Partida Rol por web

Ashley despertó dentro de su propio armario. Abrió poco a poco la puerta y un rayo de luz iluminó el lugar donde estaba. Le sorprendió de primeras ver que su ropa era bastante distinta a la de su armario habitual, aunque eran cosas que si que podría ponerse.

Asomando solo lo suficiente la cabeza, echó un vistazo al rededor de la habitación y vio que no habían peluches, ni de osos ni de dinosaurios, sino que habían un montón de figuras de acción, de superhéroes, de vaqueros. Incluso habían algunos pósters de estas dos cosas.

Pero lo que más llamó la atención a Ashley fue observó un bulto arropado en la cama. Tenía forma de persona, por lo que podía ser la impostora. Se palpó rápidamente los bolsillos, tenía aún el cuchillo, además de la herida de la cabeza. ¿Qué haría ahora mismo Ashley?

Ayer vio a su doble ofreciendo sangre a esa vampira rubia, ¿en qué puto mundo se ha metido que ahora existen los vampiros? Durmió en el armario y allí tuvo una visión, como un recuerdo o imagen que estaba sucediendo en algún lugar, era ella misma hablando con Bane. Si la visión era real, significaba que ya le conocía y que el experimento saldría bien, porque esa Ashley ES ELLA y no las otras. Cuando por fin pudo dormir, Ashley pasó una noche de pesadillas, pero esta vez pesadillas reales.

Al despertar, descubrió que no estaba en su propio cuarto, así que había viajado de nuevo a otro universo en donde la nueva Ashley tenía un gusto horrible para decorar su habitación con muñequitos de acción en vez de peluches de osito. Abrió la puerta del armario y vio el bulto de la cama, ahí estaba la impostora. Agarró bien fuerte el cuchillo y se lanzó a por ella.

—¡AAAAAAAAAAAAHHH! IMPOSTORAAAA —RAS RAS, clavó el cuchillo en el bulto de la cama—. YO SERÉ LA ÚNICA, NO HABRÁ MÁÁÁÁSSS. ¡VAMPIRA DE MIERDA! —RAS, RAS, de nuevo clavó el cuchillo.

Después de unos días de locura, finalmente Ashley se volvió loca y estaba dispuesta a llevarse cualquier cosa por delante con tal de volver a la normalidad.

Ashley sin dudarlo demasiado, se lanzó encima de aquella figura que había en la cama y con un grito de guerra, lo acuchilló varias veces, sin cesar, intentando acabar con ella lo más rápido posible y volver a la normalidad cuanto antes... Pero para sorpresa de Ashley, ni una gota de sangre salpicó, solo un montón de plumas que quedaron en el aire, cayendo lentamente.

Las luces del cuarto se encendieron y en la entrada de la habitación, Ashley pudo ver a un chico, mirándolo con cierta cara de estupefacción. - Menos mal que aquí ya no duerme ninguna Ashley. - comentó, mientras alzaba las manos y le mostraba las palmas a ella. - Tranquila chica, sé por lo que estás pasando, solo quiero ayudar, pero necesito que sueltes ese cuchillo.

Dio un paso al frente, muy despacio, fue entonces cuando reparó en la herida que tenía en la cabeza. - ¿Eso te lo hizo otra Ashley? No te preocupes, sé por todo lo que estás pasando y puedo solucionarlo, podrás volver a tu casa, a la de verdad, sin heridas, sin más mierdas de este estilo. - seguía avanzando lentamente, mostrando las palmas, parecía dispuesto a intentar quitarle el cuchillo si ella seguía quita, pero avanzó con la suficiente calma para observar cualquier movimiento agresivo de aquella mujer.

Tras clavar numerosas puñaladas sobre un bulto emplumado, se apartó sorprendida. Alguien entró por la puerta y comprendió que se trataba de una trampa para acabar con su vida, igual que ella lo había intentado con otra copia. Apretó el cuchillo ante esa persona y cuando encendió las luces volvió a sorprenderse de que aquél chico no era Ashley. ¿O sí? ¿Por qué había ropa en su armario que podría ponerse? O estaba raptando a todas las Ashley, o coleccionaba ropa de chica.

