Partida Rol por web

Os reunís en una cafetería delante de la tienda para compartir notas y pensar el siguiente paso.

—La casa del Juju... —Caín soltó la frase como si estuviera analizándola parte por parte—, es por lo menos un nombre que llama la atención. 

Desde su puesto miraba la tienda casi con nostalgia, preguntándose cómo estaría su tapader... Su tienda de libros y antigüedades. Las vitrinas de la exportadora africanas estaban cargados de objetos curiosos y la verdad no hallaba la hora de echarle un vistazo en profundidad aquellos objetos. En sus ojos brillaba un anhelo escondido mientras observaba los detalles del edificio. ¿Tendría una entrada trasera? ¿Quizás una forma de entrar por el segundo piso y luego bajar? Observó los alrededores, si tenía casas o tiendas a sus lados y la cantidad de gente que se detenía a mirar. No parecía ser un barrio muy concurrido y si tenía suerte...

EL ruido de la campanilla de la puerta lo hizo volver a la realidad e inmediatamente dirigió la vista ahí para ver si era alguno de sus compañeros que había llegado. Estaba ansioso por saber cómo le había ido a la pequeña Natisha con las llamadas a la biblioteca. 

Nuevos amigos: 

El tren en Connecticut se detuvo por una avería, y el doctor Ross no pudo llegar a tiempo a su cita con su amigo Jackson Elias... Quedó conmocionado de saber que había sido brutalmente asesinado por sectarios dementes de, al parecer, un oscuro culto de África Oriental. Contactando con el editor de las obras de Elias, Jonah Kensington, éste le puso en contacto con el resto del grupo que Jackson Elias estaba reuniendo para investigar la desaparición de la expedicion Carlyle.

Voy paseando por las calles de la ciudad, con el nombre de la cafetería donde se supone que están los demás apuntado en un papel que consulto de vez en cuando, junto a la dirección. La ciudad de NY es desconocida para mí pero me dijeron que no estaba lejos del hotel donde me había alojado.

Una vez doy con el local accedo a él y me quito el sombrero al pasar. Como un caballero inglés, voy saludando a los pocos comensales hasta que veo una mesa con suficientes personas como para ser las que buscaba. Al llegar al grupo me presento, con ese clásico acento británico imposible de quitarme. - Buenos días. Mi nombre es Gregory Ross. Pueden llamarme capitán o doctor Ross, pero mis amigos me llaman Greg.

Miro a todos antes de seguir. - Lamento la muerte de Elias. Era un gran amigo. 

Todos se miran unos a otros y uno de ellos me dice que no me conocen y otro que no saben quien es ese Elias, pero me dan el pésame y me invitan a dejarles en paz de una manera un poco desagradable. - Gracias. Ya veo que los británicos tenemos razón. Aquí solo está la escoria que no quisimos en nuestra tierra. - Y con eso me di la vuelta y vi a otro grupo. Asegurándome de que nadie se levantaba para enfrentarse a mí, me acerqué a ellos.

- Disculpen, ¿son ustedes amigos de Jackson Elias? - Esta vez no di tantas explicaciones. Ya lo haría si había acertado a la segunda.

La puerta volvió a cerrarse haciendo sonar la campanilla otra vez

Caín observó a un caballero entrar, mirar dentro y luego acercarse a una mesa ocupada. El tendero volvió a sus asuntos, había esperado que fuera alguno de sus compañeros, pero al parecer solo era un comensal más. Soltó un suspiro de fastidio e iba a sumergirse nuevamente en sus cavilaciones cuando escucho que el recién llegado nombraba a Jackson Elías en su presentación.

Puso atención y lo vió dirigirse a otra mesa después de recibir una maleducada respuesta por parte de la primera mesa. Caín negó con la cabeza, como si costará algo tener un poco de educación.

Se levantó apenas el hombre pregunto por el señor Elías una segunda vez. 

—Caballero, mi nombre es Caín Prague. Creo que es a mi y a mis compañeros... Que aún no han llegado, a quienes busca —se volvió hacía la otra mesa e hizo un gesto de agradecimiento y despedida a estos antes de volver a la suya propia.

—Hemos quedado de reunirnos aquí, antes de entrar a la casa del Juju —le hizo una seña al otro lado de la ventana para que entendiera que no se trataba de una broma, sin embargo no le dió más detalles, no aún al menos. No hasta saber por qué los buscaba. 

