Partida Rol por web

Tras la Fiesta, los Investigadores se preparan para la visita a las Oficinas de Erica Carlyle...

A la hora convenida, el grupo se encontró en el salón del Hotel Franklin. Louis, que no había dado señales de vida desde la noche anterior, parecía haber tenido una noche movida. Mientras pedía un café, dejó sobre la mesa de mármol un telegrama abierto.

- Bueno, creo que el hombre de anoche no tenía nada que ver con los tipos que trataron de matarnos frente a la comisaría.

Louis se movió en la silla, intentando conseguir una postura más cómoda, pero sin lograrlo.

- Después de seguir al tipo, me di una vuelta por Harlem. Estuve indagando un poco, hasta que las cosas se pusieron feas. Parece que por allí todo el mundo sabe que pasan cosas extrañas alrededor de la tienda de K'wane. Y también parece que hay gente a la que no les interesa que se sepa.

Se llevó la mano al costado, donde aún notaba el dolor del golpe que había recibido. Después, apuró su café, se puso en pié y señaló el telegrama.

- Es de ayer, se me olvidó mencionarlo. Es de mi contacto en El Cairo.

Telegrama:

Archivald descendió las escaleras sonriente y silbando mientras lucia un alegre traje tejano compuesto por pantalón y camisa vaquera con un chaleco de cuero y sus habituales botas deslucidas por la falta de espuelas (al fin y al cabo llevar espuela en ciudad había resultado ser contraproducente así que había acabado por quitárselas).
Se acerco al resto de sus compañeros y pidió un café solo para desayunar mientras se sentaba tranquilamente a liarse un cigarro sin prisas. Tan solo levanto la vista de sus quehaceres cuando escucho que ese tipo de El Cairo podría estar maldito limitándose a levantar una ceja con cara de preocupación.

Interesante, nunca he conocido a nadie que estuviera maldito pero una vez trate con un vaquero gafe con muy mala suerte. El pobre falleció cuando se cayo de su caballo y se le engancho una pierna con el estribo. Fue arrastrado durante varios kilómetros por su montura hasta que pudimos rescatarlo pero ya era demasiado tarde para él - aquí hace una pausa para encenderse el cigarro antes de continuar. Por cierto, en relación a lo que pude averiguar anoche gracias a esa joven y bella señorita tan solo comentarles que la mujer de negro que acompañaba a Roger Carlyle es algo a investigar. ¿De donde salió? ¿Como se llamaba? ¿Como llego hasta roger?

-Oh, esa mujer...

Comentó Brenda mientras untaba generosamente una tostada con mantequilla. Le dio un mordisco, y asintió.

-M'Weru, supongo que ese era el nombre tribal, o algo parecido. Anastasia Bunay, así se llamaba, o se llama. Poetisa y Sacerdotisa, según Huston. Y "La negra" según Erika. Ella nos dijo que Roger desaparecía de vez en cuando durante varios días y volvía desencajado y con la mirada perdida. Cuando le preguntaba lo único que conseguía sacar en claro era que había estado en Harlem. Decía que la negra era de sangre noble, una sacerdotisa, y que poseía secretos que él debía obtener.

Miró con detenimiento la tostada que acababa de mordisquear, y luego a Louis.

-Mmmm... quizá ese nombre "tribal" tenga mucho que ver con esa tienda, la de K'wane, todo apunta a esa secta africana. Puede que antes de irnos a la cuna de la secta, sea mejor que vayamos a donde han llegado sus tentáculos. Pero... puede ser muy peligroso....

Henric se levantó en bastante mejor estado que el día anterior, y los dolores de la resaca eran ya cosa del pasado, o al menos los provocados por la última borrachera.

Al hombre le costó desperezarse tras el reparador sueño que lo preparó para el nuevo día tras la agitada velada de la noche anterior, pero poco a poco consiguió despegarse las mantas del cuerpo y vestirse para la reunión con sus compañeros. A un lado de la cama quedó el smoking que había usado, y una vez más se enfundó en sus desgastadas ropas negras de artista bohemio.