—¡Quién eres! ¿Dónde está la vampira? —exclamó confusa. Miró a su alrededor y pensó que podría haber parado en la habitación de un desconocido, sin embargo, ese desconocido conocía su nombre—. ¡Quién eres! ¿Por qué sabes mi nombre?

El chico empezó a hablar sobre ella y se mostraba con una actitud generosa, parecía conocer más de lo que ella sabía. Así que soltó el cuchillo encima de la cama.

—Creo que es el mismo cuchillo... El que agarré en el otro mundo... El cuchillo viajó conmigo... —eso quizás le diría algo al chico, que podría explicar—. David me dijo que esto es obra de Vincent Banes. Lo recordé... Él me hizo esto. Tenemos que leer su libro de mierda.

Viendo que Ashley dejaba el cuchillo en la cama, suspiró aliviado. Aceleró el ritmo y cogió el cuchillo para guardarlo en un cajón, donde ninguno de los dos pudiera cogerlo sin que el otro lo viera. Una vez solucionado el tema del arma blanca con el que habían apuñalado recientemente una almohada, el chico procedió a presentarse.

Pues a ver... Cosa mía, cosa mía. Tampoco. - admitió. - Yo soy Vincent Banes, uno de tantos. - admitió, con una risa un poco nerviosa. - Aunque sí conocí al que andas buscando, estaba bastante cabreado porque una de las tús le robó el libro para a saber qué, no me dio muchos detalles, pero me enseñó a devolveros a vuestro hogar.

Miró entonces el armario, después la cama destrozada. - La Ashley de aquí... Bueno, tuvo un encontronazo con otra Ashley y por lo visto, no os lleváis muy bien ¿verdad? Por eso decidí quedarme aquí y desalojar la casa, preparé la pequeña "trampa" por si venía alguna Ashley revolucionada, como tú, pero me alegra ver que te has calmado.

Apoyó su trasero en la mesa donde había guardado el cuchillo, mesa que Ashley usaba antiguamente para escribir alguna que otra cosa. Aunque si fuera estudiante seguro que la usaba para estudiar, que no era el caso de la chica con el golpe en la cabeza. - Espero que no te importe que me haya instalado aquí, en esta casa, que después de todo sigue siendo... "La tuya". - gestificó con los dedos las comillas.

Si tienes más dudas, adelante, pregunta, puede que te pueda responder, menos eso de la bruja, no sé que es, lo siento. Pero si quieres... Podemos irnos ya a devolverte a tu realidad. - parecía bastante más tranquilo, aunque de vez en cuando suspiraba, seguramente por la adrenalina de la situación de negociar con alguien armado y dispuesta a matar.

Cuando el chico recogió el cuchillo, al principio se apartó asustada, creyendo que lo usaría en su contra, pero después lo guardó en un cajón. Si hubiera un enfrentamiento, debería ser a mano desnuda y en este caso estaba segura de que saldría airosa con aquél chico, más aún cuando se presentó. Ganas de dejarle estéril de un patadón no faltaban. Ashley atendió atónita a todo lo que soltaba por su boca.

—¡Por supuesto que nos llevamos mal! —gritó—. Según dices una de las Ashley ha participado en esto, ¿qué pretendía? Lo único que ha conseguido es volverme loca y que uno de los Dylan asesinara a otro tío. ¡Mi vida ya era una mierda!

Siguió escuchando su historia, igual de estrambótica que lo visto hasta ahora. Ya puestos, podrían venir todos los monstruos a disfrutar de la casa encantada. Eso le llevó a pensar en una persona.

—¿Y mi padre qué? ¿No te dijo nada por poner el cuarto patas arriba? —diera respuesta o no, le daba, igual este no era su propio mundo—. Llévame a mi realidad, con mi verdadero padre; lejos de brujas, vampiras y lunáticos...

