Partida Rol por web

Las gafas del viejo [INCONCLUSA]

Vida y Obra

Cargando editor
01/04/2009, 02:08
Director

Por todos cosa es de sobra
y cosa por todos sabida
que no metas la vida
donde guardes tu gran obra.

Cargando editor
01/04/2009, 02:10
Director

1. INTERPRETANDO A LOS PERSONAJES:

Cada uno de los cuatro poetas tiene unas peculiaridades y formas concretas de escribir que aparecen descritas en su ficha. Ni que decir tiene que respecto a esta partida, esas indicaciones son tan sólo orientativas, y no pasa nada si alguien decide hacer caso omiso de ellas. Sin embargo, si un jugador decide actuar según las particularidades de su personaje y escribir en consonancia a ellas, ese esfuerzo interpretativo se verá recompensado.

2. LAS REGLAS SECRETAS:

Cada poeta tendrá, a tal efecto, un par de indicaciones en su ficha que sólo conocerá él mismo, y que supondrán unas guías más o menos específicas sobre las posibilidades que tiene el personaje de recibir recompensas en sus acciones siguiendo determinadas pautas. Por ejemplo, el personaje de Calderón de la Barca tiene como regla secreta que ha de introducir en sus composiciones la mayor cantidad de preguntas retóricas posibles, así que ganará puntos de cara al resultado de su acción con un poema en el que introduzca una de estas preguntas. Dado que habrá dos jugadores distintos por cada poeta, puede que sus reglas secretas no coincidan: por ejemplo, la regla secreta de uno de los Góngoras puede ser utilizar rimas esdrújulas, mientras que la del otro Góngora podría ser introducir expresiones latinas. Ni que decir tiene que seguir las reglas secretas es opcional, y no usarlas no penaliza. Pero usarlas favorece.

Cargando editor
02/04/2009, 00:57
Director

3. EL OBJETIVO DE LA PARTIDA:

Cervantes es un viejo tullido con muy mala suerte. Seamos sinceros: sus obras de teatro no han tenido ningún éxito, mientras que las de Lope o Tirso son celebradísimas, sus poemas son tan mediocres que él mismo lo reconoce, sobre todo al lado de los de Góngora o Quevedo, y ni siquiera tiene la mala leche de Villamediana o Quevedo para escribir poesía satírica y meterse con la gente. No tiene un mísero maravedí y se pasa la vida hablando de tiempos pasados y gloriosos. Es lo que se dice un muermo de viejo, un tio cenizo, un abuelo palizas, un tío de otra época, un soldado veterano que va por allí paseando su brazo tonto y con cara de amargado. A sus 65 años es todo un anciano al que mola jugar malas pasadas.

Así que uno de vosotros ha decidido reirse un poco a costa del viejo y robarle sus antoxos, anteojos, antiparras o gafas. El problema es que lo ha hecho en un mal momento y el viejo chocho se ha dado cuenta: sólo habéis podido ser uno de los cinco, y ya que la habitación está cerrada, es cuestión de tiempo hasta que encuentren las gafas que uno de vosotros guardáis. Así que tendréis que espabilar para deshaceros de ellas, si es que las tenéis, para exculparos, si es que no, o para acusar a los demás, si es que os apetece. Por supuesto, "perderá" la partida aquel que sea descubierto con las gafas en su poder.

En una parte privada de vuestras fichas, amén de la Regla secreta antes comentada (2), consignaré lo que sabe vuestro personaje sobre el robo. Quizás él sustrajo las gafas (y en ese caso debe deshacerse de ellas rápidamente, preferiblemente introduciéndolas en el espacioso hábito de Tirso de Molina, ahora que está distraído rezando el rosario...), o quizá vio a quien lo hizo, o sospecha de alguien en concreto. Todos estos conocimientos pueden ser útiles a la hora de trazar vuestra estrategia...

Cargando editor
02/04/2009, 01:12
Director

4. INTERACTUANDO CON LOS OTROS POETAS:

A la hora de trazar vuestra actuación respecto al resto de personajes, y, teniendo en cuenta que fueron personajes reales, he creído interesante proporcionaros este cuadro con las relaciones que hay entre vosotros seis. Puede que algunos sientan cierta simpatía, mientras que otros una fiera enemistad: sin embargo, más importante que el hecho en sí de la relación son las razones que la motivan, puesto que podréis serviros de ellas para motejar o insultar -siempre dentro del ingenio de la partida- a los otros personajes. Ejemplo prototípico: a la hora de meterse con Góngora, Quevedo probablemente recurra a su afición al juego o simplemente le llame judío.