Cuando bajó al salón sus compañeros ya debatían sobre el siguiente punto de la investigación y le lanzó una mirada por encima de sus hombros al telegrama que Louis había dejado sobre la mesa, al pasar cerca de la misma rumbo al mostrador para pedir algo que desayunar.

Al sentarse dió los buenos días a los presentes y estudió el telegrama con más detenimiento mientras escuchaba las últimas palabras de Brenda, que le indicaron el rumbo adoptado por la conversación mientras él llegaba a la reunión matinal.

-...hummm... es demasiada coincidencia como para pasarla por alto. Dijo refiriéndose a la mujer negra de la que estaban hablando, sin apartar la vista del telegrama que tenía entre las manos y que terminaba de leer. El hombre dejó el papel en la mesa y añadió. Y desde luego que va a ser peligroso. Despues de ver las cosas que han pasado hasta ahora, no me cabe la menor duda. Pero no olvidemos los libros de Roger. Al final lo de anoche terminó bien con Erica y seguro que el estudio de esos libros nos proporcionarán más luz sobre esa dichosa secta. Cuanto más preparados estemos antes de meternos en cualquiera de sus guaridas, mejor.

 Mientras sorbía su té y hacia una mueca de desagrado, Nathan escuchaba la conversación. No pudo evitar añadir, sin embargo, un comentario a las palabras de la Srta. Farrow.

- Mi querida Brenda, está claro: ¡La mujer siempre será la causa de la caída del hombre!

Frunció el entrecejo, volviendo a sus pensamientos. A nadie se el escapaba, en aquel salón, que al menos un hombre había muerto, un amigo, y quizás otros, por culpa de... ¿esa mujer? ¿de los libros de la biblioteca? ¿de qué? ¿Por qué habían matado a Jackson Elías? ¿Por qué habían tratado de ocultar las muertes de la Expedición Carlyle... si es que seguían con vida? Las notas, los telegramas, los tiroteos. Elías sabía algo que le costó la vida, pero ¿qué?

- Asumo, amigos míos, que debemos mantener informada a la Srta. Carlyle de nuestros descubrimientos. No sería mala idea presentarle las notas de Jackson. ¿Quizás ella pueda arrojar luz sobre algunos puntos que nosotros desconozcamos?

El humo de la taza de té de Mina empañaba ligeramente sus pestañas. Ella estaba inclinada dejando que el vapor tocara sus mejillas, y había permanecido en silencio escuchando a sus acompañantes mientras pensaba. Se notaba en su rostro que había pasado un día en el que no había visto el sol, y sus manos se crispaban levemente dándole al observador el dato de que había pasado horas y horas pasando decenas y decenas de hojas de papel. Al final, dijo lo que no había tenido ocasión de preguntar hasta el momento, y que desentonó en la conversación como el tañido de una inmensa campana de hojalata vieja.

- ¿Ambos se encuentran bien? - dijo, mirando a Louis y luego a Nick. Lo hizo sonriendo, casi como si se disculpara.

Ninguno de ellos necesitaba la pregunta, y sabía que de hecho quizás hasta les molestaría ser preguntados sobre algo tan obvio. También sabía que en realidad poco tendría que preocuparse por ninguno de esos hombres hasta que estuvieran arrastrándose por el piso con las piernas quebradas y desangrándose, y ni siquiera en ese momento. Pero no había forma de que no lo hiciera. Lo había hecho toda su vida con su padre, la persona más dura que había conocido en su vida... y los vicios no se pierden jamás. Recargó los antebrazos por un momento sobre el filo de la mesa, y tras dar espacio a que le contestaran o le ignoraran, siguió.

- La señorita Carlyle nos ha pedido que le informemos de todo lo que sepamos al respecto de Elías, y de lo que había llegado a vislumbrar. Sí, yo no creo que debamos ocultarle nada. No sólo podría aclararse ella misma algunas cosas respecto de su hermano y lo que le ha pasado, si no que también, podría aclararnos muchas cosas a nosotros - sorbió algo de su taza - No creo que sea una coincidencia la de los nombres... al contrario. Supongo que estarán conectados, aunque no sé hasta qué punto uno precede al otro. Quizás, por qué no, todo comenzó con una antigüedad...

Sorbió algo más.

