Partida Rol por web

Cinco días después del tiroteo y dos días después de haber enterrado a Roy

David y Lew estaban en su piso franco lamiéndose las heridas recientes, heridas físicas y emocionales , las últimas ambos sabían que jamás cicatrizarían.

Nunca volverían a ser los de antes, pues ahora sabían muchísimas más cosas. De hecho, ambos habían leído el antiguo libro "Catecismo de los Caballeros del Vacío Exterior" y aún estaban traumatizados, pues en el libro se describían a unas criaturas venidas hace millones de años desde las profundidades del espacio para esclavizar a la raza humana.

Esas criaturas habían sido divinizadas por otras criaturas menores que a su vez lo habían sido por el propio hombre. Todo ello suponía que existía una realidad suyacente a la realidad que ambos tenían por existente hasta ese momento.

El día amaneció caluroso en la gran manzana, David y Lew estaban sentados en el único sofá de aquel piso de mierda, en camiseta interior en la que había marcados los rodales de sudor a la altura de las axilas.

Lew (que parecía el más entero) iba a preguntar algo a David cuando alguien llamó a la puerta tres veces.

Gracias a vuestros contactos- previo pago de un puñado de dólares -habéis localizado el piso franco donde se esconde el grupo que tanto la había liado en Boston y en Nueva York, héroes para unos y villanos para otros. Y para vosotros y vuestro patrón hombres muy valiosos para lo que os traíais entre manos (algo que no acabábais de comprender, pues no pensábais que fuese un encargo de tanta envergadura como para movilizar a dos tipos duros como Milo y Jim, verdaderos jabatos, comandados por un tipo de posibles como Henry más todo un grupo ducho en armas e incendios y que sin duda sabía usar aquellas.

Frente a la puerta del inmueble en uno de los peores barrios de Nueva York (principalmente de emigrantes y gentes de esa ralea) Jim se colocó al frente y pegó tres guantazos a la puerta usando los nudillos...

La puerta se abrió y aparecieron en ella dos tipos en camiseta interior- parece que dentro hacía un calor de mil demonios - con cara de pocos amigos.

David miró a Lew y después llevó la vista a la escopeta que reposaba junto a la pared. No había estado tranquilo desde el incidente de la semana anterior y apenas descansaba sin saber como había ocurrido todo aquello. Quizás si no se hubiese dormido no hubieran muerto... Pero tampoco comprendía como había podido ocurrir aquello. 

Se levantó al fin, cansado y hastiado de no hacer nada y se dirigió a la puerta. Miró por la mirilla antes de abrir la puerta.

-¿Que quieren?-dijo en un tono que invitaba poco a la amistad.

Henry miró con aire divertido al tipo que acababa de abrirlos la puerta. Tenía una facha terrible con esa camiseta de tirantes sobre su estomago.

De acuerdo, yo seré feo...pero al menos tengo estilo al vestir

Vaya chicos... Parece que los hemos encontrado...Parecen de verdad y todo.-Henry miró por encima del hombro de David antes de continuar- ¡¡¡Pero si hay otro mas!!! Mira esto Milo, mi querido guardaespaldas...Pero...¿porque nos mirá así señor? Henry apartó a Jim con una mano mientras continuaba hablando Bueeeeno, no nos van a invitar a pasar...podemos hablar de sus recientes actividades, en las que por cierto estamos interesados

-No se quienes son ustedes ni de que actividades me esta hablando señor, será mejor que se marchen de aquí. Creo que se han equivocado de personas-dijo enfadado David e hizo un ademán de cerrar la puerta.

Una inesperada interrupción... desde luego no era el estilo de esos cabrones ¡oh, ya lo creo! esos hijos de puta nos habrían acribillado antes incluso de abrir la puerta, aún así era mejor prevenir. Puede que sólo fueran vendedores de enciclopedias pero había que estar preparados.

Mientras David contenía a aquel tipo que estaba deseando entrar, aproveché para sacar mi fiel 45, aquel que me había salvado ya de tantas, y me lo coloqué en las espalda para ocultarlo. Después me levanté y le hablé a David:

- Deja que pasen, hombre - dije con una sonrisa.- Seguro que quieren vendernos algo ¿eh?... anda, cierra la puerta que si no entra el calor de fuera...

David lo miró y asintió. Se dio media vuelta y agarró la escopeta apoyándola en un lado del sofá donde se volvió a sentar. Aquello no le gustaba ni un pelo.

-Cierren la puerta ¿quieren?-les dijo quedamente sin quitarlos un ojo de encima. Si eran enviados de la hermandad, lamentarían haberlos encontrado.

Jim permite el paso de Henry en primer lugar y a continuación entra él.- Joder, espero que este antro no sea su oficina.- el corpulento hombre echa un vistazo a su alrededor visiblemente asqueado por la mierda acumulada en el interior del piso.- Sin lugar a dudas hace falta una mujer en este sitio.