Hizo una pequeña y leve risa. - Eso me gustaría saber a mí también, anda que no estaría yo cómodo en casa, en vez de aquí, arreglando lo que rompió una de tus tús. - suspiró con cierta pesadez, aceptando también su parte. - Aunque supongo que también todo esto es por culpa de uno de mis yos.

Y en cierta medida, era el libro de Vincent Banes el que había permitido a alguna Ashley Hill canalizar todo esto. Decidió dejar de de darle vueltas y sonrió. - No te preocupes, tanto el padre como la Ashley se encuentran en un sitio apartado y seguro. No veas lo que costó que aceptara la realidad, pero al ver a dos Ashleys juntas... Fue más sencillo. - decía mientras asentía con la cabeza.

Al ver la positiva de la chica, simplemente se encaminó hacia la salida. - Pues no perdamos el tiempo, vamos allá. - dejó nuevamente a la vista el cajón donde guardó el cuchillo. Ashley desde la ventana pudo ver al chico subirse al asiento del conductor de un coche que no había visto nunca.

La chica tuvo que sentarse en la cama el tiempo que la otra persona estuvo hablando, necesitaba un respiro porque la situación estaba agotándola. Esta no era su mundo y en realidad no le importaba lo que pudiera suceder con él ni con las personas de su interior, lo que verdaderamente le importaba es que su mundo estuviera en orden. Mejorado con respecto a lo anterior si no era mucho pedir. Esas clones se lo debían después de todo.

Cuando el chico salió pitando hacia el coche, aprovechó su distracción para asaltar la cajonera y guardó el cuchillo en su cintura. Ni de coña se fiaba de él ni de lo que pudiera pasar. De alguna manera sentía que el peligro todavía era latente y además ese cuchillo pertenecía al otro mundo, que a estas alturas no sabía si era el suyo o el de otra. Si esta Ashley pensaba en defenderse, quizás otra Ashley pensaba en atacar, debía protegerse.

Luego entró al coche con él y se dejó llevar a donde quisiera llevarla.

—Soy la única que estoy viajando, ¿no? Espero que tu otro tú no haya tirado los ositos de peluche.

El coche por dentro estaba bastante en peor estado de lo que estaba por fuera, sin duda no parecía el coche de alguien muy normal... Aunque toda aquella situación no era normal y el estrés de que quizá te apuñalen mientras duermes, no suele ayudar. Al verla subir al coche, el chico se puso un poco nervioso. - Has tardado un poco. ¿Te estabas aseando? - preguntó, intentó sacar una sonrisa, aunque se notaba que le costaba.

Es normal, es normal. - admitió, asintiendo con la cabeza. - Después de todo, esto es una locura, pero ya se va a terminar Ashley, pronto no tendrás que preocuparte por más viajes entre universos. - dijo con un tono mucho más relajado, el primero realmente relajado y tranquilo desde que empezó aquello.

Arrancó y empezó a conducir. - Sí, de momento parece que solo las Ashleys viajan, cualquier otra persona que no sea una Ashley, no viaja. - dijo con gran seguridad, parecía no tener duda alguna en aquello. - Curioso ¿eh? Con la de gente que hay en el mundo y en los distintos universos y ha tenido que ser una chica como tú la que ha liado todo esto. - rio, un poco nervioso.

Poco a poco se fueron alejando de la ciudad, hasta que llegaron a una pequeña casita a las afueras de la ciudad, si bien tenía vecinos, estaban lo suficientemente alejadas una de otras para no distinguir lo que había dentro de cada casa a través de la ventana. El chico aparcó el coche y reparó en la entrada de al casa, tenía una pintada.

El chico se quedó muy sorprendido al verlo y se puso aún más nervioso de lo que ya estaba al ver aquello. - Estos vecinos... - inquirió a tono de queja. - Hubo movida con una de las tús. Ya sabes, con un cuchillo y todo eso. - la miró, arqueando una ceja. - Como tú con la almohada esta mañana, la verdad es que sois bastante agresivas ¿eh? - rio nuevamente, de forma algo forzada, la verdad es que aquella pintada sumado al acto de violencia que había visto esta mañana, lo estaba poniendo muy nervioso. - Pero bueno, dentro está el portal para que puedas volver a tu mundo. - salió del coche y se apoyó levemente sobre la puerta abierta, mirando a su copiloto. - ¿Vamos?