- He pasado el día revisando los informes médicos. No conozco de medicina, ni soy ninguna experta en mis campos, pero he intentado buscar referencias a la secta con la que estamos tratando. Lamentablemente, no he encontrado ninguna, o al menos no he entendido que la hubiese - Mina hizo una pausa y les miró a todos - Pero su evolución... a mí me parece que es casi arquetípica de alguien que ha sido iniciado en una secta. E incluso, cuando el médico por preocupación de la influencia de la mujer sobre su paciente se entrevista con ella, creo que ella le inició también a él. El doctor tenía inclinaciones hacia el ocultismo, y creo que a él no lo sedujo ella, si no lo que le mostraba. Pues le mostró que lo que le sucedía a Roger era cierto, y que él también podía conocer... y participar.

Una nueva pausa.

- Quizás podamos también hablar con conocidos del doctor... gente de su círculo.

-...Y meter la nariz en el apartamento de Roger, en Manhattan. ¿No os parece que allí quizá podríamos encontrar algo? De todos modos sigo pensando que estamos topándonos con las puntas más externas de todo este asunto. Si queremos llegar a la raíz, y cortarla... deberemos viajar a África.

Brenda olisqueó el té que tomaba Mina, y echó una mirada al de Nathan. Pareció dudar, y finalmente se sirvió una taza de café, a la que añadió tres cucharadas de azúcar, para espanto de algunos.

Archie deja su taza vacía sobre la mesa y toma la palabra.

Pues entonces creo que tenemos trabajo que hacer pero recomiendo separarnos por parejas para que nadie vaya solo. No debemos fiarnos tras el ataque que recibimos. ¿No creen?

-Me parece bien. Le respondió Henric. Si nadie tiene nada que objetar, a mi me gustaria estudiar los libros que tiene Erica, por lo que yo acompañaré a quién se ofrezca a ayduar en la tarea. ¿Qué más tenemos? ¡Ah sí! el K'wane ese. Parece que la negra esa esconde más de un secreto y que en esa tienda se podría saber algo de ella, yo voto por que investiguen sobre ello los que ya han hecho "migas" allí. Sonrió ante la palabra. Si se insiste, seguro que sacamos algo.

Nick terminó su desayuno, apurando de un trago su taza de café, negro y sin azúcar, como siempre, y engullendo el último cacho de la tostada que quedaba en el plato. Mientras encendía el primer cigarrillo del día, el primero de muchos, rompió su silencio para dirigirse por fin a sus compañeros a los que había estado escuchando con interés.

-Entonces, si lo he entendido bien, tenemos ya concertada la visita a las oficinas de la Carlyle esta tarde y como opciones añadidas podemos visitar la tienda africana, hablar con los colegas del Doctor y explorar el apartamento de Roger Carlyle, además, claro, de estudiar los libros que supuestamente nos va a llevar Erica... No me dejo nada, ¿no?

Nick hizo una pausa para que sus compañeros pudieran contestar, mientras daba una larga calada a su cigarrillo.

-Bueno, pues tal como yo lo veo, -continuó Nick, dirigiéndose a todos en general- estoy totalmente de acuerdo con Brenda en que es prioritario echarle un buen vistazo a esa tienda, pero creo que lo mejor será hacerlo cuando no haya nadie dentro para interrumpirnos... Lo del apartamento de Roger, en cambio, no lo veo tan claro, al menos no antes de pedirle a Erica que nos deje las llaves... Si se niega, siempre podemos entrar “por las bravas”, claro. En cuanto a lo demás, como dice Archivald, seguramente deberíamos dividirnos para no perder más tiempo del necesario... Yo personalmente quiero acudir a la entrevista con Erica, pero también pienso que la incursión en la tienda puede ser peligrosa, así que lo que propongo es que nos dividamos en grupos para hacer las diferentes cosas durante el día, pero que luego nos reunamos aquí de nuevo cuando caiga la noche para ir a entrar “discretamente” en la tienda... Así, los que prefieran saltarse esa visita se podrían quedar aquí echando un vistazo a los libros de Carlyle... si es que conseguimos que Erica los suelte, claro... ¿Qué os parece?

