Partida Rol por web

Arramus sintió el océano de maldad que se abatía sobre él y sus amigos. sonrió, saco martillo y escudo y uso el anillo del nigromante para dalres a aquellos seres un poco de su propia medicina.
-Aqui estamos amigos. Mentor confia en nosotros... El puñetero imperio confia en nosotros... Sigmar, mi señor me ha elegido para estar aqui, junto a vosotros, los mejores del reino... Asi que yo os digo: Sacad las hachas y pateemosle el culo al Rey Brujo de una condenada vez!!!!

Durgin notó la fría brisa gélida en su mullida barba. Ante él, legiones de pielesverde y guerreros del caos se abatían contra él y sus compañeros. Empezaba la batalla final. La primera arremetida fue certera y el orco apenas pudo parar el hacha que cerceró su cuerpo.

Arramus se abalanzo, seguido de las criaturas no muertas, sobre el orco mas cercano. sin embargo, ya sea por el aura de maldad o por la habilidad del monstruo, ni él ni sus esqueletos pudieron herir al orco, que se defendio como gato panza arriba.

Ungrim se tomó unos momentos para analizar la situación de la batalla, buscando al objetivo más peligroso a su alcance.

Sin duda esos guardaespaldas serán duros de roer, pero tendré que acabar con algunos orcos para llegar hasta ellos..

Para esta primera parte de la lucha, descolgó a Azote de Orcos de su cinturón, y se cargó contra lo que parecía ser el lider de la horda verde.

El choque de ambos luchadores a la carga fue brutal, al menos para el fimir, que acabó con un hachazó en mitad del pecho.

Ante él, se econtraba Morcar tras sus guardaespaldas.

Esa columna de ahí servirá.

Discretamente me escurro del follón principal y me oculto tras ella, apoyando la espalda y con las piernas temblequeando, sin apenas fuerza para mantenerme en pie. De vez en cuando doy un raudo vistazo al meollo de la batalla mientras pienso en qué hacer y en quién me mandaba a mí jugar a ser héroe.

El inquieto enano destroza al orco que le impide el paso hasta Morcar; desde mi posición recito el conjuro que hará que Durgin sea más poderoso a partir de ahora. Sólo él puede acabar con el Brujo; los demás tendremos que ocuparnos de que sus esbirros no le molesten.

Al hacerlo veo como la varita encontrada en la torre y que llevo en el cinto comienza a brillar, recordándome su utilidad. La tomo con mi mano y con un gesto rápido apunto hacia el guardaespaldas más cercano a Morcar. Un soplo violento se dirige hacia él, para detenerse justo delante y materializarse en un enorme genio que trata de zurrarle de lo lindo. Sin embargo el atento guerrero se defiende y contemplo atónito como la figura se desvanece sin haberle provocado ni un rasguño.

Enfurecido por lo ineficaz del ataque, saco del bolsillo de mi capa los dos pergaminos. Con un gesto brusco, rasgo el de la bola de fuego y el del fuego de ira  a la vez, dirigiendo sus poderes hacia el mismo guerrero.

Suspiro aliviado, y con la cara chorreando en sudor. El guerrero del caos más cercano a Morcar arde ahora ante sus ojos.

Me muevo para cubrir el flanco del portador  del filo del espiritu y si es posible acabar con el otro orco que le cierra el paso, franquandole aíi el camino hacia morcar.

 El oroc cae ante mí como mies lista para la guadaña del campesino.

En cuanto todos se lanzan al ataque los sigo con valentía hacia la batalla. Me enzarzo en combate con el primer enemigo con el que me cruzo, un orco.

Le atizo espadazos por todos lados, el pobre ni siquiera los ve venir y cae muerto al suelo como un saco de patatas.

Las tropas de Morcar se lanzaron para acabar con la vida, de aquellos que habian amenazado la vida de su Lord. Su ataque, aunque parecia brutal en algunos casos, resulto ser bastante pobre, o tal vez, la experiencia adquirida estaba mostrando sus frutos.

Cinco de los guerreros de Morcar, incluyendo a uno de sus paladines, habian fallecido y en contra partida, el resto del sequito del Lord del Caos no habia logrado causar herida alguna.

