Partida Rol por web

Abstraídamente, Ashley aprovechó la bajada por las escaleras para mandar un rápido mensaje a Olivia.

-¿Artes lingüísticas?-preguntó parpadeando confusa, sin tener claro si había oído bien. Tampoco se le pasó por alto que su padre se quedó parado en la cocina, quizás esperando que ella tomara el primer paso. Después de todo, le había dicho que le ayudaría con la dieta de la rehabilitación.-¿Has desayunado ya?

En su camino hacía los armarios, una notificación le hizo saber que Olivia le había respondido... o quizás no.

-¿Quién es Zac Davison?-preguntó en voz alta, más para sí que para nadie más. Entró en la conversación, pero lo que encontró solo la dejó más confusa. No recordaba ningún Zac, ni haberle enviado ningún mensaje. Y por alguna razón, ¿le debía pasta? No tenía ningún sentido. Y tampoco encontraba el contacto de Olivia...

¡Estoy en ello! - comentó con una carcajada mientras se azotaba la panza y levantaba su cuchara llena de cereales de colores. - Sé que ayer te comenté que disfrutaríamos de los desayunos azucarados de siempre juntos ¡pero están tan buenos que no pude resistirme! - rio, contento, disfrutando del bocado que se acababa de meter de azúcar y leche.

¿Tú compañero de clase? - inquirió al escuchar el nombre de Zac. - Aunque no sé si llamarlo amigo, a veces parece que os lleváis super bien, a veces a matar... Pero no me meto. - comentó alzando los hombros. - Aunque siento que tenéis algún rollo raro, desde que lo conociste te veo más... Evasiva. - se levantó y cojeó lentamente hasta ella, para acariciarle la cabeza. - Aunque supongo que también te estás haciendo mayor y por eso necesitas tu espacio.

Ashley se quedó boquiabierta, sin tener claro por donde empezar. Decidió empezar por apartar la mano de su padre de su cabeza y el bol de cereales de la mesa.

-¿De qué me estás hablando? ¿Es esto una cámara oculta?-echó un vistazo a las esquinas, esperando reconocer alguna lente escondida en la lampara o en algún otro resquicio. Con lo mucho que las había estudiado, confiaba en su habilidad para encontrarlas... pero no estaba teniendo mucha suerte.

No tenía ni idea de que estaba pasando, y su confusión solo hacía que le entraran ganas de gritar.

-¡No es divertido! ¡Te dije que no debías comer cosas poco sanas! ¿Y dónde están mis dinosaurios?-alcanzó la basura, en la que tiró los estúpidos cereales, y fue a abrir los armarios.-¿Y dónde está la comida que compré?

George parecía realmente confuso. - ¿Qué demonios? - preguntó ciertamente preocupado. Se levantó y agarró a su hija de la cabeza, le revisó las pupilas buscando dilatación. - Confusión, paranoia, un estado completamente alterado... - se separó de ella. - Pero no tienes las pupilas dilatadas, no parece que hayas tomado nada raro... O al menos no te ha subido aún del todo.

Negó con la cabeza y suspiró. - Pensé que tu tema con las drogas era algo... Que ya estaba superado, que no te estaba afectando. Creo que debería estar más atento a ti a partir de ahora. - empezó a sollozar. - ¿Es por mi pierna? ¿Por miedo a que no pueda mantenernos? ¿Por eso te drogas con el tal Zac? Joder...

-¿Qué drogas? ¡Si lo menos sano que hago es tomar bollería de vez en cuando!

A ojos de Ashley, era su padre el que se había tomado algo. Pero una vez su padre se echó a llorar, todas sus teorías se fueron a pique.

-Papá, no llores, vamos...-su padre era su familia más cercana, por no decir prácticamente la única. Odiaba verle así de afectado, así que le abrazó y bajó su tono, esperando así calmar sus sollozos.-Claro que no tengo miedo a eso, siempre hemos sido un equipo de dos, ¿verdad? Los dos podemos con todo...

Su padre nunca llevaría una broma tan lejos, eso lo sabía bien. Lo que no tenía tan claro, era qué estaba pasando entonces.

