vista profesional y aquellas armas eran hermosas para ser toledanas. Siguió con la mano el filo cortándose y sonriendo con fiereza "Buen filo, bien cuidadas, son hermosas como doncellas bañándose en el río. Alba, Leonor, buenos nombres, nombres de mujer, nada te quita la vida como una mujer, y te la da, ya me entiendes" dijo con una risotada ronca "son espadas de las que estar orgulloso pero Leonor debería ser revisada por un armero de confianza, el agarre sería más cómodo si tuviera el puño un poco más abierto, 2 centímetros, sería muy útil en caso de blandirla llevando guantes"

Con reverencia le devolvió las espadas y sacó lo único que había salvado en su huida, el martillo de herrero con el que trabajaba su padre

"Este martillo era de mi padre, y con el forjó las mejores armas de Francia... tal vez un día te haga a ti unas nuevas, entonces descubrirás la superioridad del acero bretón"

El comentario de Boromir hizo que levantara la cabeza para buscar el origen del insulto a su nuevo señor. Debería cerrarle la boca pero todavía no era su señor, que hablara lo que quisiera ahora que después de su contrato esas palabras le costarían los dientes.

Cargando editor
09/04/2019, 19:18
[Abandono] Griselda Ardelean

Arpád parecía convencido de que lo que aquel monje dijera sobre el señor Giovanni no podía ayudarnos, pues no se trataba más que de su punto de vista, así que traté de dejar aquel asunto a un lado.

Asentí cuando mi compañero me pidió que le confirmara lo que quería tomar, guiñándome un ojo antes de retirarse. El simpático gesto me hizo sonreír nuevamente, aunque de forma breve, pues me torné confusa al ver que detenía su rumbo hacia la barra para hablar con alguien. Aquello me extrañó, pero no le di mayor importancia, echando un vistazo a cuanto acontecía en el lugar mientras aguardaba por Arpád.

Me llamaron la atención los movimientos de varios de los presentes, preguntándome si aquella gente se conocería ya de antes o si se encontraban entablando conversaciones entre ellos por primera vez. Sentí envidia ante aquella última opción, por la facilidad con la que parecían haberlo logrado, y es que rara era la vez que encontraba a alguien que sin conocerme tuviera la paciencia suficiente como para querer tener una charla conmigo.

Me di cuenta de que Arpád señalaba hacia nuestra mesa poco antes de que aquel hombre instara al monje a que continuara hablando. Aquella vez no le presté mucha atención, aunque era inevitable oirle, como lo fue oír las aclaraciones del posadero.

Mientras mi compañero hablaba con este, vi cómo dos hombres sacaban armas, sobresaltándome ante ello, aunque en seguida me di cuenta de que no había nada que temer.

Terminé por apoyar un codo en la mesa y mi cabeza sobre la mano de ese brazo, cerrando mis ojos brevemente para soñar despierta con aquello que nos esperaba si aquel hombre nos contrataba.

Cargando editor
12/04/2019, 17:07
† Salomao Ali-Caro †

Salomao permitió que aquel hombre con el que acababa de pactar un acuerdo de defensa mutua, examinase a sus queridas damas, en realidad aquellas espadas eran las únicas cosas que quería y por las que se sentía apegado, pues había salvado su vida en muchas ocasiones.

"Toledo? Buen acero.... para hacer cucharas, las mejores armas son las bretonas..." dijo con una sonrisa que le quitaba años y penas de encima. Hacía años que no evaluaba un arma desde un punto de vista profesional y aquellas armas eran hermosas para ser toledanas. Siguió con la mano el filo cortándose y sonriendo con fiereza "Buen filo, bien cuidadas, son hermosas como doncellas bañándose en el río. Alba, Leonor, buenos nombres, nombres de mujer, nada te quita la vida como una mujer, y te la da, ya me entiendes"

