Partida Rol por web

Me aprete mas a Morded pues sabia que se iba a tensar aun mas con mis palabras - Presentaron sus respetos, solo eso - Le dije mientras mi mano acariciaba su brazo - Averiguaremos toda la verdad sea como sea, y yo te ayudare en todo lo que sea necesario, hasta que todo se aclare es mejor que al menos confien en mi... - Lo susurre solo para el mientras besaba su cuello, no me fiaba de nadie alli mas que el, su madre era de confianza pero aun asi tenia la sangre tan caliente como su hijo y no queria que se encendiera mas.

La tensión era mascable en el aire. Es más, nuestro entorno, comenzó a manifestarse acorde con lo que estaba sucediendo en ese acto de voluntad y respeto.
La actitud de nuestras gentes era apacible, educada, respetuosa hasta el exceso tal vez, y es que en aquellas circunstancias, cualquier ademán o movimiento en falso, podía ser tomado como ofensa. Personalmente, confiaba en que su presencia templada ayudara a que no estallaran los rayos que podían verse circular a nuestro alrededor. Los demás líderes, junto con sus allegados, intentaban dejar al margen sentimientos que refulgían en sus propios ojos con tanta o más claridad con la que el cuerpo de nuestro antiguo líder ardía ante nosotros. El calor de la pira comenzaba a hacerse sofocante, sin embargo, admirar la insensibilidad de aquellos chamanes o la compenetración como ellos habrían dicho ante el fuego, era suficiente para olvidar el aumento de temperatura. 
Había personajes curiosos entre nosotros, mis ojos, pausadamente se desplazaban por el lugar con una naturalidad envidiable. Y es que, la muerte no era más que otro paso. No podíamos olvidarlo. No había lugar al dolor o a la pena. Un nuevo viaje había comenzado. Sin más.
Los que aún andábamos por aquí teníamos el derecho de honrar, no la obligación. 

La mirada de mi sobrino se cruzó con la mía, parecía levemente perdido, sin saber muy bien qué o cómo hacer. Asentí con autoridad, intentando transmitirle seguridad. Estaba haciendo las cosas bien. A veces, no se tenía que hacer nada. Él lo estaba haciendo bien, no tenía que ponerse nervios, o caer en su traicionera inseguridad. Esbocé una sonrisa, guiñándole fugazmente un ojo, dándole a entender, que lo estaba haciendo bien, acompañé mi respuesta con un asentimiento de la cabeza, tras lo cual miré a Enara, para que igualmente, le transmitiera su acuerdo, su paz.

Mis manos, hasta ahora cruzadas a mi espalda, se separaron para volver a sellarse, esta vez, en la parte posterior de mi cuerpo, a nivel del bajo vientre. Era una posición mucho más marcial. Mis pies se separaron ligeramente como si intentara proyectar un respeto más allá de la palabra. No cerré los ojos, sin embargo, quedé atrapado en aquella visión del fuego durante unos instantes.
 

El tiempo pasaba y cada vez el entorno se notaba mas caliente y no por las llamas esactamente, acaricie el brazo de mi marido y bese su cuello para reconfortarlo un poco mientras le susurraba palabras que calmaran su dolor, o al menos asi lo intentaba.

Cuando volvi a mi posicion cogida a el mire a mi alrededor, no pude evitar mirar tristemente a Jener y Viconia, deseaba que las cosas no fueran asi, y que el tambien estuviera molesto conmigo no me gustaba. En un momento que cruce la mirada con el pequeño Trayus le guiñe un ojo complice pues siempre me habia parecio un niño inquieto y divertido. Cuando mis ojos llegaron a los Highthunder ya fue todo distinto, ellos no se acordarian pero les debia mucho, no era mas que una muchacha de su aldea pero... mas de una vez protegieron mi dote de babosos y borrachos que intentaron tomar lo que no era suyo por la fuerza...

La primera noche del rito funerario había alcanzado su punto máximo. El esposo de Kyle Silverfang ardía intensamente, alimentando las llamas con su cuerpo terrenal. La mujer, estoica, permanecía allí, mirando fijamente la danza amarilla y naranja, desviando apenas sus ojos cuando alguna chispa perdida llegaba hasta donde se encontraba junto a su familia.

