Partida Rol por web

Las Máscaras de Nyarlathotep

Escena 5.La isla del dragón gris

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22/10/2025, 23:55
Dr. Warren Bedford

Notas de juego

Entiendo que las tiradas de idea y descubrir no le dicen nada a Warren, no?

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23/10/2025, 07:55
Director

Pero si está en texto!!!

Pone que lo toques.

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23/10/2025, 15:55
Dr. Warren Bedford

Warren sintió que quizás, si se acercaba a aquella cosa e imponía el símbolo sobre su piel, podía causar algún efecto. Ya había perdido, en cierta medida, la esperanza de que con su sacrificio lograran salvar al mundo, pero esperaba al menos, ganar el tiempo suficiente como para que Anna sacar a Artie de allí y los dos pudieran sobrevivir.

El profesor, maltrecho como estaba, desangrándose y en sus últimos minutos de existencia en aquel mundo terrenal, sacó fuerzas de donde no las tenía y esgrimiendo el símbolo como última defensa, avanzó con más intención que fe hacia la criatura.

Cada paso para él, era como si tuviera que arrastrar un pesado fardo. Cada centímetro que ganaba, parecía un kilómetro, cada avance, sentía que iba a desafallecer, pero aún así seguía avanzando. Lo haría por sus viejos amigos. Un último esfuerzo, aunque nadie fuera a darle las gracias, ya que una vez logrado o no... él ya no estaría.

¡Vuelve al infierno de donde nunca debiste salir! - Le ordenó alzando el símbolo arcano.

Otro paso más y otro. La bestia no parecía inmutarse, pero en cambio Warren, a medida que avanzaba, recuperaba fuerzas. Parecía estar siendo guiado por una fuerza invisible, algo mucho más grande que él... que ellos. Entonces pensó que quizás todo lo que había hecho durante su vida, le había conducido a ese lugar y a ese momento. 

Era mi destino... - Murmuró. - Siempre lo fue...

Sus pasos empezaron a ser más largos. Cada zancada imbuida de determinación le acercaban al objetivo. Frunció el ceño, apretó los dientes, tensó sus músulos y agarró el ojo con ambas manos con toda la seguridad del mundo. Funcionaría. Ya no tenía dudas. Salvaría no sólo a sus amigos, sino al mundo entero y a los mundos que estaban por venir.

- ¡Muere bestia inmunda! - Le dijo cuando ya estaba a pocos centímetros de la criatura. - ¡Soy el ángel de la muerte y he venido a por ti! - Exclamó con determinación. - ¡Vuelve al maldito... - Miró con rabia y con ira a la criatura. - ...¡infierno!

Y entonces plantó el símbolo arcano contra la piel de la criatura. Sonrió. Sería el final. Para él seguro... para la bestia... estaba por ver.

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26/10/2025, 10:40
DIRECTORA

Warren Bedford había estado desde el comienzo dispuesto a hacer lo que fuese para derrotar al mal, aunque jamás había pensado que debiese sacrificar su vida para lograrlo. Pero después de aquel disparo, sabía que era el final para él. La herida parecía haberle removido las entrañas y no hacía falta ser muy inteligente para comprender que debía contar los minutos antes de que terminase de acabar con él.

Estaba ya muerto, aunque todavía respirase.

Pero al menos, si conseguía llevarse por delante a aquella criatura, sentiría que no solo había luchado al lado de la gente más valiente y noble que había conocido, sino que su vida había tenido un sentido que dudase que tuviese la de otros. Solo lamentaba no poder despedirse de Artie, que estaba todavía inconsciente, pero con una mirada, lo hizo de Anna, antes de dirigirse hacia aquel ser inmundo y lleno de maldad.

Anne tiraba del cuerpo de Artie con fuerza, acelerando el paso, hasta terminar de salir de aquel lugar justo cuando Warren tocó con su amuleto el cuerpo de la criatura, que estaba ya prácticamente fuera. La visión del rostro de aquel ser hizo que Warren abriese mucho los ojos y que la locura ante aquella imagen se dirigiese directamente hacia su mente, para destrozarla, pero no dispuso de tiempo suficiente para que perdiese su propia esencia, porque en cuanto el amuleto tocó la piel, todo se volvió blanco, y un fuego abrasador comenzó a arder entre ellos, tan intenso que Warren no tuvo tiempo de sentir absolutamente nada.

Pero aquella combustión pareció ir creciendo en dimensiones y fuerza, y provocó que los temblores de aquel volcán se hiciesen cada vez mayores, cayendo sobre Artie y Anna fragmentos de roca, muchos de los cuales golpearon sus cuerpos y amenazaron con terminar con ellos.

Los propios sectarios huían y gritaban, pero nadie ayudaba a Anna, que estaba exhausta de tanto tirar de Artie. 

De esa manera, si nadie la ayudaba, existían pocas posibilidades de que saliesen de allí con vida, al menos Artie, porque Anna siempre podía escapar por su cuenta.

Y entonces, una mano apareció a su lado, y otra, y otra más... 

Eran los hombres, las mujeres y los niños que habían salvado antes, que en lugar de huir, estaban allí dispuestos a ayudar a Anna y Artie, las dos valerosas personas que les habían salvado las vidas.

Juntos tiraron y tiraron, mientras todo el lugar se venía abajo. Pero los pasadizos eran complicados, y solamente había una forma de salir de allí.

A través de las cuevas de la locura, las grutas que conducían directamente al mar.

Uno de los hombres agarró a Artie y los demás, ayudaron a Anna. Todos se lanzaron a través de una grieta que había en el suelo, sumergiéndose en aguas demasiado calientes, pero que todavía permitían nadar por ellas. 

El miedo no impidió que ellos ayudaran, y mientras todo se acercaba a su final, nadaron y nadaron, hasta conseguir salir del volcán y aparecer directamente en el mar.

Desde la lejanía, todos miraron hacia el volcán, que explotó en una gigantesca humareda, antes de hundirse para siempre, o lo que se suponía sería para siempre, y con él, aquel portal que habría podido significar el final para toda la humanidad.

Lo único que lamentarían Anna y Artie sería que Warren no lo hubiera logrado.

Pero les había salvado.

Les había salvado a todos.

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26/10/2025, 16:13
Dr. Warren Bedford

Warren no sintió dolor. Fue un abrir y cerrar de ojos. Estaba y dejó de estar. Nunca sabría si su sacrificio había servido para algo o no. Nunca sabría si Artie y Anna, sus dos viejos amigos, se salvaban o no, pero al menos murió pensando que al menos les había dado una opción.

Ahora, ya nada importaba. Warren había dejado de existir. Ya no había preocupaciones, dolor o sufrimiento. Ya no había nada de nada... Nada salvo su legado. Quedaría el recuerdo de su nombre, de sus acciones en vida, de todo aquello que había investigado y vivido junto a sus colegas. 

Warren se había ido, pero aquel ser que amenazaba la existencia misma de toda la civilización, también había sido destruído. ¿Para siempre? Quizás la respuesta se encontrara en la famosa frase: "No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de extraños eones, incluso la muerte puede morir".

Adiós Dr. Warren Bedford...