Partida Rol por web

Miró a la mujer con escepticismo, aún con la intervención de su compañero, las cosas no habían cuadrado como deberían de ser. Primero flautista, ahora esta. Los paladines eran muy interesantes... hasta que tenían que congeniar con demonios de verdad. Por mucho que fuesen de santos, no bastaba nada.

Cogió el líquido de la copa y lo guardó en dos pequeños viales. acto seguido, tocaba seguir la mascarada

- Disculpen la intromisión, cuando vuelva ya me encargaré de que no moleste más. 

no podía prevenir todo lo que le gustase sin revelar su posición, pero el enemigo les había dado una herramienta útil, podía repetir el ritual... si es que se atrevía con ello. Tragó saliva. La última exposición casi le costó la cordura.

Las palabras de Flautista provocaron que los miembros del consejo sonrieran ante lo sucedido. Era curioso como una broma en un momento inadecuado, podía provocar tal efecto. Como era de esperar, la interpretación añadida del bardo, arranco decenas de risas que fueron recompensadas por un fuerte aplauso de los presentes. Mientras tanto, el familiar de Aerin, la liebre creada por exóticos corales, consiguió escapar de los camareros, los cuales tropezaron en más de una ocasión en su intento de atraparla. Por fortuna para los aventureros, nadie parecía haber notado las verdaderas intenciones de la bruja, ni tan siquiera se habían cuestionado la repentina ausencia de los visitantes de Shitary. 

—Exacto— confirmo el inquisidor ante las palabras de Friza—. Necesitamos evitar llamar la atención. Es más que probable que el enemigo éste aquí y no sabemos los posibles aliados que tenga en esta fiesta. De modo que tenemos que deshacernos del vino de una manera sutil y nada sospechosa. 

» El personal ha dejado las botellas de vino en las mesas— señaló poco después con seriedad—. Además, los invitados están demasiado entretenidos en comentar lo decidido que en exigir el llenado de sus copas. Este es nuestro momento. 

Sin esperar ordenes por parte de Aerin, Vicnan camino hacia una de las botellas y la tomó sin ningún tipo de miramiento. Se sirvió una cantidad generosa del corrupto brebaje y tras esto fingió beber. Después comenzó acercarse al grupo, acto que fue interrumpido por un charco de vino, el cual le hizo caer, provocando que su copa se derramase y la botella se rompiera en mil pedazos. De nuevo, un coro de risas estalló en la sala, algo que hirió el orgullo del semielfo, pero poco importaba. Se había desecho de una potencial amenaza. Tan solo quedaban dos más. 

Flautista sabía que la única manera de hacer aquello era con toda la naturalidad y el desparpajo posible. Nada de andarse con juegos sutiles, engaños ni nada así; directo, ocultando la verdad entre bromas y risas. Nadie pondría objeciones, nadie sospecharía excepto, tal vez, quién estuviera implicado. Y aún alguien así, dudaría de sus verdaderas intenciones; esa era la ventaja de ser como era, nadie tomaba en serio a un juglar que fingía ser todo chanzas y divertimento.

Sin esperar respuesta de Friza —se encogió de hombros ante el silencio de la supuesta paladina—, se giró y se encaminó hacia el caído Vicnan. Su compañero había hecho bien su parte, aún sin saberlo.

—Creo que algunos han bebido más que suficiente —dijo con tono burlón, no del todo fingido, mirándole desde arriba—.Mmm. De hecho, creo que va a ser mejor que apartemos el vino de momento. —Se dirigió hacia las otras botellas, que esperaban a ser recogidas en las otras mesas, y las cogió, una en cada mano. Probó hasta hacer unos malabares con ellas y, después, guiñó un ojo, mirando hacia la mesa del Consejo—. Está ocasionando demasiadas desgracias para un día de fiesta, ¡y aún no han traído los postres! —exclamó, desviando la atención hacia el otro gran placer de cualquier festín—. Sería un momento más que idóneo, mientras me llevo esto. je, je.

De momento estaban logrando librarse de las botellas, pero para evitar un enfado de algún noble demasiado aficionado al vino, Balthor se acercó a Flautista.

- Creo que aún puedo hacer algo con ese vino ¿Alguien ha visto llover algo que no sea agua? - dejando la pregunta en el aire, se transformo en un majestuoso pelícano, con una bolsa lo bastante grande como para que entrara de sobra el contenido de las botellas.

