Partida Rol por web

Sonó el despertador y Ashley, con cierta pereza, se levantó para apagarlo, echó un vistazo a su móvil, las siete de la mañana, parecía que hoy iba a ser un día como otro cualquiera para la joven. Se desperezó un poco y se dirigió a lavarse los dientes para quitarse el aliento mañanero, pero mientras se dirigía al baño, se cruzó con su padre.

Lo miró con cierta pena, pues iba cojeando, aún no se acostumbraba a ver a su padre así, después de todo no hacía tanto desde que ocurrió el accidente y siente que ya le han pasado muchas cosas al pobre hombre. La muerte de su mujer, que evidentemente era también la madre de Ashley, la desaparición de su hermano y para rematar un accidente que lo dejó inválido de por vida... Y aún con todo eso, siempre estaba con una gran sonrisa en la cara. Su padre era una fuente de inspiración para Ashley y sin él, sabía que su vida sería mucho peor. 

Con un suspiro, se dirigió al baño, ya hablaría con su padre luego. Pero antes de poder echarse el enjuague vocal para eliminar ese aliento, su móvil vibró, parecía que le acababa de llegar un mensaje. 

Al principio pensé que seria alguna notificación sin mayor importancia; alguna
publicación trivial en redes sociales o alguno de los mensaje de buenos días
que se envían por los grupos nada mas empezar la mañana.

Sin darle mayor importancia decidí entrar al baño para limpiarme la boca con el
enjuague bucal. Pasados unos minutos encendí la pantalla de mi teléfono móvil
para ver la hora. Fue entonces cuando vi la notificación del mensaje que había
sonado antes, se trataba de Zac Davidson un "amigo" y compañero de clase. Entré a
la conversación escrita en aquella red social y me quedé dudando durante algunos
minutos sobre que debería responder. Sentí una mezcla entre preocupación y curiosidad
ya que no sabia muy bien el motivo que le había llevado a escribirme tan temprano. Así
que hay estaba, de pie dentro del cuarto de baño, frente al espejo, con el boto de
enjuague bucal en una repisa frente a mi y yo con el teléfono móvil entre mis manos.
Finalmente tome aliento y soltando una bocanada de aire lentamente por entre mis labios
decidí contestar;

De Ashley Hill:
    
    Vale, ¿que a pasado?
    

Mientras esperaba su respuesta decidí que lo mejor seria ir a comer algo y prepararme
para poder empezar la mañana he ir a clase.

Tras contestar al teléfono después de asearse y vestirse, solo le quedaba recibir la comida más importante del día ¡el desayuno! Bajó al piso de abajo, donde se encontraba la cocina, allí estaba ya sentado su padre, comiendo un bol de cereales y le dedicó una sonrisa a Ashley. - ¿Cómo está mi futura filóloga favorita?

George notó la cara de preocupación de su hija. Ladeó la cabeza levemente y mostró una pequeña mueca de preocupación. - ¿Está todo bien cielo? Últimamente te veo con mucha preocupación cuando vas a clase ¿te preocupa algún exámen o alguna asignatura? - preguntó por intentar comprender a su hija.

Miró a la mesa y observó que no había puesto nada para ello. - Mierda, perdona, se me pasó completamente prepararte algo. - empezó a levantarse con algo de esfuerzo. - Enseguida te preparo algo. - comentó, lamentándose por su pequeño olvido.

Al llegar a la cocina escuche la pregunta de su padre a la que decidí contestar con una leve sonrisa que de manera afectiva intentaba mostrar el cariño y afecto que siento por él. Sin embargo, esta mueca de complicidad entre padre he hija no sirvió para enmascarar lo que realmente sentía, cosa que puede observar al escuchar las incisivas preguntas de su padre, preguntas que resonaron sobre todas las paredes de mi cabeza. Mis labios intentaron forzar una sonrisa que denotara una falta de preocupación, un intento para que su pobre padre no tuviera que estar aun mas preocupada por mi de lo que ya estaba. Después intente gesticular como pude una respuesta que diera a entender que en realidad no era nada, las típicas preocupaciones que tienen las personas cuando están inmersas en tarea tan importante como esa de los estudios.

Poco después vi como mi padre se disculpaba mientras intentaba levantarse de la silla, a lo que me acerque a él y posando una de mis manos sobre uno de sus hombros le dije, sin fingir tranquilidad alguna, puesto que por un momento había olvidad toda preocupación.

- Descuida papa, lo haré yo, tú desayuna tranquilo y descansa.