El portugues, ante aquellas palabras se limitó a mirarlo con gesto indescifrable, no iba a cambiar de opinión con respecto al acero toledano, para él era el mejor y no había necesidad de entrar en una discusión con un herrero... que era lo que parecía... al menos haber sido en su momento, con respecto a lo de las mujeres tampoco lo había entendido... pero tampoco le apetecía hablar de eso.

 dijo con una risotada ronca "son espadas de las que estar orgulloso pero Leonor debería ser revisada por un armero de confianza, el agarre sería más cómodo si tuviera el puño un poco más abierto, 2 centímetros, sería muy útil en caso de blandirla llevando guantes"

- Sí, sería útil...- admitió para después encogerse de hombros- si encuentro alguien digno la revisará- aunque tampoco se lo había planteado del todo, Leonor le gustaba tal y como estaba.

Tras recoger sus dos espadas y enfundarlas, volvió a prestar atención al bretón quien le mostró su tesoro, un gran martillo manufacturado por un buen herrero, de eso no cabía duda alguna. 

- Es un gran martillo- dijo empleando un tono respetuoso, al igual que Salomao sentía predilección por sus armas Guillermau tenía un gran apego por aquel objeto, de manera que entendió aquella acción como un gran gesto por su parte, algo que le generó confianza y cierta estima por el hombretón, parecía que había hecho bien en realizar una alianza con aquel hombre- Será un honor que quieras forjarme un arma- le dedicó una reverencia de gratitud, Salomao era un hombre de principios y soldado que se había criado prácticamente en Castilla, el tema de la honra, el orgullo y el honor estaban muy presentes en él, por lo que cuando hablaba... las pocas veces que lo hacía, había verdad en él- cuando lo consideres oportuno.

Cargando editor
12/04/2019, 21:13
Boromir

Tras divertirse unos instantes a costa del monje, Boromir volvió a centrar la vista en el joven cirujano, para luego mirar hacia el lugar que le indicaba, viendo allí a la aparentemente asustada chiquilla. - En cuanto consiga un poco de estofado, estaré en esa mesa. - Dijo señalando la mesa más amplia y cercana a él vacía. - Si gustáis de mi compañía, solo debéis de acudir a ella. - Añadió con una amplia sonrisa y hacer una escueta reverencia al ver Arpád se despedía y marchaba a la barra.

En ese momento un trabajador de la posada pasó a su lado y Boromir le detuvo poniendo una mano sobre el pecho del hombre. De ir rápido le hubiese dado un buen manotazo. - Traéme estofado, a esa mesa. Algo de pan y una nueva jarra de cerveza. - Le ordenó con seriedad y el camarero se limitó a asentir con la cabeza. - Gracias. - Añadió de manera un tanto forzada a sus palabras el noble, para luego girarse y mirar a las mujeres que permanecían en los rincones al fondo de la posada y la que permanecía sola en su mesa. - Señoras. Si quieren cenar en compañía, quedan sus mercedes invitadas a mi mesa. - Las indicó a las tres que permanecían cada una aislada a su manera.

Luego miró al hombre que continuaba sentado solo y negó con la cabeza, sentándose a continuación en la mesa que le había indicado a Arpad,

Notas de juego

Cargando editor
12/04/2019, 21:30
Segismundo

Segismundo, quien acababa de mantener una pequeña conversación privada con la joven de la barra, la dejó nuevamente para atender sus quehaceres. - ¿Guiso o sopa? ¿No ha oído que hay estofado? - Como gustéis, mi señor. Dadme un momento. - El posadero entró en la cocina y hablo entre susurros con su esposa. Con el jaleo del exterior, nadie pudo percatarse de la conversación en aquel otro lugar.

- Necesito fuera dos platos de guiso o sopa... Ya, ya dije que sólo había estofado, pero no se que se creen... siempre pasa lo mismo cuando paga Giovanni, alguno quiere alguna "delicatesen"... Ponle más agua a una ración de estofado y cuécela un poco más, con el caldo sobrante, sacas la sopa, mujer... y corta algo de queso...

