Partida Rol por web

- Veamos que hay por aquí... -Murmuró por lo bajo el comando mientras se abría paso hacia el interior de la vivienda donde hace poco se habían atrincherado un par de soldados enemigos antes de ser pulverizados por su grupo.

Al entrar en dicha vivienda, no encuentras nada en particular, tan solo el moviliario que ha sido volcado con rapidez para servir de barricada. Marcas de espada sierra en la puerta denotan que esta fue abierta a la fuerza. En su interior, gran cantidad de casquillos bolter indican que el oficial enemigo realizó pruebas de tiro contra diferentes objetivos desde practicamente todas las ventanas.

- Nada por aquí, prosigamos con la del al lado. Registren las de arriba ustedes para ahorrarnos tiempo... - Exclamó presuroso a sus camaradas Stansfield antes de salir de la vivienda y dirigirse al siguiente edificio aledaño. La desolasión de ese lugar comenzaba a inquietar los ánimos del agente convicto. Algo extraño sucedía en la zona...

Cuando entras en la otra casa, la situación es similar a las anteriores: Casquillos, cargadores, mobiliario volcado, ropa suelta, comida esparcida... Pero en esta vivienda hay algo que te llama la atención. En la pared de la vivienda hay una montura, para colgar alguna clase de arma vieja, y en el suelo se encuentra un viejo rifle de caza, de cerrojo, destrozado por un fuerte golpe. Se encuentra tendido junto a un gran charco de sangre precedido por unas marcas de arrastre que siguen hasta fuera de la vivienda.

 Mientras Ray va investigando en las casas, decido encargarme de ver cómo están los camiones. Vamos a depender de ellos para poder llegar todos a la base sin tener que atravesar campo através. Al pensarlo, siento un escalofrío recorriendo mi espina dorsal...

Subo al camión en el que he cargado las cosas y trato de arrancarlo. A ver qué ruido hace.

- ¿Pero qué carajo...? - Musitó Ray con enfado y recelo mientras seguía detenidamente con su vista y andar firme el rastro de sangre para ver hacia donde devenía y a que cadaver o moribundo pertenecian.

El camion no arranca, tan solo emite un leve ronrroneo, pero de ahí no pasa a más. En la chapa que está a la altura del bloque del motor, puedes apreciar una decena de impactos laser, con lo que dudas mucho que pueda funcionar sin echarle mano al aparato.

Mientras sigues con el proyecto de la reparacion, Ray camina hacia donde lleba el rastro de sangre, que cruza la carretera, siendo cada vez más leve, acompañado de varias guellas de botas claveteadas. Puedes apreciar que se dirige hacia la parte superior derecha del poblado.

Stansfield siguió con paciencia y determinación el extenso reguero de sangre en extinción hacia donde finalmente desembocaba en busca de su  causante.

Con calma cruzas la ajada carretera siguiendo la mancha de sangre hasta la cuarta vivienda de la parte superior de la carretera. Las escaleras que conducen a la puerta están manchadas de sangre, que abunda en cantidad. La puerta frente a la que te encuentras, está cerrada, así como las persianas bajadas. En el marco de la puerta, hay marcas de sangre que forman la silueta de dedos, que impregnados en la sustancia, intentaron agarrarse a este lugar para no ser arrastrados al interior. Algo extraño percibes, has visto otras veces esto en tus años pasado de dura vida. La sangre, no ha sido derramada en el umbral de la puerta, sino que se ha extendido desde el interior, colándose por la rendija que la puerta deja entre ella misma y el suelo. La puerta parece cerrada con llave, por lo que girar el picaporte (igualmente manchado de sangre) no da resultado aparente.

Mirando con un poco más de detenimiento el edificio, ves que se trata de un pequeño templo consagrado a uno de los muchos sacerdotes errantes que de planeta en planeta extendían la palabra del Trono.

- ¿Así a alguien se la ha antojado un poco de seguridad, eh? ¡Toma esto! - Exclamó impaciente Ray justo antes de volar la cerradura con un disparo a quemarropa de su pistola pesada. Luego abrío ya sin resistencia alguna la puerta de una patada y se adentró en el edificio. Como la escena le daba mala espina, preparó para la acción su arma de fuego en su mano izquierda y su maza en la derecha. No quería sorpresas de ningún tipo allá adentro.

La cerradura salto volada en pedazos, al igual que un buen trozo del marco de la puerta, la cual se abría de golpe, dejando escapar un olor indescriptible, mientras la luz bañaba la estancia. En verdad era un capilla, lo era... antes de la llegada de la patrulla del caos. La escena que se presenta ante ti es terrible, algo que con gran probabilidad jamás has visto ni deseado ver. Todos los aldeanos del lugar se encuentran en su interior. Amontonados unos sobre otros, alrededor de 35 personas tapizan el suelo de manera que no se ve ni un palmo de madera. Todos presentan una larga incisión en el cuello de oreja a oreja. Cuando entras un poco más tus pies chapotean en la capa de sangre y no puedes evitar echarte la mano a la cara para tapar el olor a terror, sangre, vísceras y excrementos mezclados. En lo que antes era el altar consagrado a desconocido dios, se encuentra tendido un hombre, sus brazos, cabeza y piernas cuelgan inertes a los lados del mismo. Es difícil saber quién era, puesto que su torso ha sido abierto brutalmente y sus ojos extraídos de sus orbitas. Probablemente era el jefe de la aldea y fue torturado para sacarle alguna clase de información vital.

