Partida Rol por web

Ceamus desde la ladera silba al pastor y agita su brazo indicandole que se va acercará

Al ir subiendo la imagenes de las ovejas del pastor van haciendo aparecer recuerdos en su cabeza, recuerdos de dias hermosos y de tardes tranquilas en las que el sol acariciaba su piel, entre esas imagenes salta de vez en cuando una imagen de unos ojos malvados y de cadaveres en el suelo.

Llega a la altura del pastor

- Buenos dias buen hombre, ¿le importa que le haga algo de compañia?

Se sienta cerca del pastor y deja extendida la mano para que la huela el perro, cuando ya le ha olido le acaricia la cabeza.

Deja que se deslicen algunas nubes por el cielo

- Son tiempos extraños estos en los que vivimos

- Aunque no nos conozcamos creo que compartimos pena

Mira a los ojos al pastor

- Cuentame tu historia, tira algunas piedras de las que ahora tienes en el estomago y el pecho

El hombre mira sorprendido a Ceamus... nunca antes ha visto un fauno y menos se le ha acercado como si fueran amigos de toda la vida... aunque la verdad es que tampoco le asusta y más si parece que es un pastor como él...

-Hace unos meses, cuando había llegado el momento de dirigirme a los pastos del norte para alimentarlos con la hierba fresca recién crecida, algo atacó a mis ovejas... noche tras noche, llevándose 2 o 3 cada noche... 

El pastor cierra los ojos con dolor recordando como cada noche intentaba proteger a sus ovejas, pero no podía...

Ceamus pone cara seria y le deja al hombre un momento de silencio en señal de respeto

Deja pasar alguna que otra nube mientras que el pastor recobra la compostura.

- Buen hombre, ¿me podrias indicar la zona exacta donde sucedio?... quisiera alertar a otros para que no vuelva a ocurrir lo que pasó a ti

Ceamus coge un palo del suelo, se levanta y hace un dibujo en la tierra

- Si nosotros estamos aqui, (hace una cruz), y el pueblo está aquí (hace un circulo), los pastos del norte, ehmmm, veamos ¿por aquí? (hace un cuadrado)

Coge el palo y se lo pasa al pastor.

- ¿donde sucedio?

El pastor señala un sitio cerca del gran bosque del reino, el Bosque de las Animas... un bosque encantado por el que vagan las almas de aquellos que murieron en este mundo de una forma traumática...

-Fue aquí...

Un soplo de viento heló la columna de Ceamus en el momento en el que el pastor estaba señalando el lugar.

- Deacuerdo (dijo mas para si mismo que para el pastor)

- Buen hombre ten mucho cuidado, parece que en esta epoca siempre surgen adversidades nuevas.

- Adios

Ceamus se aleja del hombre sin mirar atrás,  se dirige al pueblo a comprar provisiones y hacerse con una capa con capucha que le abrige y esconda algo su condicion de fauno.

Con el zurron lleno y la capa puesta empieza a caminar hacia el bosque, diciendose una y otra vez que hará lo que tenga que hacer.

En las sombras le parece ver unos ojos llenos de rabia, una forma borrosa y gris justo en el borde del ojo, que desaparece cuando mira.

Ceamus aprieta el paso.

Ceamus pone rumbo al Norte. El punto que el pastor le ha indicado está cerca de Arkan, un pueblo que linda con el Bosque de las Animas. Un lugar en el que nadie cuerdo y sensato desea vivir, pues allí las apariciones son frecuentes... Allí sólo viven aquellos de alma pura que ofrecen su vida a dar descanso a las almas atormentadas.

El viaje es duro y largo... las provisiones escasean cuando Ceamus llega al pueblo de Arkan, el pueblo de los espíritus... no es muy grande y solo tiene una taberna de una planta donde los Arkanos van a beber y a compartir experiencias...

Ceamus llega al pueblo cansado despues de kilometros y kilometros de viaje, con la unica compañia de las criaturas de los bosques, el sol y el viento.

Los vigilantes de la entrada del pueblo le dejan pasar despues de cachearle, avanza unos metros de la entrada y se desploma en el suelo.

Cuando se despierta está en la taberna y le estan haciendo beber una especie de sopa con licor.

- Venga, venga, tomatelo todo que te va a sentar bien.

Al hacerle la cabeza hacia atrás se cae su capucha y dejan a la vista los cuernos de Ceamus.

Los hombres se miran entre ellos.