Una vez vertido el vino en su pico, alzó el vuelo e hizo pequeños vuelcos de su bolsa en varias pasadas para dejar caer el líquido, aparte observando si algún invitado presente estaba más enfadado de lo normal, o demasiado serio por el fallo del plan.

Se dedicó a ver el espectáculo. Ella ya había tomado suficiente protagonismo en ello, desde luego. Más no le convenía destacar, ya habían llamado demasiado la atención de un espectador atento. Se dedicó a pasear por el lugar y dedicar únicamente alguna sonrisa, para derrumbarse en la silla.

- Puff, el festejo me está dejando derrotada, creo que me cabe el postre y poco más.

Y es que el cansancio mental si que hacía mella en su rostro, a menos, de momento. Porque tenía que prepararse mentalmente para la segunda parte de su plan, inspirar hondo y evocar recuerdos.

El acto de Vicnan, y más tarde el de Balthor, fue recibido con una sonrisa por los invitados por una única razón, Flautista. Sus palabras parecían dejar caer un último evento por parte de la "troupe". Aunque generalizar era algo demasiado extenso, pues los allí presentes deseaban una única cosa, escuchar la música del bardo. Era el único que faltaba por ofrecer un espectáculo y que mejor momento que aquel. 

—¿Vas a cantarnos algo?— preguntó una mujer, encandilada por la sonrisa del aventurero.

—¡Mejor cuéntanos una historia!— exclamó un hombre escondido entre la multitud.

Mientras los invitados a la fiesta, los altos cargos de la ciudad, clamaban por un nuevo espectáculo, los opositores de Lilith observaron los rostros de los allí reunidos. Nadie parecía frustrado por lo sucedido, ni siquiera las personas que se habían excedido con el alcohol. 

Por su parte, Iriel, la consejera de la moneda, se levantó de su asiento y se reunió con sus "artistas". En su rostro se podía apreciar una sonrisa, una mascara destinada a los invitados; sin embargo, los aventureros percibieron un rastro de confusión en su mirada. Era comprensible. En cuestión de unos segundos se habían marchado sin dar ningún tipo de explicación, sin contar el incomprensible "espectáculo" que estaban montando. 

—¿Qué ocurre por aquí?— preguntó la descendiente de Ary tratando de mantener las apariencias—. ¿Tienen algo preparado que no me hayan contado?

Aunque la aristócrata no lo dijera de manera abierta, pues la disfrazada Fryza estaba con ellos, una completa desconocida para la mujer, lo cierto es que quedaba claro que estaba preguntando realmente. Quería saber que ocurría con el vino para levantar aquel revuelo y crear tal caos en la fiesta.

Flautista había conseguido desviar las atenciones del gran público —eso eran siempre, poco importaba la situación—, y era él quién se encontraba en el centro de todas las miradas. Le pedían —¡le exigían!— cuentos y canciones, música e historias, y por supuesto no podía defraudarles. Había prometido una actuación digna del final de aquella gran fiesta, y hasta entonces solo había dado pequeñas pinceladas de lo que era capaz. Había entretenido a todos, pero no extasiado con su arte. Ahora era el momento idóneo para cerrar aquél capítulo.

Un chasquido hizo que las notas empezaran a fluir a su alrededor, sonidos fantasmales que simulaban instrumentos en una perfecta sincronía. El tocaba su flauta. La gente, lentamente, empezó a callar. Otro hechizo y el mundo alrededor se oscureció, el ambiente se volvió sombrío, las luces se volvieron tenues. Simples ilusiones, que nadie querría descreer.

—Solitario lobo
alejado de su manada
en busca de su amada.

Siempre solo
por el bosque más profundo
pues ese era todo su mundo.

Siguió tocando. Cambió el ritmo.

—En una noche fría
cuando más tristeza sentía
el lobo miró al cielo
y encontró allí su anhelo.

Comenzó su canción
nacida del corazón
y a la luna aullaba
sabiendo que escuchaba.

Se detuvo, miró alrededor y sonrió.

—Cada mañana se perdía
y el pobre lobo dormía
sabiendo que al día siguiente
su gran amor regresaría.

Muchos no lo entendían
lo creían una mentira
pero si eso era
sin duda era mi favorita.

Pausa. Esta vez, compuso un gesto de tristeza.

—Pero un día la luna se extrañó
cuando de su paseo volvió
y es que a su regreso
a su lobo no encontró.

El viejo lobo en soledad murió
y la luna se entristeció
pues se fue sin poder decir
que también siempre le amó.

