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Las cuatro estaciones de la ciencia demente: Aves de verano

Aves de verano

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05/04/2021, 20:28
Director

Aves de verano

La presencia del Bucle se sentía por todo el lugar, desde la Red Mountain hasta la presa Hoover. Los padres de los niños trabajaban allí; los vehículos de mantenimiento de DARPA patrullaban las carreteras y los cielos; por los bosques, los claros y los pastos, rondaban máquinas extrañas. Grandes cargueros magnetrínicos sobrevolaban el desierto trayendo toneladas de mercancías desde lugares remotos. Nada nuevo. Rick Astley acaba de lanzar Never gonna give you up y los chicos mayores se peinan como él y llevan gafas de sol como las del vídeoclip, las chicas buscan carpetas con su fotografía para el curso que viene y se aprenden los pasos de baile de la canción. Los suertudos que tienen MTV pueden verlo casi a diario mientras que el resto de los mortales tienen que conformarse con esperar al programa musical semanal de la NBC o tener algún amigo amable que le grabe el videoclip en una cinta. Entre tanto, el calor del cercano desierto del Mojave cae de forma tan plomiza que solo apetece quedarse jugando al Super Mario Bros hasta que se haga algo más tarde y refresque un poco, entonces sí se podrá coger la bici y salir en busca de algún robot estropeado o de alguna maquina varada en las afueras de Boulder City, o subir a lo alto de la colina desde donde se aprecia una increíble vista del lago Mead y las colosales torres de refrigeración de la central que hace funcionar el acelerador de partículas que todo el mundo conoce como el Bucle.

La mayoría de las personas con dos dedos de frente no sale a las calles de Boulder City en pleno verano, no al menos hasta que el sol caía un poco y la temperatura refresque. Ningún insensato se atrevería a enfrentarse a los 38º que reinan en aquellos días y que provoca que las suelas de las zapatillas se peguen al humeante asfalto. Ni siquiera se pueden consolar con la esperanza de que algún chaparrón veraniego pasajero descargue algo de agua para refrescar las calles, ya que en esta zona desértica apenas caen 100 litros por metro cuadrado a lo largo de todo el año. La gente suele decir que el calor de Boulder City es un calor seco, pero cuando puedes freír un huevo en la acera que hay frente a tu puerta, poco importa que el calor sea seco o húmedo. La forma más común de aguantar el calor es gracias a los ventiladores o a el agua fresca de las piscinas, poca gente tiene un aparato de aire acondicionado, aunque quienes quieren gozar de ese frescor artificial acuden al centro comercial o a algún supermercado que dispone de tales dispositivos. Por las tardes, cuando el sol se está poniendo y la temperatura ya por fin desciende, la gente sale de sus casas para disfrutar de un poco de viento fresco mientras bebe algo. Pero hasta que llegue ese momento, lo mejor es quedarse en casa y jugar a algo para pasar el rato y matar el aburrimiento o moverse sigilosamente para evitar que una madre igual de aburrida, o un padre que alterna los canales en el aparato de televisión en desesperada búsqueda de algo entretenido que ver, considere que su vástago está demasiado ocioso y decida endilgarle alguna tediosa tarea de la casa o recordarle que hay deberes de verano que los simpáticos profesores dejaron para amargarles la libertad veraniega. Pero cuando el sol baje podrán salir a disfrutar del inmenso mundo de aventuras que existe en los alrededores, sin deberes, sin tareas, sin colegio ni instituto... sintiéndose libres como aves de verano.

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05/04/2021, 21:54
Director

¿Rick Astley? ¡Venga ya! ¿Quien en su sano juicio quiere escuchar esa mierda cuando AC/DC acaba de sacar Who madre who, la banda sonora de La rebelión de las máquinas? Vale, está bien, admitámoslo, no está a la altura de Highway to Hell o Back in black, pero ¿acaso alguna canción en la Historia podría estarlo? No, y mucho menos un Beach Boy en Technicolor como Astley. Estamos hablando de canciones míticas que sobrevivirán a la moda pasajera del verano...

Chad no estaba seguro de que a su profesora de Historia americana le importarán aquellas divagaciones sobre AC/DC y estaba convencido de que aborrecería las palabrotas que había en aquella redacción, pero el aburrimiento le estaba matando mientras esperaba a que la señora Donahue diera su siguiente movimiento en la particular batalla que existía entre ambos. Chad se encontraba en su cuarto, un pequeño templo de adoración al rock más duro, plagado de pósters de considerable tamaño de sus ídolos musicales: Angus Young, Jimmy Hendrix, Axl Rose, Eddie Van Halen u otros muchos que habían sido inmortalizados en míticas poses que Chad trataba de imitar. Algún día, el nombre de Chadwick Agathon estaría entre los grandes, y sería él quien habría sido inmortalizado en un póster como aquellos. Su grupo actuaría por todo el país y podría tener una vida de leyenda del rock and roll como la de sus ídolos. Cada vez que cogía el palo de una escoba y se imaginaba a sí mismo tocando el riff de guitarra más épico de la historia, con el público imaginario que aguardaba al pie de su cama para cogerlo en el aire y alzarlo hasta el Olimpo del Heavy Metal en volandas.

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06/04/2021, 11:50
Director

Boulder City se distribuía sobre una pequeña colina de manera que las familias más pudientes vivían en la zona más alta y las más humildes en la parte de abajo, y luego, hacia las afueras, estaba la granja de los Jenkins. Eso debía situarles en el escalafón social más bajo de Boulder City, pero a ojos de Lou era justo lo contrario. Aquello era el paraíso, no tenía que aguantar vecinos molestos, no vivía tan apelotonado como el resto de los habitantes del pueblo y podía disfrutar de la naturaleza árida que le proporcionaba el desierto, escaparse en bicicleta hasta el lago Mead. Bien era cierto que a parte de matorrales y cactus poca vegetación había en el lugar, y que salvo escorpiones y algún armadillo ocasional poco más había que ver. Aunque Lou sabía los lugares de paso de los carneros de las rocosas, que de vez en cuando cruzaban hacia las Red Mountains alejándose del bullicio humano de la ciudad.

Pero aunque Lou podía disfrutar de largas horas de ocio, el trabajo de la granja no entendía de temperaturas. Era un trabajo duro, a pleno sol, que requería de madrugar temprano y endurecer los brazos y las piernas. También Lou tenía un tiempo asignado para dedicarse al mantenimiento del tractor, una responsabilidad que ya hacia tiempo había recaído sobre él. Lou sabía que si le dedicaba algo de tiempo todos los días evitaría posibles averías más graves en el futuro y que le llevarían más tiempo de solucionar, privando a la familia de un vehículo vital para la buena marcha de la granja. Últimamente, su padre incluso dejaba que lo condujera el propio Lou a través de los campos y las tierras de los Jenkins. Algo que había levantado recelos entre sus hermanos mayores que se quejaban porque, según ellos, daba la sensación de que el tractor fuera ya de Lou.

