Partida Rol por web

Viajar desde el norte del Desierto de los Suspiros hasta el Erial de las Lágrimas no es sencillo. Hay unos mil quinientos kilometros desde el oasis de Ideam hasta Karlak, la ciudad de jade. Sin un guia que os indique el camino debéis guiaros por instinto, siguiendo las rutas de agua para poder aprovisionaros y lentamente el paisaje desolado del desierto deja lugar a verdes estepas donde habitan grandes rebaños de hervívoros como ñus o bisontes.
El camino es largo pero finalmente llegáis a zonas habitadas donde os indican el camino que os lleva hasta Karlak. Esta importante población está construida al pie de una enorme meseta cuya parte superior está regada por lluvias perpétuas. Estas montañas, llamadas Montes sin Nombre, ocultan vuestro objetivo, el Erial de las Lágrimas donde según Ideam el Vidente habitaba ese tal Bakar, el hombre que conoce todas las canciones de los Reinos Jóvenes.

Escupo a un lado mientras observo la sombra de la enorme meseta. Me duele el culo de tanto cabalgar y creo que nos hemos ganado cada pieza que podamos sacar de esta extraña aventura.

¿Qué nos deparará el destino?

-¿Sabemos donde encontrar a Bakar? - Pregunto sin parar la marcha. Desde nuestra pequeña victoria, aún no he borrado la sonrisa de mi cara, pese a que siguen igual de impermeables mis compañeras a mis piropos. Pese a la victoria, saber que he ganado un gran enemigo y le he perdonado la vida, ensombrece un poco mis dias.

- Si no, deberemos encontrar a alguien que lo sepa.

-Seguro que estará cantando en algún sitio. Pienso en voz alta sin intención que sea una respuesta directa a la pregunta de Malakías, deseando que vayamos a algún sitio para tomar unas cervezas, sediento y deseoso de alcohol.

Estoy impaciente por tomar algo.

Vuestro patrón parece particularmente feliz durante esta parte del viaje; no solo le disteis una lección a su rival si no que poseeis el laúd correcto y estáis casi a punto de llegar a la ciudad de Karlaak.
-Dentro de nada llegaremos a Karlaak -dice mientras acaricia las cuerdas del laúd, haciendo sonar finísimas notas -Es una gran ciudad y el último asentamiento civilizado de Ilmiora. Más allá se extiende una meseta donde siempre llueve y habitada solamente por decenas de tribus bárbaras. Ese es el llamado Erial de las Lágrimas. Pero primero podemos aprovisionarnos adecuadamente en Karlaak. Necesito una cama cómoda,estoy molido de tanto cabalgar.

El cielo sobre Karlaak está siempre nublado y la humedad del aire es agobiante, auqnue no hace demasiado calor. Sus gentes visten con ropas confeccionadas con pieles y plumas impermeables y os ofrecen todo tipo de baratijas al veros llegar.
Tras la ciudad se alza una meseta y más allá unas enomes montañas ocultas por las nubes. Ocasionalmente algún relámpago se deja ver entre el oscuro cielo.

- Para que no nos vuelva a pasar lo que nos paso en el desierto quizás deberíamos buscar información... Creo que deberíamos saber que nos depara el Erial, que suministros deberíamos comprar, buscar información de Bakar y de Bahar. ¿Que opináis vosotros? - Desde que siento el hacha de Bahar rondar mi cabeza tengo menos humor y más pespicácia.

-Tenemos que buscar un cantante en un erial. Hay que indagar por todos los sitios posibles y coger suministros. Creo que esta vez tengo que ser más "avispao". Buscamos un cantante en un Erial, dónde viven pocas tribus. Voy a ver si encuentro a alguno de esas tribus por alguna cantina y le sonsacaré toda la información que pueda, por las buenas o por las malas.
¿Alguien ha visto una taberna?
También me vendrá bien un trago.

Asiento ante las palabras de Malakias... ¿no parece más alto? En todo caso después de la exhibición de poder del otro día parece haber ganado aplomo y dejado un poco su aire superficial. Pero sólo un poco.

- No creo que sea necesario buscar un intérprete -sonrío, señalando a Nadec- Nuestro mecenas es también un hábil músico ¿no es cierto? Pero creo que deberíamos hacer una pequeña excursión por las tabernas y mercados para conocer mejor el terreno que pisamos y que vamos a pisar.