Jim coge una silla dejando caer al suelo unas revistas que descansaban sobre ella.- ¿Les importa si me siento?.- Sin esperar respuesta acerca la silla a un pared y se sienta. Al hacerlo la gabardina se abre dejando al descubierto un gran revolver.

Milo no acostumbraba a hablar. De hecho, si se había ganado un nombrecillo en Denver era precisamente porque sabía mantener la boca cerrada cuando tocaba... que era casi siempre. Pero dejar aquel asunto en manos de Henry o, casi peor, de aquel poli renegado le parecía aún peor idea.

- Buenos días... somos los representantes del señor Jacob Hancock, de Denver. - la jerga de cobrador de apuestas era como una lapa, imposible de despegarse. Aquel término de "representantes" era muy usado en el mundillo. - Y venimos porque ha llegado a nuestros oídos los acontecimientos que protagonizaron en Boston y Nueva York. 

Milo hizo una pausa dramática y aprovechó para mirar fijamente a aquellos dos tipos en paños menores. Hablar así era como jugar al poker. Lo hacía igual cuando trataba de presionar a un deudor para que hiciera algún gesto delator.

- Es absurdo negar lo que ya sabemos y, bueno, de hecho no hay ningún motivo para ello ya que lo que nos trae aquí es la posibilidad de contratarles por una buena suma habida cuenta de su coraje y aplomo. No somos la Policía... - aquí miró de reojo al bueno de Jim - ... y no nos interesan los motivos que les llevaron a hacer "aquello". Díganme, ¿tienen algo que hacer en los Estados Unidos las próximas semanas?

David hizo una mueca irónica.

-Más bien lo contrario señor "no soy policía". Sabe, soy contable, no me hace falta mucha imaginación para saber que tipo de personas llevan armas si no son policías. Y no veo que interés pueden tener ustedes en lo que nosotros hiciéramos hace una semana. Lo que si les diré es que pensaba tomarme unas largas vacaciones lejos de aquí. Y respecto a lo del coraje y aplomo...-se quedó en silencio. Aquellas fuerzas contra las que habían luchado eran mas de lo que podía imaginar. Él ni siquiera tuvo el valor de Lew y no logró hacer nada, hasta que ya todo había acabado, pero eso no tenían por que saberlo unos tipos armados con pistolas.

Perfecto, así me gustan los hombres, directos al grano, toda esa mierda de la paja no es necesaria, ¿verdad?.- Jim se levanta lentamente de la silla y se acerca a David y Milo propinándoles una buena palmada en la espalda.- ¿La nevera queda por allí?- dice mientras señala hacia uno de los rincones de la casa y comienza a caminar en esa dirección.- No hace falta que se levanten, la encontraré.

Jim miraba curiosamente a su alrededor de camino a la nevera, al llegar la abrió buscando en su interior algo de comer.- Definitivamente hace falta una mujer aquí.- el grito proveniente de la cocina fue acallado por el ruido de la pisadas que el hombre provocaba.- Es su turno para preguntar, ¿quieren saber algo del "encargo" o cobran el salario mínimo por hacer lo que les mandan?

David trató de no hacer caso al echo de que aquel hombre estaba como si fuera su casa. Miró de reojo a Lew, pero antes de que este interviniera se lanzó él. Tenía que saberlo, por que podían estar en peligro.

-Lo primero, y probablemente lo único que quiero saber es como nos han encontrado. No me importa que sepan que hicimos o dejamos de hacer sea lo que sea lo que crean, quiero saber como sabían donde encontrarnos. Y mas les vale contestar una respuesta gratificante por que si alguien mas sabe que estamos aqui es muy probable que ustedes también estén en peligro-les dijo con un tono serio y enfadado pero lo que decía lo pensaba realmente, si aquellos tipejos les habían encontrado los miembros de la orden también podrían hacerlo.

Mientras hablaba, Henry comenzó a dar vueltas por la casa mientras silbaba alegremente.

Si, si...todos conocemos su aplomo señor. Por eso estamos aquí, si no pensariamos que viven juntos...Bueno, por otros motivos. Pero bueno, ¿no nos van a ofrecer nada de beber? No son muy buenos anfitriones que se diga-añadió mientras aprobaba con un movimiento de cabeza el comentario de su compañero y comprobaba la capa de polvoo existente pasando el dedo pòr una mesa.

Por cierto, no me he presentado. Soy Henry-Francis Dewey...No, no me den la mano... prefiero mantenerla limpia mientras sea posible...y respectoa como los encontramos...el mundo es un lugar muy pequeño donde un puñado de dolares vale mas que cualquier otra cosa.

-Hable claro señor Henry, y si quiere algo sirvase como su amigo, si es que encuentra algo que beber aquí-dijo secamente esperando una respuesta mejor pro su parte.

Oh vamos... ¿Acaso no he sido suficientemente claro? Jim, si encuentras algo bueno, traeme un trago ¿quieres? No han sido muy discretos tapando su rastro precisamente, y como les dije con un puñado de billetes, haces hablar a cualquiera. Si querían pasar desapercibidos tendrían que haberse registrado con nombres falsos en los hoteles para empezar.