Las últimas notas de la canción se fueron apagando.

—Hay algunos que dicen que en ese momento
cuando la luna siente el tormento
de no ver a su lobo ahí sentado
se cubre de negro, pues su alma se ha enlutado.

Otros prefieren pensar que la luna lo encontró
y aún con el alma hecha pedazos
menguó y a su lobo en brazos acunó
una nueva estrella, que en el cielo brilló.

Volvió a sonreír.

—Yo prefiero pensar que así es, y que los dos amantes, cada noche, se reencuentran por siempre. Y en las hermosas noches como hoy, todos somos testigos de que la esperanza nunca, jamás, muere. Cuando lleguen tiempos difíciles, no lo olvidéis —terminó, inclinándose.

La confusión se apoderó del lugar. Por suerte, Flautista había hecho lo que mejor se le daba, acaparar la atención. En eso era bueno, quizás demasiado, eso había que reconocérselo, el papel de bufón le quedaba que ni pintado. Pero tiempo al tiempo.

Aprovechó la confusión y el griterío para desaparecer de escena y acercarse al oído de su protectora.

- Nuestra amiga es muy tímida, pero nos ha dejado un regalo exquisito, lo que suele tomar nos lo ha traído para que lo degustemos. Manjar de manjares, nuestra mirada nunca volverá a ser la misma tras disfrutarlo. Es digno de celebración, ¿no?

Incluso si alguien oía la conversación, no tenía por que saber de que hablábamos con facilidad. Los rumores en las cortes humanas eran peores que las dagas, y si la vampiresa nos detectaba, eramos una presa fácil.

Cuando Aerin compartió los nuevos hallazgos de una manera ingeniosa y sutil, Iriel frunció el ceño de manera visible. El motivo, no era la confusión, pues ella se había criado bajo las intrigas de palacio, sino más bien por el horror desmedido que suponía la noticia. No obstante, no se dejo llevar por el tormento o el miedo, sino todo lo contrario. Mantuvo la calma.

—Sin duda— respondió poco después la consejera de la moneda—. Tales bendiciones serán agradecidas a nuestra querida Ary, capaz de purgar cualquier rastro de oscuridad o incertidumbre en nuestros corazones. Después de todo, no podemos dejarnos llevar por el orgullo de un festejo bien realizado.

» Creo que va siendo hora de que finalicéis vuestro acto. Imagino que tendréis que atender otros asuntos, ¿verdad? — añadió poco después con una fingida sonrisa en sus labios—. Puedo atraer la atención con un pequeño brindis para permitiros abandonar la fiesta. Necesitan descansar, algo más que merecido dado la gran labor que han realizado hoy aquí.

Con un claro objetivo, ambas mujeres observaron la brillante interpretación de Flaustita. La melodía era emotiva, capaz de potenciar el efecto que provocaban las palabras del cuentacuentos. La historia era trágica, pero hermosa. Capaz de romper el corazón de los presentes, para armarlo poco después entre un aluvión de lagrimas inesperadas y un sonoro aplauso por parte del público.

Poco después, aprovechando que la atención estaba centralizada, la hermosa mujer tomó una copa y la hizo tintinear bajo el azote de un cubierto cualquier. Fueron necesarias varias notas agudas, pero pronto los invitados a la fiesta la observaron, dejando a los ”artistas” vía libre para abandonar la fiesta y así cumplir su verdadero objetivo.

Ante las palabras de Flautista la paladina replicó con una sonrisa incongruente en su aspecto, se estaba pensando la respuesta pero su silencio fue demasiado para el hombre que se alejó.

Por suerte para Friza no parecía ser la única que había notado el problema del vino y que esto se estaba solventando, por lo que se mantuvo en un discreto segundo plano ante las indicaciones del inquisidor, sabía cuando se encontraba fuera de su elemento.

Decidió que quizá Balthor podía contarle lo que estaba ocurriendo, pero éste también se alejó transformándose en pelícano, le resultaba extraño y ciertamente poco sutil, pero era otro menos y dudaba que Aerin tuviese ganas de compartir confidencias.

Cuando Iriel se acercó a ellos Friza se envaró visiblemente, antes de añadir algo que no fuese una mentira -me estaba presentando ante este hombre tan apuesto - dijo cogiendo del brazo a Vicnan -y quizá sea tan amable de ayudarme a retirarme. Me noto algo fatigada.

Estaba segura que él Inquisidor la ayudaría a salir de esta, era parte de sus habilidades y aunque ella prefiriese las resoluciones directas estaba claro que no siempre eran el mejor curso de acción.

