Partida Rol por web

- Linda música prima! - Susurra La joven y bella granjera de humilde origen a la otra chica que es mas o menos de su edad tras acercarse a la plaza y escuchar por un momento a los músicos cuando sucede la escena de mla mujer que solloza, entonces le ahce una seña a su prima para que se acerquen un poco al chisme, pero entonces se acercan los alguaciles y las chicas dan unos pasos hacia atras para alejarse mecánicamente del peligro cuando sucede el disparo entonces ambas sueltan el grito de miedo cuando escucha que amenazan a Amira, la chica a la que apenes había conocido hace un rato en la plaza, así que jaló a su prima para acercarse a ella, para buscar algún lugar donde pudieran ocultarse de los alguaciles y solo entonxces llamarla:

- Hola amiga! Ocultate mejor que corremos riesgo en este lugar! -

Tarik murmura a Thafer discretamente, aprovechando que la atención de la gente parece estar centrada en el caballero Beltrán.

Amigo Thafer, diría que tenéis toda la razón. Parece que el caballero de la cruz bordada está quejándose sobre la cantidad de infieles en la ciudad. Mejor nos vamos a ocuparnos de nuestros asuntos, y ya nos enteraremos de quienes son los difuntos, aunque espero que esto no sea habitual. En mi primera mañana en la ciudad ya han caído tres personas: una meretriz, un miembro del consejo y esta tal Margarita.

Marchémonos y ya nos enteraremos luego.

Cuando ves el cuerpo de Margarita observas que tiene alguna especie de pequeño objeto puntiagudo clavado en el cuello y de esa herida es de la que parece surgir el charco de sangre.

Por tu experiencia en diversas batallas sabes que se trató de una herida mortal efectuada con mucha precisión. 

Poco a poco la gente empieza a abandonar el lugar, algunas personas se quedan curioseando por el lugar, otras vuelven a su día a día... Los alguaciles se quedan junto al caballero, esperando sus órdenes o las de algún otro superior que pueda aparecer.

El cielo, antes en calma vuelve a oscurecerse y de nuevo parece que la lluvia no tardará en bañar las calles toledanas, otra vez... 

Safira abandonó el lugar discretamente hasta llegar a su morada. A su llegada comentó con su marido lo sucedido, con cierta preocupación. 

-No sé qué acontece a la ciudad de Toledo, justo en el día que acoge a Su Magestad. Sea coincidencia o no, está claro que existe un mal acechando a sus gentes ¿Qué podremos hacer nosotros, pobres mortales?

Si Thafer no tiene nada en contra, él y Tarik prosiguen su camino a casa del Khaled, tal como tenían previstos

Escuchando atentamente las palabras de Tarik me dispongo a responder:

- De hecho, llevo viviendo aquí mucho tiempo y esto es inusual, por eso mi alarma ante semejante situación, se han amontonado demasiados acontecimientos desafortunados para verlo como normal, asesinatos, eventos oscuros y artistas magistrales en las calles; si la guardia y ese caballero son sensatos, sabrán que los judíos son el menor de sus sospechosos y deberían apresar e interrogar a ésos artistas, te lo digo yo tarik viendo que no sois de aquí; lluvia sangrienta y aves muertas no es ninguna característica climática de nuestra región.

Sigo con tarik hacia la casa de khaled.

- Hasta luego alguien! - Le dijo María en voz alta a Amira porque era la única persona cercana que había conocido ese día pero solo le había dicho que no era nadie y se despidió de ella con la mano antes de tomar con ella a su prma para continuar caminando con calma hacía la casa del herbolario, según las indicaciones de su madre

Te mira con una dulce sonrisa

- No os preocupéis, mi señora... Él velará por todos nosotros y nos protegerá... Vamos su abrazo y bajo mi techo no deberéis temer nada... 

Besa dulcemente tu mejilla

- ¿Podrías preparar algo para esta noche? Tengo una reunión con un posible socio y quisiera que todo saliera bien... Podría significar muchas más ganancias para nuestra casa y un mejor futuro para nuestros hijos...

Acaricia tu barriga con una sonrisa para después irse con la niña. 

Camináis por las calles toledanas, observando como los alguaciles siguen persiguiendo y deteniendo a la gente. Las puertas y ventanas están cerradas y las calles más silenciosas de lo habitual.

Algunos cuervos sobrevuelan la ciudad y al llegar a la zona árabe percibís el mismo ambiente tétrico y solitario... Afortunadamente, sus calles siguen oliendo a especies y perfumes... Ese es el más claro signo que os encontráis en la zona habitable... Ya podían aprender esos sucios cristianos sobre higiene... 

Al llegar a las puertas de la casa de Khaled el Ualid Ibn al-Bazlaf un par de guardias del Emir Hassán ibn al-Rachid os reciben, os miran de arriba a abajo y al reconoceros os dejan pasar.

En el interior un par de esclavas se encargan de recoger vuestros zapatos y ofreceros algunos dulces, una de ellas os habla

- Mis señores... ¿A quién desean visitar? Por favor acompáñennos hasta la sala contigua donde podrán esperar... 