Ashley Hill se esparció por todo lo ancho del asiento del coche y se puso el cinturón solo cuando se lo recordó el chico. Al incorporarse procuró que no se pinchara con el cuchillo que tenía escondido. Se comunicó brevemente para no decir lo que estaba haciendo, con tal de calmar sus preguntas. Claro que estaría aseándose, por supuesto, lo último que querría de este mundo es llevarse agua contaminada dentro de su piel.

Ante la información de que solo ella estaba viajando porque supuestamente una de ellas lo había provocado, bufó rabiosa. Todavía no comprendía por qué una de sus yos había cometido tanta estupidez, esa lección necesitaba aprenderla. Para lo único que había servido esta versión de los hecho fue para... desprenderse... conseguir... Necesitaba recapacitar.

Cuando llegaron a la casa, observó la pintada puesta en toda la puerta. Ashy era por su nombre y Slashy por lo que haría con el cuchillo. Ella todavía no había llegado al punto de usarlo con otra persona y apodarse de esa manera, si no fuera porque la cama de esta mañana estaba rellena de plumas. Sería muy curioso si hubiesen acabado igual.

—Nadie dudará de que somos la misma chica... —sacó su cuchillo y no le importó que el chico lo viera—. Puede que todavía haya una dentro con ganas de acuchillar, debemos protegernos —quizás la única era ella, y ahí al lado tenía su humano relleno de plumas por si todo salía mal—. Entremos al portal, ojalá funcione y espero que lo cierres para siempre.

Al ver el cuchillo, el chico se puso mucho más nervioso. - ¡¿Eh?! ¡Guarda eso! - dijo preocupado, mirando de lado a lado. - ¿Y si nos ve alguien? Nos meterás en un buen lío. - miró de lado a lado, cada vecino parecía estar en su hogar. - No hay ningún peligro aquí, excepto tú misma, de verdad, todas las Ashleys que han venido aquí han usado el portal y se han ido, me he asegurado de ello.

Aún así sentía que no iba a poder convencerla, por lo que, visto que ella quería entrar al portal, simplemente la dejó adentrarse primera, parecía que no le hacía demasiada gracia que fuera ella detrás, no si era con un cuchillo. Al entrar, la casa parecía en un estado... Regulero, como el interior del coche del chico, puede que fuera porque no había tenido demasiado tiempo para limpiar, después de todo parece que vivía bastante estresado, pero aun así... Demasiado sucio.

Mientras miraba ciertamente embobada la casa, notó que de repente su pie derecho cayó hacia abajo, movimiento que siguió el resto del cuerpo ¡resulta que parte del suelo se había desplomado, haciendo que cayera al sótano! Tras parpadear un par de veces, Ashley pudo enfocar su vista y descubrir la terrible verdad. El lugar estaba con algunos cadáveres de sus otras "yo", mutiladas, descuartizadas.

La sangre cubrió en cierta medida a Ashley, el dolor en el tobillo por haber caído no ayudaba. Al mirar hacia arriba, el chico estaba con una sonrisa. - ¡Ja! Sois todas igual de tontas. - se le notaba excesivamente feliz. - Ahora no tienes forma de salir de allí, pero me has caído algo bien. - su personalidad cambió completamente, estaba mucho más tranquilo y su sonrisa era puramente sádica. Sacó una pistola del bolsillo interior de su chaqueta y le apuntó con ella. - Vamos a jugar un poquito, te haré unas preguntas y si aciertas, será todo lo menos doloroso posible. - onomatopeyó unos tambores y muy animado, dijo. - ¡Primera pregunta! ¿Sabes por qué estoy haciendo esto con todas vosotras? 