No, no. - negó con la cabeza. - Siento que todo lo que decías, lo decías completamente en serio. - comentó de forma bastante seria. Sorbió los mocos que podían haberse generado y la cogió por ambos hombros. - Además, por mucho que niegues ahora que consumes drogas. ¿Te piensas que soy tontito?

A pesar de que estaba hablando de forma seria, su tono intentaba ser lo más amable posible. - El olor que tiene a veces tu cuarto, las risitas tontas, las pupilas dilatadas... Yo también tomaba alguna tontería en mis tiempos, pero no dejaba que eso me afectara, menos aún se me ocurriría mentirle a mis padres con algo tan obvio. - sacó el teléfono. - Así que vamos a llevarte al médico y a buscarte algo de rehabilitación, quizá él pueda ayudarnos a quitarte el mal vicio y evitar que pases más días así, llenos de confusión y diciendo cosas sin sentido.

La preocupación de George era notable, parecía completamente en serio cuando decía que iba a llevarla al médico. Si Ashley no quería pasar todo el día siendo psicoanalizada, debería actuar con rapidez.

-Tienes razón, papá.-asintió a sus palabras, aunque su cara delataba su confusión y su necesidad de ganar tiempo.-Deja que vaya a por mis cosas y voy contigo.

Salió de la cocina aprovechando que estaba hablando por el móvil, pero en cuanto llegó al pasillo, se dirigió a la entrada a coger las llaves y su cámara. No la encontró donde la solía dejar,  pero no podía distraerse. Así que salió y cerró la puerta detrás de si con sumo cuidado... y entonces echó a correr hasta la esquina más cercana.

No podía permitir que su padre la viera mientras mandaba un mensaje a la persona que esperaba que pudiera ayudarla.

George se asomó por la puerta de la habitación. - ¿Va todo bien? Estás tardando mucho cielo. - fue entonces cuando la vio con el móvil. - No es momento de andar chateando o haciendo cualquier otra cosa. Debemos ir al médico y ver que te puede estar pasando. - dijo con un tono algo molesto.

Se quedó de brazos cruzados, esperando a que Ashley terminara de vestirse y recoger sus cosas. Parecía que no había otra opción en ese momento, por lo que la chica se vio forzada a hacerlo. Para sorpresa de ambos, George recibió una llamada telefónica. - ¿Si? - contestó al teléfono. - ¿Qué? - preguntó atónito, mirando a Ashley. - No, disculpe, no lo tenga en cuenta, es que se encuentra con fiebre hoy, de hecho vamos a ir al médico, debe haberse confundido con otra persona. - asintió preocupado, hasta que finalmente, suspiró aliviado. - Sí agente, muchas gracias.

Colgó y miró a Ashley de una forma que nunca antes había mirado, con miedo. - ¿Por qué me acaba de llamar la policía diciendo que has acosado a una chica por teléfono? Y lo que más me preocupa ¿cómo sabes donde estudia? - agarró a su hija del brazo. - Bueno, no importa, bajo los efectos de las drogas todos hacemos tonterías, seguimos a alguna chica guapa... Pero hay límites cariño. Vamos ya al médico.

Ambos bajaron las escaleras y allí les esperaba un taxi, pues George ya no podía conducir. Parecía que su padre andaba algo entretenido intentando subir sin darse un golpe en la cabeza, por lo que no estaba muy atento a lo que pudiera hacer Ashley.

Las lágrimas de su padre, la denuncia de Olivia... Ya eran dos personas que se comportaban de maneras que no tenían ningún sentido. Su mente se quedó bloqueada, todavía sin entender qué razón había para sus cambios. Se sentía enfrente de un puzzle a resolver, pero no sabía siquiera cuales eran las piezas.

Así que siguió sin rechistar a su padre hasta el taxi, asintiendo ante su extraña fijación conque se drogaba. Estuvo a punto de meterse, pero de repente le asedió la duda de que igual de verdad estaba loca, de que si ponía un solo pie en aquel hospital, nunca la dejarían salir. Así que en cuanto tuvo la oportunidad, salió corriendo lo más lejos que pudo del taxi y de su padre, sin siquiera detenerse a ver qué hacía él.

