Partida Rol por web

Petticoat Lane era el mejor lugar para encontrar cualquier cosa que uno necesitara en Londres. Lejos de los elitistas barrios mercantiles de la clase adinerada, los comercios de Petticoat se desbordaban por las aceras. Las calles se convertían en galerías comerciales, y los camiones cargados de género vendían directamente desde la calzada sus productos. A pesar del frío y de la incesante llovizna, la multitud trabajadora recorría las tiendas, comprando y vendiendo, haciendo latir el corazón del Comercio que mantenía vigorosa a la Vieja Inglaterra.

En el rostro del detective seguía indeleble aquel mohín de desagrado por todo lo que rodeaba el ambiente londinense. ¿Qué demonios era aquella especie de macro mercadillo? ¿Pretendían encontrar billetes de barco allí? De cualquier modo todo estaba absurdamente concurrido. No cesaba de llover, la humedad era creciente y, a pesar de estar en las primeras horas de la tarde, daba la sensación de que, de un momento a otro oscurecería en aquella sombría ciudad. De acuerdo con que fuese la ciudad más grande del mundo... la gran capital Europea... pero para Nick no tenía ni por asomo la décima parte del relumbrón que se podía ver en cualquier rincón de Nueva York. 

¿Y de dónde había salido tanta gente? Nick quería puentear un coche y llevárselo. No participar en las malditas carreras de Ascot. El dueño maldeciría en perfecto inglés y, al día siguiente la eficiente Scotland Yard encontraría el vehículo en otro barrio. Así de simple... no había daño alguno. Pero allí no había manera... demasiada gente.

Y es que a Nick no se le iba de la cabeza la operación que debía llevar a cabo aquella misma noche. La Fundación Penhew no era el maldito Fort Knox pero tampoco es que pensase que le iban a dejar todas las puertas abiertas de par en par. Al fin y al cabo era una asociación filantrópica por lo que era previsible que no tuviesen a ningún guardia vigilando toda la noche como en el British. En fin... ya se vería. Por lo menos Sheridan podía ser taxativo en lo que al vigilante se refería y, bueno, en los Estados Unidos no es que destacasen por su valentía. Claro que, seguroq ue con la suerte que estaban teniendo, la Fundación contaba con un guarda de la Real Orden Británica... hombre de honor y probado arrojo. 

- Malditos ingleses... - masculló Nick.

El bueno de Archie no soltaba el brazo de Danielle en sus ansias por protegerla del gentío aunque ella podía defenderse sola. Finalmente lograron cobijo en la parte trasera de un puesto donde la marabunta de gente casi había desaparecido. Rápidamente echo mano a su cartera y dio gracias de haberla puesto en el bolsillo de delante del pantalón y no en la chaqueta como solía hacer pues había notado al menos un tirón en la ropa.

Bien, supongo que aquí podremos conseguir lo que necesitemos para nuestra visita nocturna. Yo empezaría con unos guantes, un mapa de la ciudad... ¿Y ropa negra?
Tal vez sería mejor que Danielle fuera al puerto para mirar los distintos pasajes que podemos tomar para ir hasta Egipto.
 

- ¡Americanos! Ir al puerto a buscar pasaje...

La joven exploradora caminaba con rapidez y familiaridad, esquivando a los hombres que cargaban bultos y mujeres que cargaban bolsas. Aquí y allá se detenía a hablar con alguien o preguntar por este u otro artículo.

- Lo primero, necesitamos material. Mucho material: Tiendas de campaña, ropa de algodón, cuerdas, lámparas, camastros, comida envasada... Créame, cuanto más compremos en Inglaterra, menos tendremos que comprar en Italia o, Dios nos libre, en Egipto.

Señaló un pequeño toldo entre dos edificios de ladrillos, bajo el que se amontonaban mesas con libros.

- Pruebe allí con los mapas. Tienen de segunda mano, busque de la edición de 1923. Y respecto a los pasajes... - Se detuvo frente a una tienda cuya mercancía ocupaba parte de la acera: Filas de percheros con camisas y pantalones de luminoso color blanco. - Tenemos dos opciones: Ir a una Agencia y pasar por turistas, o buscar aquí un pasaje en un vapor costero y llegar a Egipto discretamente.

Señaló el letrero, casi oculto por la mercancía expuesta: "Al-Harasid. Algodón Egipcio"

Archivald observaba un par de guantes de cuero de foca que le estaban gritando "¡COMPRAME!" desde hacía rato. Con disimulo les dio la vuelta haciéndose el interesado ya que esperaba encontrar una tara en el artículo para desconvencerlo de su compra pero se dio cuenta de que eran nuevo y tenían muy buen aspecto.

- Cierto, debemos hacer unas cuantas compras pero nosotros somos hombres y como tal no nos gusta ir de compras sino esperar en el bar. Además, señorita Archer, seguro que usted esta más preparada que nosotros para adquirir el material que necesitamos - dijo archivald tomando los guantes y probandoselos.
Pero si que le doy la razón en lo de tomar pasaje en un barco de vapor más discreto.