Flautista se inclinó una, dos, tres veces. Cuatro. Lo hizo mientras se mantuvieron los aplausos, y después se alejó de allí, tras saludar y sonreír una última vez; la próxima vez que viera a algunos de esos, sería en sus mansiones, en busca de aliados... Y de secretos. Eso, si todo iba bien.

—Por aquí hemos terminado —dijo a sus compañeros, mirando de soslayo a Friza—. Esa es la señal para que nos marchemos y dejemos a los nobles disfrutar de su cena. Nosotros tenemos que ponernos al día. —Ahora si, miró a la paladina sin pudor; luego a Vicnan—. ¿Se va a unir a nuestra pequeña banda de artistas itinerantes? —preguntó directo, enarcando una ceja.

Hizo una reverencia, mientras asentía. No le gustaba dejar sola la escena, pero ya avisada, mucho más no podía hacer.

- Sería un placer, la verdad, he gastado demasiados de mis preparativos y necesito ponerme al día en mi taller, o no llegaré bien a la próxima función. La concentración también genera esfuerzo y cansancio.

Se dispuso a retirarse, poco a poco, una vez hubiese una distracción. Llegaba el momento de trabajar de verdad.

Los aventureros aprovecharon el brindis de la consejera de la moneda, para abandonar la fiesta sin llamar mucho la atención. A pesar de ello fueron despedidos por las ultimas sonrisas de agradecimiento y, breves reverencias de respeto y admiración por parte de los invitados. No obstante, el recibimiento de la noche fue frío y solitario. Apenas unos pocos guardias caminaban por el lugar, peinando las calles del barrio aristócrata. Por fortuna, ninguno de ellos no tenía nada que temer, pues no tenían nada que esconder o al menos eso era lo que creían los habitantes de Shitary. 

Gracias a ello pudieron tomar el elevador de aire, el cual les permitió ser liberados de la esclavitud de la gravedad, para ser invitados más tarde por el viento en un suave viaje hasta la zona inferior. Atrás quedaron las hermosas barriadas aristócratas, decoradas por finas estatuas e incontables flores exóticas. instantes después sus pies tocaron el dispositivo mágicos que permitía tal espectáculo, una plataforma circular de piedra luna, la cual se encontraba en la plaza central de la urbe. 

—Buenas noches damas y caballeros— saludó uno de los guardias destinado a proteger el elevador—. ¿Ha acabado ya la fiesta? Por aquí aún sigue viva la festividad. Parece que nunca va acabar. 

En ese momento, como una confirmación de sus palabras, los fiesteros comenzaron a cantar una canción de ritmo simple y rimas pegadizas. Con cada verso terminado, el cansancio de los presentes era espantado, avivando aún más la felicidad de sus corazones. Lo cierto es que aquel lugar, al contrario que la fiesta aristócrata, invitaba a la relajación y la felicidad. No había normas de cortesía, con la excepción de no verter la bebida ajena durante el baile y el de mantener la ebriedad dentro de unos márgenes aceptables. 

Guiados por Balthor, quien había peinado la ciudad en más de una ocasión convertido en ave, caminaron por las entrañas de la zona inferior. Tiempo después, el bullicio se convirtió en calles vacías carentes de alegría. La música y la felicidad quedo atrás, espantada sin duda por la sombra de Lilith. Con cada paso que daban sentían como la tensión aumentaba. El miedo a lo desconocido era algo enfermizo, capaz de crear enemigos formidables donde no los había. Tal situación era la que vivían, pues desconocían que les esperaría en el hogar de Nicolás Glam. 

Finalmente, varios minutos más tarde, el variopinto grupo llegó a su destino. Una luz parpadeante iluminaba la planta baja, mientras que en la superior la oscuridad bañaba cada rincón. Ninguna voz o sonido parecía querer surcar el camino hasta sus oídos. La casa parecía vacía, pero todos sabían que tal cosa era imposible. Algo se estaba orquestando entre sus paredes y no pensaban dejar tal cosa en la ignorancia. 

La mujer miró a Flautista impasible, contestando con más seriedad -¿Acaso os podéis permitir rechazarme? No encontraréis a otra como yo en el reino - terminó con una sonrisa maliciosa y un guiño algo incongruente en una mujer tan obesa.