Después me recline sobre él para darle un beso sobre su mejilla y con una mezcla de sentimientos sobre la boca de mi estomago fui a prepararme el desayuno. Hoy no tenia demasiada hambre todo aquello realmente me había quitado el apetito, sin embargo sabia que no podía vivir solo del aire, así que decidí prepararme un poco de leche con avena para desayunar.

Una vez termine mi desayuno me levante de la mesa, recogí la vajilla que ambos habíamos utilizado y dando otro beso en la mejilla a mi padre me despedí de él. Fui hasta la habitación, tome mi mochila y bajando de los 25 peldaños que conforman mi escalera puse rumbo al instituto.

George se sentó en el sitio tras escuchar la voz de su hija. - Está bien cielo. - decía ciertamente triste. - Yo... No quiero ser una carga para ti, ni para nadie. - suspiraba. - Si aquél borracho no se me hubiera cruzado... - George solía tener una actitud mucho más positiva, pero a penas habían pasado unos pocos meses desde el accidente y se notaba que le apenaba cada vez más sentirse tan inútil.

Al menos podemos seguir disfrutando de un buen desayuno azucarado juntos, como en los viejos tiempos. - asentía, con una amplia sonrisa. - Estaré bien, todo irá bien, puedo seguir haciendo cosas por mi cuenta ¿vale cielo? Aunque parezca que no. - bromeó. - Tú céntrate en tus estudios y en disfrutar de tu juventud, yo me centraré en seguir siendo el padre de esta familia.

Tras terminar aquél desayuno y tras recibir lo que fue un intento de hacer ver que George podía seguir dándolo todo, Ashley no dudó y fue a clase.

Ashley llegó a clase, el señor Preston (su profesor) ya se encontraba allí dispuesto a comenzar la clase. Quien también andaba por allí era Zac, quien como era costumbre andaba en última fila, separado del resto y completamente a su bola. Ashley podía sentarse a su lado e intentar ver que le pasaba o por otra parte, ponerse en primera fila e intentar atender a las aburridas clases del señor Preston.

Tras escuchar la respuesta de mi apenado padre no pude evitar sentir un frío he intenso escalofrío que recorría mi columna y erizaba el cabello fino y corto de mis brazos. Intente ordenar en mi cabeza las palabras y con cierta dificultad para hacerlo intente expresarme.

- No eres una carga papa, en ningún momento he querido decir eso...  - Dije con voz tranquila - Lo que quiero decir es que si te fuerzas tardaras mas tiempo en curarte.-

Su respuesta sobre los desayunos azucarados me hizo esbozar una sonrisa porque por primera vez en mucho tiempo se había dado cuenta de cuan valioso es el tiempo y cuanto tiempo habían pasado desayunado junto a lo largo de nuestros días.  

Finalmente recogí mis cosas y fui camino a clase. Al entrar por la puerta vi al señor Preston, el profesor que mirando al alumnado estaba esperando un poco para así poder empezar a dar la clase. Me pare unos segundos en la entrada y dirigiendo mi mirada al fondo vi Zac sentado en el fondo de la clase. Pensé por unos instantes que debería hacer; la primera opción era la mas clara y a primera vista la mas conveniente, ir a la ultima fila para hablar con él. Sin embargo, descarte rápidamente esta opción porque si quisiera hablar conmigo de algo realmente importante lo mas seguro es que espere a estar en el patio juntos. Por otro lado si hiciera eso y no le avisara podría llegar a pensar que estoy pasando de ir a sentarme con él, así que lo mejor seria enviarle un mensaje al teléfono móvil para que sepa cual es mi idea.

Una vez dilucidado ese problema envié rápidamente un mensaje a Zac explicándole mi idea y tome asiento en la primera fila.

La clase comenzó y el escuálido señor Preston entró en el lugar. No tardó en empezar a hablar sobre la influencia del latín en la vida moderna y como sin él a día de hoy sería prácticamente imposible hablar. Su lenta forma de hablar, su relativamente aguda voz y su tono completamente neutro, hizo que a Ashley y cualquiera que estuviera en primera fila, empezara a sentir sus fuerzas completamente mermadas. Un profesor así le arruinaba la enseñanza a cualquiera, a pesar de que se notaba que entendía mucho del tema.

Non scholae, sed vitae discere.

Señaló entonces a Ashley, quien vio que estaba a nada de cerrar los ojos y pasar al abrazo de Morfeo. - Dígame señorita Hill ¿ha leído algo últimamente que le haya enseñado algo?