Las gentes de los clanes habían acudido todas. Ella sabía que en mayor o menor grado, todos respetaban a Manfred. Pero aquella no era la única razón de tanta presencia en el funeral. Estaba claro que la lucha de poder que sobrevendría después era lo que tenía la atención de los allí presentes, lo que los había impulsado a acudir con la mayor fuerza posible, sabiendo que tarde o temprano tendrían que tomar posición.

Kyle apartó su vista de la pira para observar a Hiam. El chamán continuaba con los ritos que permitirían a su esposo atravesar la primera morada con total seguridad y se preguntó hasta cuando demoraría su decisión. ¿Acaso no había pruebas suficientes? ¿Quiénes eran los verdaderos involucrados? Ella no tenía idea y temía que los grandes sabios se encontraran en su misma oscuridad.

La primera noche paso con mas pena que gloria, muchisima gente se congrego alli para dar el ultimo adios, pero los funerales barbaros son largos, y el resto de noches no se pronosticaba mucha mas gente en el funeral, las gentes se replegaron hacia sus aldeas despues de que las llamas menguaran y quedara tan apenas un resto humeante, lo que fue casi toda la noche, mientras esto ocurria ni Hiam ni los Augures dejaron de rezar en lenguas extrañas, Manfred ya habia emprendido el viaje hacia el reino de Eadai, y con un poco de suerte la noche siguiente llegaria al reino de Karodon.

Algunos criados de los Silverfang tralleron mantas y viveres para sus lideres, era obvio que no se separarian de alli en todo el entierro.

Aquella primera noche fue la mas dura sin duda, era la primera noche que me separaba de mi pequeño, pero el tenia que dormir bien y mi sirvienta mas cercana cuidaria de el como si fuera yo. Ahora mismo mi esposo me necesitaba a su lado y no lo dejaria solo. Cuando trajeron los viveres y las mantas pepare un pequeño rincon para nosotros y su madre cerca de la pila funeraria, el tambien necesitaba descansar y sabia que no querria hacerlo pero mi mision como su esposa era lograr que no terminara enfermo de no comer.

- Vamos, necesitas descansar y comer algo... No me hagas suplicartelo Mor...

Ya solo quedaban unas leves ascuas en lo que antes era la pira funeraria de Manfred, ya era la hora de regresar a nuestro hogar. El ambiente seguía estando crispado y ahora que el cadáver del que hasta hace poco era nuestro líder había desaparecido, algunos podrían aprovechar para intentar provocar un enfrentamiento con los guerreros de nuestro clan.

Me gire hacia mis dos hijos, para decirles casi en un susurro:

- Es hora de partir, dejemos a los Silverfang llorar a su líder y a su antiguo señor en la intimidad. Nuestros hombres se encuentran tensos y es preferible evitar problemas. Volvamos a casa. Hablare con los hombres, por si queréis despediros de alguien en concreto.

Tras eso me acerque hasta el capitán de mi guardia personal, apoye mi brazo con fuerza en su antebrazo de forma amistosa.

- Gunhar, informa al resto que estoy muy orgulloso y honrado por la forma en la que se han comportado todos hoy. Se que están tensos, y con la rabia fluyendo por sus cuerpos, por lo que para evitar que nadie de nuestro poblado pague por el comportamiento de los Silverfang, combatiremos sin armas hasta que nuestros cuerpos se queden agotados, para después tomar unas jarras de hidromiel en honor del gran Manfred. Partimos en unos minutos – dije para darme la vuelta, esperar la llegada de mis hijos y poner rumbo a nuestra aldea.

La labor del Gran Chaman era dirigir las tareas que requerían su presencia durante el funeral, por lo que se mantuvo canturreando en torno a la pira que inundaba la zona con un intenso olor, mezcla de carne quemada y hierbas aromáticas.

Me giro hacia Enara, y algunos de nuestros mejores hombres, que eran pocos, aunque bien eficaces. Asiento a la mujer de mi hermano con simpatía, mientras parezco comunicarme con los otros dos, simplemente con los ojos. A su vez, ellos miran a otros, y se desencadena un pequeño efecto dominó entre nuestros aldeanos, haciendo que uno tras otro, a veces en mayores o menores grupos se acerquen a las cenizas del difunto, posando sobre su cuerpo hermosos pétalos de distintas flores, así como plantas sanadoras. 