Por suerte su aspecto no duró mucho más tiempo. Poco después de saliesen de la fiesta cuando la paladina estaba razonablemente segura de que ya era seguro deshizo el disfraz mostrándose por quien era, una tiefling cuya gruesa cola se desenroscaba de su cintura. Su armadura cubría el resto de su cuerpo salvo por un rostro donde unos ojos como ascuas observaron a los demás con una sonrisa que dejaba ver unos dientes puntiagudos. Un fuerte olor a un incienso dulzón se desprendía de su cuerpo y sus cabellos estaban peinados con esmero alrededor de dos gruesos cuernos retorcidos.

Su aspecto demoníaco en el que los entendidos podían ver la mancha del Abismo chocaba de forma incongruente con su aura sagrada que irradiaba de forma casi palpable, así como del gran símbolo de Sarenrae que lucía en un tabardo en la pechera de la armadura.

Cuernos, me siento mejor siendo yo misma- dijo con una gran sonrisa antes de añadir -si veis un cuervo demasiado insistente en seguirnos no le disparéis, mi subordinada está en camino y le usa como guía...- si era gente observadora probablemente le verían y podrían reaccionar antes de que ella pudiese impedirlo, mejor advertir. Su actitud se volvió más imperativa a pesar de su informalidad, Friza había pasado mucho tiempo dando órdenes y era algo que se filtraba con rapidez -dicho esto... ¿Dónde vamos? ¿Quién es el líder? ¿Porqué no me ponéis al día de lo ocurrido? Me puse en camino en cuánto tuve noticias, pero no pude contrastar la información de inteligencia y juzgué prioritario contactar con vosotros- su mirada se había vuelto penetrante y evaluadora, la misma que la de una herborista juzgando si ante si tenía plantas útiles o malas hierbas.

La fiesta se terminó para ellos, ahora era el tiempo de volver a ser los guerreros que siempre han sido y enfrentar los posibles peligros que se pusieran por delante, fuera lo que fuera, Balthor se sentía preparado.

Por suerte tras el reconocimiento conocía lo suficiente la ciudad como para moverse sin problemas y evitando las aglomeraciones de personas, facilitando la cosas para que los artistas no fueran vistos donde no debían.

Friza descubrió su verdadera identidad, aunque  Balthor ya identificaba un olor que no le correspondía con esa imagen fofa que le llegó antes a sus ojos.

- En esa casa vive nuestro principal sospechoso, un erudito que no se mezcla con nadie y desde hace un tiempo recibe las visitas de una atractiva peliroja, de esas que le gustan a Lilith, sobre cuestiones de liderazgo háblalo con Aerin. - el druida se limito tras hablar a comprobar que todo su equipo y armas estaban correctamente sujetos.

Sus pensamientos se vuelven sobre el lugar, y poco a poco se va centrando. El aspecto de la paladín ahora le convence algo más, una cruda broma de los dioses, una guerrera consagrada en cuerpo de diablo. Esperaba que no acabasen como con la última paladín. Al menos se parecía más a Agatosh ¿qué estarían haciendo ahora?

- Mi posición de líder es sólo para las crisis de grupo, ya hemos tenido algún problema con otra gente, si te quedas, que sepas que si bien no soy de comerme niños por las noches sino de impedirlo, si hay que tomar una decisión la tomaré. En realidad, para el resto de situaciones, cualquiera puede aportar, mientras sea de fiar.

Se queda recostada, lejos de la casa.

- La magia se me da bien, pero el sigilo no es lo mío. Puedo buscar al propietario de la sangre vertida. Lilith solía alimentarse de pelirrojas y convertirlas, por lo que sabemos. En cualquier caso, no queda claro si podemos matarla. En teoría necesitamos los huesos de una de sus víctimas para crear un arma con ella que la mate, o eso creo, y además su poder de dominación es muy fuerte, sólo la vi en visiones y casi me hace suya. Sólo pociones de grandes archimagos y alquimistas pueden protegernos, yo todavía guardo una... pero no sé quienes más. No deberíamos de arriesgarnos con ella, sólo recabar información y destruir sus planes.

El aire fresco de la noche le hizo relajarse inmediatamente; aunque disfrutaba de la compañía y de los baños de masas, también lo hacía de la soledad bajo las estrellas y la tranquilidad que esta propiciaba. Ahora no estaba completamente solo, por supuesto, el resto del grupo le acompañaba, pero aún con esas, era lo más parecido tras el improvisado espectáculo de la cena, y toda la fiesta en si; había sido un día duro. La sensación de calma se vio un poco enturbiada por la presencia de Friza, que decidió romper entonces la ilusión, pero aún así. Y ante eso, Flautista la miró con una sonrisa y se limitó a un comentario.