Tras el duro trabajo en la granja de por la mañana, llegaba la hora de la comida. Luego a veces, antes de que el sol cayera un poco y permitiera poder salir con sus nuevos amigos, Lou aprovechaba para dar una vuelta en su tractor. A veces llegaba a alejarse lo suficiente de la granja por una de las carreteras secundarias donde podía encontrar restos de cacharros magnetrínicos de los que apenas entendía su funcionamiento mecánico. Aquella tecnología se diferenciaba mucho de la mecánica de los tractores o los coches, pero la curiosidad de Lou le llevaba a preguntarse por su funcionamiento y además sabía que si encontraba alguna buena pieza y la llevaba al desguace de Pierson podría sacar algún dinerillo extra.

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06/04/2021, 12:15
Director

Boulder City había nacido gracias a la construcción de la presa Hoover, había prosperado con las industrias que se habían asentado después en la ciudad, como la fábrica de bolígrafos espaciales de Fisher, y había despegado económicamente con la creación del Bucle y todos los experimentos avanzados que el DARPA realizaba en sus instalaciones. Pero pese a todo ello, los negocios de toda la vida seguían estando presentes en la ciudad: las panaderías, los supermercados, las tiendas de barrio, las zapaterías, tiendas de ropa e incluso el centro comercial, y todas ellas, tanto las grandes industrias como los pequeños negocios, tenían una necesidad en común: el banco de los Roberts. Bueno, no era precisamente de los Roberts, sino una sucursal de Bank of América, y tampoco era la única sucursal bancaria de Boulder City, pero sí era la del banco más importante del país y por ello, era la que más cuentas corrientes tenía en toda la ciudad. Y el padre de Christine era el director. Aquello les permitía vivir de manera holgada y contar con todos los lujos que quisieran: aire acondicionado, piscina propia, televisión por cable y aquel aparato de cintas de vídeo que su padre había comprado recientemente y que les permitía ver no sólo sus películas favoritas, sino también los vídeos musicales de los Beatles que tanto le gustaban a Christine.

Boulder City se distribuía sobre una pequeña colina de manera que las familias más pudientes vivían en la zona más alta y las más humildes en la parte de abajo. Los Roberts vivían en una cómoda casa de dos plantas en la cima de la pendiente, en una de las parcelas más bonitas, espaciosa y confortable de toda la ciudad que tenía unas preciosas vistas del Lago Mead y de las altas torres refrigeradoras del Bucle. Además contaba con un pequeño jardín en la parte trasera que además de piscina tenía unos árboles muy bonitos y el jardín que con tanto esmero y dedicación cuidaba la madre de Christine.

Pero no todo era idílico en la casa de los Roberts. Aunque de puertas para fuera la familia se mostraba como una de las más ejemplares del pueblo, las discusiones entre el matrimonio son cada vez más frecuentes y feroces. Antes, al menos trataban de no discutir enfrente de Christine, pero últimamente les da igual que la niña esté presente. Especialmente durante el verano, ya que Christine no puede refugiarse en sus clases, ni en sus actividades extraescolares o en su grupo de amigas, que están en un campamento al que su padre le ha negado ir solo por llevarle la contraria a su madre. Afortunadamente, Christine ha hecho un grupo nuevo de amigos en ese verano, pero hasta que no baje la temperatura asfixiante no suelen quedar, y ella tiene que aguantar las mañanas y el comienzo de las tardes en casa mientras sus padres discuten a gritos. Su padre cada vez pasa más tiempo fuera de casa, y su madre se refugia en el cuidado del jardín.

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06/04/2021, 12:36
Director

Ahora que las clases habían terminado y que muchos chicos se habían ido de vacaciones a la playa o a campamentos de verano distribuidos por estados cercanos pero a bastantes millas de distancia de Boulder City, Rainbow esperaba que nadie se metiera con ella cuando diera una vuelta en su unicornio. Pero tal vez aquello había sido esperar demasiado, porque no todos los niños se habían ido, y aunque muchos abusones probablemente estarían lejos de allí poniendo el dedo de algún pobre muchacho en un vaso de agua durante las noches para que se orinaran en la cama o torturándolos de cualquier otra forma, lo cierto era que no solo los abusones se reían de Rainbow Murphy. Incluso aquellos que sufrían el desprecio y los golpes de los peores elementos del instituto se metían con ella por llevar a todas partes su casco o por tener un bonito bicicornio.

Al menos, últimamente, Rainbow se había juntado con un muchacho que adoraba la música tanto como él, y que le había presentado a algunos amigos más. El grupo tenía una especie de refugio, en la carretera que llevaba hasta la presa Hoover, donde solían pasar las tardes y divertirse sin juzgar si uno llevara casco puesto o no.

A los padres de Rainbow le importaba poco si su hija pasaba el día en la casa o fuera de ella, si iba con amigos o sola por Boulder City, ellos dedicaban la mayor parte del día a atender la tienda y dejaban que Rainbow explorara sus propios límites libremente. Rainbow había escuchado de niños de su edad que no salían porque estaban castigados, o que tenían prohibido ir a determinadas zonas de las afueras del pueblo, algo que ella no terminaba de comprender, porque nunca jamás había sido castigada. Si quería ir a algún sitio, pues simplemente iba.

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06/04/2021, 13:18
Christine Roberts

Un día de Christine en la casa sería el fiel referente de lo que sentía a diario y por obligaciones de la vida misma o por la naturaleza de la propia niña, se debía callar. Era muy difícil estar en un lugar donde no hay amor, donde ya se perdió hasta el respeto y el silencio era lo más añorado en lo que van de las horas. Jamás pudo entender el motivo por el cual sus padres seguían juntos, si era por la imagen que debían brindar o por el mero hecho de que ninguno de los dos se podía ver sin el otro. Era un gran misterio, que para la edad de esta niña se convertía en un mundo donde ni las comodidades de la casa bastaban para que esto fuera más llevadero. 

Por esa razón aquella mañana comenzó de una manera distinta su día, si bien desayunó con ellos no tardó nada en encerrarse en su cuarto para escuchar un poco a su banda favorita y escribir en un cuaderno algún que otro pensamiento aislado. Ya había comenzado a huir de todo aquello, de una forma menos violenta para evitar ser el abogado del diablo en una situación que dolía en demasía y al parecer nadie se detenía en ello. 

