Partida Rol por web

Nick tomó el cadaver y lo giró un poco, de tal forma que luego pudiese dejarlo más o menos como estaba. Pero debía saber lo que había matado a su amigo. no iva a ser agradable. Pero ahora su mente estaba centrada en el caso. Porque aquello no era el cadaver de su amigo, ni la habitación a la que tal vez si hubiese llegado un poco antes le hubiese podido salvar la vida, ni nada. Era un caso. Un puzzle sin emoción ni sentimiento.

Ya tendría tiempo de sentir pena, rencor por sí mismo, culpabilidad, lo que fuese. Ahora no tenía tiempo.

Le dió parcialmente la vuelta, intentando que Nathan no lo viese. A pesar del aplomo del hombre, cosa que respetaba, sabía que el primer cadaver dejaba huella. Más si era de un amigo.

El cadaver era soprendentemente pesado. Al levantarlo ligeramente, Nick pudo oir un ruido viscoso. El vientre estaba abierto en canal y una masa blanquecina, que no podía ser otra cosa que los intestinos, colgaba de la herida impregnándolo todo ahora de un olor fuerte y desagradable.

Acabó de darle la vuelta como pudo y empezó a examinar el cuerpo. Salvo el hecho de que le hubieran sacado los intestinos mientras estaba vivo, a juzgar por el rictus de dolor en las facciones del cadaver, el único otro detalle destacable era una marca en la frente realizada con alguna sustancia que no fue capaz de identificar: el dibujo recordaba a los pétalos de una margarita dispuestos en semicírculo con el arco en la parte superior de la frente y otros cuatro pétalos en la parte inferior, en sentido vertical y uno al lado del otro.

¿Es Nathan, verdad? Por favor, señor, dibuje esta marca que Jackson tiene en la frente. Si es tan amable, creo que la necesitaré más adelante. Mientras el dibujante trabajaba, nick sostenía el cadaver de su amigo, acunándolo como un bebe. Su rostro, carente ya de expresión y vida, solo le dedicaba una mirada ausente. Las facciones con las que tan familiarizado estaba le dedicaban una mirada vacía, tan diferente a aquella, llena de vida, que había visto mil veces tras un vaso de cristal.

Alguien va a pagar por esto.

Henric dió un patada a un monton de nieve que había en el suelo cerca de él para liberar tensión y miró las caras de sus compañeros. Allí ya no había mucho mas para hacer y estaba empezando a enfriarse tras la carrerita. Pensó en que demonios podrían haber estado haciendo aquellos individuos en la habitación de Elías y entonces sus pensamientos volvierón una vez mas en dirección a su amigo.

-Será mejor que volvamos a la habitación, no ví a Elías en ella, así que quizás nuestro amigo este bién. En cualquier caso habría que mirar si esos asaltantes se pudieron llevar algo de valor. Henric hizo ademán de marcharse hacía el Hotel pero se detuvo, esperando a que sus compañeros digerán o hicierán algo, o sencillamente volvierán con el al Hotel.

Después de que el artista terminase el dibujo de la frente del hombre, Nick palmeó los bolsillos del difunto, buscando alguna pista que pudiese servirle.

El difunto. Como si no le conociese. Como si la imagen de su amigo destripado como un cerdo no fuese a acosarle el resto de su vida.

Dios.

-Señorita, por favor, si fuese tan amable de darnos un poco de intimidad e impedir que nadie nos moleste. El señor Nathan y yo tenemos trabajo por delante.

Si llegaba la dirección o la policía, no podría encontrar a quien ha matado a su amigo.

En el bolsillo derecho del pantalón había una tarjeta comercial en papel corriente. Con la letra de Jackson Elias se había añadido el nombre Silas N'Kwane:

IMPORTACIONES EMERSON
648W, Calle 47
Nueva York
Teléfono: HA 6-3900

- Bueno, en cualquier caso creo que lo mejor será volver al hotel y notificar lo ocurrido a las autoridades - dijo archivald para volverse después en dirección al hotel, exactamente por donde había venido.

Nick se guardó en el bolsillo una tarjeta y volvió a dejar el cuerpo como estaba, con toda la precisión que pudo. Después, se incorporó y comnezó a registra la habitación, metodicamente, con la práctica de toda una vida. Primero cajones, maletines si hubiese. No tenía tiempo para darle la vuelta a los cajones, y no quería que nadie notase que había realizado un registro.

Pero iva a encontrar al hijo de la gran puta que había matado a una de las pocas personas que le habían ayudado en esta vida.

-Si, si, claro. Pero, un momento... quizá sería buena idea echar un vistazo a la habitación antes de que lo haga la policía. Y se apresuró a añadir con un enérgico cabezazo de afirmación: sin interferir, naturalmente.

Miró hacia la escalera de incendios, por la que habían bajado con riesgo y dificultades.

-Podríamos volver por ahí... o por lo menos algunos. Y que los demás nos den un poco de margen, lo suficiente para investigar. Los ladrones han escapado, así que, dadas las circunstancias, no vendrá de cinco minutos. ¿No les parece?

Y se dirigió hacia la escalera, para encaramarse por ella de nuevo, girándose para recabar la ayuda y el asentimiento de alguien más.

Mina no apuntó horrorizada con el dedo al cadáver, a punto de un grito, sólo porque era muy inglesa para semejante falta de educación.

Un cadáver. La sangre. Los gritos. El sujeto muerto. El profesor Landgrave. Su padre. El cadáver. El dolor. La muerte. El olor. El horror. La libreta. Los movimientos. El niño. El amigo. Los pasos. La cama. El silencio. Un vacío. Frío. Calor. Terror. Las lágrimas. La sequedad. Incapacidad. El cielorraso. La ventana. Los demás. El profesor Landgrave. Las ocho. Hotel Chelsea. Egipto. Expedición. Metafísica. Simbología. Latín. La universidad. La muerte. La locura. Su hermano. Su hermano...