Ceamus se da cuenta y los mira a ellos tambien, para comprobar su reaccion, y por el rabillo del ojo mira hacia su baston que está en el suelo.

- No he venido a causar problemas, ni soy una criatura maligna.

- Solo compraré algo de comida, descansaré unas horas y me marcharé.

- ¿que haces por estas tierras fauno?(dice un hombre enorme de unos 50 años barbudo y vestido con pieles, con mas pinta de oso que de persona)

- He venido a enmendar un error. (ceamus come algo de pan duro mas por el hecho de que tiene que comer algo que por apetito)

El hombre lo analiza de arriba a abajo, y se queda un rato mirandole sin decir nada. Hasta que al fin pregunta

- ¿que clase de error es ese que te hace venir hasta este lugar maldito?

Ceamus habia recobrado algo de energia con aquella sopa, tenia algun ingrediente que reconfortaba y hacia desaparecer la fatiga.

- Un error gris, con los ojos rojos, un engendro que despedaza animales, y los dioses quiera que no haya empezado a matar humanos.

Ceamus mira interrogante, con dos esperanzas que chocaban, por un lado esperaba que no supieran de la existencia de la criatura, que nunca les hubiera causado mal, y por otro lado esperaba que supieran algo de su paradero.

El hombre parece meditar un poco mientras se acaricia el mentón barbudo... tiene pinta de guerrero, aunque estando en aquella ciudad seguramente no es solamente un guerrero...

-Ha habido algunos caso un poco más al norte... quizá unos km... pero nadie ha visto al causante de las muertes... 

Una joven deja una jarra de vino caliente especiado sobre la mesa y se marcha.

-Aquí los fenómenos extraños son el pan de cada día, quizá sea otra criatura del Bosque de las Ánimas.

- Gracias, lo comprobaré con mis propios ojos.

Ceamus se levanta y se vuelve a poner la capucha, coge algo de pan y de queso y lo mete en el zurrón.

- ¿Podrias darme alguna orientacion sobre el terreno que hay al norte? Ya sabes, cuevas, limites del bosque...

El barbudo resopla y pide un papel y un carboncillo

- Lo que sé de la zona norte es esto (le entrega el papel), no es mucho, de hecho hay veces que parece que el borde del bosque se mueve de un dia a otro... Suerte.

Ceamus Camina hacia la puerta mientras la gente lo mira en silencio.

Abre la puerta de la posada y se oye un fuerte viento que resopla y que enfria la taberna. Ceamus se abriga bien con la capa y respira hondo preparandose para el frio de afuera.

Al norte...

(sale de la taberna y empieza a caminar al norte, despues de caminar un trecho, mira el papel que le dieron en la taberna)

Parece que Ceamus va por el camino correcto, pero allí no se aprecia nada de ovejas diabólicas que vayan por ahí matando ganado y otros animales... pero también es verdad que es de día y es posible que dichos engendros sólo salgan por la noche... aunque para eso aun quedan unas horas...

Está atardeciendo y Ceamus camina por la zona, buscando rastros de animales y posibles refugios, al llegar a un arbol se sienta apoyandose en el tronco, entonces saca queso de su zurron y empieza a comer. Mastica lentamente oyendo los sonidos a su alrededor, hasta que para, de repente se le ocurre una idea.

Un cebo.

Observa la zona y localiza un claro.

Ceamus saca su daga, se refleja en ella, al ver su cara aparecen los ojos diabolicos en la hoja, cierra fuertemente los ojos y prieta la mandibula, luego se relaja y se hace un corte en el antebrazo, el corte es limpio, aparece una linea blanca que se va oscureciendo y tiñe pelos de su brazo, luego cae el liquido caliente gota a gota.

Camina hasta el claro dejando un rastro de sangre. Al llegar al centro mira a los arboles que hay cerca y calcula cual seria el sitio ideal para acechar. Una vez que lo localiza saca pan y lo pone sobre la herida, el pan queda algo manchado de sangre y lo deja en el suelo.

Mientras se agacha nota que hay más silencio del normal, mira al cielo y ve que ha oscurecido. Coge la daga y corta un trozo de su abrigo, luego coge un puñado de tierra, se la pone en la herida y venda su antebrazo.

De dos saltos llega al arbol para dejar el minimo rastro posible, mira hacia arriba y trepa por él ayudandose con el mango de su baston.

Al llegar a la rama elegida se pone su capucha y saca el arco, el viento que sopla entre los arboles le aisla de los demas ruidos lo que le inquieta, pero a la vez hace que su atencion solo esté en el claro.