Archivald estaba rellenando su taza de café por segunda vez alegrándose de que este fuera del bueno y no tuviera que echarle tanto azúcar como en otras ocasiones había tenido que hacer para poderlo beber. Sobretodo en todas aquellas ocasiones en las que había cruzado sus tierras con sus reses para llevarlas al mercado ante4s de que descubrireran el oro negro en sus tierras.

Pues a mi me gustaría ir a esa tienda hoy por la mañana. Necesito comprarle algo bonito a una amiga y así aprovecharía la visita. Además si luego hay que entrar allí en horas nocturnas vendrá bien tener una idea de como es el lugar por dentro y que medidas de seguridad tiene.
Por lo demás no se me ocurre que hacer aunque tenemos varios nombres que se repiten bastante y de los que podríamos investigar en la prensa o registros civiles varios por si averiguamos algo más.

Tras esta afirmación archie dejo su cálida taza de café sobre la mesa y procedió también a preparase el primer cigarro del día. Con paciencia y una gran habilidad, por cierto. 

Con un suave "clinc-clinc" Brenda removía el azúcar de su café. Sacudió la cabeza, inquieta y pensativa.

-Mmmmm... yo soy sin embargo reacia a dejarnos ver por allí como si tal cosa. Me temo que para esa gente nuestras caras, todas, son faros en la noche. No podrás acercarte sin que ellos lo sepan con el tiempo suficiente para que te esperen con alguna sorpresa preparada.

Se encogió de hombros, intentando pensar con lógica.

-Creo que lo que nos queda por hacer aquí, hay que hacerlo de noche, y sin ser advertidos. Por lo demás... bueno, está claro que ni Mina ni yo misma vamos a poder ayudaros en ese tipo de... quehaceres. Pero podemos leer, buscar... ehmmm... ¡Ah! -dijo, claramente con una nueva idea en la cabeza- ...Y puedo intentar sonsacar a ese policía, el que habló de las diversas muertes además de la de nuestro Jackson...

Para un hombre tejano y de pura cepa como archie el que le dijeran que no hiciera algo era prácticamente lo mismo que si le pidieran que lo hiciera así que sonrío ante las palabras de la bella Brenda Farrow para rápidamente hacerle un gesto a la altura de su bigote para recalcarle a la dama que la crema del café se había quedado por encima de su boca.

Oh, no se preocupe por mi, se cuidar de mi mismo y necesito conseguir un bonito regalo para una mujer adorable. Seguro que encontraré algo interesante en esa tienda esta mañana.

Nick no pudo contener el esbozo de una sonrisa ante la actitud socarrona y decidida del millonario tejano, al que, parecía bastante evidente, no iba a ser posible disuadirle de su plan.

-A mí la idea de Archivald no me parece mal, siempre y cuando actúes con precaución, claro... A lo mejor podría acompañarte alguien que no sea conocido en la tienda, ¿no?

Sin levantarse de su silla, Nick se giró hacia el resto de sus compañeros e intentó poner en orden lo que se había hablado durante el desayuno.

-En cualquier caso, la cosa queda así: Archivald quiere ir de compras, en misión de exploración –dijo con una sonrisa-, yo iré a ver a Erica Carlyle y luego, por la noche, a investigar qué se cuece en esa dichosa tienda.... Los demás... ¿qué vais a hacer? ¿Os apuntáis a estos planes, tenéis ideas alternativas...?

Tras usar la servilleta con contundencia, Brenda asintió a Nick, quien, como siempre, ponía el punto práctico a las situaciones, punto que ella admiraba.

-Yo voy a intentar hablar de nuevo con ese... eh, teniente ¿no? -Un vistazo al bolso, otro a la libreta de notas ya perfectamente conocida por todos, y un asentimiento decidido con la cabeza. -Sí, Teniente Poole. El que nos dijo que Jack era la novena víctima... Me pasaré por la comisaría, esta mañana. Y luego me sumo a los que estudian esos libros de Erica, si los conseguimos. Por la noche... Bueno, no sé si sería de utilidad forzando cerraduras, la verdad. Pero ya decidiré.

Con una sonrisa inocente sorbió un buen trago de su café, quedando de nuevo la marca en su labio superior, de la que no fue consciente. O sí, puesto que miró a Archie y le guiñó un ojo.