Quizás lo había enviado el editor de Elías o la señorita Carlyle o podría haber estado en contacto con sus compañeros, pero también estaba la posibilidad de que viniese a interponerse en su camino. Después de todo para el ladrón, todos son de su condición.

Estaba claro que ya iba a meter la pata en la segunda mesa al buscar a un grupo. De no ser por aquel hombre que me interceptó a tiempo hubiera tenido otro encontronazo con aquellos salvajes. - Disculpen, ya encontré a quien buscaba. - Dije al grupo de la segunda mesa, luego miré al otro hombre, quien tras presentarse me indicó cual era la mesa que ocupaba.

- Gracias por su rescate. De no ser por usted creo que hubiera estado molestando a todos los grupos del local. - Comenté mientras me movía hacia la mesa. Antes de sentarme le tendí la mano. - Gregory Ross. Puede llamarme capitán, doctor o como hacía Elias, Greg. Y es que los amigos de mi querido Elias, que en paz descanse, son mis amigos.

Me senté en la mesa y le hice señas al camarero. Cuando vino le pedí un té, esperando que me trajese algo decente, no ese caldo de especias que tomé antes de venir a este local. - Lamento llegar tan tarde. Vengo de Gran Bretaña y tuve percances con el transporte. - No necesitaba decir de donde era. Mi acento inglés y mi pronunciación me delataban. - Recibí una carta de mi gran amigo Elias, con referencia a la búsqueda de unos expedicionarios. Pero cuando llegué a la ciudad, me topé con la triste noticia de su dramática muerte y fue el propio editor quien me puso tras sus huellas. - Le expliqué al hombre, dado que, tras el asesinato de Jackson, estaba seguro de que dudaría de todo y de todos.

- Creo que esto demostrará que digo la verdad. - Y de mi chaqueta saqué la carta que me mandó Elias y la puse sobre la mesa. - O al menos eso espero.

La gente del bar, afroamericanos en su mayoría, nunca han oído hablar de Jackson Elias, y no entienden a qué viene el británico desdén de Ross. Alguno incluso se indigna al verse apelado de esa forma por un desconocido, por suerte cabezas más frías le piden al ofendido sentarse ("tranquilo, Joe, debe estar borracho. No vale la pena").

El dueño del bar va a vuestra mesa a pediros amablemente que no increpéis a sus parroquianos.

Poco después, con un café en la mano, comprobáis las credenciales de Ross y la veracidad de sus palabras.

Sabéis que Elias tenía curiosidad por la Casa del Juju, donde se venden fruslerías africanas quizá relacionadas con su paso por Kenia. Elias había seguido el rastro de la empresa que transporta las presuntas baratijas de África a New York. Quizá le interesaba saber más sobre el proveedor, o sobre la misma tienda?

¿Qué me habían puesto? ¿Café? ¡Si yo había pedido té! Esto pasaba por entrar en un bar de negros racistas, que ahora pagaban incluso sus malos modales conmigo. Borracho a estas horas... eso lo estarían ellos, que no sabían más que subir a los árboles a por cocos de esos y beberse el whisky que les dábamos para mantenerles tranquilos como sirvientes en Britania.

Pero allí, tenían sus bares, sus tiendas y sus malos modales hacia los blancos. Como no. Con razón no querían negros en los locales de los blancos. Además eran sucios y olían mal, como aquel café que retiré de mi lado. Estaba claro que no iba a beber nada de ese sitio.

- Entonces, ¿cuál es la idea? Ustedes tienen que tener más claro que yo que buscaba Elias, dado que llevan más tiempo en esto. Yo solo puedo entrar a preguntar como un turista más bien despistado si sirve de algo. Total, con mi acento británico, notarán a la legua que no soy de aquí y si meto la pata, están los americanos, ustedes, para solucionarlo detrás mío si no acertamos a la primera.

—Viene usted de muy lejos —dijo Caín después de aceptar el apretón de manos, acompañar a Ross a la mesa y leer la carta que Elías, como a ellos, le había enviado. 

No pudo evitar esbozar una sonrisa cuando el camarerio confundió su orden y le trajo un café o por la cara que puso el hombre al darse cuenta. 

—Lo que Elías buscaba al parecer no era más que una buena historia para su libro, un hit de ventas... No es lo que Jackson buscaba lo que importaba sino lo que encontró.