Morcar, sintio la espada que le derroto en el pasado,  y el temor se apodero de el. Si queria vencer, tendria que mantener a ese intrumento lejos de el. Concentro sus energias y lanzo un poderso conjuro contra Durgin, portador de la Espada. La magia era demasiado fuerte y el Enano no sabia si podria imponerse.

Las fuerzas de Morcar, sintieron la llamada magica de su amo y abandonaron el ataque, para proteger al Lord. Las primeras en llegar fueron dos Gargolas que cruzaron el cielo a vuelo. Sin embargo, esto no era mas que la punta del iceberg de aquello que les podia llegar a caer encima si no actuaban con presteza. 

El extraordinario orco continuo con su gran defensa. Se libro con con su arma de los ataques de los dos esqueletos de Arramus pero no puedo con la ofensiva del sacerdote que le pulverizo casi todos los huesos del cuerpo con su terrible martillo. Los golpes se sucedian como campanadas de una iglesia, solo que cada vez que el martillo se retiraba, llevaba consigo un reguero de sangre y pedazos de armadura.

Nada más acabar con el orco un guerrero de Morcar está intentando atizarme, pero mi agilidad me permite esquivar y desviar cada uno de sus golpes. En cuanto la ola de golpes que me propina me lo permite lanzo el contraataque.

Consigo impactarle una vez con mi espada corta, pero no es suficiente y el tipo sigue en pie desviando el resto de mis ataques.

ataco al caballero del caos con ambas armas, pero este es un experimentado guerrero y consigue bloquear mis golpes.

Aenur, nos hemos pasado toda la partida igual. No recuerdo que te has puesto o que te he dado, miro tu ficha, si hay me dice dos dados... pues es lo que tiro xDD.

Como faltan 3 por hacer turno, me espero a mañana para resolver. 

Tras la muerte de la primera oleada de pieles verdes, los guardaespaldas de Morcar entraron en la batalla. Uno de ellos se dirigió a la carga contra Ungrim. El enano soltó el azote de orcos y sacando su vieja hacha se dispuso a aguantar la carga.

La lucha fue encarnizada ya que tanto el matador como el guerrero eran luchadores experimentados, por lo que al cabo de unos segundos de un furioso intercambio de golpes, ambos estaban más o menos indemnes. Solamente el guerrero había sufrido una herida leve.

Desde mi posición escondido tras la columna, echo un rápido vistazo. Con mi ojo de lince observo a lo lejos el aleteo de dos gárgolas armadas que acuden al reclamo de su amo. Será cuestión de freirlas, al menos a una de ellas, así que lanzo una bola de fuego, seguido de un fuego de ira para que ese maldito monstruo se achicharre en el infierno.

Cuando la humareda se disipa, veo la gárgola afectada por los hechizos que continua su vuelo tan campante. Y yo, sin más chispas que echarle. Me oculto de nuevo tra la columna, con la esperanza de que no haya visto de donde provenía el fuego.

Durgin se quedo ausente mientras que en su interior una terrible lucha era llevada a cabo. Finalmente logro vencer la lucha y disipar la magia que le obligaba a atacar a su compañero Elfo.

Morcar, gesticulo algo en su temible lengua y una sensacion de angustia y terror asolo al Matador. Ungrim empezaba a ver una derrota segura.

Mientras tanto, todos los guerreros seguian luchando y las gargolas avanzando, que para temor de Jandrus, a una de ellas, no le habia gustado que le atacaran. 

Arramus y sus no-muertos se abalanzaron sobre su siguiente rival, el Guerrero del Caos que amenazaba a Ungrim. Los esqueletos arremetiron con fuerza y uno de ellos le causó una herida de la que empezó a manar sangre. Arramus avanzó entonces y descargó un primer golpe que rebotó en la armadura del enemigo. Su segundo golpe fue desviado por su rival y el último lo alcanzó de lleno en el yelmo que crujió bajo el impacto. El Guerrero de Caos quedó muerto a los pies de su amigo el enano.

-¿Una manita, Ungrim? Te veo en baja forma hoy...

Mi lucha contra el guerrero continua. Por el momento todo va bien y soy capaz de defenderme de todos sus ataques, aunque él también es capaz de rechazar todas mis estocadas certeras.