Las clases del señor Preston, como siempre, eran un aburrimiento supremo. El hombre claramente se esforzaba, y sabía muchas cosas, pero sus métodos no eran los más interesantes del mundo. Un profesor tenía que ser enérgico y vibrante para que sus clases fueran interesantes. Hacer que el alumnado tuviera interés por lo que dices era primordial si querías ser escuchado. Y estaba claro que el señor Preston no sabía cómo hacer que sus clases tuvieran ese tipo de energía.

— ¿Huh? - gruñó, levantando la cabeza para mirar al profesor, que le estaba preguntando. Pensó durante un momento, y lo primero que se le vino a la cabeza fue la lectura de "La Ilíada", de Homero. En clases de griego tenían que leer sus obras y analizarlas en un contexto actual. Por supuesto, la lectura era de todo menos agradable. — Supongo que... La Ilíada. Me ha enseñado que antiguamente era más importante el nombre o la familia que lo que realmente hicieras o fueras. Y ahora pasa un poco lo mismo. Si vienes de familia famosa ya tienes la mitad del trabajo hecho.

Los alumnos se rieron un poco con la reflexión de Ashley, pero no le importó demasiado. Había sido una respuesta para salir del paso, con la que esperaba que el señor Preston la dejara en paz para seguir escuchando su aburrida charleta... si es que no se dormía antes.

El señor Preston asintió. - Lamentable, a la par que cierto. - señaló a la pizarra. - Esta misma pizarra, ha debido ser creada por una mano de obra muy poco formada, que habrá recibido muy poco dinero por ella, sin embargo, miradme aquí, usándola y cobrando un gran dinero solo por mancharla y limpiarla. - el símil había sido llevado a lo más simplista posible. 

El padre del creador de esta pizarra, seguramente tampoco tendría muchos estudios, ni sería famoso, por eso su hijo acabó haciendo lo que hizo, sin embargo mi padre, doctorado en literatura inglesa, me llevó hasta aquí. - dio un par de toques a la pizarra con la tiza. - Un mismo objeto, uno lo creó desde cero, el otro solo lo mancha y lo limpia. - miró entonces a Ashley. - Su ejemplo fue muy bueno, señorita Hill y si bien se puede seguir aplicando a día de hoy, somos nosotros mismos los que debemos tomar la decisión final sobre nuestro destino, aunque sea mucho más difícil que la de otros que vengan de una familia más acomodada.

El timbre sonó, indicando el final de las clases. - Eso es todo por hoy, muchas gracias. - poco a poco los alumnos se fueron retirando, aunque a Ashley le paró el chico que tenía justo al lado.

¡Hey! - le dijo mientras le agarraba del brazo. - Eso ha sido impresionante. ¿Venías a esta clase? Nunca te había visto. - rio levemente. - Bueno sí, si te había visto, pero siempre sentada por detrás. - admitió.

Eres amiga de Zac ¿no? - hizo una pequeña mueca. - No lo conozco mucho, pero lo que me ha llegado de él... Bueno ¡supongo que algo bueno le verás! - volvió a mostrar una sonrisa e intentó presentarse para evadir el tema que él solo había sacado. - Me llamo Kyle Wood, te doy mi número por si algún día quieres comentar algo de filología.

Tras entregarle el papel con su número se levantó y se dispuso a irse, aunque Ashley aún estaba a tiempo de alcanzarle... Por otra parte, Zac parecía que quería hablar con ella, aunque salir por patas y no hablar con nadie siempre era una opción. ¿Qué decidiría Ashley?

Ashley no se podía creer que aquel ejemplo tan barato hubiera servido de algo al profesor, pero parecía que el señor Preston estaba satisfecho con su intervención, e incluso había sacado una reflexión filosófica al respecto. Las risas de los alumnos se tornaron en silencio de nuevo, mientras el sopor los imbuía de nuevo. Aunque lo que decía, por una vez, era algo más interesante que las raíces del latín. Al menos tenía algo de validez actual. Afortunadamente, la clase había terminado rápido, aunque para su sorpresa Ashley fue detenida por el chico de al lado.

— Sí, algo así... - murmuró, sin saber cómo reaccionar exactamente. No conocía de nada al chico, pero parecía que se había lanzado muy rápidamente a darle su número. Por supuesto, no dijo ni mu acerca de Zac. — Gracias. Supongo.