Ya cuando los gritos cesaron, ella pudo bajar por las escaleras y revisar el panorama. Tenía un poco de hambre, aunque no podía alimentarse fuera de las cuatro comidas porque su madre había pillado una pequeña obsesión con el peso y la imagen. Quería que siempre su hija sea bonita, delgada, estética y lo peor de todo es que a Christine le encantaba comer, al punto de que muchas veces se llevaba alguna que otra galleta escondida para disfrutarlas en el cuarto. Pero como hoy el ambiente no estaba para ese tipo de cosas, cogió una manzana y se fue al comedor. Con suerte no estaría ninguno de sus padres a la vista, considerando que su madre hacía jardín y el padre nunca estaba. 

No obstante tenía que hacer tiempo y pensó que tal vez tener un perro o un gato le ayudaría a pasar los malos tragos. Le faltaba muchísimo para ser mayor de edad e irse de la casa. Así que para no tener ese dolor en su corazón, comenzó a cantar una canción de The beatles. Tal vez así, todo pasaba. 

—Here come the sun...

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06/04/2021, 17:38
Chadwick Agathon

Otro día de verano en Boulder City, la ciudad a una pequeña sequía de distancia de convertirse en el desierto del Gobi.

Chad miró el reloj despertador de su dormitorio.

Había transcurrido un miserable minuto desde la última vez que comprobó el estado de las manecillas.

-¿Por quééééé, oooooh, Señooooor…?-, se lamentó dramáticamente el chaval, tumbado despatarrado cual marine abatido por el Vietcong sobre su cama. -¿Por quéééé el tiempo transcurre taaaaan despaaaaaacio sin ti, estúpido Mario? ¿Y por quéééé hace taaaaanto calooooorrrrr…? Oooooh, maaan… Siento mi cuerpo serrano siendo privado de sus reservas de agua… Es lo que la señorita Matthews llamaría “TRANSPIRACIÓN BRÜTAL”… Diooosss… Aguaaaa… Necesito aaaaaguaaaaa… ¡Dios mííío, qué calor más inhumanoooo…! ¡Boulder City, yo te maldigo, tostadora urbana!-, clamó alzando el puño hacia el ventilador.

La consola del neolítico que gastaba Chad se había quedado sin pilas de forma anticlimática justo cuando el bigotudo fontanero italiano de nombre Super Mario se disponía a batirse en singular duelo con el terrible Wario.

Mario. Wario. A Chad siempre le gustó la imaginación colosal del autor de ese juego… –SARCASM-.

Sin pilas hasta el regreso de su valiente e ignífuga madre con superpoderes -¡Había de tenerlos para salir a currar con este calor infernal!-, con síndrome DFI -Duelus Finalis Interruptus-, sin princesa Peach a la vista y sudando a mares, Chad estaba a las puertas de la desidia. Era demasiado temprano, incluso suicida, para salir a jugar por ahí y exponerse al sol abrasador que caía sobre la parrilla de asfalto que era Boulder City a esas horas.

¿Qué podía hacer?

Miró con ojos suplicantes a sus silentes deidades, todas ellas plasmadas en un respectivo póster colgado en las paredes de su dormitorio. Sí, Chad era politeísta. DEL ROCK.

-Angus, Jimmy, Eddie, Axl, SLASSSSSH… Vuestro fiel devoto os lo suplica… ¿Cómo sobrevivo al próximo minuto en este erial?-, preguntó con infinita fe en obtener respuesta a su plegaria. –Necesito una señal… ¡Una simple señal bastará! ¡Decidme cómo santificar este día infernal a vuestras gloriosas majestades! ¡Estoy dispuesto a todo! ¡Incluso sacrificaré a un seguidor de Rick Astley si me lo pedís! Total… crecen hasta debajo de las piedras…-.

La respuesta no precisó tal sacrificio y no tardó en llegar en forma de brisa agitando las cortinas por la ventana de su base de operaciones, el cuartel general del Rock n’ Roll que era su cuarto de estar. Una brisa que arrastraba una voz cruel.

Chad escuchó con nítida perfección la voz atiplada, inconfundible, de la señora Donahue, su odiada enemiga y vecina. Sus ojillos negros destellaron de pura maldad y se dejó caer al suelo cual rollito de gelatina, arrastrándose cual comando hasta llegar al ventanal.

-¡Ajá!-, exclamó para sí, sintiéndose renovado de ánimos y espíritu. –Con que reunión con las Chicas de Oro para tomar té y pastitas y rajar de mi madre y el resto del vecindario, ¿eh, vieja urraca?-, pensaba Chad mientras veía como la anciana recibía muy sonriente a un trío de abuelitas ataviadas todas ellas con un chándal deportivo en su jardín.

La casa de la señora Donahue estaba justo en frente de la suya y ambos se tenían calados desde hacía largo, largo tiempo. La anciana, una muy longeva inglesa de melena color ceniza y de piel cetrina, era una incógnita viviente. ¿¡Cómo había sobrevivido al calorrrr de Boulder City todos esos años!? Chad, desde luego, tenía una elaborada teoría al respecto.

El chaval, su imaginación hiperactiva, había asegurado a sus amigos –también a su madre- que era una mujer serpiente. Un ofidio camuflado de inofensiva abuelita. ¡El disfraz perfecto! Siempre que le llamaban loco por decir esas cosas Chad afirmaba lo mismo: ¡La vieja Donahue no sudaba! ¡Jamás! ¡Ni una perlita de sudor manando por su frente! ¡Como un reptil!

Y aún había más. La anciana era hipersensible a la música, del tipo que fuese. Se quejaba de ruidos imperceptibles. ¿¡Qué ser humano se quejaría de escuchar un solo de guitarra en una balada de rock!? ¿¡Y quién en su sano juicio se quejaría al escuchar un riff de Jimmy Hendrix!?

Exacto… ¡ALGUIEN QUE NO ERA HUMANO! ¡ALGUIEN DE SANGRE FRÍA! ¡ALGUIEN CAPAZ DE CAPTAR ULTRASONIDOS!

Demonios, ni los perros del vecindario se quejaban por escuchar a Jimmy a plena potencia. ¡Y ellos tienen un oído muy agudo!

Por si quedaba alguna duda, Chad había oído sisear a la señora Donahue. Y no siseaba como una persona normal… No, no. ¡Lo hacía como el malnacido ese del tostón de libro que les quería obligar a leer la señorita Matthews! ¡Gollum! ¡El del Señor de los Anillos! ¡PUAAAAGH! Vaya ascazo de libro… ¡Hasta los árboles hablaban en esa novela!

Pues la señora Donahue siseaba igualita que el calvorotas de Gollum. Una especie de “SSSSSSS” terminado en un amago de gargajo. Muy desagradable.