- De acuerdo, yo me encargaré de los pasajes entonces. Nos vemos en el fish & chips de la esquina en... ¿una hora?

Y diciendo esto, desapareció en la tienda.

El detective se desperezó con saña tras la partida de la mujer. Era como si su presencia le incomodara y le obligara en cierta manera a guardar las formas. 

- De acuerdo Archivald... espero que no te escandalices pero que sepas que tengo intención de robar un coche para esta noche. Puedes ayudarme o bien puedes ocuparte de comprar mapas, brújulas y lámparas de aceite. Como veas...

Nick comenzó a andar tratando de orientarse... el gentío le incomodaba un poco y deseaba salir de aquella muchedumbre y encontrar un callejón oscuro y poco transitado en el que hubiese algún vehículo aceptable con poca vigilancia.

- ¿Vienes o no?

Bueno, supongo que podríamos alquilar un coche o incluso tomar un taxi. Y no tengo intención de comprar ahora objetos que no voy a usar sino lo que haga falta para esta noche. Ropa negra con rayas grises, una palanca, un saco, un antifaz... - responde archie con ironía mientras sigue a nick por el mercado.

- No olvides el saco de arpillera con el símbolo del dólar estampado. - rió Nick. - Vamos... salgamos de este gentío.

El detective se encaminó a la salida de aquel conglomerado de gente, comercios, mercancías. Necesitaba encontrar un coche algo desatendido aunque...

- Bueno... si prefieres podemos comprar el material para el viaje y ocuparnos del coche cuando anochezca. No creo que falte mucho y ante tal cantidad de gente probablemente tengamos problemas. 

Nick sacudió la cabeza desechando la idea de llevarse un coche entre aquella maraña de personas. 

- Vayamos de compras.

Archie saco un billete extraño con el dibujo de una señora que le entrego al dueño de la tienda para pagar los guantes que había tomado del puesto. En realidad no necesitaba nada más que no pudiese conseguir pero aprovechando que estaban en el mercado de Petticoat Lane sería más práctico echar un vistazo por el lugar antes de irse.

No nos marchemos tan pronto. No siempre se tiene la oportunidad de visitar un mercado como este en otra importante ciudad.

Nick se debatía. No tenía nada claro lo que se esperaba de él. Ya estaban preparando el viaje a Egipto y, sin embargo, el detective no podía quitarse de la cabeza la incursión nocturna que le esperaba. Por ello llevaba un poco de cabeza al pobre Archivald.

- De acuerdo... - acabó por farfullar. - Portémonos como unos buenos chicos y vayamos al puesto de mapas. Sigo creyendo que cualquier cosa que podamos comprar aquí también la podremos encontrar en las calles de El Cairo... pero más baratas. Claro que las posibilidades de que te estafen allí son mayores. En fin... 

Nick se abrochó la chaqueta y se encaminó al puesto de mapas.

Tras ojear un par de sitios donde poder comprar ropa barata y sencilla finalmente archie y nick decidieron buscar el material necesario para la expedición aunque no tuvieron mucho éxito en el intento.

Nick, me siento desnudo sin mi revolver en la cartuchera derecha. ¿Crees que en este país podré conseguir uno? Aunque lo que más me preocupa es hacerlo llegar hasta Egipto después - comenta archie mientras firman un acuerdo con un vendedor británico que mueve mucho las manos y tiene pinta de ser capaz de vender a su madre por una módica cantidad.

Finalmente parecía que aquel mercadillo les había proporcionado varias cosas interesantes y a precios más o menos asequibles. Si bien el detective estaba seguro de que algunas cosas las podría haber encontrado mejores y más baratas en las calles de El Cairo, otras tantas parecían ser justamente lo que necesitaban. Claro que, con esto del cambio de moneda, uno no podía estar del todo seguro. - Malditos británicos...

Lo que proponía Kirkham era más que plausible. Nick también conocía esa sensación de indefensión total  sin su arma... como un castrado en un burdel, - solía apostillar. Sin embargo no parecía que las armerías fuesen algo más o menos cotidiano en pleno Londres.

- Ummm... lo cierto es que lo dudo bastante pero, ciertamente, ¿por qué no esperar a llegar a Egipto?

Nick sopesó por un momento las posibilidades de lo que estaba planteando.

- Las calles de El Cairo son propicias para conseguir casi cualquier cosa. Incluso si me apuras, dado que vamos a viajar en un vapor por el Mediterráneo, imagino que en algún puerto como Malta o Turkía sea bastante sencillo. Aquí puede traernos complicaciones el mero hecho de preguntar por una armería. Menudos son estos ingleses...

Las posibilidades de que necesitasen de armas de fuego en la capital británica eran remotas... pero no imposibles. Con todo lo que tenían encima no se podía descartar aunque lo cierto es que despues de haber dejado Nueva York, parecía que los sectarios habían desaparecido de sus vida. O eso o estaban sospechosa y silenciosamente cerca.