Partida Rol por web

Herbert se colocó muy cerca de Lew, su idea era protegerlo a toda costa, pero no sabía si el lugar elegido sería el idóneo para ocultar a los dos. Buscó ponerse cerca de la pared, entre alguna sombra, cuando ya pensó que desde su lugar no podrían verle, agarró su bastón y no se movió.

Escucháis pasos ahora muy cerca,véis varias luces que provienen de la sala de los pozos, al poco véis a Carl Standford, el chófer de éste y el mismísimo John Scott que se acercan a la cavidad en la que os halláis escondidos, de repente...

- ¡ Ahí hay algo o alguien ! - dice señalando al lugar en el que se encuentra agazapado Herbert con el largo bastón con el que siempre camina

La treta había caído. Herbert había sido descubierto lo cual hacía que aquel momento fuese el idóneo para hacer fuego y que Dios les protegiera si es que ese Dios cristiano y piadoso realmente existía. Si por contra el Dios abismal terrible y pagano que adoraban aquellos fanáticos fuese el que reinaba en los cielos la balanza caería del lado de los sectarios y Nigel y sus compañeros no encontrarían otro destino que la muerte... y ¿quién sabe? Quizá incluso la resurrección como peones de aquellos maestros titiriteros de almas.

Nigel alargó el brazo hacia el chófer de Standford y apretó el gatillo tres veces.

"Lo sabía"-pensó Charlie cuando Niguel se puso a disparar. Ahora también tendrían a la ley en su contra pero aquello trataba sobre como sobrevivir y Charlie sabía de ello. Levantó su revolver y apuntó hacia la entrada donde estaban los tres tipos. Fuera o no inmortal, Scott iba a pagar caro aquel engaño que había matenído durante todos estos años.

Cuando los tres personajes entran en la cavidad son disparados desde varias direcciones, inesperadamente y en contra de lo que pudiera parecer, sólo Max Reed se inmuta y empieza a dar gritos histérico mientras desenfunda su revólver. Scott y Standford se limitan a agarrar sus respectivos bastones y entrecerrar los ojos.

Nigel es el primero en disparar pero sus disparos se pierden, después Charlie dispara y sus tiros dan de lleno a Scott en el pecho pero éste ni siquiera abre los ojos, en el lugar donde los tiros aciertan se abren dos grandes huecos de los que sale... ¡ un humo verdoso!

En cuanto vi aparecer a John Scott percibí ese color azulado en su piel, siempre había estado ahí pero ahora sabía dónde tenía que mirar. Pero lo que de verdad me empujó a utilizar aquel hechizo (o al menos intentarlo) fue el hecho de que de su cuerpo no brotara sangre sino humo y que el tipo ni se inmutara cuando le acababan de pegar un tiro.

Con las palabras aún en la cabeza, cemencé a recitarlas en mi interior una y otra vez, pues tenía miedo a pronunciarlas de forma incorrecta y que pasara algo que no estaba previsto.

"Nictu Verata Clattu...Nictu Verata Clattu...Nictu Verata Clattu...Nictu Verata Clattu..."

Hasta que por din estuve seguro y con voz tronante pronucié el hechizo, cada vez más convencido de que John Scott sería reducido a cenizas.

-¡NICTU VERATA CLATTU!! - grité tal y como decía el hechizo.

Sentí un cosquilleo que me recorrió todo el cuerpo, como si algo fluyera a través de mi... ¿magia quizás? Y por un momento fijé la vista en Scott, esperando el resultado con anhelo, y al final... nada, absolutamente nada... Aquello no era más que una chufa y yo un imbécil por habérmelo creido.

- ¡Mierda! No funciona - dije enfadado por haber desperdiciado aquel valioso tiempo.

Agarré de nuevo el revólver decidido a intervenir por las bravas, pensando que es lo que debía haber hecho desde el principio.

Al escuchar aquellas palabras abre los ojos de par en par y grita aterrorizado

- ¡ CONOCE EL HECHIZO ! - y por unos momentos sentís como si Lew y Scott combatieran el uno contra el otro, o al menos sus voluntades. Lo cual os hace pensar que Lew estaba equivocado, el hechizo sí funciona sólo que de alguna manera, no ha vencido a Scott.

Parecía que disparar a Scott no surtía efecto así que volví mi arma contra el chofer. Sin embargo los nervios me traicionaron y la bala pasó silbando por su oreja.

Al ver la expresión de pánico de Scott me puse a pensar rapidamente en que podía ocurir y porque no había funcionado el hechizo mientras observaba los movimientos de aquellos tres monstruos

Herbert se da cuenta que su escondite no era el adecuado, todo se vuelve muy rápido, primero una serie de disparos, que terminan de alertar a los tres hombres y quien sabe si a alguien más. Luego Lew entona el hechizo que no parece surtir ningún efecto en Scott, al igual que las balas. Todo parecía perdido, como se podría matar a ese monstruo?

Lew, toma las sales, tiraselas mientras recitas el hechizo, tal vez sean una especie de canalizador o algo por el estilo. Dijo atropeyadamente.

Apunta instintivamente a uno de vosotros al azar (que resulta ser Nigel) y aprieta el gatillo, la bala se incrusta en el hombro izquierdo del Psicólogo, que lanza un aullido de dolor al recibir el tiro.

Sigue murmurando y haciendo aspavientos mientras sostiene su bastón con las dos manos y mantiene los ojos cerrados.

Aún con las heridas de los balazos abiertas se coloca frente a Charlie y empuñando su bastón lo descarga con fuerza en las costillas del irlandés.

Nigel había sido herido. El hombro del británico le producía un intenso escozor que, aunque no venía causado por una herida de gravedad si le dejó ciertamente dolorido. Su puntería era un desastre pero aún había que agradecer que el brazo derecho estuviera intacto.

Lleno de ira volvió a probar suerte. Tres tiros contra su agresor... y que se fuera al infierno si no es que ya lo estaba.

Charlie alzó el brazo tratando de parar el golpe, pero no consiguió frenarlo. El bastón se estrelló en sus costillas haciéndole resoplar y vaciar sus pulmones. No podía creerse lo que estaba viendo. Miró a los ojos a su agresor. Aquella traición, las mentiras durante todo este tiempo... 

Apretó lo dientes y alzando la pistola a escasos centímetros de la cara de Scott apretó el gatillo...

- Deja eso, Herbert, esta mierda no ha funcionado - dije apartando el frasco con la mano.

En la inscripción no decía nada sobre las sales, sólo para resucitar a los muertos... ¿Pero en qué demonios estaba pensando? Aquello no iba a funcionar nunca, pero al contrario, conocía muy bien algo que si que iba a funcionar.

- Esto es la guerra - dije aferrando con fuerza el revólver.

Me sentí mucho más seguro, eso era lo mío, resolver casos y disparar. El caso estaba más o menos resuelto, sobre todo después del hostil comportamiento de Scott y compañía, así que sólo quedaba disparar. Apuntando hacia el idiota de Max Reed (Dios, como le odiaba) apreté el gatillo.