La enemistad entre Chad y la anciana se había incrementado sobremanera en las últimas semanas cuando casi le cuesta al joven quedar castigado un mes sin tocar su guitarra. Su madre irrumpió de pronto en su habitación y le dijo que había recibido unas, a juicio de Chad, muy sospechosas quejas de cierto vecino del cual no dijo el nombre aduciendo que él estaba armando una escandalera con la guitarra. Todo fue muy rápido y muy furioso y se vio de repente privado de su amada Stratocaster, acusado injustamente de alborotador. Porque si algo debéis tener claro es que Chadwick Agathon no era un alborotador… ¡ERA UN ARTISTA! ¡Un visionario! ¡Un alma avanzada para la época! ¡Un héroe del rock n’ roll!

Por suerte, su madre era un ser piadoso y él tenía un raro don para hacerla reír a carcajadas. Eso rebajó la pena definitiva por su atentado acústico contra, estaba seguro, la amargada señora Donahue. Y desde entonces, Chad se la tenía jurada a la vieja.

La casualidad quiso que la brisa que había entrado por su dormitorio portara la promesa de la venganza.

El joven sonrió, emocionado.

-Tengo un chiste para usted, señora Donahue… Un chiste muy gracioso… Se abre el telón…-. Mientras hablaba consigo mismo, Chad echó mano a su rotulador negro y se pintó sendas líneas horizontales en las mejillas. -…Se ve a un ganso invitando a una gansa a que se le acerque…-. Sacó su fiel bandana roja, la cinta del Campeón de Dojima, y se la anudó con fuerza en la frente. Parecía un maldito loco. –Se cierra el telón… ¿Cómo se llama la película, señora Donahue?-.

Sigiloso, tomó su Stratocaster. Encendió el ampli. La vieja se iba a cagar.

-VENGANSAAAAAA-.

Hora de animar el vecindario.

* * * * *

La señora Donahue se las veía muy felices cotilleando con las jovenzuelas de sus amigas en su porche con un vaso de té helado cuando un tornado atronador de rock n’ roll indómito salió vomitado por una furiosa guitarra proveniente de la casa de en frente.

-WELCOME TO THE JUNGLE, OLD LADIESSSS!-.

Casi escupe la vieja serpiente su dentadura postiza al ver al pequeño guerrero de la carretera en la ventana, pegando berridos a pleno pulmón y chillando su nombre mientras se erigía en un psicópata del mástil.

-¡SÉ QUE FUE USTED, SEÑORA DONAHUEEE! ¡SÉ QUE FUE USTEEEED!-.

Los dioses estaban satisfechos.

Su pequeño sembraba el caos.

Notas de juego

Vi una errata indeseable.

Aniquilada ^^

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06/04/2021, 19:54
Lewis "Lou" Jenkins

Dios, qué sudores. Y luego había gente que se sorprendía al ver a Lou en tirantes y bermudas casi todo el año. Pero claro, ellos podían estar pegados al ventilador en la comodidad de sus casas, para así poder quejarse en cuanto ponían un pié en la calle. Y aunque Lou no acostumbraba a decir que no cuando alguien proponía ir a alguna tienda sólo porque tiene aire acondicionado, también era el que menos solía quejarse por el calor. Al fin y al cabo, el efecto tostadora del asfalto de la ciudad no era muy distinto a estar dando el callo en la granja a pleno sol. A todo se acostumbra uno. Aquella mañana, por suerte, se la pasó trabajando en el Ford TW-25 de la granja, en la sombra del cobertizo donde lo guardaban. Pasaba tanto tiempo con aquel tractor que Lou lo consideraba más que una simple herramienta. 

Después de darse un buen baño frío en un abrevadero de metal que mantenían a la sombra especialmente para días de verano como aquel, Lou se dio prisa para ir a comer. Aun tenía alguna mancha de aceite en la cara, las cuales incitaron a su madre a fregarle con un trapo con tanta insistencia que bien podría haberle arrancado el moflete. Era un pequeño precio que estaba dispuesto a pagar por ser el responsable del tractor, todo un honor que sabía hacía rabiar a sus hermanos. Que les den, si se pasaran menos tiempo intentando molestar a Lou y más tiempo trabajando, seguro que su padre les encomendaría alguna tarea igual de importante. Después de una buena comida y una siesta merecida, salió corriendo de nuevo hacia el tractor.

Montado sobre un saco para poder ver bien la carretera, tomó la ruta habitual y se acercó al llano donde había estado trasteando con uno de esos cacharros que flotan. Cogió las herramientas que solía llevar en el tractor, aunque sabía que posiblemente le servirían de poco con aquel trasto, y se acercó decidido a diseccionar alguna parte. ¿Dónde se iba para aprender a construir esas cosas? ¿Y dónde se conseguía una llave para quitar esos malditos tornillos tan raros? Fuese como fuese, Lou se puso a trastear con el cacharro, intentando comprender su funcionamiento y viendo si podía llevarle algo al Señor Pierson. Aquella tarde quería ir a la ciudad, y no le importaría tener unas cuantas monedas que gastar con sus amigos.

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07/04/2021, 17:34
Rainbow Murphy

El prisma se movía lentamente reluciendo con los rayos de sol que entraban por la ventana del baño y arrojando decenas de arcoíris que se deslizaban por la habitación purificándola. Uno de aquellos arcoíris se detuvo en el ojo azul de Rainbow que suspiraba de placer sumergida en un baño de agua helada. Aquel calor era insoportable y como cualquiera podría suponer el casco no ayudaba, pero ni el mismo fuego del infierno conseguiría que Rainbow se lo quitara. Ser dueña de sus propios pensamientos bien podía valer un poco de sudor. La joven observó el arcoíris que arrojaba la bola de Feng Shui recorrer su piel nívea y sonrió mientras pensaba en su futuro más inmediato. 

Y es que Rainbow era más feliz de lo que recordaba haber sido nunca. Hacía unas tres semanas la joven había sentido una perturbación en su sexto chakra que se había manifestado en forma de grano justo en el entrecejo. Lo había sabido al instante. Algo se estaba cociendo en los hornos del destino. El grano ya había desaparecido, pero sin embargo poco después había conocido a Chad. ¡Su primer amigo!

Chad era genial. Tal vez fuera por ser un amante del rock and roll, pero tenía un aura de un color amarillo brillante. Y no solo eso sino que le había presentado a una chica y un chico que le habían resultado de lo más simpáticos. Christine particularmente tenía una bonita aura violeta que había agradado sobremanera a la joven. Se moría de ganas de coger su bicicleta y llevar las cosas que había estado recopilando a su guarida. Había que purificar aquel espacio y tenía unas hierbas que expulsarían cualquier energía negativa en cuestión de segundos. Dejando la mente en blanco, Rainbow se desprendió del casco y sin permitir que ningún pensamiento delator pudiera traicionarla se lavó el pelo. 