No tenía claro hacía donde ir o qué hacer, pero sus piernas debieron elegir por ella, puesto que enseguida reconoció las calles que llevaban a la universidad de filología.

El padre de Ashley, al ver que esta salía corriendo solo pudo gritar con gran preocupación, hasta que finalmente se resignó a verla huir en el horizonte, después de todo un cojo no podía alcanzar a una adolescente en plena forma física. O al menos eso último pensaba Ashley, pues estaba lejos de estar en buena forma, de hecho al poco de correr empezó a tener graves problemas para respirar.

A pesar de todo, logró salir de allí sin inconvenientes y al llegar a la facultad, las clases de primera hora ya habían terminado y algunos alumnos salían a refrescarse o tomar algo. La joven no tuvo tiempo de rebuscar demasiado alguna cara familiar, pues pronto se le acercó un chico moreno con malas pintas. - Oye tú ¿tienes mi pasta? - le dijo en un tono serio y ciertamente agresivo. - Que sepas que no me ha hecho ni puta gracia el mensajito que me has enviado esta mañana, menos aún que no vinieras a clase.

Apenas estaba recuperándose del flato cuando aquel chico se le acercó, aquel que debía ser el mismo de los mensajes. Ashley no pudo evitar mirarle con mala cara, sobre todo ante la molestia de aquella aparición cuando todavía estaba sin aire para hablar. No le gustaba nada de lo poco que sabía de él, y mucho menos se fiaba, pero parecía que él la conocía.

-Tranquilo. Creo que está claro que me equivoqué de destinatario. Y encima he tenido un problema con mi padre en casa.-explicó forzando un tono más tranquilo del que le habría salido en cualquier otro momento. No se le pasaba por alto que aquel chico la había amenazado con pegarla, así que intentó seguirle el rollo mientras buscaba a su alrededor a algún policía en el campus al que pedir ayuda por si acaso sus palabras no funcionaban.-Venga, vamos a clase y luego te cuento.

Zac soltó a Ashley. - Joder tía, que solo son cincuenta pavos, píllaselos a tu padre y ya está. Lo que no puede ser es que me pidas diez porros y no me los pagues. - comentaba ciertamente molesto, pero accediendo a darle un poco más de tiempo. 

Lo que te pase con el viejo no es mi problema. - le dijo, alzando los hombros. - ¿O a caso me ves a mi lloriqueando contigo sobre mis problemas? ¿No verdad? - se encaminó hacia clase. - Te espero por clase, que tengo que cargar un poco el móvil antes de que el pesa'o se ponga a dar la chapa otra vez y antes de que eso pase quiero tener con qué distraerme.

Ashley estaba a salvo... De momento. Aunque no estaría de más conseguir los cincuenta pavos que le debía al chaval... Aunque eso de los porros... La dejó pensativa, pues si bien explicaría porque le faltaba tanto el aire, no tenía sentido. Solo una vez en su vida probó la maría y fue algo que le desagradó en demasía.

Perdida en sus pensamiento, Ashley recibió un pequeño golpe por detrás. Alguien se había chocado con ella y habría hecho caer sus libros al suelo. Por suerte Ashley salió pitando de casa y no recogió ningún material escolar.

Oh, disculpa. - le comentó el mismo chico que se chocó contra ella el día pasado. - ¿Eres alumna de filología? - preguntó curioso, mirando hacia el suelo con cierta cara de decepción. - ¿Dónde están tus libros? - preguntó algo serio, aunque pronto se dio cuenta de que aquella pregunta quizá resultaba algo extraña.

Perdona, seguramente los hayas dejado en clase. - dijo ahora con una sonrisa. - Ayer me crucé con una chica e hice caer su material al suelo, por eso mi sorpresa de que no llevaras nada, aunque claro, ayer cuando llegué era ya la hora de salir ¡y encima me confundí de facultad, me metí en la de fotografía! - rio, intentando así hacer algo de gracia a la chica. - Pero hoy he venido con más tiempo, además de que me he asegurado de ir a la facultad que toca.