Camináis por las calles toledanas, observando como los alguaciles siguen persiguiendo y deteniendo a la gente. Las puertas y ventanas están cerradas y las calles más silenciosas de lo habitual...

Llegáis hasta la casa en donde viven el médico y su familia... Un dulce aroma sale por su chimenea y en el interior se escucha el llanto de una niña. Una de las puertas se encuentra abierta y al asomaros podéis observar a un muchacho de cabellos rizados y claros con unos profundos ojos verdes que se encuentra en el interior atendiendo a una señora. 

Beltrán cubre sus dedos con la manga del blusón y examina detenidamente el objeto puntiagudo, extrayéndolo del cuello de la pobre Margarita.

_ Cuanto tiempo ha pasado desde que no he podido ver algo con tanta precisión. Quien lo hizo era muy diestro en el uso de armas a distancia... _

Díaz se levanta y dice a los dos guardias con voz marcial, pero con la amabilidad que caracteriza al caballero - Por favor, que nadie toque estos cuerpos y asegúrense de que sea portados al Hospital de Santiago. Tratenlos con la mayor diligencia, ¿Estimados? -  Beltrán espera el nombre de los alguaciles mientras mira alrededor para saber quien queda por las inmediaciones de la plaza. ¿Donde estará la jóven Clara?

Los alguaciles se miran los unos a los otros, claramente no saben como actuar pues su líder yace muerto a escasos centímetros de ellos... 

- Así se hará, Señor... En cuanto llegue el enterrador o los monjes se lo comunicaremos... - Vuelven a mirarse - Pedro, Señor y mi compañero Luis... 

El resto se quedan guardando el lugar de curiosos y otras posibles amenazas. 

Observas que Clara está escondida detrás de unas cajas junto a otra chica. 

Escuche las palabras de aquella joven a quien quiso entablar conversación... no podía estar haciendo amigos, no por mi sino por la protección de ellos mismos.

"Si!!!! hay que huir de aquí...gracias... de verdad" seguísus pasos pero sin adelantarla, como si fuera por mi cuenta, miraba de vez en cuando para ver donde se encontraba y que no nos viesen en sintonia, no quería que hicieran daño a nadie por mi culpa. A parte todo lo que estaba pasando en la ciudad no era normal.

En cuanto pude me dirigí a donde vivía, sin lugar a dudas era el lugar mas a salvo que pudiera estar.

No sabía si Clara había llegado a hacer caso de sus advertencias o no, pero no dejaba de estar preocupada por la situación que estaba viviendo.

Al intentar ponerse a salvo había perdido de vista a Clara y, por si eso fuera poco, había visto como la mujer que hacía unos minutos estaba llorando por la pérdida de su hija yacía inerte en el suelo de la plaza del mercado rodeada de un charco de sangre.

Agazapada junto a ti te percatas que está Clara, hasta ahora no habías advertido su presencia y ni siquiera sabes cuándo llegó hasta allí... Durante un fugaz momento te parece ver en su rostro una sonrisa tétrica... Como de alguien que disfruta con el espectáculo... 

Mientras permanecéis ahí te fijas que el Caballero religioso os busca con la mirada hasta que os ve. Su mirada no parece inquisitiva ni con malas intenciones. 

-Habréis de tener razón, sin duda alguna-respondió Safira-Descuidad, que vuestra visita no tendrá queja. 

Safira devolvió una sonrisa cuando su marido le acarició la barriga. Por nada del mundo querría quedarse de nuevo en estado, mas ¿cómo podría responder de otro modo a las atenciones de su marido?

Sin mas dirióse a la despensa, comprobó los ingredientes que tuviere. Lo cierto es que no contaba con un comensal más para la cena, pero añadiendo acompañamientos, seguro que llegaría la comida. Berenjena había, para un babajhanuh y disponía de harina, para añadir algo de pan y huevos y frutos secos para preparar unos ataief para postre. Safira disfrutaba de la cocina. Al fin y al cabo, era parecido a la alquimia y le permitía tener la cabeza distraída, que era lo que necesitaba en ese momento para mantener la cordura, luego de lo acontecido en las últimas horas. Sin embargo, por más que lo intentaba, su cabeza volvía a revivir una y otra vez aquellos sucesos inquietantes, a los que no encontraba ninguna explicación racional. Hasta se le quemó una primera hornada de pan y la tuvo que repetir. Por suerte, había amasado de sobra. 

-Saludos mujer, estoy aqui para visitar al Emir Hassán ibn al-Rachid, soy amigo suyo y deseo hablar con él si hay ocasión, no deseo importunarle por lo que os pido le digáis de mi presencia sin prisas ni urgencias.

Me dejo guiar hasta la sala, para ponerme cómodo y así esperar al Emir, si se presenta en el lugar, estaré preparado para ponerme de pie con rapidez y hacer los ademanes pertinentes a su posición.