Sintiéndose renovada la joven salió del baño y se vistió con su camiseta rosa favorita y unos viejos vaqueros rotos mientras bailaba al ritmo de la vieja radio de su padre. Bajó corriendo a la tienda que ocupaba la planta baja de su casa dando saltitos mientras rozaba con los dedos las hierbas aromáticas que colgaban de las vigas de madera se dirigió a la cocina donde su madre estaba horneando galletas. 

- ¡Mmmmm! ¡Galletas! - Sin poder resistirse cogió una enorme galleta con pepitas de chocolate que le abrasó los dedos y comenzó a soplar compulsivamente. La engulló llenándose los carrillos mientras le daba otra galleta a Mr. Flopps, que comenzó a mover la cola con alegría. 

- Rainbow, cielo, Madame Havel me ha pedido que te diga que debes tener cuidado, tus hojas del té del desayuno han tomado forma de triángulo invertido. - le dijo su madre mientras sacaba una nueva bandeja de galletas del horno, esta vez con formas diversas como estrellas o corazones. Parecían galletas rellenas de mermelada de frambuesa. Sus preferidas. 

Tanto Rainbow como su madre hicieron el gesto para ahuyentar la mala suerte, aunque a Rainbow no le preocupaba el triángulo. Madame Havel estaba un poco miope y podía confundir un triángulo invertido con un triángulo normal de toda la vida y ella se sentía la más afortunada en aquel momento. Su madre comenzó a llenar una bolsa de cuadros de galletas recién hechas y la dejó sobre la encimera. 

- Tranquila, mamá, tendré cuidado. Me llevo  las hierbas para purificar la guarida ¿vale? ¡Te quiero! - Rainbow agarró la bolsa y su madre aprovechó para plantarle un beso en el casco para después salir por la puerta principal con la ilusión de la amistad floreciente mitigando el calor infernal de Boulder City. 

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10/04/2021, 17:46
Director

La música de John, Paul, George y Ringo hizo que Christine olvidara durante algo más de tres minutos la pelea que transcurría en el la parte de abajo de la casa, y aunque el sol entraba a raudales por la ventana del cuarto de la joven, parecía que el invierno triste del que hablaba la canción todavía seguía instalado en aquella casa. No obstante, cuando bajó pudo sentir el silencio que quedó en la casa después de la discusión. Un silencio amargo y terrible. Había escuchado el portazo de su padre al marcharse de allí, e imaginó que su madre habría vuelto a perderse en las plantas de su jardín para olvidar las duras palabras que debían haberse cruzado el uno al otro.

Pudo escuchar un pequeño sollozo que fue en aumento conforme se iba acercando a la cocina. Allí descubrió que su madre, en lugar de refugiarse en las plantas, se había quedado sentada a la mesa de la cocina, con las manos cubriendo su rostro y las lágrimas cayendo sobre la tabla de la mesa de madera. Su bonito pelo negro, recogido en una cinta de flores, caía por los lados de su cara cubriéndole parte del rostro. Cuando se percató de la presencia de Christine alzó la vista, y la muchacha pudo ver unos ojos enrojecidos y vidriosos y una sonrisa forzada que fingía una alegría que hacía tiempo que había abandonado aquel cuerpo.

Hola, amor. - Dijo sorbiendo por la nariz y restregándose las manos contra los ojos para secarse las lágrimas. No te había escuchado.

Pero la farsa no pudo mantenerse mucho más tiempo. A veces los padres lograban hacer muchas cosas por sus hijos, incluso poner buena cara cuando todo a su alrededor se estaba hundiendo. Pero en esta ocasión, la madre de Crhistine no pudo mantener la fachada mucho más tiempo y volvió a romper a llorar desconsoladamente llevándose las manos a la cara para cubrirse.

Notas de juego

Te pongo un Conflicto sin amenaza de Estado, por lo que si fallas no sufrirás ningún Efecto. Puedes tratar de consolar a tu madre con una tirada. El Conflicto lo enfocas tú como consideres, con la habilidad que quieras y rolearlo de esa manera. Para esta situación podrías elegir Empatía o Comprensión, pero puedes hacer uso de Carisma o de cualquier otra habilidad si se justifica bien. Tal vez ponerte a cantar sea algo que alegre a tu madre, por poner un ejemplo. Recuerda que lanzas tantos dados como puntuación tengas en el atributo a usar y la habilidad, y que cada 6 en el resultado es un éxito.

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10/04/2021, 18:12
Director

Lou se hizo con un trozo de aquellas extrañas máquinas y logró abrirlo con uno de sus destornilladores a pesar de que no era del mismo tipo que los tornillos que tenía el aparato. Se trataba de los restos de un motor magnetrínico que se había desprendido de una de aquellas gigantescas naves que surcaban los cielos por las afueras del poblado, aquel cacharro debía de haberse desprendido mientras la nave sobrevolaba por allí. Sin duda estaba estropeado a raíz del golpe, y una de las chapas podía desprenderse con facilidad, por lo que logró abrirla para ver su interior sin necesidad de desenroscar todos los tornillos. El interior del artilugio, para sorpresa de Lou, no se parecía a ninguna máquina en la que hubiera trasteado antes. En lugar de un motor de combustión, con sus relés, sus válvulas y otro tipo de mecanismos a los que estaba acostumbrado, el motor magnetrínico tenia un montón de cables, unas placas verdes que no había visto jamás antes y una especie de discos metálicos de los que partían todas las conexiones.

Lou no comprendía nada de aquello, y debido a que el aparato estaba estropeado no podía hacer probatinas con él. Aunque tal vez el señor Pierson podría contarle algo del funcionamiento de aquellos aparatos si lograba convencerlo de que le diera alguna clase, porque el hombre era bastante arisco a decir verdad. Solo le interesaba comprar la mercancía y librarse de los curiosos que andaban fisgoneando por su desguace. Aunque con Lou solía ser algo más tolerante porque le traía muchas cosas, alguna vez incluso le había dado los buenos días. Si no conseguía información, al menos Lou podría sacarse algo de dinero con aquel cacharro. Por su tamaño debía pertenecer a una nave pequeña, pero no dejaba de ser de un motor de los que hacían volar aquellos cacharros por los cielos.

El desguace de Pierson estaba en las afueras, no muy lejos de allí. Al igual que la granja de los Jenkins, Pierson vivía algo apartado de la ciudad y su ajetreo. Porque incluso una ciudad pequeña como Boulder City resultaba ajetreada para quienes disfrutaban más de la tranquilidad del campo. Aparcó el tractor junto a la camioneta del señor Pierson, el viejo estaba en la caravana que había justo al lado de las vallas que limitaban su desguace, sentado en una silla de camping con una cerveza en la mano y leyendo una revista para adultos como las que sus hermanos guardaban entre el colchón y las tablas de la cama.