Al poco volvió a salir, con gesto amable en su rostro y esa sonrisa suya. - No se preocupe, en seguida se os servirá lo pedido... - Segismundo miró a Arpád serio cuando este se acercó a preguntarle sobre Giovanni y tantos invidatos. El posadero negó con la cabeza y golpeó la barra con una jarra de madera vacía, haciendo guardar silencio a todos durante unos instantes.

- Solo será un momento, por favor. Son demasiados para venir a preguntarme de uno en uno por el motivo de su estancia aquí y los deseos del señor Giovanni. - En ese momento se escuchó como alguien escupía en el suelo. - Su castillo aún dista de casi una jornada de viaje desde aquí y las noticias suelen llegarnos tarde, pues esta ruta no es muy segura y son pocos los viajeros que se adentran en estos bosques. Solo sabemos con seguridad, que el señor Giovanni, - nuevamente el viejo monje vuelve a escupir en el suelo, aunque extrañamente es capaz de mantener el silencio, - ha completado una zona nueva más de su castillo y necesita de nuevos servicios, así como guardias. - Dicho esto, el posadero puso sobre la mesa dos jarras limpias y las llenó de agua usando para ello un odre de cuero. En seguida las voces de algunos invitados, volvieron a escucharse y el barullo de voces en la posada volvió a ser el mismo que hacía unos instantes.

Cargando editor
12/04/2019, 21:48
Hermano Clemente

El hermano Clemente, que había guardado silencio ante el pequeño discurso del posadero y quien había escupido en ambas ocasiones al escuchar nuevamente el apellido del señor de aquellas tierras, se limpió con la manga grisacea de su ábito, las babas que le habían quedado en los labios tras su segundo gapo. Tras esto, miró al joven monje fijamente a los ojos, sopensando sus palabras.

- ¿Acompañar a un hermano al suicidio? ¿Os estáis escuchando? Ni mi Fe unida a la vuestra podría dañar lo más mínimo a ese diablo. Su guardia, está compuesta por criaturas del averno, ocultas bajo esas negras armaduras, sus ojos rojos vigilan las tierras de su señor... y sus bocas expulsan fuego para acabar con sus enemigos. - Comenzó a relatar el viejo. - Y en el interior de su castillo... sátiros y súcubos pasean desnudos, tentando al mortal a pecar con los placeres de la carne, mientras que brujas, encienden hogueras y bailan al son de las llamas en su aquelarre particular logrando que los pocos mortales que no haya caído en las manos del pecado de la lujuria, se rindan ante ellas....

Cargando editor
12/04/2019, 21:58
Paul

Paul esperó a que el posadero terminase de hablar para continuar su conversación con tan amable y espléndido hombre. - ¿Hablaríais en mi nombre? - Preguntó incrédulo el soldado, con una enorme sonrisa en su rostro. - Eso sería... o mí señor, ¿como podría agradecérselo? Ya se... una vez dentro de la guardia, solicitaré el puesto donde pueda protegerle de todo mal. - Dijo el hombre con entusiasmo en su voz. - Más... no se si se me permitirá acompañaros mañana, puesto que no poseo invitación alguna. - Añadió con pesar en su voz y sus palabras.

Paul se quedó duditativo durante unos instantes, hasta que Olivier le instó a comer un poco. Las tripas del hombre rugieron de nuevo y sonrió a su benefactor. - Mi señor, sois tan amable y bondadoso...  - Cogió la holgaza de pan y se partió un pedazo. Se le veía realmente hambriento, pero contenía su ansia como podía. - ... os juro que os devolveré este favor en cuanto pueda. - Añadió antes de empezar a comer.