Dejó que Kyle se fuera, sin haberse presentado siquiera ella misma. Ya lo haría al día siguiente, si es que tenía ganas de hacerlo. Y si es que se sentaba en la primera fila, claro. Soportar otra de las chapas del señor Preston en primera línea de batalla ya no se le hacía tan agradable. 

Miró a Zac al fondo de la clase, quien parecía estar esperándola, y suspiró. Sería mejor quitarse aquello de encima cuanto antes. Lo cierto es que se sentaba allí más por huir de la responsabilidad de estar atenta al cien por cien en clase que por su compañía, pero tampoco es que fuera un mal tipo. Además, quizá querría algo distinto esta vez. O simplemente volver a hacer negocios. A saber.

— Buenas. He leído tu mensaje esta mañana. ¿Qué pasa?

Zac parecía cabreado con Ashley. - Me de'es cincuenta pavos. - comentó con un tono desganado. - No te pue'o pasar más maría si no me pagas lo de la última vez. - se cruzó de brazos. Ashley se preguntó para sí misma que hacía allí Zac. No ahora mismo, pidiéndole dinero, sino en aquella carrera tan exigente. No solo se notaba que a Zac no le gustaba leer, si no que parecía no interesarle absolutamente nada que no fuera la droga y recolectar dinero, dinero que seguramente tendría si no estuviera en aquella carrera ¿no?

Como fuera, aquél tipo ahora se encontraba pidiéndole dinero a Ashley. Poco a poco se fueron marchando todos los alumnos, hasta que solo quedaron ellos dos, momento que aprovechó Zac para acercarse mucho a Ashley y agarrarla fuertemente de la chaqueta. - Si no tie's dinero pa' la hierbica, pue'o cobrarme d'otras formas. La chaqueta es buena ¿eh? - comentaba mientras la frotaba. - Y estoy seguro que papaico tie' también cosas chulas en casica. - fue en ese momento en el que Ashley se lamentó profundamente de haber probado la marihuana en aquella fiesta del instituto... Si tan solo no fuera tan relajante.

— ¿Cincuenta? - dijo, incrédula. — Vamos, Zac, sabes que no fumo tanto. ¿Has subido los precios de repente o qué? - preguntó, con una sonrisa de guasa. Parecía enfadado con él, algo que no era insólito, pero tampoco común. Normalmente tenía una relación amistosa con él, aparte de los negocios. ¿Habría pasado algo para que la fuera a presionar de aquella manera?

Cuando la gente se fue, de repente Zac se puso más agresivo. La chica palideció ligeramente, aunque pronto se calmó... aunque fuera solo un poco. Estaban en medio de clase, aunque estuvieran solos todo el mundo había visto cómo ellos se quedaban atrás. No se atrevería a hacer nada. — Escucha, te pagaré lo que te debo. No creo que sean cincuenta, pero está bien, tú eres el que reparte, así que cincuenta serán. Pero ya no compraré más - dijo, intentando parecer más resuelta de lo que realmente se sentía. Tenía miedo por aquella faceta nueva de Zac. ¿Un buen tipo? Lo retiraba. Ahora parecía más un chantajista de tres al cuarto que un amigo. Claro que, en realidad, nunca lo había considerado como tal.

— Te daré el dinero, tranquilo. Yo cumplo mi palabra - dijo, apartándose de él y dirigiéndose a la salida. Esperaba que el chico no hiciera nada indebido y tuviera un poco de seso de no exponerse de aquella manera en un lugar donde claramente habían estado solos. Aunque la lógica a veces no funcionaba con tipos como aquel. ¿Por qué hacía como que era un estudiante más siquiera? Probablemente solo estuviera allí para poder vender a un público más amplio. Quizá ni siquiera había sido su propia decisión.

Eso espero. - comentó el chico, accediendo a darle algo más de plazo a Ashley y apartándose de ella. Sacudió sus ropas y miró al suelo, ciertamente apenado. Parecía que aquella situación tampoco era agradable para él, pero era algo que debía hacer, el dinero no crecía de los árboles. - Bueno pava, nos olemos. - comentó nuevamente con aquél tono y miradas serias que mostró al principio y entonces se marchó, dejando a Ashley allí.

Había conseguido algo de tiempo ¿pero de dónde iba a sacar los cincuenta pavos? Quedaba poco día, la noche estaba por caer, pero aún quedaba tiempo para hacer alguna cosa rápida más que, con suerte, podría saldar su deuda de alguna forma.