Eh, Jenkins Pequeño. ¿Qué me traes esta vez? Dijo examinando la mercancía sin levantarse siquiera de la silla. Ah, el motor de un B-36, no está mal. Te doy 10 pavos por él.

Notas de juego

Te pongo un Conflicto sin amenaza de Estado, por lo que si fallas no sufrirás ningún Efecto. Puedes tratar de convencerle de que te cuente más sobre su funcionamiento, regatear el precio o lo que quieras. El Conflicto lo enfocas tú como consideres, con la habilidad que quieras y lo roleas de esa manera. Recuerda que lanzas tantos dados como puntuación tengas en el atributo a usar y la habilidad, y que cada 6 en el resultado es un éxito.

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10/04/2021, 18:39
Director

Rainbow salió de su casa con la felicidad dibujada en la cara. El sol todavía estaba alto y podía sentir como quemaba en su piel mientras pedaleaba en dirección a la casa de Chad. Descubrir la amistad fiel y libre de prejuicios del bueno de Chad había sido un soplo de aire fresco en la rutina habitual de su vida en el instituto, teniendo que aguantar burlas constantes por parte de otros alumnos. Y los otros chicos de la recién formada pandilla también se portaban estupendamente con ella. Deberían pensar un buen nombre para aquel club de cuatro que habían formado en el caluroso verano de Boulder. Aquel día maravilloso no podía estropearse de ninguna manera, por lo que Madame Havel tenía que haberse vuelto a equivocar con el sentido de los triángulos, algo que solía pasar muy a menudo ahora que empezaba a perder la vista.

Rainbow dobló en una esquina y se topó de bruces con la pandilla de Lara Henderson y sus crueles amigas, que disfrutaban de unos helados. Lara era la líder de las animadoras de los equipos deportivos del instituto de Boulder City, y como tal, era quien marcaba tendencias en el instituto, quien decía qué estaba bien y qué estaba mal en cuestión de moda y de quién era digno de recibir su conversación y quién merecía ser ignorado sin piedad. Las demás chicas de aquella pandilla de niñatas superficiales, y bastantes chicos que se juntaban con ellas, le hacían caso sin dudarlo, vestían como ella, se maquillaban como ella, se peinaban como ella y marginaban o insultaban a quienes Lara tomaba por indignos. Por supuesto, ni el casco que lucía, ni el color de su pelo, ni la ropa que llevaba Rainbow eran del agrado de Lara, que había amargado bastantes de sus días en el instituto.

¡Mirad! Dijo Lara con una sonrisilla cruel en los labios, señalando a Rainbow con la mano que sostenía su helado. Es la princesa pringada. Un coro de risas maliciosas sonó a su alrededor mientras planeaban alguna maldad para hacerle a la pobre Rainbow.

Notas de juego

Te pongo un Conflicto sin amenaza de Estado, por lo que si fallas no sufrirás ningún Efecto. El Conflicto lo enfocas tú como consideres, con la habilidad que quieras y lo roleas de esa manera. Puedes escapar, plantar cara, decirle algún insulto ingenioso que la deje estupefacta o que haga que las demás se rían de ella... lo que veas. Recuerda que lanzas tantos dados como puntuación tengas en el atributo a usar y la habilidad, y que cada 6 en el resultado es un éxito.

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10/04/2021, 19:06
Gladys Simpson

La brutalidad roquera que emanaba de los altavoces del equipo de música de Chad provocó que incluso los rulos de las Chicas de Oro que acompañaban a la señora Donahue saltaran por los aires y sus pelos se estiraran como en aquellas películas en las que algún incauto metía los dedos en el enchufe. O al menos así se lo imaginaba Chad. Porque las ancianas, que se las prometían muy felices en su hora de cotilleo, se vieron obligadas a meterse corriendo en el interior de la casa de la vieja bruja para terminar de conciliar su aquelarre de cotilleos sobre el resto de vecinos de la calle. Chad pudo ver desde la ventana como la señora Donahue se giraba hacia él y lo miraba con el odio infinito que se dedicaban mutuamente. Una mirada de sierpe que no hacía más que confirmar lo que Chad sabía a ciencia cierta, que al igual que en aquella serie de la NBC, bajo la piel aparentemente humana de la señora Donahue se ocultaba una piel verde escamosa de reptiloide.

Chad no podía sentirse más satisfecho por haber estropeado el conciliábulo que se iba a desarrollar enfrente de su casa. Pero entonces el Chrysler marrón de su madre apareció en la calle y no le quedó más remedio que cerrar a toda leche la ventana, apagar el equipo de música y rebuscar en su mochila algún cuaderno para simular que estaba estudiando. Miró a través de las rendijas de la persiana temiéndose lo que iba a pasar a continuación y pudo ver como la señora Donahue llamaba a su madre para contarle lo que acababa de hacer su hijo. Lo último que vio Chad antes de agacharse para evitar ser descubierto fue como aquella vieja insidiosa señalaba hacia su ventana y su madre, que cargaba una bolsa de cartón llena de productos del super, alzaba la vista hacia allí.

La puerta de la entrada no tardó en abrirse y la voz melodiosa de su madre pronunció su nombre con un tono que no presagiaba nada bueno. Sabía que tendría que hacer acopio de toda su labia para librarse de un castigo, y también que su madre no le ponía mucho crédito a las teorías reptilianas sobre la vecina de enfrente, a quien ella consideraba una viejecita adorable con la que se podía contar para pedirle alguna receta o una pizca de azúcar cuando se agotaba en la casa.

Chaaaaad. ¿Qué canción ha sido esta vez? Preguntó con infinita paciencia.

Cuando salió de su cuarto y bajó al recibidor allí se la encontró con los brazos cruzados, la bolsa de la compra en el suelo junto a la puerta y ella con el peso del cuerpo balanceado sobre la pierna izquierda y golpeando el suelo con la punta de su pie derecho. Su madre llevaba una blusa roja muy bonita, con un cuello adornado de flores en forma de rosa que formaba un ligero escote. Una falda negra ceñida y unos zapatos con un tacón muy ligero completaban el conjunto. Llevaba el pelo peinado como la mayoría de las mujeres de Boulder City en 1987, cortado a media melena pero con muchísimo volumen, de manera que formara largos rizos y ondulaciones alrededor de su cabeza. Chad era consciente de que su madre era una mujer atractiva y soltera, que había sido madre muy joven, y que recibía las miradas y piropos de cientos de hombres, y aunque había crecido con la atención que despertaba Gladys Simpson en el género masculino, no terminaba de acostumbrarse a ello, y menos ahora que empezaba a comprender por qué los tíos eran tan amables con ella.