Cargando editor
13/04/2019, 00:30
† Olivier St-Arnaud †

Encuentro un tanto rudo el modo en que el posadero interrumpe todas nuestras conversaciones para emitir su monólogo, aunque puedo entender que las incesantes preguntas de los parroquianos le hayan forzado a ello. Todo apunta a que los convidados a la cena de lord Giovanni somos mayoritariamente forasteros en estas tierras y no hemos sido bien informados de las razones de la invitación.

Tampoco importa demasiado, en unas pocas horas nos enteraremos y no hay razones para dejarnos devorar por la impaciencia. Y a propósito de devorar...

—No tenéis nada que agradecerme, amigo mío. Vuestro contento es mi deleite, a fin de cuentas, no todos los días tiene uno el privilegio de compartir mesa con tan apuesto defensor de la cristiandad. Si os place, me gustaría escuchar más cosas acerca de vuestras hazañas, tal vez me sirvan de inspiración para llegar a componer algún día una obra a la altura de vuestras gestas en batalla.

Estoy disfrutando tanto de la conversación y la compañía que la necesidad de un buen baño ha quedado relegada a un segundo plano y estoy dispuesto a esperar de buen grado a que los responsables de la posada se desocupen para retirarme a mis aposentos. Quién sabe si no lo haré acompañado entonces.

Cargando editor
15/04/2019, 22:51
Guillaume Valjean

Guillaume cabeceó afirmativamente mientras Salomao le daba la razón respecto a Leonor con una pequeña sonrisa, la del que ya ha pasado por aquella situación en un pasado muy lejano. Todos los espadachines eran iguales, mucho más fieles a sus espadas que a sus mujeres, incapaces de escuchar un buen consejo para mejorar un arma aunque eso les pudiera costar la vida, eran así, formaban parte del recuerdo de lo que era su anterior vida, un buen recuerdo por el que valía la pena sonreír, aunque ese gesto hubiera estado casi desterrado de sus facciones desde su huida. No podía culparle, y de todos modos sabía que los espadachines no se sentían cómodos enseñando sus armas y él lo había hecho. Le caía bien, solo esperaba que fuera tan bueno con la espada como aparentaba, por el bien de ambos.

El bretón sonrió con amplitud en cuanto elogiaron su martillo y le ofrecieron la oportunidad de crear un nuevo acero para él. Lo miró y tras un momento de indecisión palmeó su espalda con fuerza pero sin un aparente esfuerzo o intención de hacerle daño.

"Sería un honor pero hace tiempo que no forjo nada más allá de herraduras y remaches de armadura" dijo recordando sus anteriores trabajos por cuenta ajena "Me dirigía hacia el este para comprar una herrería y establecer mi negocio cuando la oferta del señor Giovanni me llegó de improvisto, por lo que parece que pasará un cierto tiempo antes de que vuelva a estar detrás de la forja". Se rascó la cabeza en una expresión de intensa concentración para sonreír y decir "Sí, un arma pequeña, un estilete o una daga, pequeña y fácil de esconder. Sin adornos pero hermosa...."

Su mirada se perdió y se quedó callado durante unos momentos antes de encogerse de hombros y recuperar la compostura y su seriedad y señalar la mesa de al lado "Deberíamos comer algo, nunca se sabe cuando se podrá volver a comer caliente y ya he entrado en calor". Se giró al posadero y bramó "Posadero, comida y vino, y que no esté aguado"

Notas de juego

Señalo la mesa que está justo a la derecha en el mapa, entre la barra y nuestra posición

Cargando editor
16/04/2019, 09:02
[Abandono] Arpád Budai

Mientras aguardaba a que el posadero terminase de servir lo que Griselda y yo habíamos pedido, escuché atentamente la información que nos suministraba. Nos, porque al parecer ya había sido interrogado a tal respecto por más gente, y decidió ofrecer una respuesta común para todos. Y aquella respuesta me llenó de emoción, al confirmarse mis sospechas. Giovanni había ampliado su castillo y buscaba servicio adicional para el mismo. De modo que por ese motivo estábamos invitados al mismo, pues se nos iba a ofrecer empleo.