Henric ya había tomado suficiente café por esa mañana, y el cuerpo no le pedía más. La resaca del día anterior era cosa del pasado, y más café sólo provocaría que la ropa no se le estuviera quieta en su sitio a causa del tembleque provocado por los nervios azuzados por la cafeína.

-Como he dicho antes, tengo interés en ver cuanto antes esos libros, así que si no te importa, iré contigo a esa charla con Erica. Le dijo a su amigo Stolze. Y la verdad es que no se me ocurre que más podemos hacer. Las claves que hay en esos libros nos darán lo que necesitamos para continuar con la investigación, así que de momento ya tenemos bastante con lo que tenemos entre manos. Tomó aire antes de terminar diciendo. Por otro lado, la idea de Brenda me parece magnífica. Ese policía puede saber bastante información que puede que los libros no nos aporten, si Es capaz de sacarle algo, será de mucha utilidad, eso seguro.

Mina se quedó detrás de la taza cuando su pregunta fue ignorada. Revolvió lentamente mientras los demás iban hablando, desgranando acciones como cuentas de una cadena unida por un hilo invisible. Pensó, y trató de ver más allá de los movimientos obvios e inmediatos, pero no pudo. Se estaban extendiendo para cubrir con lentitud todos los cabos que se iban dejado sueltos. Bajó la mirada cuando dejó la taza, y distraídamente pasó el dedo porel borde, llevándose consigo un pequeño rastro de humedad que su propia boca había dejado. Si realmente los de la tienda estaban con los sectarios, ya debían conocer sus rostros. Quizás incluso en el círculo de Erica había un infiltrado, que estuviese observando sus movimientos a la espera de encontrar un motivo para continuar. A menos que los sectarios no se hubiesen enterado de la existencia de esos libros, no había forma de que no hubiesen intentado conseguirlos. ¿Habrían puesto a Erica en peligro con su insistencia en verlos...?

- Me gustaría acompañarles a ver a Erica, pero no creo que sea una buena idea - dijo, finalmente - Hemos sido nosotras quienes le hemos quebrado más la confianza. Quizás sea de más utilidad que vaya contigo, Brenda, a la comisaría a preguntar por las anteriores ocho personas - Mina sorbió de su taza - Siguen buscando un asesino serial, y jamás lo encontrarán, porque creo que no es tal... y tampoco creo que se hayan dado cuenta de ello.

Miró a Henric y Nick.

- Si hay miembros de la secta siguiéndonos, y se enteran de la existencia de los libros, Erica correrá un peligro inmenso. Creo que está viva sólo porque piensan que no sabe nada. Si pueden, y creen conveniente, díganselo. Si los saca a la luz para nosotros y luego decide no permitir que nos hagamos con ellos, deberá sacarlos de su casa inmediatamente. Quizás ella misma deba irse...

Miró a Archivald. Una suave sonrisa se extendió por sus labios. Pareció ir a decirle algo, pero al final no lo hizo.

- Bueno, la noche nos dirá qué hacer, según nuestro éxito. Pienso que hay que encontrar gente del círculo del doctor, pero de buenas a primeras no creo que haya forma de identificarles. ¿Quizás puedan hacerlo ustedes, en su charla con Erica...? - dejó la taza sobre la mesa.

Archivald le dio una larga calada a su cigarro mientras escuchaba a sus compañeros. Sin prisa alguna se entretuvo en observarlos a medida que iban anunciando lo que querían hacer con una gran determinación lo que le recordó a sus compañeros vaqueros que había dejado en tejas. Siempre es agradable poder contar con gente decidida que no le tiene miedo a nada así que en ese momento estuvo orgulloso de haber tenido la oportunidad de haber conocido a estas personas.

Bueno, se me ocurre otra cosa. Podríamos quedar con ese policía en la propia tienda de antigüedades. Sin duda eso provocará un efecto mayor en ellos y seguramente una preocupación si creen que están siendo investigados por la policía. Además de asegurarnos la protección que queréis que tenga. Al fin y al cabo ese hombre parece interesado en la investigación y seguro que darle algo de la información que tenemos nos sirva para que se una a nosotros. ¿Que os parece?