Esta vez cojo del hombro a nuestro patrón, para controlar con quien habla y negocia, directos a una taberna, para investigar todo lo posible sobre las Tribus. Aunque como siempre no parece que la gente me cuente mucho. eso sí, beber alcohol me reconforta.

Paseo por las calles de Karlaak escuchando rumores, recogiendo información sobre Erial, observando las compras de otros y sobretodo buscando información de Bakar y de Bahar.

Intento entablar conversación un par de veces sin mucho entusiasmo. Me temo que no destaco por mi oratoria, eso es más propio del maldito mercader.

A la segunda mirada con cara de pocos amigos me rindo definitivamente y me limito a aguzar el oído.

Pasáis el resto del día buscando información en la ciudad. Sus habitantes no son tan cerrados como los de vuestra anterior parada, pero a pesar de eso os cuesta dar con datos concretos.
Nadec, vuestro patrón, logra dar con una leyenda que habla sobre alguien llamado "Hombre-lleno-de-canciones" y que pertenecería a una de las muchas tribus que habitan en la zona, llamada "Tribu de la crin roja", localizada en el Erial de las Lágrimas. Desgraciadamente, encontrar información sobre esra tribu os resulta imposible ya que para muchos, su existencia no es más que una leyenda.

Malakias centra su búsqueda en averiguar sobre el Capitán Bahar Sevik, pero parece ser que no hay ni rastro de él ni de sus hombres en la ciudad. Puede que tras vuestro encuentro en el desierto le hayáis cogido ventaja por fin.

Cuando cae la noche os reunís en el comedor de la mejor posada de la ciudad. Si no tenéis nada que añadir, Nadec está dispuesto a partir hacia el Erial al salir el sol.

Deslizo la mirada perezosamente entre los parroquianos, pensando en que tal vez hayamos despistado finalmente a Bahar... o tal vez haya cambiado de táctica y haya acampado fuera de la ciudad mientras nos espía mediante algún lugareño.

Tanto polvo y tanto viaje me está volviendo paranoica.

A la mañana siguiente partís de Karlaak montados en vuestros nuevos y flamantes caballos cortesía de vuestro patrón, dirección al Erial de las Lágrimas.
El camino hasta el borde sur de las Montañas Sin Nombre es bastante agradable comparado con vuestra travesía por el desierto. Vuestra peor tarea consiste en vadear las abundantes corrientes de agua que mana desde la parte superior del Erial. Veis numerosas manadas de ciervos, cabras de montaña y otros herbívoros de gran tamaño. El pasto es abundante y son raras las ocasiones en las que os encontráis con tribus de nómadas.
Cuando os acercáis al erial comenzáis a ascender por una suave pendiente de taludes que van creciendo poco a poco en una ruta zigzagueante que parece no terminar nunca, ya que la parte superior del erial está cubierta de una espesa niebla y regada por una permanente llovizna.
Durante las siguientes horas cabalgáis lentamente en un infinito mundo gris de niebla y lluvia, entre altas hierbas y ocasionales árboles retorcidos cubiertos de musgos. Es un mundo húmedo y silencioso que solo parece cobrar vida cuando pasa volando sobre vosotros una bandada de patos, se escabulle una serpiente entre las patas de vuestros caballos o lo más magnífico cuando veía a un enorme mamut masticando las ramas de un árbol que hace que vuestros caballos se encabriten.

Os cuesta diferenciar el día de la noche, ya que la luz del sol apenas penetra el manto de nubes y la luna y las estrellas no son visibles en absoluto. Viajáis sin rumbo ni apenas noción del tiempo durante un par de días en los que vuestra moral desciende considerablemente debido a la aparente inconsistencia del terreno y la imposibilidad de orientaros, hasta que algo sucede el tercer día. Oís los cascos de caballos chapoteando en el barro a vuestro alrededor, a cierta distancia. Entre las brumas, media docena de jinetes se detienen y aunque no les distinguís, por sus ropajes parecen nómadas. Antes de que podáis reaccionar, sacan sus arcos y disparan una andanada de flechas sobre vosotros.