Me giré mientras esperaba a ser servido, observando a los asistentes. Veía aparentemente hombres de armas, varios además. También había un hombre que parecía ser herrero, o similar. ¿Sería lo bastante delicado como para poder solicitarle la fabricación de herramientas de precisión para mi oficio? Aquel monje joven podía bien ser un hombre instruido, solicitado por su saber. También había gente por allí cuyas facultades me resultaban insospechadas, aunque si las cosas salían como debían, no tardaría en descubrirlas.

Muchas gracias. -Agradecí al posadero, al servirme el agua, tomando ambas jarras y señalando la mesa donde el caballero había tomado asiento- Estaré en esa mesa de ahí. Yo mismo vendré a por la comanda cuando esté, si tiene demasiado trabajo.

Me acerqué a la mesa en cuestión, dejando ambas jarras ante las sillas que se encontraban a la diestra de Boromir, inclinando mi cabeza ante él en agradecimiento por la invitación. Me giré y busqué a Griselda con la mirada, esperando a que me mirase para hacerle un gesto para que se acercase. Pero no me estaba mirando, sino que permanecía con los ojos cerrados, en su mundo, así que me acerqué en su busca.

Griselda, ¿te has quedado dormida? -Pregunté con humor, sonriendo a mi "ayudante"- Vamos, hemos sido invitados a la mesa de ese caballero. No se si lo has oído, pero parece que Giovanni ha ampliado su castillo y busca contratar servicio para él.

Cargando editor
17/04/2019, 13:26
† Salomao Ali-Caro †

A Salomao empezó a dolerle la cabeza de escuchar al monje y al tabernero, ninguno se ponía de acuerdo en nada y el portugués era más un hombre de acción que de otra cosa, si Giovanni era bueno o villano lo descubriría en breve, si era bueno tendría a un nuevo señor que le pagaría bien por formar parte de su corte... si era villano, se las arreglaría para sobrevivir y luchar otro día, al fin y al cabo haber echo aquella alianza con Guillaume le había dado seguridad, por lo que decidió centrarse en su nuevo amigo y pasar lo que le quedaba de velada, de la mejor manera posible.

"Sería un honor pero hace tiempo que no forjo nada más allá de herraduras y remaches de armadura" dijo recordando sus anteriores trabajos por cuenta ajena "Me dirigía hacia el este para comprar una herrería y establecer mi negocio cuando la oferta del señor Giovanni me llegó de improvisto, por lo que parece que pasará un cierto tiempo antes de que vuelva a estar detrás de la forja". Se rascó la cabeza en una expresión de intensa concentración para sonreír y decir "Sí, un arma pequeña, un estilete o una daga, pequeña y fácil de esconder. Sin adornos pero hermosa...."

- Eso sería más que suficiente- cabeceó complacido, el mercenario era parco en palabras pero sabía hacerse entender. El grandullón le caía bien y eso era algo que se reflejaba en su oscura mirada que se había vuelto más amistosa y el atisbo de sonrisa de sus labios, algo poco habitual en él.

 "Deberíamos comer algo, nunca se sabe cuando se podrá volver a comer caliente y ya he entrado en calor". Se giró al posadero y bramó "Posadero, comida y vino, y que no esté aguado"

- Es lo mejor que he escuchado esta noche- volvió a asentir, se había dado cuenta de que tenía hambre- veamos como sirven aquí la comida- añadió acompañando al bretón a la mesa indicada, tomando asiento y poniéndose cómodo.

Cargando editor
17/04/2019, 14:08
[Abandono] Griselda Ardelean

Me encontraba soñando despierta con una vida en la que no tuviéramos que pasar calamidades, cuando la voz del posadero me interrumpió. Mi ceño se frunció ligeramente, pero no abrí los ojos, sonriendo al escuchar que Giovanni buscaba nuevos trabajadores.