Ashley se aferró al cuchillo por más que el chico emplumado le dijera que era peligroso o que los vecinos verían. Ella sentía el peligro acechando por cada minuto que pasaba en este mundo, como si hubiese alguna fuerza divina que estuviera enojada por tener un agente extraño e hiciera todo lo posible por acabar con ella. Si hubiese algún problema, sería algo que tuviera que lidiar la otra Ashley, así que por ella todo estaba correcto. Igual que alguna provocó su herida en la cabeza, no pasaría nada si otra provocaba heridas en sus antecedentes.

Para ser un tipo inteligente, todo estaba patas arriba. Normal, si su máxima dedicación consistía en joder la vida a una chiquilla que tiene una vida de mierda. Quizás, alguna de las copias era tan guarra que tendría de esa red social para enseñar el escote vestido de jacuzzi y el tío era tan pervertido que se había montado todo esto para tirársela. Si intentaba algo con esta Ashley, ya sabía en qué zona debería clavar el cuchillo. Entonces cayó al sótano y descubrió el pastel. Pegó un grito de dolor.

—¡Maldito hijo puta! Lo sabía, eres un pervertido descuartizador... —dijo la doncella inocente ante su acosador. El cabrón quería jugar después de todo, a un juego de vida o muerte con unas preguntas. ¿La chica tenía otra opción?— ¡DEBÍ CLAVARTE EL CUCHILLO CUANDO PUDE! Y quedarme con este universo, que no está tan mal... —la chica miró al suelo y empezó a llorar, iba a morir. El loco asesino no esperaba y debía dar una respuesta—. Estás buscando una versión en concreto... las demás no te sirven...

Se quedó callado un segundo, arqueó una ceja. - Mmm... - dijo meditativo. - ¡Ñeeee! ¡Respuesta incorrecta! - sin decir nada más, apuntó a la pierna izquierda de Ashley y disparó. Un gran dolor se presentó en la pierna de esta, pero pronto desapareció, dejando una sensación de ardor y calor muy desagradable. - Será mejor que te apliques presión ¡o te vas a desmayar antes de que acabemos el juego!

Aquél tipo parecía estar pasándoselo muy bien, dio un par de vueltas al arma mientras reía y la volvió a bajar. - ¡Segunda pregunta y más te vale saberlo! ¿Sabes por qué la Ashley original está haciendo todo esto? - ladeó la cabeza de un lado a otro. - Puedes usar el comodín del público, alguna de tus amiguitas sí sabía la respuesta. - empezó a reír. - ¡Aunque buena suerte recibiendo respuesta!

El tiempo pasó a cuentagotas esperando a que el maniático dijera si la respuesta era correcta o no, para acabar con la pierna hecha un disparate. Ashley agarró de su pierna dolorida y gritó como nunca antes había hecho. El chillido podría romper cualquier tímpano. Después le miró furiosa, se podía ver el humo salir de su nariz. "CABRÓN, CABRONAZO, MUÉRETE"; quería insultarle, pero aquél maniático la dispararía por cualquier comentario impropio.

La segunda pregunta era igual de difícil. Vio que su público era ella misma descuartizada, ninguna de ellas parecía decirle la respuesta. Cerró los ojos, estaba desesperada, como cualquier presa a punto de ser devorada. Recordó el sueño extraño de esta mañana, en donde una de sus yos, más guapa y con mejor aspecto hablaba con él. Entonces abrió los ojos lentamente, afectada por el mareo de su sangre corriendo.

—Ashley... yo... quiero volver a sonreír...

Aquél chico se quedó completamente callado durante un segundo, entonces empezó a reír. - ¿Pero qué mierda de respuesta es esa? - decía entre carcajadas, de hecho parecía a punto de ahogarse. - Dios ¿ni si quieras sabes por qué tu original se dedicó a jodernos la vida a todos nosotros? - suspiró y se secó las lágrimas.

Eres idiota y agresiva, pero DIOS, lo que me has hecho reír. - volvió a reír levemente. - Lo que me has hecho reír no tiene nombre. Así que venga, voy a ser compasivo, acabaré ya con todo esto. - alzó su pistola y apuntó a Ashley. - Un tiro en la cabeza y se acabó, al menos para ti, mañana me tocará aguantar a otra imbécil como tú. - hizo una pequeña mueca. - En fin, hasta mañana entonces.