Con las manos tras la espalda, asiento levemente con cada uno de los nuestros que se acerca. 
- Si te sientes cansada, retírate. Mert y yo nos quedaremos - Susurro en un tono amable - Los demás van a marcharse también, no me gusta la idea de que haya tan pocos en la aldea. Estamos en un momento de debilidad. Sabes a qué me refiero - Comenzaba a ponerme más técnico, aunque conservaba el tono amable. 

Con suaves pasos avancé mi posición, situándome en segunda fila. En primera estaba la familia de nuestro muerto líder. Permanezco quieto, silencioso, escuchando.

 Mientras los demás se encargaban de sus cosas, yo me acerqué a mi hermano y le pregunté:

 - ¿Que es lo que quieres que hagamos?.

Me acerco a los dos hermanos Highthunder, esperando participar en la toma de decisiones.

Liliam se giró hacia su hermana, a la espera de que le dijera qué debían hacer.

El cuerpo de Manfred poco a poco se iba consumiendo aunque su viaje comenzaba ahora. Las llamas ejercían un hechizo sobre mí impidiéndome apartar la mirada del danzante fuego. La situación de mi padre y con él la de todos los Bearmaw estaba igual de caliente que aquella pira. Tiene que haber una solución, los chamanes se tienen que posicionar ya... no nos pueden tener así durante tanto tiempo. Padre está envejeciendo por momentos, no sólo se ha ido un gran líder sino su mejor amigo y le echan la culpa a él. Pero es inocente... ¿por qué los demás no lo creen? ¿Por qué Morded no lo ve?

Salí de mi ensimismamiento al oír la voz de mi padre avisando de nuestra marcha.

- Sí padre. Será mejor que no nos quedemos mucho más tiempo aquí. Ahora vamos.

Jener había permanecido frío y silencioso como una estatua a mi lado, me preocupaba tanto... Le cogí del brazo para ver si reaccionaba y evitar que no se quedara allí y conseguir que volviera con nosotros, en su estado podía cometer cualquier locura y dadas las circunstancias no era lo más oportuno.

Me uní al resto de la tribu no sin antes lanzar una mirada a Liliam saludándola con la mano. Me hubiera gustado acercarme a ella y a Morgana para charlar con ellas pero no me pareció el mejor momento. Tendría muchas oportunidades para hacerlo los próximos días.

Cuando las gentes empezaban a retirarse del lugar al amanecer, el cuerno de la aldea Hihgthunder sono una vez, un mensajero imperial se acercaba a las tierras barbaras, y no tardaria en llegar al circulo, asi que muchos detubieron su marcha para ver de que se trataba.

Los que esperaron pudieron ver a un engalanado soldado imperial, con su armadura de malla, una capa blanca con bordados dorados y un casco blanco con plumas plateadas, una espada con la empuñadura dorada y algunas filigranas de plata. Era uno de los mensajeros privados del Emperador.

Cuando bajo del caballo miro hacia la pira funeraria y rezo una pequeña oracion a sus dioses en voz baja e inclino la cabeza presentando sus respetos, despues camino hacia el gran chaman- me dirijo a usted por ser el mas viejo y cercano a la pira, sin duda debeis ser Hiam si no me equiboco... traigo un mensaje para Manfred Silverfang, pero me han dicho que esta indispuesto por un funeral, no le veo por aqui, podriais dejarselo?- el hombre pronunciaba bastante mal la lengua barbara pero aguardo tranquilamente y con gesto firme ante el lider de los veilfog una respuesta.

Cuando vi llegar al mensajero imperial solo pude pensar una cosa. Problemas. Era la primera vez que veía un soldado imperial de cerca y no sabia que podía significar. Puse una mano en mi espada y me coloqué detrás de mi padre. Aquella situación me ponía nervioso.

La pira aun ardía pero muchos ya comenzaban a retirarse incluido miembros de la tribu Silverfang, Morded no les culpaba, Manfred había sido un líder ejemplar pero mañana seria otro día, y la muerte de su padre no impedía que las cosechas se echaran a perder o que los lobos hiciesen incursiones en el poblado. No, mañana seria un día mas y esos hombres y mujeres ya habían perdido horas de sueño por estar allí, habían cumplido con sus obligaciones.

