Partida Rol por web

En el comedor orco nos topamos con nuevos enemigos con los que acabar. Ungrim sale disparado a por el fimir y a mi no me queda otra que luchar contra un pequeño goblin para poder ir por el otro fimir.

Le lanzo una serie de ataque difíciles de esquivar, pero el pequeño escurridizo se agacha y se esconde debajo de la mesa con gran rapidez haciéndome imposible acertarle con mis golpes.

El grito del fimir, machacado por el martillo del enano hace que su siervo se distraiga por unos instantes, momento en el que aprovecho yo también para abrirle la cabeza con un fuerte porrazo de mi vara mágica, que se estampa entre sus dos grandes orejotas.

Echo un vistazo a mi alrededor. Sólo una vieja mesa de torturas llama mi atención.

- ¿Y ahora qué, maese Durgin? Parece que estamos en un nuevo callejón sin salida. Quizás deberíamos volver a la otra estancia, donde descubrí una puerta oculta.

El goblin, utilizando las sombras de la mesa, se escurrio por detras de Agamenon y le asesto un golpe hiriendole. Aunque la herida no fue tanta profunda como para asustarse, el dolor si que fue lo suficientemente intenso como para maldecir por ello.

Aenur, que se acerco para asegurarse que el orco estaba muerto, vio que disponia de un pequeño botin que escondia para que el Señor de la Torre no se lo arrebatara. La gema, bien podria valer un buen pico, sopeso el valor y calculo que 50 monedas podria sacarle.

Una vez su primer enemigo estuvo muerto, Ungrim se giró hacia su nuevo contrincante justo a tiempo de parar sus embestidas. El monstruo sin embargo no tuvo tanta suerte, ya que al haber puesto toda su energia en el ataque, bajó la guardia, y Ungrim no perdonaba errores de ese tipo.

Tras acabar con el segundo fimir, avanzó a ayudar a Agamenón en su lucha contra el insignificante cocinero goblin

Removiendo los cadáveres, Durgin buscó con aparente desinterés entre los restos de los cuerpos por si había algo de valor.

- Vamos a explorar esa puerta, Jandrus.

Arramus se arrodilla y examina el cuerpo de su victima.

No me hace gracia que vayamos solo dos por este lado. Ojala alguien mas te hubiera seguido.

Ataco de nuevo al escurridizo goblin, está vez mis ataques si son efectivos y el pequeñajo acaba en el suelo partido por la mitad.

Me acerco al puerta de enfrente y escucho para ver si oigo algo en su interior

- Un momento maese Durgin. Buscaré también salidas por aquí. Si quieres, adelántate a ver si descubres qué hay tras esa puerta.

Y, dicho y hecho, me dedico a lo que se está convirtiendo en mi afición favorita, buscar puertas secretas.

Mientras Aenur escuchaba tras la puerta, y descubria que en la sala habian mas orcos. Arramus fue golpeado por detras. A pesar de ser fuerte y rapido de reflejos, el fimir, logro atravesar sus defensas repetidas veces hiriendole varias veces.

Durgin, distraido como estaba no vio llegar al fimir que cruzaba la puerta. No lo vio hasta que se le hecho encima y le atacó. Por desgracia para el fimir, el enano sabia lo que significaba la palabra combate y supo desviar cada uno de los golpes que le trataba de asestar al orco.

Agamenon una vez acabado el combate contra el goblin, se palpo la herida y descubrio que no era tan profunda como parecia. De hecho la sangre se estaba secando, cerrando la leve hemorragia.

Jandrus no encontro nada y Ungrim estaba sacudiendo la sangre que goteaba de su hacha. Una sangre tan oscura que escondia la belleza de la talla del arma.

Mientras estaba de rodillas examinando el cuerpo un monstruo entro por la puerta y descargo su hacha 3 veces sobre Arramus. Los dos primero le alcanzaron de lleno pero, rodando, consiguio evitar el tercero.

Con que ¿Esas tenemos, criatura? ¿Atacando por la espalda? ¡¡TE VOY A ENSEÑAR COMO ATACA UN SERVIDOR DE SIGMAR!!  

WAAAAARG!!!

Arramus descargó un solo golpe de su enorme mazo. Un sólo golpe bastó para reventar el interior del pobre fimir que salió volando hacia arriba por el golpe ascendente del guerrero. La criatura se elevó  en el aire y quedo incrustado contra una de las puas que salian de la pared.

Durgin era enano.. pero no tonto. Fintó al fímir y decargó un nuevo ataque contra su flanco. Un terrible ataque si no llega a ser parado por el hacha del enemigo.

Una vez todos los enemigos están vencidos registro a conciencia la habitación buscando cualquier cosa de valor que pueda servirme. Cuando termino de revisar la habitación cruzo la puerta hacia la siguiente sala.

Aunque en la sala no parecía haber gran cosa aparte de una olla de estofado con un olor espantoso, Ungrim decidió echar un vistazo antes de seguir a Agamenón.

Aprovecho la fuerte embestida del enano a ese fimir que, sin duda, nos ha oído conversar y desde otra estancia se ha apresurado a venir a atacarnos, para incrustar la punta de mi vara en la yugular del monstruo.

Un líquido viscoso sale de sus entrañas y se gira hacia mí, con fiereza. Parece que está tocado, pero aún resiste en pie, mientras se desangra lentamente.

 Durgin se empleo a fondo para frenar el ataque del Fimir. Mientras él y Jandrus tratarían de acabar con su vida. Por otro lado, Agamenon tras saquear la estancia recaudando un total de 45 monedas. Umgrim, tomo un frasco engañoso, pues parecia ser un brebaje de fuerza, pero resulto estar contaminado o tal vez era un veneno, pues un terrible dolor le sacudio las entrañas y el brebaje le causo un punto de daño. 

Arramus y Aenur, a pesar de haber acabado con la vida del fimir, generando un gran estruendo, no despertaron la atencion de los orcos que no andaban lejos. 

Con una habilidad inusitada, el enano defensió con maestría y elegancia la embestida del fímir. Por contra, el contrataque no fue tan lucido, a pesar que Durgin hendió el martillo en el cráneo de su enemigo causándole la muerte.

Nada más entrar me encuentro con un orco cara a cara y no dudo un instante en atacarle con todas mis fuerzas. Con un rápido y potente ataque de mi espada larga acabo con él en un abrir y cerrar de ojos.

Muerto el fimir, podemos volver a nuestro plan inicial que era el de investigar la puerta secreta que descubrí en la habitación contigua. Primero aprovecho para buscar entre los despojos del monstruo algo de valor y luego, me dirijo pesadamente hacia esa puerta, con un paso que hasta el enano puede adelantarme.

Arramus se acerco en silencio y abrio la puerta. Ante él, un orco de espladas, no sabia lo que se le venia encima, un enorma martillo pilón se abtió sobre su cabeza, quebrándola como si fuera una sandía. Acto seguido, el clerigo se apartó para dejarle via libre a su compañero.