Notas de juego

Te pongo un Conflicto sin amenaza de Estado, por lo que si fallas no sufrirás ningún Efecto. El Conflicto lo enfocas tú como consideres, con la habilidad que quieras y lo roleas de esa manera. Recuerda que lanzas tantos dados como puntuación tengas en el atributo a usar y la habilidad, y que cada 6 en el resultado es un éxito.

PD: Ya viste que encontré a una Marisa Tomei ochentera digna de la partida. XDD

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12/04/2021, 14:34
Christine Roberts

Y aún con la canción allí en modo cíclico en su mente, Christine bajó las escaleras al principio totalmente ajena a lo que estaba aconteciendo en la cocina. Tal vez por su actitud siempre alegre o porque siempre soñaba con tener una mañana normal compartida en familia. Eran esos anhelos que se tienen de pequeño y muchas veces la realidad de alguna manera se encargaba de romper aquello con total descaro. Por esa razón al aparecer en la cocina no pudo evitar el sentir un nudo en su pecho, a sabiendas de que algo había pasado entre sus padres. 

El ver llorar a su madre era demasiado fuerte, al punto de que muchas veces la niña prefería no estar presente porque se sentía impotente, desarmada al no poder ayudarlos quizás como debería ser. Las cosas de adultos eran difíciles y a veces tenía un deseo inmenso de no crecer, quedarse en esa edad para no vivir lo que ellos estaban padeciendo bajo una relación donde no había amor, ni nada similar. 

Pero aún con esa penita en su corazón avanzó junto a su madre así podía abrazarla con fuerza mientras comenzó a cantar una canción. Quizás no tenía palabras para decir que la consuelen, pero la música de esta banda británica tenía según Christine un efecto bonito. Al menos suavizaría el dolor, pese a que no lo haría desaparecer y si con ello al menos su madre dejaba de llorar un poquito, estaría aliviada. 

—Blackbird singing in the dead of night, Take these broken wings and learn to fly, All your life... You were only waiting for this moment to arise...

La letra siempre para la pequeña había sido muy significativa y de alguna manera veía a su madre como el Blackbird de la canción, pese a todo, pese al dolor, quizás era hora de volar tal como decía la canción. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Había pensado en la canción justamente, Los Beatles tienen respuesta para todo. 

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12/04/2021, 16:54
Chadwick Agathon
- Tiradas (1)

Notas de juego

Ya están aquí los célebres dados D6 de Dewey xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Sabía que tenía que haber tirado DESPUÉS DE LAS 17:00. Por 5 míseros minutos... ¡POR 5 MÍSEROS MINUTOS!

Procedo a colgar el mensajaso ;)

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12/04/2021, 17:08
Chadwick Agathon

Hasta los más egregios héroes del Rock han tenido madres armadas con pantuflas persiguiéndoles en su infancia. Chad, claro, no era excepción a la regla. El chaval se rascó la cabellera ante la visión de su progenitora. Su madre parecía cansada del día. Iba a tener que inventarse algo muy, muuuuyyyyy bueno para esquivar una regañina sin precedentes. Apelar a la maldad de la señora Donahue quizás funcionase… De acuerdo, Chad era el único que sabía la TERRIBLE VERDAD que habitaba bajo el pellejo traslúcido de la vieja Donahue, pero aquella anciana era singularmente malvada y cotilleaba de su madre –y de todos los vecinos- con impunidad. ¡Sí! ¡Apelaría a la maldad de esa arpía!

-No te lo vas a creer, mamá. ¡Las amigas de la señora Donahue me pidieron que tocase algo de Guns & Roses para amenizar la previa a su torneo de Scrabble! ¡Iban tan en serio que hasta se apostaron las dentaduras postizas! Yo insistí en que igual les iba más algo de Vivaldi, ¡PERO NO! ¡”Toca algo de esos hippies fumetas, hijo. ¡QUEREMOS SENTIRNOS VIVAAAAAAS!”! Así me lo dijeron. De verdad de la buena, mamá-, dijo muy solemne Chad mientras se llevaba la mano al pecho para enfatizar su inquebrantable honestidad.

Como el pobre sabía que se la iba a cargar a base de bien, esbozó su más encantadora sonrisa e hizo sonar las cuerdas de su guitarra.

-Ahem… Mamá, quiero que sepas que lo hice por ti. No me gusta que esa bruja hable de ti a tus espaldas. Ya lo sabes, soy tu superhéroe 24/7. No me arrepiento de nada. Y ahora, con todos ustedes, damas y caballeros, una canción para la chica de la blusa roja al fondo de la sala…-, dijo guiñándole un ojo a la siempre encantadora Gladys Simpson.

Si había que morir en la orilla, se moría con estilo. Así era Chadwick Agathon.

Y cambiando de tercio en una conversación que tenía perdida desde el mismo momento en que empezó, el pequeño le dedicó una canción al estilo del countryside a su madre antes de que le confiscase la Stratocaster, que era el castigo más probable que se le venía encima a nuestro pequeño héroe del rock, nuestro LONESOME FUGITIVE.

Sería un poco gamberro y un vecino algo vengativo, pero Chad tenía un excelente gusto musical para tratar de camelarse a su mamma.

Notas de juego

Me parto yo solo con Chadwick xDDD

¡SÉ QUE QUIERES PERDONARME LA TIRADA! ¡LO SÉ POSITIVAMENTE! XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Abrazote ;)

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12/04/2021, 20:53
Lewis "Lou" Jenkins

Frotándose las manos listo para meterse en faena, Lou observaba la pieza con detalle. Después de un rato peleándose con los dichosos tornillos, consiguió abrir lo que resultó ser el motor más extraño que había visto. ¿Cómo demonios funcionaba aquella cosa? Siguió trasteando un rato, y pensó que si aquella pieza estaba allí, seguro que podría encontrar más partes de la nave en alguna parte. ¿Cuántos motores usaban? ¿Podría seguir volando si le faltaba uno?

Rindiéndose a la evidencia de que no sacaría mucha información de todo aquel lío de cables, lo arrastró hasta el tractor y lo subió. Puso rumbo al desguace, aun con la cabeza llena de conjeturas e intentos de encontrar similitudes entre un motor de coche y el que había encontrado. Sumido en estas idas y venidas llegó al desguace.