Vio cómo Zac la adelantaba para irse antes que ella, y reprimió un suspiro de alivio. El gesto que había mostrado había sido de no estar cómodo tampoco con la situación, pero no pensaba perdonarle aquellas amenazas. Incluso aunque sospechara que Zac solamente estaba presionando porque alguien por encima le estaba apretando las tuercas, ella no se merecía aquel trato. Había pasado por un buen susto por su culpa, y pensaba cortar relaciones más pronto que tarde. Ya se buscaría un intermediario más agradable y, a ser posible, también más barato.

Salió de la clase con la mochila a cuestas, dándole vueltas al tema. Conseguir los cincuenta dólares no sería muy difícil, al menos si lo hacía bien. Un estudiante tenía muchas formas de ganarse unos cuantos billetes, y además sabía cómo lo iba a conseguir exactamente. Conocía a unos cuantos que vendían sus apuntes, y algunos no eran económicos precisamente. Ella tenía una buena letra, y más de un vago querría echarle el guante a esos preciosos apuntes escritos a mano y escaneados para no tener que hacerlo ellos mismos. Solo tenía que montárselo bien. Y si no, siempre quedaba el último recurso, pedírselos prestados a su padre. 

Con todo decidido, se encaminó de nuevo a su casa. Tendría que dedicarle un par de horas a poner sus apuntes y esquemas en orden, pero el esfuerzo valdría la pena. Algunos llegaban a vender los apuntes completos de un trimestre por más de veinte dólares, así que con encontrar a dos o tres estudiantes perezosos que estuvieran dispuestos a pagar algo similar, tendría su deuda saldada con Zac.

Al llegar a casa, Ashley pudo ver que su padre seguía encerrado en el despacho, ganando el dinero como buenamente podía. Ahora que se veía obligado a trabajar desde casa, debía suplir las carencias económicas con horas extras.

Puesto que Ashley ya tenía bastante en mente con todo aquello de deber dinero, decidió que lo mejor era tomar ejemplo y empezar a ganarse unos dólares... Aunque de una forma algo ilícita, para pagar algo ciertamente ilegal... Pero a fin de cuentas y extrapolando lo suficiente, la situación era la misma.

Todo continuó con normalidad hasta que finalmente, mientras trabajaba, se quedó dormida sobre la mesa. Aquello le iba a pasar factura al día siguiente, especialmente a su cuello y espalda.

Ashley se despertó sobre su mesa, con un dolor de cuello increíble y la ropa de la calle aún puesta ¿no se había ido a dormir a su cama? ¿Qué demonios hacía en su mesa? Al observar la mesa más detenidamente, pudo ver que estaba llena de apuntes y cosas sobre filología, lo que más le llamó la atención fue que reconocía su propia letra.

Miró con cierta preocupación el resto de su habitación. ¿Por qué habían tantos ositos de peluche? ¿Dónde demonios estaban sus dinosaurios de peluche? Habían muchas cosas que no cuadraban para la recién despertada Ashley Hill.

Ashley miró grogui a su alrededor, preguntándose que hacía ahí. Tenía la sensación de estar en un sueño, pues todo era familiar y a la vez extrañamente desconocido para ella. No tenía sentido que sus peluches de dinosaurios fueran ahora ositos, o que sus apuntes hablaran de cosas de las que en realidad no conocía nada. ¿Habría tenido un episodio de sonambulismo? ¿Era así como funcionaban? No tenía ni idea.

Otra posibilidad era que fuera algún tipo de broma extraña. Alguien le había cambiado todos sus queridos peluches por otros. Solo esperaba poder recuperarlos pronto...

En cualquier caso, no lo descubriría durmiendo. Así que se despertó, y quejándose del dolor de cuello, se dirigió a la cocina, donde esperaba encontrar respuestas de su padre.

Tras contestar al teléfono y asearse rápidamente, Ashley bajó firme y sin dudar hacia la cocina, donde su padre la observó con cierta sorpresa. - ¿A qué viene tanta prisa pequeña? ¿Tantas ganas tienes de ir a estudiar los artes lingüisticos? - comentó, con cierto tono de broma, intentando quitar así algo de hierro a su preocupación.

Hoy no había un plato de desayuno en la mesa, tampoco parecía que George fuera a levantarse a por él. - ¿Ayer fue todo bien? Vi que te quedaste estudiando hasta muy tarde y eso que se supone que no tienes ningún examen pronto. - hizo una pequeña mueca. - Sabes que me puedes contar lo que necesites ¿verdad?