Las lágrimas caían por las mejillas de Mina cuando logró recuperar parcialmente la conciencia de lo que estaba sucediendo. Su padre y su historia habían hecho suficiente por ella como para que no hubiera salido corriendo a los gritos; y la segunda mirada al cadáver se consumió con un suspiro. Los dos hombres trabajaban moviéndose como poseídos, destrozadas marionetas envueltas en el horror y la ira. Y ella, que nada tenía que ver en el cuadro excepto lo que la casualidad le había indicado, asintió con la cabeza.

- Lo intentaré - dijo suavemente, limpiándose las lágrimas con rapidez. - Si algo sucede y tengo que entrar... tocaré dos veces. Si necesitan algo...

Mina salió de la habitación, dando un solo paso, y entornó la puerta hasta que pareció que estaba cerrada.

Ya en el pasillo, sin ser conciente, se apoyó contra una de las paredes contrarias. Buscó posicionarse de forma tal que pudiera ver la puerta, pero que no pareciera estar justo adelante de ella, a la expectativa de algo. Se corrió más hacia el lugar donde suponía que estaba el lugar principal de acceso a esa planta, aquel sitio por donde podría subir o la polícia, o alguien de seguridad, a quien algún otro huesped alarmado hubiera llamado al escuchar los gritos y los golpes en la puerta.

Dios mío..., se repitió una y otra vez, sintiendo que la cabeza le daba vueltas. Había visto muertos. Había visto a su hermano con la carne abierta en dos, aunque no su cadáver cuando ya no había nada que hacer. Su padre la había entrenado para las armas y la caza: tenía que resistir el horror. Pero por qué... ¿por qué? ¿Sabía de este riesgo Landgrave?

Un escalofrío la recorrió entera.

¿Estará bien Landgrave? ¿Habrá participado en algo así? ¿En qué se ha metido ese hombre? ¿Tendrá que ver con la expedición, de la que sólo quedaba él, o alguno más...?

Mina movió la cabeza enérgicamente. El símbolo en la frente de Jackson Elías atrapó sus pensamientos, como un acertijo tratando de calmar su mente. Se puso a pensar en ello. Aún con su interior agitándose trémulamente, su cuerpo no temblaba: y con firmeza, apretando los dientes, inspiró hondo y se preparó para detener a cualquiera que quisiera saber qué podía estar sucediendo.

Lo mejor es que todos volvamos por donde hemos llegado hasta aquí - propuso Louis mientras se acercaba hasta la escalera de incendios para ayudar a Brenda a subir por ella - De otra forma llamaríamos aún más la atención.

No quería ni imaginarse el rostro del recepcionista si les veía pasar de nuevo ante él cuando hacía apenas unos minutos que habían subido....sólo Archivald y Henric habían utilizado la salida convencional, así que ellos no despertarían demasiada curiosidad.

Y con respecto a la policía - añadió muy serio - ...no sé cómo será aquí, pero de donde vengo, si intervienen te puedes despedir de encontrar a nadie...así que estoy de acuerdo con la señorita Farrow. Será mejor que miremos nosotros primero por si hubiera alguna pista que seguir para localizar el paradero de Elías.

Nathan tragó saliva. ¡Que gesto tan sencillo y tan dificil de completar! En su boca parecía estar creándose alquitrán candente el cual, al pasar por su garganta, provocaba sensaciones de nausea y dolor.

La mano le temblaba. El lapiz oscilaba sobre el papel con el pulso de un anciano. Le costó un par de intentos antes de conseguir un boceto medio similar a al imagen que su amigo tenía grabada sobre la frente. Serviría.

Deseoso de apartar le mirada se centró en registrar la habitación en busca de algo extraño, algo fuera de lugar. Se cuidó de no tocar nada ni desordenar más lo que ya lo estaba.

MacConlom subió de nuevo las escaleras con expresión derrotada.

- Maldita sea. Mis piernas ya no son lo que eran. Si esos sinvergüenzas me hubieran encontrado hace cuarenta años...

Una vez de vuelta en la habitación de Elias, empezó a rebuscar entre el desorden, procurando perturbar lo menos posible el escenario, con la esperanza de encontrar alguna pista acerca de qué intenciones tenían los intrusos.

Archivald no parecía estar muy convencido pero volvió de nuevo a la habitación con el resto de los presentes. Eso si, por dentro del edificio para no pasar más frío del necesario.

- No se, no se. A mi todo esto me parece muy raro y no quiero meterme en lios... ustedes sabrán.

Brenda llega arriba, y entra de nuevo por la ventana, ayudada por Sheridan. Esta vez el trayecto ha sido más lento, y aunque está fatigada por todo lo sucedido, por lo menos controla ya su respiración.

Sin embargo la retiene cuando cruza el marco de la ventana y penetra en la habitación. Es evidente de que antes, cuando han entrado en tromba en ella, casi no ha sido consciente de nada más que del ruído en la ventana y del desorden reinante. Ahora... ahora, rebuscando, se puede encontrar alguna sorpresa desagradable que le haya pasado desapercibida antes. ¿Un arma quizá...? Mira con ojos escrutadores el interior...

Nick miró por encima del hombro mientras Nathan y Mina se ponían en acción. Para gente que no parecía haberse visto con la mierda hasta el cuello, y aunque sentía su aprensión, eran capaces de tragarselo todo y seguir hacia adelante sin dudas ni titubeos. De forma calmada y profesional. Empezaba a entender los motivos por los que Jackson les había elegido a cada uno.

Lo que no sabía aun era porque.

Siguió su metódico registro, esperando encontrar algo que se lo aclarase.