- Buenas tardes, Señor Pierson. -dijo entre dientes mientras movía el cacharro. Escuchó con atención al hombre, pero no tanto la suma como el nombre del modelo. Se rascó la barbilla.- 10 pavos, ¿eh? Me parece bien, pero... Oiga, si usted me enseñara algo sobre estos cacharros, yo podría saber qué piezas son las mejores y traérselas. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Un 1, como no podía ser de otro modo XD

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15/04/2021, 18:39
Rainbow Murphy

Rainbow avanzaba con su bicicleta mientras el viento agitaba sus cabellos arrancando destellos dorados y una sonrisa le iluminaba la cara. Su fiel perro Mr. Flopps había salido tras ella y ahora seguía la bicicleta con la lengua fuera. Sus nuevas cintas de colores revoloteaban en los manillares al cálido viento de agosto. Hacía unos días había visto una entrevista en la televisión en la que un científico explicaba que estar fuera de sintonía con el Sol podía afectar a nuestro estado de ánimo y a nuestra capacidad de pensar con claridad. Se habían escuchado algunas risas en el plató de televisión, aunque Rainbow estaba convencida de que aquel señor calvo de mediana edad tenía razón. En un libro de la biblioteca había leído que para los egipcios el Sol no solo era un Dios, sino que era considerado como la fuente de toda la vida. Se encontraba divagando sobre estas cuestiones y disfrutando de la expectativa de reunirse de nuevo con su amigo Chad, cuando al doblar una esquina se topó de frente con la Bruja. Rainbow no descartaba que Lana estuviera poseída por algún ser infernal. Solo eso podía explicar el brillo malévolo en sus ojos, síntoma de una fuente inagotable de crueldad y un espíritu corrompido acechando tras una cara preciosa y unos pompones. 

Nerviosa ante lo que sabía que se le podía venir encima Rainbow intentó hacer una maniobra con la bici para cruzar al otro lado de la carretera, con tan mala fortuna que no se percató de que un vehículo se acercaba en su dirección. Un claxon, que a ella le pareció como debía de sonar la alarma de una central nuclear, la avisó de su error justo a tiempo de pegar un frenazo en su querida bici mientras caía al suelo, raspándose la rodilla. Mr. Flopps se acercó a ella corriendo y comenzó a lamerle la mejilla. 

Su voz, ya de por sí suave, bajó unos cuentos decibelios más mientras se ponía en pie y haciendo caso omiso del escozor de su rodilla volvía a subirse a la bici. - Hola, chicas. No os había visto. Yo... ya me iba... - 

 

- Tiradas (1)
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15/04/2021, 21:56
Director

Al escuchar a su hija cantar, la madre de Christine alzó poco a poco la cabeza y mostró una sonrisa, primero tímida, y luego más amplia conforme la melodiosa voz de su hija iba formando las entonaciones de la conocida canción que tantas veces habían disfrutado juntas. Y es que Christine tenía razón, los Beatles tenían la respuesta y la solución a todos los problemas.

Blackbird singing in the dead of night. Take this sunken eyes and learn to see. Al your life. You were only waiting for this moment to be free. Cantó su madre acompañando a su hija en la siguiente estrofa de la canción.

Juntas cantaron la canción hasta el final y después tararearon su melodía. La sonrisa de felicidad de la madre de Christine había sustituido la tristeza que la embriagaba antes de que ella llegara. Se secó los restos de las lágrimas con el dorso de la mano y después acarició la mejilla de su hija dedicándole una mirada entrañable que mostraba el agradecimiento que sentía hacia ella por haberle recordado que la vida podía ser maravillosa algunas veces.

Que bonita voz tienes. Le dijo, como siempre le decía cuando cantaban juntas.

Su madre había insistido infinidad de veces en que le gustaría que su hija fuera cantante, y que para eso tenía que vestirse bien ir guapa y peinarse adecuadamente. Además de cantar, a la madre de Christine le encantaba llevarla a los salones de belleza y de compras. Se puso en pie y tomó un vaso de agua para aclarar su garganta, después miró hacia el jardín.

Voy a ir al jardín un rato. ¿Vas a salir con tus amigos? No vuelvas tarde, ¿vale?

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15/04/2021, 22:13
Gladys Simpson

Chadwick Agathon Simpson, Cuando su madre decía su nombre completo uno podía esperar la Conjunción de las Esferas que provocase la apertura de la Caja de Pandora que liberara sobre la Tierra todos los males, no me cuentes milongas.

En un acto de desesperación, Chad intentó tocarle algo a su madre para conmover su corazón y aunque no dejó de repetirle lo guapa que iba con aquella blusa roja, no terminó de colar. Gladys se acercó al amplificador y lo bajó hasta que la guitarra de Chad no emitía ningún sonido rockero más allá del tañido de las cuerdas agitadas por los dedos del futuro Jimmy Hendrix formando a duras penas la melodía de la canción sin la salsa que le proporcionaba la distorsión del amplificador.

Mira, hijo, ya sé que por alguna razón que no alcanzo a comprender la adorable señora Donahue no te cae bien. Pero ¿cuántas veces te he dicho que no pongas la música a todo volumen? No. Han sido más de diez esta semana. Le cortó su madre antes de que pudiera contestar minimizando y quitándole importancia al asunto. Y es que su madre no solo lo conocía muy bien, sino que además tenía madera de abogada penalista, de hecho, por lo poco que sabía Chad, había dejado la carrera en la universidad cuando se quedó embarazada de él. ¿No entiendes que no solo molestas a la señora Donahue, sino que toda la calle escucha tu música? Y sí, tu música está muy bien. A mi me encanta. Pero a la gente le gusta escuchar sus radios, televisores o lo que quiera que escuchen. Y ya sabes que el gato del señor Stephanopoulus se asusta con los ruidos fuertes. El otro día, después de tu concierto tuve que ayudarle a encontrar al gato. Gladys le mostró unos arañazos en el brazo que había conseguido después de bajar al dichoso felino de uno de los árboles del barrio.

No voy a obligarte a que te disculpes. A fin de cuentas la canción que le había dedicado parecía haber aflojado su corazoncito y se iba a librar de una gran humillación. Pero. Oh, no. Un pero nunca era bueno. Vas a estar un mes sin el cacharro ese. Dijo señalando al amplificador. Bueno, al menos no era la Stratocaster. Ah, y vas a aprenderte esa canción tan bonita que está sonando en la radio. Ya sabes, la de "Never gonna give you up, never gonna let you down"  ¡Maldición! Su madre entonó la melodía de aquella pegajosa canción que estaba en todos lados. Sin duda, con el tiempo, su gusto musical empezaba a chochear y a mostrar cierta tendencia hacia el pop comercial. ¿Dónde estaban los buenos tiempos en los que acompañaba a Chad cantando los estribillos de AC/DC? Y ahora ve a tu cuarto y haz los deberes. Quiero la hoja de matemáticas de hoy completa antes de salir con tus amigos, ¿vale?