Fue al escuchar la voz de Arpád que abrí mis ojos, sonriendo ante su broma para pasar a sorprenderme al oirle decir que nos habían invitado a otra mesa.

Giré mi rostro en aquella dirección para ver de quién se trataba, volviendo a mirar a mi compañero al mismo tiempo que me comentaba lo que el posadero había compartido.

-L-l-lo he-e oído. S-seguro q-q-que te contrat-ta. - le dije contenta mientras me ponía en pie, dispuesta a acompañarle a aquella mesa.

Estaba convencida de que Arpád conseguiría aquel puesto, pero tenía dudas respecto a que yo también lograra trabajar con él en casa de Giovanni. Aun así, me sentía feliz por él, se merecía prosperar; y en el peor de los casos, al menos pasaría unos días sin tener que racionar la comida y disfrutando de unas comodidades que habitualmente no tenía, o que jamás había tenido.

Eché un vistazo alrededor mientras nos dirigíamos a aquella mesa, viendo que todo permanecía tranquilo. Al llegar a esta, aguardé en pie a que Arpád se sentara primero.

-B-b-uenas n-noches. - saludé al hombre que nos habían invitado a sentarnos con él, preguntándome si debía presentarme o sería mejor que lo hiciera mi compañero.

Cargando editor
17/04/2019, 20:11
† Ioan †

En ese caso, hermano, rezad por mi alma, pues si habéis dicho la verdad y Giovanni es tal y como lo describís me enfrentaré a él sin dudar- le dije al Hermano Clemente, cortando su relato de lo que parecía describir como una parte del Infierno traída a la Tierra en el interior de su castillo. Sin embargo, lo cierto es que con cada palabra no podía evitar dudar cada vez más de las palabras de aquel monje, quien a pesar de todas las acusaciones que había hecho no había querido, o tal vez podido, darme los motivos que le llevaban a estar tan seguro de la maldad de Giovanni. Y por ello, decidí que lo mejor que podía hacer era terminar aquella conversación.

Y dicho esto hermano, si me disculpáis, creo que es tiempo de que vaya a asearme aunque sea mínimamente- le dije al monje, despidiéndome de él y girándome hacia donde se encontraba el posadero -Hijo mío- le llamé -Habíais dicho que para asearme, al fondo de aquel pasillo, ¿verdad?- le pregunté, señalando el pasillo de la derecha -Gracias, iré a asearme pues… acordaos de guardarme un cuenco de estofado- le dije, sin insinuar en ningún momento con mi tono que no se acordase de ello -No es necesario que sea muy grande, con uno pequeño tendré suficiente- añadí antes de levantarme y dirigirme hacia el pasillo.

Cargando editor
17/04/2019, 21:37
† Daphné Sabineau †
Sólo para el director

La cara de Daphné se transformó en cuanto escuchó "devastadora enfermedad". ¡¡¿¿Estaban muriendo??!! Se imaginó rostros desfigurados, cuerpos llagados, atrofiados, arrastrándose por el suelo. En cuestión de un segundo se había formado una imagen que aterraría al soldado más aguerrido. Sintió que le temblaban las piernas. Dio un sorbo a la cerveza mientras escuchó al posadero dirigirse a todos los presentes, pero la muchacha apenas se enteró de lo que dijo. Inmersa en una situación de angustia absoluta, esperaba impaciente el regreso de Segismundo a la barra.

-Qué... ¿Qué queréis decir con devastadora enfermedad? ¿Hay una plaga?

Mientras preguntaba volvía su imaginación a crear escenas. Veía ahora a todos los presentes, ella incluida, afectados por una peste que no dejaría un alma viva en todo el castillo. Igual mejor era correr por el bosque y enfrentar a los lobos que probar suerte con una terrible enfermedad que parecía tener el foco en casa de su anfitrión.