Había sido una suerte que el chico se calmara y la dejara ir sin más problemas, aunque lo que había dicho de los porros la preocupó. ¿Era por eso por lo que se sentía tan cansada? Pero si ese era el caso... ¿sería posible que todo el mundo a su alrededor tuviera razón y fuera ella la equivocada? ¿Que durante un mal viaje se hubiera inventado su vida anterior? No, no debía ser así. Sus recuerdos eran reales. Tenían que serlo.

Aunque la vida parecía empeñarse en hacerla dudar, con aquel encuentro que parecía un deja vú del día anterior. Ashley se le quedó mirando como si acabara de encontrarse de bruces con un fantasma.

-¿Ben?-se le escapó sin querer. Su nombre había dejado tal impresión en ella que no le costó nada recordar hasta los apellidos. Lo que le costó más fue decidir cómo seguir la conversación sin parecer una pirada.-Quiero decir... ¿Y qué vienes a hacer en esta facultad?

Que no dijera que a buscar un libro robado, que no dijera que a buscar un libro robado...

La sonrisa del chico cambió bruscamente a una cara muy seria. - ¿Cómo me has llamado? - aquella pregunta, acompañada con una mirada asesina, hizo que Ashley sintiera un escalofrío por todo el cuerpo. El tipo ignoró por completo la pregunta que hizo Ashley, se acercó a ella bruscamente y sin apartar la vista de ella, con una muy mala cara, le preguntó. - ¿Por qué has asociado ese nombre conmigo?

Ashley retrocedió un paso cuando Ben se le acercó, sorprendida por su súbito cambio de carácter. ¿Qué le pasaba hoy a todo el mundo? ¿Y qué cojones había hecho ella para recibirlo? 

-¿No nos hemos conocido antes? Me suena tu cara. Y un nombre... 

Aquel hombre actuaba como si no la conociera, pero cuanto más miraba su cara, más lo tenía claro. El hombre que parecía un modelo pero le daba a los libros. El hombre con el nombre curioso. El hombre que vio ayer.

-¿Ben Saint Venc puede ser?-continuó su pequeña mentira, fingiendo que le había costado recordarlo. Como si de verdad pudiera haber sido todo un malentendido por parte de ella, una pequeña y tonta confusión entre personas.

-¿Qué pasa, el nombre te recuerda a alguien a quién odias?-bromeó, intentando quitarle hierro al hecho de que se hubiera enfadado tanto. Era la mejor manera de recuperar algo de normalidad en la conversación

A cada palabra que decía Ashley, la cara de Vincent hacía que se tornara más y más preocupante para la chica, al punto de hasta parecerle agresivo. El hombre parecía estar ignorando completamente el tono sarcástico de Ashley. - Basta de juegos. - dijo mientras la agarraba del brazo. - Solo tú puedes saber mi nombre. - pero fue con esas palabras y ese agarrón cuando a Ashley le dio un dolor de cabeza terrible y empezó a escuchar un extraño ruido en su cabeza.

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Tras aquél grito que hizo que todo el mundo se girara hacia ellos, Ashley parecía realmente confusa. Cogió aire, pero entonces empezó a toser compulsivamente. - Sí... Estos son mis pulmones. - miró de lado a lado, intentando reconocer el terreno. - Y esta mi facultad... Joder. - suspiró. - El Doctor Agon tenía razón. Ese puto loco sabía que estaba delirando, pero entonces ¿esto es el delirio? ¿Toda mi vida lo ha sido? - dio un empujón al tipo que la estaba agarrando del brazo y entonces, vomitó.

Miró al chico que la había agarrado del brazo hace un momento. - No sé quien eres, no sé con quien estabas hablando, pero no era yo misma. - parecía encontrarse realmente mal. - ¿O si lo era? No lo sé, no lo sé. - repetía para sí misma, confusa.