No quiso ni mirar a los Bearmaw, el torbellino de emociones aun no era claro y ver los rostros de la familia que lideraba esa tribu provocaba sentimientos contradictorios. 

Cuando su esposa le hablo acarició su níveo rostro, que contrastaba con la bronceada piel del bárbaro. Sabia lo que le debía costar separarse una noche entera del pequeño, y agradecía el gesto. A pesar de que Morded trataba de aparentar fortaleza el cansancio de toda esta semana era patente en su rostro y ahora que Manfred había comenzado su viaje, sentía que ya podía relajarse y todo el cansancio pareció apoderarse de golpe de su cuerpo.

-Gracias por preocuparte Alex... La verdad es que necesito recuperar fuerzas.

Ya estaba buscando un lugar donde sentarse y acomodarse, cuando el cuerno sonó, y el líder de los Silverfang se volvió a poner en alerta y cuando escucho lo que el mensajero decía avanzó hacia el con grandes zancadas.

-El funeral que lo tiene indispuesto es el suyo propio, Manfred ha sido asesinado... -El cansancio hacia que tuviera los nervios a flor de piel, y que las palabras sonaran mas bruscas de lo que realmente pretendía, de hecho quería decir que Manfred había muerto pero le salio lo del asesinato de forma natural aunque por suerte pudo morderse la lengua antes de terminar la frase "...por su mejor amigo".- Yo soy Morded Silverfang, su hijo y líder de los Silverfang, ahora todo lo suyo es mio. Yo tomare esa carta.

Mick no puede creer nada de lo que oye. La torpeza del imperial hacia Manfred puede pasarla porque no le hiere directamente a el, pero la arrogancia de Mordred es insultante para las tribus entre las que se incluye la suya .-¡Imperial!. Tu ignorancia ofende al difunto, y Mordred no puede hablar por las tribus, puesto que el liderazgo no es hereditario-. Se queda serio esperando reacciones.

Justo cuando estamos a punto de abandonar el círculo sagrado, el aviso del cuerno de los Highthunder hace que detengamos nuestra marcha. ¿Qué es lo que habrán visto los vigías? – me pregunto algo inquieto.

Unos minutos mas tarde, la respuesta no tarda en llegar en forma de mensajero imperial, que casualmente acude a entregar un mensaje urgente a Manfred, esto no es casualidad, me lo dice cada fibra de mi ser. Doy varios pasos en dirección al mensajero, esa carta debería de serme entregada a mi, ya que soy el líder de las tribus por derecho de combate, pero no es el momento de mostrar ninguna debilidad ni desunión a los ojos del Imperio. Y si para mantener la unidad de las siete tribus no debo ser el líder de todas ellas, lo haré.

Antes de que pueda mostrar que estoy de acuerdo con que Hiam sea el que reciba la carta, Morded demuestra su inexperiencia y su juventud, atribuyéndose algo que las tribus no van a admitir, como bien demuestra Mick Shadoweye.

- En estos años, podrías haber aprendido algo de tu padre – pensé al mirar al joven líder de los Silverfang avanzando hasta quedar a la altura de Mick, Morded, Hiam y el enviado del imperio.

- Si no tiene nada mas que hacer ni decir, creo que es hora de volver con su señor y decirle que su mensaje ha sido entregado – respondo al mensajero dejando ver mi hacha de combate.

- Las palabras de Mick son ciertas, solamente eres el líder de los Silverfang. Hasta que encontremos un nuevo líder que comande las siete tribus, y siendo Hiam, el padre espiritual de las siete tribus, creo que es el mas adecuado para recibir esa misiva – digo colocándome al lado del líder de los Shadoweye, haciendo un gesto con mi cabeza mostrando mi aprobación a sus palabras.
 

Las tribus se iban alejando del circulo pues la noche iba gangando la pertida al día y el sol ya se acercaba al horizonte. El espíritu de Manfred viajaba ya en dirección correcta pero aun le quedaba mucho para llegar a su destino.