Cargando editor
18/04/2019, 22:12
† Daphné Sabineau †

Daphné estaba centrada en su cerveza y apenas se enteró de lo que dijo el posadero cuando se dirigió al público de la taberna. Estaba inquieta, pensando que habría hecho mejor de quedarse en casa.

Cuando Segismundo volvió a la barra intercambió un par de palabras con él y tras un cortés gesto de cabeza a modo de despido, de levantó. El monje del hábito había decidido asearse y quería evitar la joven que el hermano Clemente tomase el relevo con ella. Además creyó que estaría más cómoda cenando en una mesa compartiendo una conversación amena y distrayéndose un poco, conclusión a la que parecía habían llegado los demás antes que ella.

Caminó tranquilamente hacia la mesa donde se hallaban las dos hermanas. Estaba algo insegura pensando en si aceptarían su compañía. ¿Y si querían estar solas?

-Buenas noches -dijo algo tímida-. ¿Os importa si me siento con vosotras? -preguntó con cierta cautela.

Cargando editor
18/04/2019, 22:48
Segismundo

- No os preocupéis, buen señor. - Respondió el posadero a Arpád, cuando este le indicó que vendría a por los platos cuando estuviesen listos. - Seguro que cualquiera de nosotros puede acercárselos en cuanto estén listos. - Luego miró a la joven de la barra y se acercó a ella, cruzando unas cuantas palabras más, antes de que la joven se diese por satisfecha con la charla y se marchase a buscar una mesa donde sentarse, huyendo del recién abandonado hermano Clemente, que buscaba con su cansada y vieja mirada, a quien seguir hablando de Giovanni.

- Así es, padre. Seguid hasta el fondo. No tiene pérdida. - Le indicó Segismundo al hermano Ioan en cuanto este quedó libre del aliento a vino del viejo Clemente y de lo que sospechaba que eran todo invenciones de una mente perturbada. - En cuanto a vuestra cena, no preocuparos, en cuanto asome por aquí de nuevo, haré que se la sirvan. - Dijo con amabilidad al monje, mientras dibujaba una sonrisa en el rostro y volvía a llenar algunas jarras de cerveza o vino para los comensales.
 

Notas de juego

Cargando editor
18/04/2019, 22:56
Segismundo

El hombre se encogió de hombros en cuanto le hiciste aquella pregunta. - Como os digo, estamos muy lejos todo y en el mejor lugar para hospedar a los invitados del señor Giovanni de tierras extranjeras. Los rumores van y vienen, más por aquí no ha llegado esa plaga que se menciona. Estamos todos fuertes y sanos... - Te dijo antes de seguir a lo suyo, no sin antes sonreirte, tratando así de que ese temor se disipase de tu rostro.

Cargando editor
18/04/2019, 23:01
Paul

Paul había comenzado a comer, controlando su apetito, cuando Olivier le dedicó aquellas palabras, junto con la petición de narrar algunas de sus hazañas. El hombre, se ruborizó de golpe e inclinó la cabeza, tratando así de ocultar aquel estado de vergüenza. - Veréis, mi señor. No soy un héroe. - Se disculpó ante Olivier. - Ni me siento como tal. Tan solo un fiel soldado que luchó por su rey y su Señor. - Logró decir después de reflexionar un poco y beber un trago de su jarra.

- Quizás pueda contaros historias de otros valerosos hombres, quienes por ejemplo, dieron sus vidas por salvar las de sus compañeros... o la de grandes entre los grandes, que nos supieron guiar en la batalla hasta lograr la victoria... Como el gran voivoda de Transilvania, Janos Hunyadi. Valeroso cruzado y estratega que derrotó a los turcos con sus hombres en decenas de ocasiones... - Pronunció con orgullo el nombre de Janos. - Tuve la inmensa suerte de poder luchar bajo su mandato directo... - Su rostro se entristeció de golpe. - Más ellos son los héroes, no un tullido como yo.