Henry esbozó una sarcastica sonrisa abriendo levemente una herida de su labio, producto reciente de una pelea por "el honor de una dama" y continuó hablando, con el prepotente tono de quien cree tener la sarten por el mango.

Pero bueno...eso no importa demasiado, tengo una cantidad interesante de dinero que ofrecerles porque nos ayuden a una pequeña investigación. Nada demasiado peligroso...pero nuestro contratante busca gente con agallas, como parecen ser ustedes. No le vendría nada mal ese dinero para esas vaciones de las que nos habla ¿no señor David? Esconderse en  un sitio seguro requiere dinero.

Jim llega al cuarto a tiempo de ver la escena.- Esta casa es un desastre, no tienen ni una maldita botella whisky, lo siento Henry, esta gente no tiene alma- la mirada de Jim se fija sobre la escopeta que sostiene David.- y parece que quieren quedarse también sin salud..., yo de ti dejaria eso donde no puedas hacerte daño, contable...- una burlona sonrisa se dibuja en el rostro de Jim.

Si os quisieramos muertos no habríamos llamado a la puerta y sin tan preocupados estais por esa "gente" quizás deberíais cerrar el acuerdo cuanto antes, ya sabeis, antes de que llegue el hombre del saco...- pese a que la burlona sonrisa sigue asomando, el tono de su voz indica que estaría encantado de que se le llevara la contraria.

Dejé que esos imbéciles se confiaran, mantuve mi sonrisa todo el rato hasta que por fin estuve seguro de que la puerta estaba cerrada y bien cerrada. Y entonces, y solo entonces, saqué el revólver que tenía en la espalda y les apunté con él, ya empezaban a tocarme las narices.

- Bien, ahora vais a cerrar la puta boca, vais a dejar vuestras armas sobre la mesa con tranquilidad y después os vais a quedar sentaditos ahí delante ¿Entendido? - apunté al grandullón que no hacía más que tomarse confianzas.- Tú el primero, gilipollas ¿Qué coño te has creido que es esto? ¿eh? ¡Que no tenemos whiskey, dice! ¿Y qué te hace pensar que voy a dártelo? Venga, joder, que no tenemos todo el día - iba apuntándoles alternativamente, confiando en que no fueran tan idiotas como para desobedecerme.- Lo primero de todo es que aquí las preguntas las hago yo, eso si no quereis acabar como esos soplapollas de Boston ¿Decis que habeis oido hablar de mi, verdad? Pues entonces sabreis que no estoy de broma, si haceis el idiota no me lo pienso dos veces y os pego un tiro, me importa poco si muero en el intento, he visto cosas peores que la muerte.

Eso os lo puedo asegurar-dijo David asintiendo con la cabeza sin molestarse por las amenazas del grandullón. Aquello de tener fama no estaba mal, aunque el no había nacido para ello.-Lo del dinero está muy bien, pero espero que podais decir algo mas que eso, o no tendremos nada de que hablar.

Henry levantó sus nudosas manos para indicar con un gesto a sus compañeros que no sacasen las armas. Ni para disparar, ni para dejarlas sobre la mesa.

Oh vamos....No hace falta ponerse nerviosos -Henry no perdía la macabra sonrisa en ningún momento, e incluso se permitió una risa ligera.-Por favor... Si, sabemos todo lo que hicieron, asaltaron aquella ¿como la llamaban Milo?¿Secta?, pegaron muchos tiros, mataron mucha gente. Todo muy propio de alguien como usted, señor Harper aunque no tanto del señor Lee. Los necesitaremos a los dos, ya que la misión que tenemos es encontrar a un hombre que ha desaparecido.

El joven con aspecto de vividor, había analizado en unos pocos segundos el comportamiento de aquellos tipos. Lew Harper parecía tener un caracter explosivo y violento, nada de lo que preocuparse realmente y David Lee había aceptado muy rapidamente el dinero. Se notaba que tenía ganas de desaparecer y eso era algo con lo que Dewey podía ayudarle. Por unos segundos disfruto de la adrenalina de sentirse apuntado por un revolver antes de continuar hablando

Sin embargo, necesitamos algo mas que un pistolero por lo que le rogaría que bajase el arma y mirase esto aquí Henry se metió una mano en la chaqueta, dando por una milesima de segundo la impresión de que iba a sacar un arma... pero sacando en su lugar un fajo de billetes Aquí tienen 50 dolares. Por adelantado. Tendran 100 más cuando terminen el trabajo. ¿No les parece un aliciente suficiente para venir con nosotros? Consiguen un dinero rapido para lo que sea que lo quieran, unas vacaciones, lejos de América y cuando vuelvan podrán seguir pegando tiros, pero un poco más ricos

Mientras hablaba miraba de reojo a sus compañeros preguntandose si tendrían algo que añadir