El resto del altar, paredes, techo y demás elementos, está decorado con impíos símbolos del caos dibujados con la sangre de los hombres, mujeres y niños que tapizan el suelo. La escena es atroz... De no ver por tu rabillo del ojo un leve movimiento tras el altar, tu mente habría seguido imaginando lo que ahí habían padecido estos fieles del emperador... y las consecuencias podrían haber sido terribles.

El curtido tirador quedó atónito ante la grotesca y desgarradora escena. Había presenciado en su desdichada vida grandes atrocidades, pero esta superaba con creces a todas. Paralizado por la visión sintió nauseas también ante el hedor pútrido que impregnaba el aire, y hubiera vomitado hasta sus entrañas de haber comido algo antes de la batalla.

- Ess... to... Que, que... porquería...- Masculló horrorizado sin poder reaccionar ante tanta brutalidad. Pero algo vino a sacarle de su estupor. Algo todavía estaba vivo en ese lugar a parte de él.

- ¡¿Quién esta ahí?!- Exclamó apuntando hacia el altar donde algo todavía daba señales de vida.

De detrás del altar ves que sale una figura escuálida y amoratada, es un niño. Los guerreros del caos lo han torturado pero no han llegado a matarlo. Toda su piel se encuentra horadada con las puntas de los cuchillos rituales de la pira caótica. Su cuerpo está manchado, profanado... por cientos de pequeños grabados y runas de los poderes oscuros. El niño llora desconsolado mientras se tapa las orejas con las 2 manos, de las que han amputado los dedos meñiques.

- Argh, MIERDA. Esto ha ido muy lejos, malditos hijos de perra... - Se quejó Ray mientras se acercaba pesadamente al chiquillo con un semblante de desengaño muy marcado. Cuando estubo frente a él le examino rápidamente con la mirada y dedujo que aquél muchacho estaba condenado. Esas marcas y horrendas mutilaciones serían un karma negativo y mortal por el resto de su vida, y estaba la posibilidad de corrupción presente para peor.

- No queda nada para ti en este lugar, niño. Pero pronto el dolor se irá y quizá despiertes de esta pesadilla. Cierra los ojos y concentra lo que te queda de fuerzas en ello. Pronto estarás junto a tus padres, ya verás... - Dijo tratando de mantener la cordura el convicto mientras no apartaba los ojos de aquel muchacho.

Al oir aquellas palabras, el niño que no era ningun crio sino un joven de 10 años, se apretó contra el altar y cogio la mano del hombre que colgaba muerto sobre el. Mientras se aferraba a su ensangrentado brazo repetia con palabras bajas y calmadas:

Padre...padre...padre...padre... Despierte... Los soldados están aquí... nada tenemos que temer...

Miraba al suelo mientras murmuraba una y otra vez las mismas palabras.

Sin vacilar ante la tragedia y ya inmerso de lleno en la demencial escena, Stansfield se acercó con la frente baja al niño y puso le su pistola a la altura de la sien, a una distancia menor que 5 cms. Luego, antes de que el chiquillo tuviera tiempo de darse cuenta de lo que ocurría, apretó el gatillo para silenciar los desvarios de aquella atormentanda criatura.

- Así será mejor, muchacho. Ya no veas más, duerme ... - Murmuró cuando todo estuvo hecho y el cuerpo del joven tocó el suelo ya sin vida ni dolor alguno. Luego dio media vuelta y trató en medio del shock de encontrar algo en la sala que hubiera valido la pena rescatar, aunque le resultaba casi imposible despejar su mente.

El cuerpo del joven cayó a un lado, agarrando aun la mano de su difunto padre. En su sien apareció un pequeño agujero del que una pequeña columna de humo salía inexorable. No se enteró de lo sucedido. Todo fue demasiado rápido, pero no fue así para el hombre que llevó a cabo la piedad del emperador. En su interior algo no sería igual que siempre, pero era algo que debía hacerse, por el bien del joven, por el bien del planeta, si apurabas mucho las futuras consecuencias.

Es una gran lastima, que ahora esta capilla fuera un foco de maldad y corrupción a los ojos de los devotos siervos del emperador. Toda una aldea exterminada, torturada... y lo que podía ser peor. Ahora no sabéis cuanto ni que lograron sacarle al pobre líder local antes de acabar con él. Quién sabe si sabía algo relevante sobre la pieza buscada.

Encuentro rápidamente la manera de abrir el capó del camión y me pongo a comprobar los daños que han causado las armas laser de los enemigos. Tal vez pueda substituir las piezas dañadas con piezas del motor del otro camión, o quizá el otro camión tenga el motor en mejores condiciones.

Abriendo el capó ves como el interior del motor no está tan mal como en un principio parecía... Esos cacharros los hacen bien de cojones en vete a saber qué mundo forja... Para un tecno-sacerdote, reparar este sencillo chisme es un juego de niños, pensando que incluso los mecánicos del monitorium logran arreglarlos. Elius se mete entre el capó y el motor y comienza a trabajar frenéticamente. Las chispas saltan por todos lados.