—Te vas a sentir como en casa en este grupo, sobre todo cuando nos juntemos con los que faltan —dijo pensando en Agatosh. Y nosotros somos los buenos... No me quiero imaginar como son los malos, añadió para si, mentalmente.

Por lo demás, bajaron en silencio, cada uno con sus pensamientos, hasta la parte baja de la ciudad, dónde vivía la gente de a pie, y dónde al parecer seguía la fiesta. Los ciudadanos normales si que sabían divertirse, lo que era aplicable a cualquier ciudad del mundo; esa era una de las principales diferencias entre la nobleza y los que estaban por debajo, fuera donde fuera. En otro momento, habría querido continuar la celebración con aquellos hombres y mujeres, no tan preocupados de mantener las apariencias y el decoro, pero en ese momento, por desgracia, tenían trabajo que hacer; Lilith había aprovechado la festividad para sus propios planes, así que era hora de responder.

El artista —el único de verdad entre ellos— dejó que los demás hablaran, escuchando atentamente, y al final asintió—. Muy cierto todo eso, si. Pero querida Aerin, no venimos a colarnos en su casa como ladrones; él estará allí, y puede que su pelirroja acompañante. Si intentamos algo, puede que les alertemos, se pongan a la defensiva o incluso huyan. —Ahora negó, con una sonrisa pícara—. Es mejor producir en ellos otras sensaciones. Interés, curiosidad, incomodidad... —Se encogió de hombros—. Vamos a llamar a la puerta e invitarnos nosotros mismos a su pequeña cita de dos.

No había ni acabado y echó a andar con paso decidido y grandes zancadas hacia la mansión, dispuesto a hacer exactamente lo que había dicho.

La manera en la que era tratada Fryza disgustaba profundamente a Vicnan. Aunque comprendía que sus compañeros no adoraban a Sarenrae, si comprendía que una figura como la paladina merecía más respeto, además de explicaciones. De modo que, al ver que ninguno le explicaba de manera correcta la situación, él lo hizo, enseñando como siempre desde el ejemplo. 

—Hace tiempo, en la ciudad de Norul, hubo una desaparición de varias jóvenes pelirrojas— comenzó a explicar entre susurros—. Tales desgraciadas sufrieron la maldición de Lilith, una vampiresa de un poder primigenio que desafía con creces las capacidades de los vástagos comunes. 

» Durante la cena hemos descubierto que un noble local dedicado a la arqueología, el ocultismo y los idiomas, llamado Nicolás Glam, ha recibido la visita de una mujer pelirroja que le ha sumido en una investigación obsesiva durante los últimos días— añadió poco después mientras observaba el edificio—. No sabemos que pretende Lilith conseguir aquí, pero una cosa es segura, allí donde anidan sus maquinaciones, el caos prolifera. 

En ese preciso momento, ajeno al pensamiento del resto del grupo, Flautista tomó la iniciativa y llamó al hogar del erudito. Con suavidad tomó en su mano el llamado, un aro que pendía de los labios de un león, y con el golpeo varias veces la puerta. El ruido se propagó por la zona, quebrando el silencio que existía en el interior y acallando de manera breve la lejana música de la fiesta. no obstante, a pesar de ello, nada se oyó, ni se movió en el interior de la vivienda. ¿Debían llamar otra vez con más fuerza? ¿O simplemente debían autoinvitarse y entrar sin más?

Por supuesto. Si algo podía salir mal, era casi seguro que lo hacía; de hecho, hasta podía imaginarse un curso de acción en el que ellos, sin esperar respuesta, entraban a la fuerza, encontraban al erudito muerto, justo aparecía la guardia y les culpaban de lo sucedido, obligándoles a actuar con violencia para escapar de la injusticia. Resopló. Que poco imaginativo, pensó, descartando esa línea de pensamiento con un ademán mientras se giraba hacia los demás.

—¿A alguno se le da bien abrir cerraduras? —preguntó, superponiéndose al ruido de la fiesta, pero sin alzar demasiado la voz.

Más explicaciones no eran necesarias, y menos cerca de la guarida de un posible enemigo. Le hizo un ademán de silencio, con los dedos en los labios, sin acercarse demasiado y negó con la cabeza, no iba  arriesgarse en eso.

- Venga, vamos, seduce a la puerta, poetita - pensó para sus adentros.