Partida Rol por web

Durgin se puso el casco de metal abollado en su sitio y entró con con ansias de cumplir la misión que se le había encomendado. El impulso soprendióal orco que sólo pudo parar uno de los golpes de la arremetida del enano.

Durgin y el humano, acabaron rapidamente con dos de los tres rivales, incluyendo el fimir. Esto genero miedo en el otro orco, que comenzo a golpear torpemente fallando cada una de los golpes.

Arrmaus y Jandrus parecian convencidos de que estaban cerca, pero se habian confundido, no haban puertas secretas en esas camaras. Su objetivo debia de estar mas lejos... mas al norte.

Ungrim sin embargo no prestaba atencion a su busqueda, pues habia encontrado un pequeño frasco de aspecto valioso, pero al abrirlo la fragancia le recordo al templo de Mentor y es que entre sus manos tenia un frasco de agua bendita (destruye a un muerto viviente)

Aenur, quiso asegurarse de no volver a caer y se lanzo un conjuro para evitar la muerte.

Tras eliminar al primer orco, Durgin vio por el rabillo del ojo como el otro orco atacaba a Agamenon por un flanco.

- Menuda cobardía! Qué esperamos de un orco sinó astutas trampas como esta?

Y acto seguido se dirigió hacia el enemigo flanqueado al compañero humano. Pero la furia del ataque fue parada por el pielverde.

Aburrido de buscar algún resquicio sospechoso en el rincón de la habitación, decido que es hora de moverse, y cuanto más rápido mejor.

- Parece que nos hemos equivocado de sector -le comento a Aenur- Quizás deberíamos ir hacia el norte.

Y dicho esto, engullo el brebaje mágico rotulado como "Poción de Velocidad"; el efecto es inmediato y noto que mis pies se vuelven tan ligeros o más que los de un elfo.

Ungrim se guardó el frasquito entre sus ropas, antes de ponerse en camino hacia donde estaban los demas. La verdad es que habría preferido encontrarse con un cofre lleno de oro, pero el agua podía resultar util más adelante.

Mientras caminaba, siguió atento por si encontraba algo mas de valor.

Sigo a Ungrim a la siguiente habitacion, donde esta el elfo que Jandrus ha curado.

¿Estas bien amigo? Soy Arramus

Mientras espero su respuesta, registro la habitacion.

Durgin y yo habíamos acabado rápidamente con dos de nuestros enemigos, pero aún nos quedaba un orco que me ataca sin piedad, pero sus golpes son torpes, parece como acobardado.

Le respondo con mi espada y mi cuchillo. Una rápida estocada acaba con mi espada atravesando su pecho y con su vida.

Después de acabar con el orco saco mi espada de su cuerpo, limpio la sangre en sus ropas y me acerco a uno de los cofres que hay al fondo de la sala.

Durgin miraba los cadáveres de aquellos monstruos mientras limpiaba la hoja de su hacha con el pantalón. Se acerco a uno de los cofres e intentó abrirlo.

Avanzo por un pasillo sembrado de cadaveres.El otro grupo debe de haber pasado por aqui.

Ungrim apenas puede creerse su suerte cuando, al levantar una baldosa, se encuentra nada mas y nada menos que con un cofre repleto de oro

Parece que esta mision va a resultar provechosa despues de todos

El enano tarda un poco en recoger todo el dinero y repartirlo entre sus bolsas, pero una vez termina, toma de nuevo su hacha y sigue a Arramus por el pasillo.

Tras una buena batalla casi siempre llega la recompensa, estaba justo delante de mí y solo tenía que abrir el cofre para obtenerla. Los guardianes del cofre eran duros, así que debe haber algo interesante. Pienso mientras levanto la tapa del cofre.

 Me muevo a mi máxima velocidad buscando hacer honor ala deuda de vida contraída con el mago humano, el sentimiento de culpa agudiza mis sentidos.

Entro en la cámara y saludo cortesmente a Durgin y Agamenón.

- Salud compañeros. -los veo entretenidos forcejeando con las cerraduras de unos cofres- Veo que habéis dado buena cuenta de estos monstruos -les comento mientras paso por encima de los cadáveres y pisoteo sin querer la cabeza del fimir.

De la zona de las mazmorras de donde vengo, no hay ni rastro del Sir ¿habéis tenido más suerte por aquí? Echo un vistazo alrededor para darme cuenta de que estamos en otro callejón sin salida.

Menos mal que he venido yo, que soy el experto en salidas ocultas. Concentrandome al máximo en mi misión, trato de intuir donde podría esconderse una comunicación con otra sala y me pongo a buscar, no sin antes decirles a los dos camaradas:

- Amigos, tened cuidado con esos cofres, no vayan a ser una trampa.

Agamanon y Durgin abrieron sin mostrar cautela alguna los cofres movidos por la avaricia. Por fortuna los cofres no contenian mecanismo dañino alguno, Agamanon encontro un pequeño tubo*, con un aguijon en su interior, no sabia bien de que se trataba, pero le sonaba de haber visto algo parecido y lo relacionaban con los venenos. Tendria que usarlo o investigarlo para saber que era.
Durgin, encontro un brazal, le encajaba perfectamente, y se sintio mas fuerte, mas brioso**

Jandrus, Arramus y Ungrim caminaban lo mas rapido posible buscando posibles entradas secretas, pero el unico que consiguio encontrar algo fue Jandrus al entrar en la sala.

- Por Grugni, un brazalete que parece hecho a medida para mi!. Que Bragni lo bendiga!. Vamos, no perdamos tiempo, sir Ragnar nos espera.

Y cerrando el cofre se dirigió a la puerta secreta que Jandrus había activado con un antiguo mecanismo.

Todo es cuestión de buscar en el sitio adecuado y de tener un poco de suerte. Mientras trataba de encontrar alguna puerta secreta, me tropecé con el cadáver de uno de los orcos, y, al tratar de sujetarme en un pebetero anclado en la pared para no caer de bruces, éste cedió hacia un lado activando un antiguo mecanismo que liberó el resorte que abrió aquella puerta oculta.

El súbito movimiento del artilugio hace que mi agarre falle, y caiga de bruces igualmente. Me levanto, sacudo el polvo de mis ropajes y contemplo con envidia el brazalete que ha encontrado el enano. Reviso los cofres, sólo para darme cuenta de que están vacíos y, desengañado, me dirijo a saquear los cadáveres a ver si poseen algo de valor.

Sigo corriendo por los pasillos hasta llegar a una puerta abierta. Dentro veo a Jandrus y a dos mas de los nuestros saqueando un cofre (me quedo justo en la puerta 6,9)