Partida Rol por web

Doy un puñetazo en la pared llena de rabia. 

- ¡No puedo aceptar que aceptes órdenes de otra persona y luego me las des a mi! - voy subiendo el tono - ¡ESO NO ES SER UN ALFA! - hago una pausa y le miro con rabia - Reniego de ti como alfa y como familia. Eres peor que las ratas que se arrastran por el suelo. No voy a aceptarle como soberano. Y tú y tus juegos de humanos le dan igual. 

Respiro hondo y le digo ya calmada.

- Adiós hermano, no voy a aceptar más tus órdenes.

Y abro la ventana que da al patio interno de la casa y salto hacia el suelo.

Una de las marionetas trae dentro de uno de los cofres el cuerpo de Freimann y lo guarda en la bodega del zeppelin. El cofre es casi un ataud y está hecho de acero forjado y el interior está lleno de los cojines que de algunos sofás que han sobrevivido al fuego. 

Quiero ese cuerpo por dos razones. Quiero saber sus secretos y por otro lado ha sido un gran rival y pienso tratarlo como tal. 

- Quiero tomar la ciudad por que no quiero tener que huir nunca más. - 

- Somos monstruos y como tales nos cazarán y mataran mientras huimos a los bosques en busca de paz. Nuestra única oportunidad de sobrevivir es cambiar la sociedad en la cual vivimos. - 

- Nunca quise derramar tanta sangre pero ahora mismo estoy contra la espada y la pared. Si demuestro la mínima debilidad simplemente me ejecutarán como era su intención todo este tiempo. - Lo digo mientras con un ademán señalo el campo de batalla en el cual se había convertido la mansión. 

- Aedalus, ya tienes mucho poder. ¡Tomar la ciudad no es necesario! ¡No serás un monstruo hasta que no lo hagas!

Estoy realmente cabreada. Se nota en el tono de voz y en la gesticulación, amplia y exagerada.

Contesto con menos fuerza que antes, mi energía se escapa lentamente por mantenerme alerta. 

- ¿No seré un monstruo? He estado en campos de batalla, en trincheras, he traspasado con gusto la linea que me separa de la total herejía. Es en lo que me convertí cuando me hicieron ver lo que era - 

- Destruyeron todo lo que amaba. ¿Qué alternativa me queda para no ver reducido todo lo que soy ahora a un hombre del saco que desapareció en las sombras cuando vinieron los buenos con antorchas y horcas? -

- Cualquier cosa antes de lo que planeas. Podemos marcharnos de la ciudad, puedes hacerte pasar por otra persona... por el amor de Dios Aedalus, puedes comprar cada persona de la ciudad una a una para que no te persigan.

Paro de hablar un momento, solo para terminar diciendo:

- No cambiarás de opinión diga lo que diga, ¿no?

Me agacho para estar a la altura de los ojos de Charlotte. Los ojos me brillan con un rojo intenso, mucho más intenso de lo que Charlotte ha visto nunca parece que quiera ver su alma. 

- Crees que no respeto. Crees que te he maldito y todo es un juego para mi. - No dejo de mirar a Charlotte en ningún momento. 

- Elije. - 

- ¿Dime qué deberia hacer? Pongo mi destino en tus manos. - 

- Espero que tenga clara la responsabilidad que ello conlleva. - 

Mirando fíjamente a los rojos ojos de Aedalus, trago saliva.

Entonces me acerco a él, y le susurro algo al oído.

- Terminemos con esto. Matemos a la banshee como sea, finjamos nuestra muerte y empecemos otra nueva vida donde no nos conozcan.

Vyktor se muestra impaciente, con el ceño fruncido. 

- ¿Habéis terminado? Me gustaría saber si el ataque sigue en pie o si es mejor que comience a pensar en hacer las maletas... 

- ¿Matar a la banshee? - Digo asqueado. 

- Huyamos pues. Huyamos hasta los extremos del infierno para huir de la luz. - 

- No necesitamos matar a la banshee, simplemente cuando el zepelin empiece a funcionar. Borraré la memoria de todos los soldados y haré explotar la mansión. - Lo digo con ojos cansados. 

- El zepelin nos llevará lejos de aquí. A tierras frías donde el Sol es tibio y la civilización aún no ha llegado. Nadie nos podrá seguir. He estado huyendo mucho tiempo, a menos que vuelva a llamar la atención no nos podrán encontrar. - 

Vyktor mira con evidente sorpresa a Aedalus, pero tras pensárselo unos segundos sonríe. 

- No dejarás de sorprenderme... Pero creo que tienes razón, he permanecido demasiado tiempo en esta ciudad. Comienzo a hartarme de sus intrigas y del riesgo que supone el simple hecho de poner un pie en la calle. - Extiende las manos. - Necesito un lugar más tranquilo donde pueda demostrar el verdadero potencial de mi arte... Te acompañaré. 

- Siempre tan calculador... no podrías dejarte llevar por los impulsos ni una sola vez.

Aunque diga eso, sonrío satisfecha con una cara de "Oh, you!".

- Sé que quizá no estoy en condiciones de demandar nada y que es una locura... pero hay una cosa que debería ir a buscar a la ciudad. Algo muy importante para mi.

Levanto una ceja, esperando que Charlotte continue. 

- En casa de un conocido hay... un cofrecito. Un cofrecito cerrado que era de mi propiedad antes de perder la memoria. Me gustaría recuperarlo.

- Dime la dirección de la casa y cómo es el cofre. En 30 minutos lo tendrás en el Zepelin. -

Miro a Charlotte con frialidad, parece que mis pensamiento están muy lejos de aquí. -  ¿Entramos? -

Miro hacia todo el grupito, y luego miro hacia la ciudad.

- Creo... creo que me quedaré en Agartha. Siento cambiar de opinión tan de repente, pero esta es mi vida. Aún conservo amigos aquí, y todo mi pasado. También tengo algún enemigo... pero de él alimentaré mi poesía. Lo siento, Vyktor, Victoria, Aedalus, pero me voy a quedar aquí.

- Entonces. - Lo digo con un tono frio. 

- ¿Me abandonas? - 

Tras haber observado toda la escena, carraspeo un poco - entonces tu plan es o huir a otro lugar desolado o tomar la ciudad… Pues sintiéndolo mucho, yo me planto. No subiré al zepelín. No me gusta el plan de tomar la ciudad y desde luego no me creo que no vayáis a dar la nota en otro lugar - retrocedo unos pasos sin dejar de mirarlos, mirando a Charlotte - puede que nos veamos - y la sonrío levemente.

Charlotte sonríe a Victoria y susurra un "Gracias".

Luego vuelve la vista a Aedalus, aún sorprendida por esa faceta suya.

- Me temo que sí, Aedalus... pero no podemos seguir juntos. No así. Lo siento.