EL señor Prague sacó la carpeta que tenía con los indicios que habían hallado y se la alcanzó al recién llegado mientras bajaba la voz para contarle algo de lo que había pasado antes que el llegara.

—... Y entonces la señorita Hoffman logró contactar con el espíritu del señor Elías, pero cuando éste iba a decirnos par que nos habia mandado a llamar, "algo" lo interrumpió.

Hizo una pausa pues la campanilla de la puerta volvió a sonar para mirar en dirección a la puerta pero solo era otro grupo de hombres afroamericanos entrando al local nuevamente. Sus otros compañeros estaban demorando demasiado en llegar. 

—Era una sombra... Una entidad...

Jackson Elias palidece y se encoge como si hubiera recibido una puñalada en las tripas. La sombra parece crecer y condensarse.Sentís una mirada de desprecio y sorna clavada en vosotros.

- Vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí? Sois moscas curiosas, ¿eh? ¿Queréis saber lo que le pasó a vuestro amigo?

... Y entonces Natisha rompió la conexión. Realmente no se puede describir con palabras la sensación...

Apuró su propio café más que nada por recuperar el calor que sentía se le iba. Volvió al tema de la carpeta.

—tal parece que nuestro amigo descubrió indicios de que la expedición Carlyle podría seguir con vida y estamos siguiendo sus pasos para ver si podemos encontrar donde están los sobrevivientes. La tienda del Juju es el siguiente punto en el camino. 

Cual invocacion al oir su nombre una vez mas la puerta se abrio, y claramente su rostro blanco y el pelo rubio de Natisha contrasta con la mayoria de los parroquianos del lugar, mirando alrededor intentando ignorar las miradas, ya sea de sorpresa, de aprension o de atraccion que le dieran la gente sentada por las mesas, La srta. Hoffman buscaba solo un hombre entre todos los comensales... por desgracia James no habia llegado, pero al menos reconoció enseguida al estimado Sr. Cain, acompañado de un desconocido...

Con pasos rapidos y seguros se dirige hacia la mesa parandose a tan solo un brazo de distancia... hago una leve reverencia hacia los dos hombres que hay en la mesa

-Disculpe el retraso Sr. Cain, esta ciudad me maravilla demasiado y no encontraba el lugar...- mirando al acompañante repite un cortes saludo -Buenas tardes, soy Natisha Hossfall- tendiendo timidamente la mano hacia el visitante..

—Es comprensible, solo me preocupa que nuestros compañeros tengan tan solo el mismo tipo de contratiempo y no algo más preocupante. 

Se levantó y abrió una silla para que Natisha pudiera acompañarlos en la mesa. En la fina línea que se había convertido su boca podía adivinarse si preocupación de que el resto del grupo hubiera tenido un destino más funesto que simplemente abstraerse en la ciudad.

—Lamentablemente... —dijo regresando a su asiento—, creo que no podemos darnos el lujo de esperarlos más. Señor... Gregory ¿Verdad? No me opondré a su compañía, pero debe saber que si nos acompaña puede estar poniendo en peligro su mente y su vida... Y hablando de vida. Natisha ¿Tuvo algún éxito con la mujer de la biblioteca?

- Un placer señorita Hossfal. - Respondí con la clásica cortesía inglesa a la mujer. - Soy Ross, Gregory Ross. - Añadí con cordialidad, no la que daban en aquel local de mala muerte lleno de gente negra y sucia. ¡Si olían como monos! No sabía como gente como nosotros podían estar allí sentados con aquel olor. - Encima no saben diferenciar un té de un café y que no se quejen de mi acento británico pues se diferencian perfectamente esas palabras.

- Como ya le dije, puede llamarme capitán, doctor o como hacía Elias, Greg. - Le repetí al hombre mientras pensaba en su historia y recordé que Natisha era esa ¿medium? La miré a lo ojos. - El señor Caín me contó que vieron a una entidad cuando quisieron hablar con Elías ya... ido. ¿Cómo era? - Pregunté a la mujer con curiosidad. Quería saber si me contaba lo mismo que aquel hombre o si por el contrario me estaban engañando como a un mono de los que estaban rodeándonos.

Seguí revisando papeles con cierto entusiasmo pensando que aquella expedición aún estaba con vida. - La verdad es que la mente no la uso mucho y la vida... no es eterna. En cambio un amigo de mi mentor estaba en esa expedición y dado que ya no puedo hacer nada por mi estimado Elias, creo que debería hacerlo por esa especie de... segundo mentor que tuve. No sé que planes tienen para ese lugar pero creo que pueden contármelo por el camino.