Por supuesto, y como en todo lo anterior, estas orientaciones son opcionales. Podéis seguirlas o no: sin embargo, si las tenéis más o menos en cuenta a la hora de interactuar con los otros poetas puede que la partida gane más sabor de época y más verosimilitud, sea lo que sea tan cervantino concepto. (El cuadro se usa así: os situais en la fila del poeta que queráis y miráis en las sucesivas columnas lo que opina de los otros poetas)

 

Cervantes

Lope

Quevedo

Góngora

Tirso

Villamediana

Cervantes

X

Sospecha que detrás de él puede esconderse Avellaneda, el autor del segundo y falso Quijote. Tiene envidia de su éxito teatral, aunque su honestidad le lleva a reconocer su mérito.

Considera su humor demasiado excesivo e hiriente, alejado completamente de la fina ironía que él propone. Cervantes es en el fondo un clásico, que no puede comprender los excesos de la nueva poética.

Reconoce su mérito como literato, pero sus poéticas son completamente distintas: Cervantes aboga por la sencillez y la facilidad, muy alejada de los excesos oscurantistas de Góngora.

Siente hacia él la simpatía propia de los viejos por los jóvenes. Considera su trabajo como dramaturgo valioso, aunque opina que trata temas que un fraile no debería.

Sus constantes escándalos cortesanos le indignan, así como su poesía satírica, que le parece, en la línea de Quevedo, muy hiriente y mordaz. Sus poemas gongorinos también le parecen rebuscados y muy artificiosos.

Lope

Lope es un buen tipo, el típico bromista que se ríe un rato de alguien pero en seguida siente lástima y se arrepiente. Se cruzó un par de insultos con Cervantes, y le considera poco más que una vieja gloria algo cascarrabias, pero no le guarda rencor.

X

Lope encontró en Quevedo y los conceptistas unos fuertes aliados contra la oscuridad culterana de Góngora. Sin embargo, no comparte para nada la amargura y desengaño brutal de Quevedo: Lope es un hombre optimista y dicharachero.

Su concepción de la poesía como algo oscuro, difícil e intrincado está completamente alejada de la lírica simple, efectiva, entretenida y alegre de Lope. Lope escribe para las masas, Góngora probablemente escribe sólo para Góngora.

Siente orgullo de ver cómo otros siguen sus pasos, aunque recela un poco de los éxitos del joven Tirso en la escena. Le choca un poco la religiosidad del joven, y sus tímidos intentos de censurar su vida amorosa, algo que le parece profundamente amargante.

Lope es un hombre sencillo, del pueblo y para el pueblo. Los problemas políticos y cortesanos le dan un poco igual, pues es muy querido por el público y eso le granjea el amor del Rey, así que no puede entender el escándalo que rodea al Conde, al que considera un personaje demasiado excéntrico como para tomarle en serio.

Quevedo

Cervantes es un viejo censor, cuyas concepciones sobre la literatura y la vida son de otra época. El optimismo humanista de Cervantes repatea a Quevedo, que no puede aguantar su pretensión de seriedad, armonía y decoro. Quevedo es un poeta completamente antidecoro.

Lope tiene un pase, aunque Quevedo considera su fama completamente injustificada, y cree que ha pactado con el poder a cambio de una vida fácil. Considera su literatura menor y desprovista de garra o crítica alguna a la situación presente.

X

Le odia con todas sus fuerzas. Representa todo lo que Quevedo aborrece: poesía pedante y latinizada, hecha para una minoría de doctos. Además recela del personaje y hará todo lo posible por reprocharle sus vicios: jugador de cartas, bebedor... e incluso recurrirá a los tan usuales apelativos de judío o sodomita.

Otro meapilas resabiado. Todo lo achacable a Lope lo piensa también de Tirso, con el agravante de que Lope es mayor y Tirso es de su edad: demasiado joven para haberse vendido al éxito fácil. Por si eso fuera poco, la fama de homosexuales de los mercedarios es algo que hace mella en Quevedo...

Sus poemas políticos no son nada malos, y es bastante atrevido y brutal, lo cual gusta a Quevedo. Sin embargo, no puede evitar sentir envidia por su alto linaje y excelente físico, y no puede soportar los poemas “serios” de Villamediana, en los que copia descaradamente a ese comeboinas de Góngora. Los rumores sobre su posible homosexualidad le indignan, además.

Góngora

Cervantes es el pasado de la literatura. Góngora no repara mucho en él, y respeta sus canas pero no siente ningún respeto por su escritura. Para él es un escritor de segunda fila al que no hay que hacer mucho caso.

Lope representa para Góngora todo lo malo de los poetas castellanos: su sencillez es chabacana y su franqueza y pretensión de entretenimiento le parecen vulgares y bajas. La sofisticación de los poetas andaluces tiene en Lope a uno de sus mayores enemigos. Es simple y mediocre.