​̶͍́̎​̴̰͆͌​̷̠̆ͅ​̵̩̫̄̊​̴̨̼̈̄​̴̭̋​̵͍̩̑͠N̵̥͋́o̷̟͐ ̶̩̀l̸̼͒͆ͅo̸͈̅ ̶̜̈́̅s̵̥̖̑͌é̵̝̅,̴̧̹̕ ̵͕̈́n̶̬͎̍̊ö̷̢́̃ ̴̬͒̚l̶̖̐ò̵̰͍ ̷̦̽s̸̪̼͑́ę̸́͑,̸̫͘͝ ̷̜̌̀n̶̞̐o̴͇͉͂ ̷̼̿l̶̏̔͜ō̵̡͆ ̵̤̼̆s̸̞̯̅é̷̢̒,̸̬̗̔ ̴͍̹̎n̴͓͊͗o̷̧͊ ̸̝͒͂l̵̦̋͌o̶͈͂̅ ̶̖͔̃s̷̬͚͘ḛ̵́͒,̵̙̋ ̵̮͔͌͒n̴͎̆͝ọ̵̓ ̵̙̳̆l̴͈̈́̾o̴̱̓̂ ̸̹̾͆s̶̱͊é̷̩̪͋͐,̶̫̫̔͌ ̷̞̈́̊ǹ̶͎̩̐ö̸̫̩͒ ̵̜̤̆l̴̖̆͐o̵̝̘̓̆ ̵̪̳̇͊s̶̻̽é̴̙̈́̒,̵̢͔̃ ̵̡͚͒́n̷̼̓ö̴͕́ ̷̢̼͋͌l̸̛̪o̷̘̿̈́ͅ ̶̮̮̅̀s̵̔ͅé̷̻͓͛,̵̬̎ ̷͖̀̀ṉ̴̃̐ỏ̶̗̬̓ ̴͙̈́l̷̢̐o̵̹̒͌ ̶̯͔͆͝s̸͉͝ḙ̸̣́̐͌,̸̤̘͌ ̸̭͚̽n̷̹̿̑ó̴̘ ̷͚̃ľ̶̗ő̵̥ ̸̭̮̒̀s̵̜̏é̶̡̥͑,̶̣̈͝ ̵̡̥̽̚n̵͇̣̚͘ö̷̫͕ ̵̝̍̅ḷ̴͌̐ö̶̩́͗ ̶̭̌͘ͅş̵̨͐é̵̤̬̇,̴̞̙̀̚ ̴̉͜n̴̳͋͌ọ̵́ ̴̥̖͂l̵͇̆͒ò̵͜ ̸̺͔͠ś̶͇̠ḛ̶̛̖́̆,̵̼̂̏͜ ̸͙̍n̴̖̠̄o̶̡̫͊͑ ̶̗̠̈́͠l̸̰͝o̷͓͘ ̷̖̂͛s̶̞͛͜͝é̵̳̪̋,̴̙̅̄ ̶̨̙̈́͆n̸̯̿̒ó̶̦̞ ̸͙̟̉l̷̰͂̾o̷̹̫͂͆ ̷͉̅͆s̶̍͜é̵̢͎͝͠,̷͉͎̅͘ ̶̘̬̈n̴͚̅̓o̵̲̙̓͊ ̷̠̄l̵͍͙̓o̷̠͘ ̵̣͒̊s̴͕͔̀é̴̞̊͜,̷͇͍͆ ̷̠̭̽ń̵͈̊͜ő̸̧̺ ̸͖̂͌l̷̮͉̽o̶̡̙̿͗ ̸̫͑̇s̷͈̔̈é̴̠͑̈́,̴͍̫̈́ ̷̛̲̂ň̵̥ő̵̻͈ ̸̨͝l̵͕͛͘ͅo̷͙̔ ̶̡̲̀͊š̶̖é̶̛̘̲,̶̖͆̊ ̵̙͗͋n̵͕͈̈́o̶͈͒̎ ̵̩̀͝ļ̶̗͂͠o̵̖̣͐ ̷̡̜̇̚s̸͔̒̽é̴̳͕͒,̴̧̫̊̓ ̴̠̝͋̇ň̶̼o̴̦̖͐́ ̵̙̿̓l̷̨̘̒o̵̥͋͆͜ ̵̱̄s̸̖̒͌é̵̮́͝,̶̧̛ ̶͖͒͜n̶̟͑o̸͍̭̕ ̷̰͛l̷̺̂̍͜ő̴̦͉ ̸̡͕́s̶̟̀͗é̸̫̝̽,̸̗͚̔͊ ̷̧̛̖̎n̸̬̝͠o̸͖̽ ̵̞̳̚l̴̘̓͆o̸̜͌ ̴̘̅s̷̛̩̈ȩ̶̯́͐̚,̵̤͙̃͝ ̴̲͖̃n̴̡̓͠ǫ̷̣̑͗ ̶͈̀l̷̛͍̙̆ǫ̶̫́ ̷͓͠ś̶͍͖̔ḙ̶́̑̆,̶̧̰̾͘ ̷̝̈́n̴͇̹̽̌ó̶͍̳̽ ̶͕̳̏l̴̗̪̀͐ö̷͉͔́ ̷̭͖̀̕s̵̨̜̈́é̶͍̝͘̕,̷̪͊ ̸̛̠̘̓n̴̞͌ö̴̱̯́ ̷̯̜͝ļ̸̜͑̈́ȏ̵̳̄ ̶͉͚̀s̷̙̩͝é̶̳̓͊,̴̗͑̚ ̵͙̑̇n̷̙̭̊̀õ̷̬ ̷̮̟̓l̴͉̇o̶͕̹͛͂ ̷̛̖̾s̸̲̱̑͌é̴̝͓͌,̵͔͇̌͝ ̵͕̊n̷̡̪̐ơ̴̢̻̑ ̸̭̅̏l̶̝̬͛o̸̖̿ ̷͙̂s̸̗̈̚ḙ̸́̂,̴̪̎̂ ̵̟̫͘n̷̢̼̄ö̴̘̺́ ̵̟͠l̶͔̈o̴͓̦̽ ̵̣̝̔̈́s̴͔̙͋é̸͕̉̿ͅ,̷̻̊ ̷͇͈̇n̵̼̊o̷̗͝ ̸̘̀̌l̵͚͚̀ŏ̵̬͑ ̸̛̳s̵̺̯͛é̴͎̠̽,̸̲̈ ̵̳͠n̵̘̺̆͘o̴͇̾ ̶̰̒ḷ̷̛o̶̤̔ͅ ̴̗̄͝ͅs̴̼̆é̵͖̈́͜,̸̲̄͗ ̶̮̹́n̶̘͖̓̃o̸̞͋ ̴̙̱͋͗l̵̮̂ȍ̴̖͍̿ ̴͔̍ͅs̵̩̄é̴̳̓,̴̱͖̂͂ ̴̡͚̍͊n̴̫̱̿͋o̷̮̒̊ ̷̘͍̌̔l̴̫̱̍͗o̸̳̝̿ ̶̟̕ş̸̗̃é̴̳̋͊,̵̢̓̕ ̶̩͎͝n̴̛͜ó̵̯̠ ̸͖̻́̈́ḻ̷̉ọ̵́̉ͅ ̷̛̼s̶̙̳̿̃ę̷͉́̓,̵̜̘̏ ̷̭͛̈́n̶̬̝̈͠ǫ̶̋̕ͅ ̵̰͖̽̿l̵̟͊͠o̸̼̣͐ ̵̧͙͐͝s̸̫̘̑ḛ̵̝́͋̅,̷̱̈́̆ ̷̦̂ņ̸͐͒o̸͈̹̚ ̵͖̤̐l̷̩̇͆o̶̧̎ ̷̹͆̒s̵̪͈̍͒é̴̻̜͂̈,̵͍͋́ ̸͈̈n̸̳̥̏̄ȯ̷̹̕͜ ̴̻̘̎̌l̶̨͒o̷͍̾ ̵̛̹͌s̵̱̈́̔é̶̳͈͊,̴̞̳̑ ̶̲̄n̵̪̻̄õ̸̗ ̶̧̗͝l̴͔̱͊̑ó̶̫̺ ̴͓̱̓͗s̸͙̋̓͜é̷̡̡̇̓,̸̲͉́͘ ̴̭̳͒n̶̟̓̈́ŏ̷̘̰̍ ̴̥̘̑ĺ̶̞ǫ̶̘̏͐ ̸̧̱̈̃ṣ̶͓̐̓é̸̤̈͘,̵͓̍ ̵͇͂n̵̹̝͌̇o̷͔̰̾̄ ̶̨̳̍l̶̢̯͌ò̸̫ ̵̩̅͑s̸̨̗̿é̴̺͑,̶͖͛̅ ̴͓̀n̵̙̹͑̓o̵̱͈̕ ̶̮̐l̵̬̎ō̵̺ ̶̬́s̶̲͑é̵͇̈,̶̮̠̂ ̸͓̓n̴̜͑ỏ̸̧̜ ̷̠͋̍ͅl̸̏ͅó̵̹̱ ̷̻͆̅ṡ̸̻̟é̵̺̺̊,̵͔͘͝ ̸͙̄̈n̸̓͜ò̴̖̹ ̶̠̿̄l̸͕̺̑̒o̴̮͆ ̴̡̇͛s̵̝̙̒é̷̝͍̇͒,̷̧̭̈́ ̶̲̽̓͜n̶̡̼͋o̶͈̾͋ ̴͙̽̄l̷̰̒o̵̦͋͘ ̵͇̾͜s̴̲͊é̷̢̅,̵͔̔ ̵̙͉͂͗ň̷̦ǒ̷̲̐ ̸̯̦̽ḷ̵̨̍̕o̶̻͐ ̸͍͇̽s̴͙̟͝é̸͔̕,̶̼͆ ̵̤͂̀n̵̫̅o̷̞̽ ̷̘̅l̵̝̲̓̑ŏ̴͖ ̴͓͛̚s̴̱̔̉͜é̴̫͚͐͠,̶̨̛̰̽ ̸̢̲̍n̶̛̫̍o̵̙͎͠ ̶̺͊̔l̵̥̐ǫ̴̍͗ ̶̥̇̅s̵̭̑é̴͖̮̌̂,̴̫́̚ ̵̦̘͊͝n̴͖̣̕o̵͈̓ ̷̙̲̃ḽ̶̭̑ǒ̸͇̈́ ̶̞̰̒̚ṡ̴̺̣͝é̷̝̉,̷͙͎̈́ ̸̠͓̎̆n̸̥͔̈͝ö̸͉͑ ̶͖͌͝ļ̴͇̋̓o̷͎͂̀ ̸̹̼̿̀s̸̤͠é̶͓̪́,̴͑̚ͅ ̸̳̳̈͋n̸̢̗̂͆o̷̱͒ ̷̢̞͊ļ̴̰̈́͠ȯ̷̭ͅ ̵̮̂s̶̞͔̀é̵̟̮̓,̶̟̻͝ ̸̪̿n̷̳̽͝o̴̜͛ ̷̨̳͘ḷ̶͔̌̑ŏ̴̺ ̶͓̐s̴̹͂é̵̖̓,̸͇͖̈́ ̷̼́͘n̸͊ͅò̶̳̀ ̶̱͚̓̎ĺ̷̫ó̸̜̈́ ̷̙̐s̷̛̠é̴͖̈́̀.̷̯͖̒

Parecía estar sufriendo una crisis y aquél incesante ruido eléctrico que le perforaba el cerebro no parecía cesar. Entonces miró al tipo trajeado y sonrió. - ¿Me prestas cincuenta pavos?

El hombre trajeado abrió los ojos y se quedó perplejo. - Te creo. - le dijo. - Siento que sois dos, pero solo debería ser una... Esto solo confirma que dentro de ti está ella. - decía con gran preocupación. Le dio los cincuenta dólares en la mano y la ayudó a levantarse. - ¿Te ves capaz de controlarla? Es peligrosa. Sé que todo esto debe ser confuso, pero debes intentar aguantar lo máximo posible y no dejar que ella salga a la luz y controle tu cuerpo.

Las miradas de todos se les clavaban como un tornillo en el caucho de la rueda. - ¡No os preocupéis! - dijo con una sonrisa increíblemente forzada hacia los demás. - Es solo que no le daba tiempo a entregar todo a tiempo, se ha agobiado y se ha tomado algunos calmantes de más. Me la voy a llevar al hospital para que le hagan un lavado de estómago. - dicho eso le tendió la mano para que ambos pudieran irse de allí y hablar con más calma, lejos de miradas indiscretas.