Tras que Natisha explicara que había averiguado con la bibliotecaria y tanto el doctor como ellos pusieran tierras sobre cualquier tipo de aprehensiones Caín, como ha había mencionado antes, decidió que era hora de andar y, aunque le habría encantado visitar esa tienda con más libertad, si es que se entiende el eufemismo, por esta vez decidió hacerlo por la puerta ancha. 

Pago sus pedidos y los de los demás (y agradeció internamente que no hubieran llegados los otros aunque en el fondo se sintió culpable) y caminó habla la tienda. Nada más entrar le hizo una seña.a Natisha y al doctor (si es que le habían acompañado)

—quizas lo que les voy a pedir es un poco raro. Pero podrían hacerme un favor... Si yo bostezo descaradamente ¿Podrían distraer al tendero por favor? Oh, no se preocupe... Probablemente no sea necesario llegar a eso. 

Tras escuchar su/sus respuesta Caín puso su mano en el pomo de la puerta y entró.

Este es mas su terreno Sr. Cain- Dijo Natisha mientras esperaba ver que encontraba en una tienda tan curiosa, pero seguro que pueden encontrar algo que les sirviera de guia hacia su siguiente paso.

Aunque por suerte la memoria puede servir para recopilar informacion que puede servir mas tarde... siempre es mejor que sean mas ojos los que vigilen todo lo posible que se puede ver o encontrar

La tienda de la Casa del Juju es pequeña, y aparte del escaparate, carece de ventanas. Hay varias estanterias con bisutería africana original de varios estilos (y de varias partes del continente), y una cortina de cuentas que debe permitir acceder a la trastienda. De ella emerge un negro anciano con pelo blanco y gafas, para preguntar si puede ayudaros en algo.

Aparte de vosotros, hay dos clientes: un matrimonio joven también negro que quiere comprar alguna máscara para decorar su dormitorio (o algo por el estilo).

Cain dejó abierta la puerta para que Natisha (y quién nos acompañe) enterase. Momento en el que recorrió con la vista la totalidad de la tienda tratando de ver lo más posible en el menor tiempo. 

"Demasiados ojos aún" pensó mientras la señorita Hossfal pasaba delante con los ojos clavados en la pareja y la puerta de cuentas "estúpidas y bulliciosas cuentas" que los separaba se la trastienda. Deberían intentarlo por el lado bueno primero. 

No vio nada de valor entre las cosas. Así que abrió la carpeta y se acercó al dependiente.

—El señor Silas N'Kwane, supongo. Creo que usted podría sernos de ayuda. Tenemos un amigo en común que nos ha hablado bien de usted. El señor Jackson Elías. Puede que tenga algo para nosotros.

"Algo, información, cosas, libros, algo" Caín dejo que el dependiente llenará los espacios en su pregunta. 

El dependiente de la deprimente tienda se muestra educadamente interesado. Habla con un fuerte acento extranjero:

- Bienvenido Casa Juju, Sir. ¿Jackson Elias, decir? Momento...- repasa una libreta ajada.- No, Sir. No pedido para amigo de no Mr. Elias, Sir.  Pero... Momento, Sir.

Va a la trastienda y vuelve en unos minutos con un paquete envuelto.

- Mr. Elias hacer pedido, Sir. Yo aquí para Mr.Elias. Él decir: vengo recoger mañana, Sir. Eso dos días atrás. Él no venir. ¿Usted dar paquete Mr. Elias? Usted pagar diez dólares, Sir. Dejar dirección y nombre, por favor. Norma de casa.

Parece perfectamente posible que algo llamara la atención de Elias y lo comprara. ¿Porqué no pagó y se lo llevó al mismo momento?

Maravillada de nuevo por la cantidad de misterios que podria ocultar una tienda como esta Natisha empieza a dar una vuelta por la tienda mientras el Sr. Cain habla con el tendero, aprovechando para ir fijandose en los maximos detalles para poder recordarlos mas tarde si fuera necesario pero centrandose en buscar algo que para los actuales investigadores de la muerte del señor Elias pudiera ser de interes, alguna mención al culto africano o algo que pudiera tener alguna relación con el hombre oscuro..