Le odia con todas sus fuerzas. Si Lope es mediocre y vulgar, Quevedo revuelca ya directamente a la musa en estiércol de caballo. Considera que sus poemas carecen de gracia o elegancia ninguna, que son poco más que chistes o juegos de palabras, y que Quevedo jamás ha leído con atención a los clásicos. Le acusará de borracho e ignorante, aparte de cebarse en su físico.

X

Otro escritor simplón más, pero con el maldito añadido de que es un fraile. No soporta su pretendida superioridad moral, ni lo que considera que son préstamos no reconocidos de algunas partes de su poesía. Nunca ha agradecido su magisterio, algo que para Góngora es notorio, pues lo mejor de las obras de Tirso proviene, según él, de si mismo.

Sus poemas largos son buenos, y tiene cierta altura poética, pero es un hombre demasiado acostumbrado a ser el espectáculo de la corte. Sus composiciones satíricas son vulgares y zafias, como las de Quevedo, y aunque ambos comparten una gran afición por el juego. Góngora envidia la liquidez casi absoluta del noble contrastándole con su casi constante endeudamiento.

Tirso

Cervantes es un señor mayor, y ya sólo por eso tiene todo el respeto del joven Tirso. Alguna de sus obras de teatro le gustan, aunque por lo general no le parece un poeta demasiado bueno. Siente mucha curiosidad por lo que le sucedió a Cervantes cuando estuvo preso en Argel y a si los rumores acerca de las razones por las que fue liberado son ciertos...

Lope es, en lo poético, un modelo a imitar, un padre, un maestro. Sin embargo, Tirso siente cierta tendencia a escandalizarse por el hecho de que Lope, un sacerdote ya entrado en años, siga flirteando con mujeres e incluso faltando a sus deberes como sacerdote al mantener relaciones ilícitas con ellas...

Políticamente, Quevedo y Tirso piensan de manera similar. Sin embargo, Tirso siente cierto resquemor ante Quevedo por lo agresivo de sus formas (muy poco cristianas), aunque le reconoce cierto ingenio en el uso de los juegos de palabras que él mismo ha añadido a su repertorio...

Tiene cierta atracción para el joven Tirso, aunque reconoce que la poesía de Góngora es complicada en exceso, se siente uno de los pocos elegidos capaces de entenderla, y eso, dada su juventud, le sube la autoestima. Él mismo ha tomado algunos rasgos del gongorismo. Personalmente, le indigna que un sacerdote como Góngora sea un notorio jugador...

X

Tirso es un hombre acostumbrado a servir a la Iglesia y a sus superiores, por lo que la actitud rebelde del Conde le subleva enormemente, así como sus constantes escándalos, sus licencias y sus devaneos sexuales. Su poesía, al menos la gongorina, no le parece mala, y en sus poemas satíricos le reconoce las mismas virtudes que a Quevedo, si bien también las considera muy poco cristianas.

Villamediana

Un hidalgo empobrecido con muy poco que contar. El conde no pierde el tiempo en estas cosas. Sus obras de teatro no se estrenan desde hace treinta años, sus poemas son atroces e intentó leer ese novelón absurdo que publicó en 1605, pero no hubo manera de pasar del capítulo dos. Un viejo infumable.

Lope es un tipo que sabe vivir, y en eso se parece a sí mismo. Sin embargo, una diferencia abismal les separa: él es noble y un vividor de palacio. Lope es un vividor de calle y taberna, carece de refinamiento y sofisticación y su poesía es tan plana como sus obras de teatro.

Un hombre incómodo y por tanto original, aunque quizá demasiado cerrado de mente. Su crítica al poder es certera, aunque quizá tiene una tendencia a enemistarse con todos y a ser demasiado crítico que no le beneficia en nada. No tiene poesía “elevada” como Góngora.

Un excelente poeta, al que el conde sigue en muchas ocasiones, aparte de un jugador de cartas siempre dispuesto a apostarse unos reales y perderlos. Sin embargo, su, en general sombría forma de ver el mundo choca con la licenciosidad del Conde.

Un fraile joven y algo resabiado, con mucho de censor de costumbres para haber vivido tan poco y no conocer mujeres. Su escritura es como la de Lope, simple y plana, aunque en algunos puntos se acerca a Góngora y supera a su maestro. Insignificante.

X

Éstas son, además, las edades de los personajes, que es interesante tener en cuenta a la hora de rolear:

Cervantes:
65 años (un viejuno para la época).
Góngora:
51 años.
Lope:
50 años.
Tirso:
33 años.
Quevedo:
32 años.
Villamediana:
30 años.