Contestando a la pregunta de su hermano Jax (*), el lider de los Highthunder le miró y le dijo.- Nos iremos cuando los demás se hayan marchado. Nosotros permaneceremos al lado de Mordred y los Silverfang hasta que seamos los últimos o hasta que Hiam lo considere oportuno.

Al momento Ariadna se acercó a ellos. Wolfrick le sonrió, la abrazo y le dio un beso en la frente. Luego miró a sus acompañantes que habían venido con ellos y que se habían quedado con los caballos y a una señal les trajeron unas mantas y unos abrigos hechos a base de pieles y repujados en cuero.- No te preocupes mi amor, pronto regresaremos a casa- le dijo echándole una hermosa capa de pieles por encima.

Al momento el cuerno de su aldea sonó. Algo pasaba. Un solo toque. Eso quería decir que se acercaba alguien solo o con poca escolta. Wulfrick miró hacia su aldea y a lo lejos apareció la figura de un imperial.

Cuando se acercó lo que contó le dejó aun más perplejo. Traía un mensaje para Manfred, pero al no estar se lo entregó a Hiam, que se encontraba cerce del lider Highthunder. La falta de tacto y de conocimiento del imperial le daban ganas de abatirlo en ese mismo momento, pero no era el momento ni el lugar. Hiam se hizo cargo de la misiva, pero Morded quiso la misma y al momento se adelantó Kar quien protestando por lo que creía injusto.

Wulfrik se adelantó también y se puso en media de ambos. Miró a los dos y luego terminó mirando a Kar.- Kar Bearmaw, tranquiliza tu espíritu- comenzó a decir muy seguro y tranquilo-. El imperial ha dicho que la misiva es para Manfred, no para el lider de las tribus- dijo Wulfrick quien al instante se giró hacia el imperial y le preguntó-. La misiva ¿es para Manfred en concreto o para el lider de las tribus?- dijo mientras miraba duramente al imperial.

Creía saber la respuesta y por ende sabía que la misiva que ahora tenía Hiam estaba en el lugar apropiado. Esperaba que pronto se decidiera a tomar una decisión respecto a lo ocurrido en el combate entre Manfred y Kar.

A pesar de que el cansancio se reflejaba en su rostro, Morded había heredado el porte elegante de su padre y su mirada se intercambiaba entre los dos lideres que lo contradecían, en especial en Kar. Por suerte Wulfrick intervino conciliador, y fue quizás la causa de que Morded relajara un poco sus palabras, pues ya empezaba a sentir como el calor de la furia empezaba a llenarle el pecho.

Ambos habían demostrado la poca confianza que tenían en el joven y nuevo líder de los Silverfang, algo que sin duda recordaría en un futuro, pero el iba a ser menos y no pensaba dejarse amilanar. Sabia que no se debía mostrar discordia ante los imperiales, pero tampoco se iba a dejar pisotear, no en ese día, no en ese lugar, no ante los restos de su padre-

-Como bien ha dicho Wulfrick, la carta va dirigida a mi padre Manfred Silverfang, no a al líder de lideres. Yo soy el líder de tal tribu y el heredero de mi padre y no pienso callar mientras se me insulta y se pone en mis labios palabras que no he dicho y menos aun tolerar que ni tu -Dijo refiriéndose a Mick.- ni mucho menos tu -Ahora a Kar.- pongáis en entredicho mi juicio o mi liderazgo sobre los asuntos de los Silverfang.

Si el tono del bárbaro era ahora brusco era con intención, esos dos hombres lo habían acusado de cosas que consideraba muy graves, Mick de hablar en nombre de las siete tríbus y Kar de querer quedarse algo que no le pertenecía, y no había hecho ninguna de las dos.

-Si esa carta fuese para el líder de lideres ni siquiera hubiera hablado, pero esa carta es para mi padre y yo soy su heredero, y por tanto esa carta me la quedare yo, la leeré y decidiré como proceder. 

Hiam era el gran chaman y tanto a Jener como al propio Morded los había educado desde niños, era como un segundo padre, no hacia falta que nadie le dijera cuan sabio era, tenia claro con quien compartiría la información, pero esto no era cuestión de quien le sacaría mayor provecho al contenido, era cuestión de honor y de derechos y no pensaba dejar que nadie pisoteara los suyos.