Pero antes de que apretara el gatillo, una Katana atravesó el pecho del chico, lo cual hizo que soltara la pistola. A su lado, apareció un hombre trajeado, de brazos cruzados, quien negaba con la cabeza. - No está bien hacerse pasar por otras personas Ashley. ¿O debería llamarte Ash el tajos? - decía con un tono que denotaba cierta decepción.

El chico empezó a palpar la katana, echó sangre por la boca y finalmente miró al tipo que tenía al lado. - Así que tú eres... Joder. - escupió. - ¿Por qué intervienes? ¿Por qué no arreglas ya esta mierda? - cerró el puño e intentó golpearlo, pero la persona que tenía detrás lo sujetó. - ¡¿Por qué salvas a esta mierda?!

Cayó de rodillas, derrotado y la miró. Empezó a hablar algo más lento. - Por culpa de ella, de alguien como ella. - unas lágrimas empezaron a caer por su rostro. - Por su culpa mi madre ha muerto, la asesinaron y me habrían asesinado a mí también. - toda la actitud chulesca y psicópata que tenía antes, desapareció por completo, mostrando una persona derrotada.

Yo era feliz, Banes. Pero he tenido que morir, por el capricho de una versión femenina mía. - finalmente cerró los ojos y cayó al piso inferior, al sótano donde estaba Ashley.

Banes estaba en completo silencio, muy serio. Parecía que no iba a decir nada más, pero finalmente habló. - Tienes que mantenerla viva, recuerda la promesa. - sentenció, en un principio a la nada, pero poco después de entre las sombras, apareció una especie de ninja, cuya Katana ensangrentada, enfundó.

Aquél ninja, con un ágil salto, bajó al piso inferior y trató la herida de la pierna de Ashley con bastante rapidez. No pudo extraer la bala, pero al menos dejó de sangrar y podría caminar, con bastante dolor, eso sí. Al volver la vista arriba, ya no había nadie, por lo que Ashley se encontraba rodeada de cadáveres, junto con su nuevo y silencioso compañero.

Llegados a este punto, la chica no entendió nada. Ella, o al menos esta versión, no había jugado con ningún libro ni había pedido ayuda a nadie para que todo cambiara. Desde el principio aceptó su vida tal y como era sin esperanzas de que cambiase. Sin embargo, según el loco que tenía delante, ella tenía algo que ver en todo este embrollo. Quizás sería haber sido demasiado lenta, permitir que el chico aquél muriera o creer todavía que Dylan le había golpeado, cuando seguro fue este tío. Gracias a este camino lleno de ramificaciones del destino, aprendió a darse por vencida, conseguir un poco de amor propio, repartirlo con su familiar y luchar por los deseos más internos. Una enseñanza acorde a su vida.

Cerró los ojos borbotones de lágrimas esperando el balazo en la cabeza.

Los abrió de golpe al escuchar el grito de dolor que no venía de ella, las lágrimas picaron sus retinas, pero no los cerró. Aquél espectáculo era digno de una película de ficción.

—¿!Es otra Ashley!? —No podía creer hasta qué punto eran capaces las otras versiones para alcanzar sus propios fines. El disfraz estaba bien logrado, luego confirmó que esa versión ya era así. Seguía sin creerlo—. Pero tu madre, mi madre, murió... y la desaparición de mi tío... ¡YO NO FUI! ¿Fue una de ellas?

Ashley estaba tan agotada por la sangre y desesperación que no pudo seguir hablando. Se desmayó en el suelo. Su visión borrosa acompañó a lo que escuchaba decir "tienes que mantenerla viva, recuerda la promesa". Esa voz y esa figura, el recuerdo llegó a su mente, mantenía la conversación con esa Ashley, que no era ella, la que había utilizado su libro por algún propósito que tendría que ver con su madre fallecida. ¿Querría revivirla?

—Tú... ¿Quién eres tú? —dijo al ninja, al ver que se había quedado sola con él—. Banes... él tiene el libro... según David podremos arreglar todo esto con su ayuda... Llévame con él.