Partida Rol por web

Al oir a Victoria sonrió. Me saco el antifaz y los guantees que siempre llevo. 

Me levanto y cojo una de las dagas de plata que están en la sala. Mientras me acerco a Victoria digo. 

- Me alegra que aceptes este trato. . - Hago un corte en mi mano derecha que empieza inmediatamente a sangrar. - Solo resta que sellemos este pacto con sangre. 

- Mi nombre es Aedalus Garaliel. Mi poder es engañar a la misma materia que compone este universo. - Cuando estoy delante de Victoria le extiendo una daga de oro manchada de sangre. 

Tras las últimas palabras de Victoria, Vyktor la fulmina con la mirada. Durante unos segundos parece que esta realmente cabreado y que saltará de un momento a otro. Pero se detiene cuando Aedalus habla. Se mantiene con el ceño fruncido y no deja de mirar a Victoria.

- ¿Esto es realmente necesario? - miro con curiosidad la daga - En fin, de acuerdo - cojo la daga y me hago un corte en la mano para cerrar nuestro trato, mirando a Victor - Relájate querido, vamos a tener que soportarnos por un tiempo. - le guiño un ojo al acabar, y dirigiéndome nuevamente a Aedalus, sonrío y pregunto. - ¿Y ahora?

- ¿Ahora? Disfrutar de la comida. - Por primera vez Victoria ve que Aedalus deja un momento de estar serio. 

Me siento y después de vendarme un poco la mano vuelvo a colocarme los guantes. 

- Cuéntanos ahora sobre ti. ¿Quien eres y quien era aquel al que deseabas vengarte? 

- Me llamo Victoria, y busco a un hombre que me despreció hace mucho tiempo y me debe unas cuantas explicaciones. Su nombre, si no recuerdo mal, es John Von Die. - me quedo con la mirada un poco perdida mirando la comida. - ¿Algo que deseen compartir conmigo? - miro a Victor, aunque la pregunta vaya para los dos.

Vyktor responde cuando Victoria lo mira. 

- ¿A parte de que seguro que fuiste tú quien lo provocaste? Con ese carácter no me extrañaría. - Tras una pausa añade. - Ese hombre es demasiado reservado como para que alguien sepa algo de él que otros ya no conozcan, vive en un mundo muy alejado del nuestro.

Se escucha la campana de la puerta principal.

A Vyktor le extraña sentir la campana de la puerta. Se levanta casi de forma instintiva. 

- ¿Estamos esperando a alguien más? - Dice mirando a Aedalus. 

- No espero a nadie. Quizás ayer fuera cierto que me estaban siguiendo. Me pasé toda la noche sintiendo una presencia. 

Empiezo a mover las manos como si estuviera llevando una orquesta mientras digo. - Seguiremos la conversación después de comprobar quién está invadiendo en mi propiedad. 

Aparecen Deimos y Phobos en la sala junto con un par de revolvers y una chaqueta. Hago una pequeña reverencia y dirijo a la entrada para comprobar quién es. 

Aedalus sale de la sala y va a atender la puerta.

En la puerta hay una mujer y un hombre casi albinos, esperando. No parecen armados.

-Muy buenos días, señor. Mi nombre es Otto Marseille, y ésta es mi hermana, Hanna. Tenemos un asunto de relativa importancia que hablar con usted, ¿le importa que pasemos? No creo que sea adecuado tratarlo aquí en la calle.

Aprovechando la ausencia de Aedalus, Vyktor se dirige hacía a Victoria. Tras unos segundos pensativo, dice. 

- Puesto que no tenemos más remedio que ser aliados creo que ha llegado la hora de que cada uno se coma su orgullo. - Tras un suspiro, dice. - Guárdate tus pensamientos y yo me guardaré los míos. Yo no me meteré en tu camino y tu no te meterás en el mio. ¿Trato? - Le extiende la mano. 

- Trato - le miro detenidamente y añado -  A decir verdad, no tengo inconveniente en ayudarte en todo lo que pueda. - Extiendo la mano y se la estrecho. En un momento dado doy un tirón para acercarle a mí y susurro - No dudes en pedirme ayuda, si lo necesitas - le suelto, me aparto de él y me quedo esperando la vuelta de Aedalus.

Vyktor sonríe y se alisa la ropa por donde lo ha agarrado. 

- Gracias, pero espero no necesitarlo. - Después vuelve a su asiento y añade. - Y no creo que haga falta que te diga que si rompes este contrato, te haré la vida imposible aunque tenga que morir en el intento. - Con el tono jovial en el que lo dice Vyktor apenas parece una amenaza. 

Después de unos momentos en los cuales no sé bien qué contestar digo.

- Pasad. - Le invito a pasar a hall. Les indico unas sillas que están al lado de un par de cuadros de pintores Rusos.

- ¿Qué trae a mi morada a los jóvenes Marseille? - Pregunto con un tono serio. 

Al lado de la puerta hay lo que parecen dos mayordomos, en posición de espera.

-Como le decía, señor... ¿Galaliel? Es Galaliel, ¿verdad? No me pega usted que trabaje para la gente que espero... Perdone mi nerviosismo, me explicaré: Sabemos que tiene la cabeza robada. Sabemos que no trabaja usted para la Iglesia. Sabemos que no trabaja usted para los Masones. Y desde luego, no trabaja usted para nosotros. Absténgase por favor de matarnos, toda mi red sabe que estoy aquí a estas alturas y no dude por un instante que no sería agradable.

Olfateo tratando de que no se note en absoluto, necesito hacerme una idea de cuanta gente hay en la casa y donde están más o menos.

Primera planta: dos personas mal en otra sala y ya está. No detectas a nadie más. No entiendes por qué no hueles a los mayordomos...

Me pongo en alerta absoluta. Me gustaría poder avisar a Otto de alguna manera, pero lo mejor será esperar.